31/12/11

Manos Rojas

La caravana de bruja de Lowri cruje con estridencia al detenerse en medio del claro al que nos habíamos encaminado.
Ya no reconozco donde estamos, cubiertas como por una espesa capa, por la noche cerrada y después de conducir en la casi oscuridad sin parar por senderos retorcidos .
Quizás este sea el corazón del bosque o en una profundidad similar, pero sea cual sea el lugar, su brutal silencio multiplica la tensión de los sonidos que se extienden desde la caja.
Incluyendo los gemidos de dolor.
Conozco la voz, entre las otras voces, dueña de esos gritos y su semblante y su nombre y el asiento de sencillo afecto que puso en mi pecho.
Es Esther. Esther Varanely se llama.
¿La recordáis? Le trajo a Charo la Joya mas preciada.
Y nos ayudo a todos a liberar la tierra de Ariel, Albora.
Es lo que hace mas difícil admistir la impericia de mis conocimientos ante la aflicción que sufre.
Una enfermedad que es una mezcla de ensueños y larvas de gusano que no le han parado de brotar del interior del cuerpo desde que regresaramos a la realidad en vigilia.
Es un efecto de la salida del sueño de Elizabeth donde había acabado, y la esta matando.

Todo ocurre demasiado rápido y demasiado desconocido y demasiado personal para mi, por lo que las manos de Lowri me han parecido mas útiles que las mías, ya sea solo por que sepa actuar mas despejada de mente en esta situación.

Al menos mi talentos si los puedo dedicar a proteger el improvisado hospital. No en vano hemos entrado en el mismo bosque que todo conecta.

Me pongo al trabajo.
No es una composición hermosa.
El contagio aquí y allá y continuado de la division de atenciones marcado por el sonido del dolor de Esther, me altera y se traslada a la tarea pero al final los dedos y la voluntad se mantienen con la firmeza de la magia tosca pero eficiente.
Lo que queda fuera, fuera se queda y la barrera ondea tenue mostrándose en mis sentidos.

Entonces viene el impás del desconcierto.

Ese instante en el que se te quedan vacías la manos y no sabes que deben hacer lo siguiente.
Deber entrar o permanecer a la espera.
Conozco bien el mal que dos sanadores al unisono sobre un paciente pueden lograr y mas si juegan las emociones añadido a todo ello.
Pero es Esther...
Conozco bien el alcance de mi ignorancia y sin embargo no por eso no hay peros y temores.
Una retahíla de dudas y de inseguridad que no cesan.
Es la contante pregunta sobre si me equivoco y su inseparable plegaria pidiendo estar haciendo lo correcto. Por que Esther es amiga...

Solo el brusco quejido de la puerta al abrirse y el grito acompañante entre suplica y orden de Lowri pueden rasgar la marea de pensamientos y sentimientos.

No va bien.
Lowri lo sabe y yo me sorprendo también al entrar a la tibia luz de dentro.
Lo que parecía un mal de infestación es mas complicado y profundo en su significado.
Y en la reacción.
El vientre de Esther esta distendido y abultado de forma equivocada y por la Diosa que crece palpablemente por momentos.
Es un imposible embarazo que tras mi apresurado palpar confirma la intuicion de Lowri.
Pero esto no es un nacimiento.
Es una invasion inmisericorde que se burla por completo de esta via sagrada.

Demasido rapido. Demasido desequilibrado.Demasiado inhumano.

La va a destrozar desde dentro sin misericordia y en lo que dura un latido.
Sé que sea lo que sea y como sea se lo tenemos que sacar.

No soy cirujana.
Ni puedo recordar ni la mitad de la mitad de lo que he leido sobre el tema.
Pero en mi mano el cuchillo empieza a cortar.
Piel y carne y tejidos y sangre mojandome los dedos con un tajo aterrador bajo el filo.

Pienso, Diosa, que ha mucha sangre. Mucha. Mas de lo que debiera. Que estropicio.

Delicada, una voz en mi, que me recuerda lo que es ser en verdad medico, entorpeciendo el ruido de fondo de las distracciones.
Es el susurro que habla, cuando contengo la respiración, al tomar el color de cada capa de carne y sangre y experimentar su espesura en el desplazamiento seguro de mis dedos buscando asir eso que crece en mi amiga.
El camino es dificil. La cosa es dura. Como una cascara. Palpita confrontada al toque palpitante de la vida humana que lo envuelve.
No sé a que se reducen mis pensamientos en ese preciso instante hundida hasta los codos en alguien que empieza a dejar de gritar y todo se resume a este ahora.
Tiro.
Lo que crece no sale y necesito volver a cortar.
La sangre me salpica de alguna vena o arteria al tiempo que suelto el cuchillo y lanzo mi mano de nuevo a asir y tirar.
Un chorro pringoso y caliente me cruza la cara cuando al final soy capaz de poder sacárselo .
Las manos roja y humedas como con fluidos guantes.

Apenas lo veo y casi no me importa. Pesa. Parece un huevo.
Son apenas unos segundos.
Abrir la puerta. Dejarlo en el claro.
Las luces de coche de Lowri iluminan el exterior y se que puedo ver la forma agitada del embrion entre el contorno de mis manos.

Pero son solo ellas las que quitan la atencion sobre el resto.
Rojas. Manos Rojas. Humeantes de calor evaporado en la fria atmosfera otoñal. Goteantes.
¿Que estoy haciendo? No es aqui donde debiera estar.
Me olvido de Eso.

Abro la puerta y dejo todo mi poder sobre las manos de Lowri que ya esta cosiendo.
Restaño el daño que he hecho y que Lowri va reparando.
Vuelvo a tocar la carne, el cartilago y la piel pero esta vez desde un metro de distancia pero valiendome del mismo contacto. No hay separación ni obstáculo.
Como el cuchillo antes, la Esencia ahora la empleo por primera vez en la vida asi.
Focalizada en la aguja enhebrada con tripa de cerdo de la bruja galesa.
Magia desapegada enriqueciendo el hacer de otros.
Como si en el instante la eternidad fluyera brevemente en aquel bosque entre nosotros.
Como si se desprendiera la negrura, la turbacion, y se recompusiera el compromiso.

Hechos y tareas hicieron estas manos despues con nutrida variedad.
Quiseron hacer daño, quisieron  marcar diferencias, quisieron, oh Poderosa cuan seguras y a la vez titubeantes, quisieron coger una mano y reconfortar.
Pero lo que recuerdan bien y bien cumplen es sanar.
Envestidas en sus ropajes ensangrentados no olvidan su  pacto y me imbuyen de la responsabilidad de cumplirlo.

Lo recorde una vez mas en el hospital.
Bendiciendo el trabajo de medicos y enfermeras dedicados a la salvacion de Esther. Y a la de Thelma.
Y hubiera continuado recordando hasta el ultimo aliento.
Por que no me daba cuenta de que se llevaba mis fuerzas. Ni me importo. No lo pense ni lo senti.
Lo hice por que ese era su momento. Por que la Magia lo requeria.
Y ella broto y ayudo a esos otros dedos a salvar vidas.

Ya no puedo hacer ciertas cosas con las manos desnudas.

Las debo enfundar en Manos de Hierro que canalizan otros aspectos del Mundo para herir con la calamidad o con el rayo. Para conducir al fuego o a la llama.
Trayendolos sobre la piel limpia y sin artilugios la profanan.
No funciona. Se desbarata en el interior.

Instintivamente se han separado ambos sentidos del mismo camino.
Como debe ser.
Pero aun dejan mucho por hacer. No todo es tan resuelto.
Tengo que dejarme aprehender. Y necesito llegar a dejarme dominarme.
Debo seguir descubriendo.
Dejar de rondar los extremos.

Joseph estaba allí para sostenerme y darme el animo y el anhelo y la realidad que necesite por que los milagros ocurren.
Gracias Tres veces Señora.
Por que es un buen hombre, valiente, devoto, cariñoso y aun naturalmente humano.
Él ha sido el bálsamo para la curandera.

Es que con estas manos, manos rojas, se curan la carne, el hueso, los órganos y las enfermedades pero para sanar el alma obran de una manera misteriosa y totalmente diferente.

La Irresistible Atracccion del Deseo

Para Elizabeth esta al alcance de la mano.
Es un calor que ya la roza en la yema de los dedos. En el interior.
Su viaje radiante hacia el virgen lejano Marte se aproxima sin pausa ni problemas.
Segundos y minutos caen ya de la cuenta y ya no días.
Apenas dos mañanas y una noche para que podamos partir.
La gloria de ser los primeros humanos en ollar el rojo sangre de su superficie y mas aun la excitación de contactar y descubrir la naturaleza de la vida que allí los humanos hemos detectado, nos espera.
Es un sueño que se aproxima a hacerse realidad.

¿No palidece todo lo demás que pueda considerarse fríamente igual de solido?

En la mansión dispuesta para el equipo de la misión, la celebración de despedida se celebra con calmo alborozo. Es un merecido asueto en moderada cantidad antes de las duras jornadas que se avienen.
Lo cubre el aroma del escalofrío, del entusiasmo y de la fogosidad de la impaciencia, de la conclusión y de lo logrado consumiendo a los seis tripulantes escogidos.

O lo haría si Joseph no caminara protegido de este arrullo perfecto y no me hubiera despertado a mi.
Unicamente por que precavimos que cualquier cosa parecida a esto pudiera pasar aquí.

Y es que: ¿Ligado con fuerza con los lazos de seda de tus deseos a tu mejor y mayor sueño podrías salir de ellos?¿Querríamos marcharnos de allí?
No os propongo un acertijo. Esta es una pregunta sincera que hago, incluida para mi. Se que de las difíciles.

La pregunta prevalece para remarcar mas que, este hecho es menos accidente que gesta.
Clamada de alabanzas.

¿Que es esta Gravedad?
Pasión.
Todo depende de la aceptación de estímulos cuya existencia poseemos.
Estos frutos de la noche o incluso del día, hacia los cuales alzas la mano y traes a tu vida riquezas indelebles y no tangibles.
Lo que cambia, en ocasiones es la perspectiva y la intensidad.
Los sueños se desnivelan hasta que vives sumergido en ellos.
Los sueños se liberan de la unión con la vigilia.

E irredentamente toman los lugares de la Vida Indomesticable y Libre.
El aliento de fuego del arrebato es el que moldea el grueso de nuestras miradas.
Como la gravedad alcanzando desde el vacío y lo lejano. Ardiendo muy, muy lento y constante.

¿Como se la vence?
De ninguna manera.
Al menos poseo el conocimiento de causa de esta respuesta. La suerte en la que alguien lo ha vivido.

¿Por que no se puede?
Por que este influjo es el golpe de las mareas del Océano Perfecto que se cobija dentro del cuerpo, el alma y el espíritu.
No se puede congelar o seccionar al Mar Vivo a riesgo acabar matándolo. Y gracias a la Protectora que no esta en ninguna mano mortal el lograrlo.
¿Entonces?
Lo que acontece es una épica lucha divina entre los Astros y sus mutables gravedades.
Sabiendo que los vientos y las corrientes celestiales que se presentan pertenecen al origen de este particular universo: Elizabeth.

Los Espíritus, me adoctrinan a saber que El Lazo no se rompe aunque sea de fina seda.
Un corte cualquiera, minúsculo, y en el fin se deshilachara el Alma.
Así es que la irresistible atracción del deseo solo se conduce y se cambia.
Así lo sé por boca de La Madre de los Caballos que me cabalga y así lo compartí con Joseph.

¿Que Paso?
La fuerza del tirón de un Marte descubierto se mezclo entre susurros con la marca lanzada del miedo y la duda del Hades y con la ofrecida tierna caricia del Olimpo Verdadero.
Lo que era una cosa se metamorfoseo en otra, en ella y en nosotros, con la suavidad y lógica de los sueños que se hacen Lucidos.
La Lucidez nos embargo. Como una explosión. Como un Beso.

Elizabeth se Ilumino a si misma sobre sus deseos y sus sueños.

El sueño no se rompió. Se convirtió en un sueño. Simplemente.
Sin una venda pintada por dentro sobre los ojos de Elizabeth que la separara del resto del Mundo.
Al volver el flujo natural a discurrir entre las fronteras del día y la noche, del despertar y la pernocta, caímos sobre el familiar y duro y húmedo suelo del bosque de Oxford liberados de la atadura de sus deseos que por fin ya solo son suyos.

Y por fin Elizabeth fue Consciente de ello.

Quizas Un Camino son Dos Sendas que se Cruzan.

El rumor del curso de agua por el que se desliza el bote resuena opaco, quizás tratando de enmarcar que estoy en un sueño. Sin embargo, la vitalidad bajo los tonos de la envoltura de sonidos, clama a mi percepción interior, desde lo oscuro del rio, que no. Que tiene peso esta madera muerta que piso y que la tiniebla liquida en la que flota esta un paso sobrado adentro de la vigilia.
Podría ser parte de la presión que ejerce el hechizo en marcha, pero aun bajo los designios de la imposición de la voluntad, late la impresión cambiante de un desdoblamiento simultaneo.
Se siente como un refuerzo mayor de lo previsto a la encrucijada que ha sido llamada.
En el entrelazado de la improvisación y la intuición, una maraña de caos me araña las entrañas, entre el ensueño y la vigilia, convirtiéndose en la sensacion de navegar en todos los dispares niveles que se atesoran en la ruta de las preguntas hacia las respuestas.
La primera es la propia carga que debes aceptar al formular los interrogantes que les corresponden.
Después viene que existe la necesidad de tomar una decisión en la elección en el cruce que has propuesto.
Y antes, el alumbrar la ventura de si seguir el camino recto o grabar un cruce cada vez que la existencia endereza su linea.
Parecerá absurdo pero, sabiendo hacia donde me tiende a marcar ese camino único, que la Diosa permita que se talle lo ineludible, es al tiempo tremendo y esperanzador.
Justamente eso es lo que acumulamos. Huella y creencia

Hemos pasado mucho en muy pocas horas.

Ordalías, Borrados de memoria y el vaivén continuo del empeño chocando contra la adversidad. A veces ataviada en el momento de ignorancia. A veces de incapacidad.

Hay brujas en el bosque, muchas, para las cuales, como para mi, la Luna no esta. No se por que.
Tres de ellas devoran bebes y otra doma un demonio, capaz de trastear con la memoria.
Y Joseph por maldición o bendición conserva recuerdos de todo ello.

En ese bosque del aquelarre, entre los pliegues profundos y resguardados, solo la Iluminadora sabe cuantos espíritus suyos vagan ademas del que con mi ayuda se hizo carne. Ese Bosque encierran misterios que alimentan los hechos que estos días atestan. Hay tramas sobre tramas, como el auspicio del Hombre Malencarado, que de tan tupidas apenas a través de su espesura podemos vislumbrar la luz de lo que significan.

En esa disyuntiva de patente ignorancia esta plantada la decisión de buscar un voz que me ilumine de verdad.

Pero no es solo esto. Les dije el pequeño cambio de intenciones en el coche a punto de bajar al lugar escogido como propicio, por que como cuando empiezas a hablar y sientes que hay algo incorrecto, hoy también supe que faltaba algo.

El punto de donde cada evento extraordinario dejo de ser solo aventura adquiriendo matices mayores: prueba, temple y aprendizaje pero sobretodo responsabilidad.
Esos pequeños tajos al camino recto del alma en su quizás predestinado no despertar.
Cada corte una encrucijada y por supuesto una elección.

En esta tercera noche en Oxford el sesgo es Elizabeth compelido desde Joseph y su sincera preocupación.

No me atrevo a descifrarle, a él, a Joseph.
No así, de forma precipitada, en el que cualquier certeza la distorsionas con la manera que miras en un instante. Me prometí la reflexión y la pausa.

Pero si una pincelada tiene, es que algo debe intuir en lo que ocurre, algo ve, aunque su paciencia es de proporciones bíblicas. A ratos lo siento pensando y reflexionando, seguramente con Elizabeth en mente o quizás con los recuerdos perturbadores que dejan marca. Una instintiva señal de atención.
Entonces atesora el animo y encaja las palabras y las acciones en la situación que viene siguiente, con la bravura que no pienso discutir. Se impulsa a saber que le ocurre a su compañera y a mi me da un añadido mas allá de la empatia.

No lo invite a bajar y no se muy bien por que. Quizás es por que tiene que ser así y la elección manda sobre la voluntad. Lo que eliges tiene que ser tuyo y no impostado y debe descansar en el fiel del riesgo de una verdadera encrucijada.
Quizas es que no las tenia todas conmigo de que no fuera peligroso y me lo calle.

Pero no me extraña que bajase en cuanto escucho algo anormal en mi trance de soñar.

Sir William Gauntleth, enviado por parte de Pascal Rellan como soporte ante las vicisitudes de su colega Morris, se parece demasiado al fabuloso jugador de Poker que es el comisario y se mantuvo entre la orilla y el agua.

Pero Joseph bajo.

Cuando he caído al negror acuoso del pozo él ha venido detrás, bajando por la boca de la tierra insondable, cueva y tronera abiertas al correr del agua, tan antiguas como para permitir sentir su natural consagracion.
Me ve alli empapada. Posesa. Señalada y Señalando la senda que añade.

Un único camino debe ser dos separando las barreras de un lugar y las del otro al lado.
Dejándolos fluir con espontaneidad.

En el sueño navego en la solidez de las referencias propicias del viaje paralelo que por la vigilia a la vez se traza con los atributos ganados en el ensueño.

Consigue que desenvuelto y unido en la encrucijada, la toma de los dos caminos al unisono sea una posibilidad.

El golpe de rumbo dado con la mano del corazón que tras mis dormidos ojos me lleva hacia una respuesta sobre la verdad.
El golpe de timón que la mano del juicio, libera transporta por las profundidades primigenias del mundo a Joseph hasta mas allá del umbral que oculta a Elizabeth.
Quizas me equivoque de significado en la pertenencia de las decisiones pero no en conocer que ha pasado.

Es una proeza de dos. Ahora lo veo claro y me hace pensar en la disposición de todos los hechos y sus grados de coincidencia y del azar y de la senda desmarcada por los destinos precipitados.

Esto es cierto. Si abres alas a un camino la peculiaridades de este no se desvanecen al final. En este caso ha sido lo mismo. Con mas fuerzas de las que agregan las partes.

Joseph alcanza a Elizabeth en un lugar retenido bajo un pliegue que normalmente no hubiéramos visto.
Yo gano la necesaria sacudida en el espíritu a la sombra de mi estrella. Para que se desprendan las excrecencias constriñentes que me equivocan insistentemente y expresar la única verdadera palabra sincera valida.
Ayuda.

Este sentimiento cuaja y llena el aire en la penumbra del alcanzado templo infinito de la Diosa con sentido sonido de suplica.

Una mano. En esta adversidad empieza y no resta y finaliza con la respuesta que doy a la pregunta contemplada en la inquisitiva mirada de la límpida, ascendente, y ancestral Eva que me recibe y me toma proverbialmente con poderío y severidad concediéndole  la facultad de ser cabalgada a horcajadas por la Poderosa en el aspecto que elija.

Otra Mano. Joseph se adentra en los recovecos del deseo alimentado de Elizabeth hecho carne de sueño.

Tras pedir ayuda estoy con él en la ardua tarea de seguir tallando en los caminos fijados sendas nuevas y sutiles que los hagan nuevos en Ella.

Por que cegada como un caballo amarrado a un carro no hay otra forma de romper el cautiverio, propio o ajeno, que abriendo un encrucijada.

31/10/11

Dentro de la Luna

El momento vence siempre a la preparación.
Mas aun, sobretodo, sabiendo que nadie puede saltar fuera de su sombra.

La consciencia de un instante como este ha dormido en mi desde largo tiempo despertandose a veces.
Estaba ahi, fermentado entre bastidores a base de la conjuncion, entre muchas cosas, de la imaginación y de las confusas lecturas del tema.
Esta claro que crear conjeturas y sospechas no es consistente, y es como estar intentando que la falsedad te de las certezas.
Por lo que el interrogante ha estado ahí todo el tiempo.
¿Como sera el primer encuentro?
¿Como sera el enfrentarme a la mirada de, por mismo nombre y calificativo, mis hermanas?
Sé que la intención de autodenominarse Bruja no me hace una. No es una cuestión de repetirlo y repetirlo.
Esa es una entidad que se adquiere por los actos.

Tras esta noche de Plenilunio, y los hechos y mis actos en el primer aquelarre, puede que esta bruja que escribe no os guste.

Yo misma tanteo el vaivén entre los extremos y el zarandeo no es agradable.

Siento el peso de la responsabilidad de mis acciones y el aligeramiento de su importancia, a ratos al mismo tiempo.
Como si pudiera oír a Charo o a Eriltes poniéndole voz clara a cada una de esas partes.
Pero la verdadera voz, la mía no deja de decirme que no debiera conformarme, ni compadecer ni desdeñar.
Que mis actos me pertenecen y que lo que importa es lo que hago con ellos.


A tiempo pasado, las acciones ya se asientan sobre la historia y se aparecen tanto mejorables como imprescindibles.
Pero sin embargo sopesándolas, la afirmación mas hiriente, es que no había catorce brujas bajo y dentro de la luna y que me tenia que haber dado cuenta y concentrado en esa contradicción.

El numero. Mal numero era el que me tocaba y las mas viejas y capaces lo olieron al instante.

Antes, tuve miedo dos segundos después de que Veltena me conjurara y su nudo me atara,  por que sabia que nunca en la vida me había preparado para la verdad de un Circulo de Brujas.
No hay excusa. Es lo que ha sido. Miedo y confusión e ignorancia.
Recordaba lo que eran capaces de hacer teniendo en mente al bueno de Morris atrapado como un cuervo sin su voluntad. Las alejaba de Cecile y de Joseph.
Pero también me excitaba la posibilidad y la aventura. Un fuego lento en mis entrañas.
Sin muchas dudas fui. Ciertamente es que sin casi ninguna.

La Hoguera empezó a crepitar y a inundar el claro con los vapores alucinógenos y la escalada de la actividad creciente en él me atenazaba los pies y congelaba mis pensamientos.
La ordalía crecía tan rápido y se precipitaban los movimientos de las otras participantes en tantas direcciones que me atropelle varias veces en estado de turbación.

No veía a Elizabeth por ninguna parte, que era lo que en inicio había sido mi sospecha y mi temor, pero ni que decir que empezaban a cubrir su hueco otros resquemores.

Sacudirme en el rito y lanzarme sin conocer la disposición a en el momento ponerle freno.
El raciocinio y el control en pugna con el poder de los instintos.
Tratar de posicionarme entre la lucha de ambas aguas bravas paso como una idea factible y fugaz, pero sospechaba que difícil era que tuviera éxito.

Los golpes y los empeñones y la promesa física de descalabro contenida en el torbellino de manos, y risas y gritos y en el querer estar en medio y no estar, quemaron todos los ilusos sueños, descarnandome a responder a lo que es el rito y a la suspicacia y amenaza de las miradas danzantes.

Ya habían traído al chico, arrojado desde las garras de buitre de una de las comadres.
Guapo, inconsciente e indefenso. Impregnado de un salvaje atractivo sobrenatural.
Mi corazón se desboco al limite, estrujado de ansiedad mezclada con el miedo primario, la desesperación y un palpable furor del apetito abrasador.
Ninguna solución o pensamiento coherente. Huir. Lanzarme hacia él. Luchar.

No pude con la razón.
Entonces es cuando lance la baraja al aire y no mire si eran triunfos lo que caían boca arriba. Instinto.
Del corazón al espinazo y surcando a inundar el cerebro con terror primario y patológico y desatar la ferocidad en la sinrazón.

Fue la amenaza.
Fue la presencia de la violación.
Fue el vacío de la esperanza.
Fue la inconsistencia de un verdadero otro civilizado yo que me perteneciera.
Fue simple.
Era yo. No sensata pero no inconsciente.

Había una cara.
Una vieja como un buitre prometiéndome con los ojos tormento y muerte.
Desee borrar esa faz. En ese instante, por ella destruí todo control.
Pero no era mas que la gota que colmaba y con la que yo descerraje mi elección.
No fue mas que el medio.

Mentiré si digo que era un plan. Mentiré si digo que así lo había pensado.
Lo había imaginado, a veces, en momentos huidizos a los que rápidamente quitas el tiempo para poderse formar a dichos pensamientos con la afirmación de la cabeza de que esta mal, pero ahí estaba la pregunta que sondeaba la imaginación de experimentar la visión de Eriltes.

Es simplemente un si a dejar la brecha abierta y permitir explotar la magia salvaje en libertad.
No te borras. No dejas tu yo en una atalaya a salvo mientras te cambias la carne.
Eres tus ojos, tus dientes, tus garras y cola alzados desde el interior hacia afuera y hacia delante.
Eres tu saboreando una saliva singular en la boca y el deseo en el paladar impregnando el aire.
Experimentando cada pulgada de piel desgarrada y caliente por la sangre.
Sintiendo la emoción de la supremacía, al mismo instante que tienes conciencia de que fracasas en intentar meter entre el rojo resplandor cegador un mínimo gramo de entendimiento.

Lo violo, al chico, como un reclamo de triunfo en carne contra carne después de despejar el camino de rivales. Lo violo, a Alan, por que sé su nombre pues para hacerlo mas siniestro lo conozco y le debo agradecimiento por pasadas ayudas.
Se niega el poder de doblegar a aquella fuerza que debiera se la mas fácil en el momento de la verdad.
Me temo que es también que no lo deseo y por eso no ocurre. Escurrido el domino del intelecto entre los dedos. Ocupado por otras pasiones.
Lo he hecho mio, como una de las demás, cabalgándolo sin rastro de humanidad hasta mancillar su cuerpo y mis principios, un celibato sagrado y el anhelo de la ternura, el cariño y el amor.
Me he unido con ellas, siendo esa bruja que toma su lugar dentro de la Luna hasta que se hace con ella una.
Cuando lo he dejado no ha sido por escrúpulos, reconocimiento o breve destello de juicio.

Me empele el resorte de la alerta instintiva, la raya difusa entre la presa y el predador que empuja la primacía de un instinto hacia el otro.
Recuerdo tres pasos reculando a través de mi gruñido sostenido.
Re-escucho el gemido de placer y la acelerada respiración de la chica que me sustituye.
Vuelvo a sentir el chasquido de su piel rasgándose y el sonido del deshilachado de la carne y las vísceras al ceder ante el tamaño y la embestida de una masa gigante desbordandola desde entre las piernas.

La Mole, la Bestia, el Macho entre las hembras que cierra el circulo esta erguido sobre los despojos mirándome, con ojos primigenios en su rostro de inconcebible roedor como las astillas de un marfil lunar.
De la hoguera de los mas puros deseos libres, las mujeres de la luna hemos convocado su figura terrenal, encarnacion de vitalidad y decaimiento, fertilidad y sequía, poder y flaqueza.

Pero mal.
Con un error.
Una macula que lacera el ritual que las sabias no vieron al principio tanto como yo no comprendí.

Una voz mas que anciana, atemporal me pregunta si soy la bruja que hace catorce y henchida de reacción directa y sin barreras pronuncio esa mi única palabra en todo el aquelarre que encaja como si la hubieran estado esperando.

- Si.

No se ajustan muy bien en mi visión de de todos los momentos de esa noche que se deja darme hasta mi ni por que. Solo hay sensaciones y hechos. Estos son fáciles de enumerar.

Llovía súbitamente por que así a la lluvia se lo habían ordenado y alguien que me agarro se fulmino en el parpadeo, no paro de pensar que a resultas de haberlo deseado.
Lo que era una congregación aplicadamente entregada un suspiro antes, se desmadeja en el de después.

Mas lenta o distraída no empeño mi fuerzas en focalizarlas en la supervivencia en la amenaza mas peligrosa y el Lepus Lunar me arrolla desmadejadamente proyectándome al aire hasta las ramas de los arboles. Echando el manto de la oscuridad de la inconsciencia al resto de la noche.

La mañana y el dolor me traen de vuelta a la vida y a la humillación entre jirones ensangrentados de mi ropa y de mi piel.
Entre los quejidos del esfuerzo y las heridas consigo descender al crudo claro del bosque.
Sin rastro del muchacho. Con la presencia de las moscas y los escarabajos sobre los despojos humanos de mirada muerta que apuñalan la débil esperanza de que hubiera sido un sueño.

Pero la emoción de la satisfacción exaltada y que enraíza en la naturaleza plana del frenesí esta tan presente y tan potente como la angustiosa sensacion de derrota y condenación que se mezcla por todo mi cuerpo.
Si Eriltes puede vivir audaz dentro de la primera y Charo coge la victoria y conduce a la gloria de todo lo opuesto a ambas sensaciones ¿Que parcela es la mía?
¿Artificialmente a la luz?
¿Oscura a plena luz del día?
¿Pálida y fría y doliente como el rayo de luna en la opacidad?

Querría llorar, pero me pregunto por que y para que.
¿Por lamentar la perdida de unas desconocidas?
¿Por Alan?
¿Por mi mala cabeza o suerte?
¿Por que veo romperse todas mis ilusiones?
¿Por que si?

Al final no lloro ni rio, arrasados en el interior del cráneo por el zumbido que durante un eterno segundo es la locura que el cuerpo me pide desatar.

No hago nada, ahogada en un vacío de intenciones, en el que solo despunta con el filo de un cuchillo el querer acabar con lo que esta mal y no se muy bien para que, cavar y cavar y cavar.

Cavo en la negra tierra del claro, oscura por el humus, la sangre y la humedad, por que hacer un agujero donde sepultar algo: los cadáveres, las penas, la furia, que se yo... es lo que mis manos tienen el impulso de no parar.

Es por Lowri que recupero la cordura.
Recibo la ayuda de otra de la Brujas.
Trae el recuerdo del toque de la vida humana y no el de lo Salvaje.
Me trae a Elizabeth y a Joseph.
Me pone en movimiento.

Mientras miro la forma que he dado a mi sombra.

La Completa Mirada


'Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito.'
William Blake.

Estas preguntándome el porque nace la sensacion que viene a poner en tu garganta esa misma pregunta.
Estas preguntándome el qué, el cuando, el como, el quién y el por qué. Preguntas por mas que la música.

Me remontas a hacer el esfuerzo de contestar aun conociendo la realidad de no saber responderte.

Pierde valor el hormigueo del aroma de la lluvia sobre el otoño y se oculta la evocación al baile de los sentidos de las otras interesantes esencias circundantes: libros, té, madera, ropa de hombre... de esta tu habitación.
Se diluye la fortaleza de las palabras, lo único en ese instante tengo para dar, me temo.
Cosas pequeñas que atesoran la presencia mayor que tocas, valoras, observas...

Las notas soñadas de Karel se sostienen destacadas sobre el resto aun en ti, por entero inolvidables.
Lo sabes. Te acucia su peso. Preguntas.

Tienes respuestas que aun apenas puedes apuntar.
Oblicuas o lejanas a través de la emoción que experimentas.
Estas en la envoltura espesa de la profundidad en la que se introduce la música.

Describes la cercanía; hacia arriba y hacia adentro, del estado inmortal y primero al que hace retornar.
Mas que un recuerdo que reinara a buen recaudo y pero no encerrado.
En la fuente de las palabras trabadas, esas que se esfuerzan a salvar las limitaciones, brotan los sentimientos sin trabas.

Abres las manos del corazón y recorres una siembra nueva y antigua de perlas de maravilla sobre tus campos de espíritu.
Muestras, limpiamente, sin dificultad al contemplarte, las huellas de cada imperceptible escalón, que es o que esta por ser, que aguardando paso a paso, tu recorrer te eleva.
Afirmas, cada instante, con la mirada, mas y mas tu base y el habla despojada del sonido al contacto de los ojos transmuta palabras en sonrisas y evocaciones y delega distracciones.

Miras en la forma pura de la transparencia.
Esa que reside entre el detalle del iris y el secreto interno de la pupila.
Posees el brillo, un punto en pausa que origina el movimiento perpetuo.

Hablar te es innecesario y se extiende, y se nos contagia, despejados en tu interior los vericuetos de la maraña frondosa.
Te apoyas sobre la melodía incansable y te abarcan sus alas desembrazadas, notas sostenidas de plumas albas y multicolores reflejos, capaces de llevarte a volar hacia lo Alto.

Abierta la facultad de ver, ahora y después, miras atravesando el manto de la visión hasta donde la realidad concibe con completa fuerza.

Ella te recibe con la merecida ternura, afectuosos laureles al delicado trato ofrecido, regalándose en sus veraces contornos con los brazos alzados a hacia ti. Amorosa en su integra y única esencia afín a tu sincero cortejo ávido de Verdad.

Creces la respuesta en pos de tu asunción. Por que la asunción es respuesta también.

La Completa Mirada avivas entonces, la tienes en ese latido y ahora, siendo el enamorador que reconocen las repuestas.

Hoy en la justa pequeña porción. Mañana en la ganancia escogida.

Ves Joseph lo que Él ve sin ceguera, sin el esfuerzo por que amorosamente se le muestra. Por que es el Amor el mismo en todos los incontables cuerpos. En todas las llamas y hogueras que son Almas.

Ves, caídos los artificios, desarmadas la mentiras, innecesarios los tapujos.
Lo ofrecido es a la par de lo ofrecido.
Esa Ofrenda ilimitada que es Él y por cada único ser va hasta a Él.

Del canto de la soberanía divina soñada una vez en música se camina al estado del mas y mas.

Miras y te respondo y me lo enseñas del mismo modo.
Con la cabida de la gracia del perdón.
Con la cabida de las respuestas a las preguntas de vuelta a la respuesta.
Con la cabida de la Unión primera y final y primera.
Con la cabida y el desborde de la Totalidad.

Comprenderás la alegría que desborda del hado de conocerte.
Difícil de expresar sin ambages ni ambigüedades.
Al estar condenadas entonces las palabras.

Perdida entonces estoy yo, si en tratos con ellas siempre busco de explicar lo evidente.
Esa expresión completa que ha surcado libre de mi para darsete inconsciente, sincera y llena.
Pero que no parte libre al estar consciente ni desde la superficie ni desde la profundidad...
Pero que no conoce si se aparta lejos de un origen situado en mis crudos deseos para nacer cierto de la ofrenda originada en Él.
Pero que no siento si esta igualado por completo en la Mirada a tu mirar, en mi mirar..

Tus ojos en mis ojos y así los míos en los tuyos cantan el silencio y comienza la búsqueda de la respuesta que nace de la sensacion que nace en mi garganta poniendo en mi la pregunta.
De un No o de un Quizás pasar al encuentro de una simple afirmación, enmarcada en la sencilla melodía de tantos matices que soñó Karel.
Sin palabras, solo respuesta.
Dar y Darse y ...y ... Darme.
Por entero.
Plena.

¿A ti?

'Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección'. 
Antoine de Saint-Exupery.

Coger la Lluvia

Al completar el paso que me apea del tren de Londres, Oxford ya me anuncia lo especial que nuestra relación promete ser.

Una bocanada de esencia en bruto, invisible en el aire para la mayoría, en mi se vierte a través de la piel y el aliento. Viene de todas partes con un sabor como de algo propio.
Es diferente, de lo que esperaba y de lo que es, y por unos instantes me detengo estupefacta.

Si consigo centrarme, solo al final, es por que Cecile y Joseph están ahí, esperando y eso me engarza de nuevo al mundo de las palabras, de los pensamientos y a la cotidianidad en general.
Les sonrío a ambos agradecida. Es agradable que te reciban en las nuevas aventuras rostros familiares aunque creo que a Cecile aun no la he presentado.

Es la hermana adolescente de Marion, que en los tiempos de su boda con Anibal saco a la luz desde el baul de sus secretos.
Es lista como el hambre, pero con ese tipo de inteligencia que te hace sentir mejor al estar cerca y no envidia. Su contagiosa inocencia tiene ese don. Alegra verla haciendo cualquier cosa.
Al parecer la he pillado (fan de H.Potter como yo) en pleno tour de Hogwarts.

Nos abrazamos nada mas estar juntas, intercambiando chistes, comentarios y bromas.
Tambien saludo a Joseph, pero con mas comedimiento y formalidad, pero con la misma sonrisa.
Joseph esta aquí, liado a través de incontables llamadas telefónicas, como mitad traductor, mitad cicerone y quizas otra mitad, si es posible, mentor en mi empeño de ser alumna de lenguas clasicas y su literatura aqui en Oxford.
Ha sido tan amable, dándome pequeños consejos y hasta viniendo a recogerme, que siento que me estoy aprovechando de él.

Una parte de mi se felicita por cumplir con mis propios intereses pero otra parte, que cada vez me mira mas de frente con el ceño apretado, me insta a preocuparme por conocerlo y ser con el abierta y desprendida, y es esa la parte por la que rezo que triunfe y a la que me encomiendo con sinceridad.
Lo bueno es que al lado de Cecile eso es lo mas fácil del mundo.

Después de los saludos no me guardo la sensacion que he tenido al descender del vagón.
Nuestras reflexiones y comentarios al respecto se entremezclan en una pizca de asombro y fascinación mientras del anden pasamos a tomar su coche cargados con mis peculiares pertenencias.

Llueve.
Es normal.
Miraría al cielo intrigada si en estas fechas de Otoño no lo hiciera pero después de la marquesina de la entrada de la estación el agua cae con suave determinación y ese cantar compacto de fondo con el que me ha bienvenido en sus gotas grises y blancas.
Bajo la lluvia, unos segundos, siento el palpitar de la tierra viniendo de la dirección opuesta a las gotas, completando las lineas de la vida. Es un circulo, un manto y un abrazo que sigo sintiendo en el trayecto mientras conversamos de latín y griego y sobre habitaciones y matriculas y que solo cesa cuando por quorum paramos al almuerzo.

Allí, en la acogedora cafetería, es como si la presente arquitectura, física y emocional, distribuida por estas venerables construcciones y destilada de las personas y de los años, separara sutil pero claramente la vibración de dentro de la de fuera.
Y no por ser opuestas fueran necesariamente enemigas.

Poco a poco y a base de inundarse de delicioso té, probar excelentes tentempiés y distendir las palabras de sus refugios, los pequeños detalles entretejidos con las primeras sensaciones va surgiendo.

La de la desaparición de una compañera de Joseph, Elizabeth, lo mantiene razonablemente inquieto, pues no parece desentrañarse fácilmente por los canales comunes, y aun tampoco cuando ofrecida a buscarla por medios mas directos, las respuestas demasiado intensas que se presentan me desconciertan.
Tal es como si, bajo la lluvia de del otoño, desbordara una energia brillante con sabor a bosques y me llenara en la humedad y a traves del aire negandome a ver nada mas, calada con su fina y persistente ferocidad y vigor.

Doy todo de mi, no solo por Joseph, si no por la propia Elizabeth a la que mis propios instintos juntan con la percepción que estoy experimentando. No lo puedo definir. Mentalmente se extingue en la ultima silaba de Ogham con la que intento pronunciar la tonada de Karel, convenciéndome mas y mas de estar tratando de coger la lluvia con las manos desnudas.
Sabiendo que esa manera en la que lo estoy intentando no puede ser la forma.

Entonces es cuando chocan las pasiones e intenciones y la intrepidez.
Atrincherada en la disposición inamovible de ayudar a Joseph y henchida del caldo primordial del Pneuma que me inunda y lanzada como solo me lanzo yo, la Diosa proteja al mundo.

No bastan las manos y los dedos, reales o metafóricos.
En esta llovizna que nos envuelve la única manera de agarrar lo que Es, es mojándose e impregnándose hasta la médula. Una comunión intensa.
Si es así, y el picor detras de la nuca y la sensacion en la base de la garganta creo que no se equivocan, quizás es el momento, que sabia acabaría llegando, de ser lo que no sé como ser y aprender aquello que no logro aprender.

Implica el latido de las nubes y un centro terrenal situado en los bosques de aqui cerca e implica la promesa silenciosa que he hecho de encontrar a Elizabeth.
Y por supuesto mucha ignorancia. Sobre la misma naturaleza de ser Bruja.
Si os dijera todo lo que se sobre dar pasos de gigante y indistinguir entre lo blanco y lo negro acabaría sorprendente pronto.
En verdad es una de las razones por las que vine.

Descubrirme en realidad.

Y al parecer mis plegarias la lluvia las responde.


28/5/11

Ara (y lazo)

No solo vuelvo a Oxford por necesidad y atracción.
Hay una tercera y poderosa razón.
Cuando comenzó esta ultima aventura tuve un sueño.

La sensacion que me imbuye es que en esta isla antigua del norte podre acercarme mejor a su verdad.

¿Cual es esa respuesta?

Había una confusión de orientación y tiempo en el sueño.
Pero no de formas y tampoco de emociones.
Vi en el suelo o frente a mi un contorno dibujado en la piedra.
Cincelado quizás o tal vez excavado así por una huella natural.

Es grande, como un lecho petrificado en blanquecina roca, que mostrara la figura doblemente ausada de un ocho tumbado.
Como el infinito o la pupila de las ranas.
Transpiraba la voz de la diosa y me conminaba el mensaje sin palabras de su presencia.
Enlazandome con la sensacion de pertenencia a lo inframundano y manteniéndome al despertar el influjo de actuar, de rezar, de sacrificar, de oficiar y de ver mas allá y hacer ver.
Y aun No lo he buscado.

Las circunstancias conducían con urgencia a otros menesteres. Proteger, salvar, castigar y mas y mas.

Pero señora no olvido vuestro parlamento.
Ninguno de ellos, ya de palabras o de silencios.
Creo que el Ara que vislumbre esta en algún lugar que alcanzar.

Joseph me dijo que los antiguos megalitos de las islas poseen símbolos como el que me mostrasteis y aunque en el tiempo olvidados por el grueso de nosotros alguien debe saber mas.
Las rocas que conectan con los cielos, con los dragones, con los hijos de la imaginación y con las mujeres y hombres que una vez las pusieron y que aun hoy las conservan, residen en estos parajes.

Haré mis días aquí un peregrinaje por mi interior, contemplándome en el espejo de estos lugares singulares.
Escuchare a la gente, mirare atentamente, buscare la respuesta.
Respuestas sencillas que revelen otras preguntas obtusas.

En las noches trazare un arco en sueños para volver al Sueño.
El Ara que he visto es un símbolo de muchos significados.
Para cada momento importante, uno.
Es la eternidad.
Es el mas allá.
Es el sacrificio.
Es la serpiente sin fin.
Es los tres mundos.
Es un lazo.
Significa algo con lo que Charo nos ayudo a recuperar.
Debo no perder ese hilo de mi mano que me alargasteis hasta él.

Señora me lo enviaste y lo aferro con fuerza.
Me destruiría, abandonando mi puesto si no lo hiciera.
Cortaría el lazo que empieza y acaba en vos.
Y por eso os ruego, os suplico, o rezo.
Concededme la Serenidad, el Valor y la Sabiduría que me faltan.
Pues lo que es mio ya es vuestro.

Latin y Griego.

Estoy volviendo a Oxford.
Vuelvo para conocer mas.
Me he convencido definitivamente.

Están esas deficiencias que lastran mi instrucción en las cosas que me apasionan.
Iba pasando, hasta ahora, con las lejanos retazos de las enseñanzas de la adolescencia y retales de otros recuerdos y sueños.
Consistía solo, en esa opción que de vez en cuando iba rumiando, dentro de una idea general un tanto difusa, de seguir aprendiendo.

¿Pero no se puede aprender latín y griego en París?

La Sorbona, claro, dice que si pero, aunque respeto a la universidad de mi ciudad de adopción, se olvida de ciertos lagunas, que aunque le tenga cariño, no creo que me pueda colmar.

Oxford me ofrenda un regalo inapreciable.
Un grupo de gente con una mirada engrandecida, valiosa a mis ojos parciales, sobre las materias que dominan y de las entrañables relaciones entre sus miembros.
Mentoria y complacencia. Respeto y admiración mutuos. Amistad y camaradería.

Creedme, estoy decidida a aprender aquí, no solo por que atesorare conocimientos de latín siempre útiles y empleare y comprenderé una versión del griego menos procaz y mas culta que la que se filtra en mis sueños, sino por que quiero hacerlo bien, aprender y aprender sabiamente, apartada del aprendizaje como un mecanismo del conocimiento y mas cercana al rito de la vida que es.

Lo sé por que esta en él, lo reconozco en él. En Joseph la persona que me da otra razón de venir aquí.

Por esto también voy a Oxford. Por que él esta allí.
Y vale, tengo muy claro que esto no es una novela rosa y no es un juego adolescente de los que me monto.
Deseo dar los pasos despacio.

A mi si me atrae, y no hay mas remedio que poner a prueba la respuesta, para que las cosas se muestren, por que si esperas ver crecer un árbol tienes que hacer primero un agujero en el suelo.
Por primera vez en estas lides voy con la intención de ser adulta.
Deseo conocerlo. Observarle e intentar entender lo que siente y le mueve.
Percibir si esas partes que creo ver en él de honra, de sinceridad, de humor, de redaños, de mente cabal, de curiosidad, de espíritu, no son mis espejismos y dejar que la vida y sus elecciones sigan su curso perfectamente sabedora de que él sabe lo que desea y quiere.

Sin quitar que soy abiertamente sincera y que si no me lo propusiera de forma diferente no seria yo. Pero dejando de ser pueril.
Quizás lo único que llegue a pasar es que no le intereso así y gane un gran amigo.
Ciertamente, no se si le yo le atraigo o si a él le apetece.
Sigo siendo consciente de cualquier posibilidad

Lo único que me ha dado el tiempo y la Diosa para estos asuntos es respeto, paciencia, complicidad y disfrute. En ese sagrado orden.
Así me he dado cuenta que he de asumir para mi la existencia.
Asentada en la sencillez de estas cosas.

Carpe Diem. Carpe Noctem.

Mapas.

Dijo Tamiris y las gentes de la tierra lo aprendieron y casi olvidan:

"Cae el velo de Hades sobre la Tierra"

"Tiende el Puente de la Phylake en las Tinieblas"
"De las Raíces de la Tierra a las montañas"
"Muralla de la Antumbra sella el Horizonte"

Bradfield no lo olvido. Por tres veces lo grabo.

En papel. Resguardando lo enunciado en su diario para la posteridad.
En piedra. Tallando en su pared la Efemérides reveladora del tiempo justo y el lugar exacto de la confrontación.
En carne. Conservando el significado de salvación y amor en su corazón.

Este es el mapa conformado para el que lo desee ver y el que advierta el recibir su legado.
Aceptado confiere un compromiso que lleva hasta el final.
Es el mapa hacia el Futuro.
Cuando lleguemos allí...
Se revelara.

Milagro.

Los hechos extraordinarios no son un milagro.
En ocasiones conculcan casi la posibilidad de serlo.
Instantes acariciados por el aliento en verdad Divino.
Pocos sinceramente tocados de lleno por lo Altismo.

No sé si se ve la diferencia que cuenta.

La llegada de Pola en el ultimo instante en Perú.
La victoria en Eren Vej de consagrados y expectantes.
Le rescate de Albora y los reencuentros.

Muchas hazañas, gestos o combates físicos o espirituales en los que he participado han soportado el manto del hacedor y que yo recuerde también había sentido con tanta certeza y cercanía la presencia de su mano, como hoy.

Hoy no es distinto.

Estoy arrodillada en el suelo.
Limpiando el rostro fallecido de un hombre viejo.
Un hombre muerto.

Mirado en frio y en retrospectiva ha sido muy simple y salvaje.
Como no la primera vez, Charo clava su daga mítica que los emancipa, sobre el corazón palpitante que Anibal acaba de arrancar y, lo que otras veces permanece solido en la piedra y se precipita al infierno, esta vez se ha desgranado en polvo justo en la otra dirección.

Este es el hecho, pero no el milagro.

El icono que rige el minúsculo recinto subterráneo en el que se emparedo, parece sonreír tiernamente de verdad sobre la pausada voz de Charo confirmando que si, que no hay condena.
Que mas allá de la ardua, dolorosa y centenaria ordalía de aislamiento y socavo de la mente y el cuerpo y mas allá de la maldita elección que el hombre ahora muerto en el sucio suelo realizo, esta muerte, dura y verdadera, le ha redimido.
Que rompe el circulo, viciado con la entrega de las vidas de los mas amados y, lo que es mayor desafío, vence a la negación de las reglas del juego o bueno que impone unicamente la gran regla, la del verdadero amor.

Que rechazo ser un Dios.
Por el amor a Dios en todas las cosas, en inicio en las mas cercanas, en las mas queridas, en la de los seres queridos que mas amas.
Por verdadero amor a su familia.
Este es el milagro.

Se entrego sin saber que él se salvaría pero sabedor que así los salvaría a ellos.
Mujer, hijos, nietos o cualquier futuro miembro de la familia que en la eternidad le fuera siguiendo.

Eligió y eligió bien.
Ya esta... Diosa... es así.
No soy la mejor para opinar, al fin y al cabo los sacerdotes de este misterio son Charo y Anibal.
Habría que preguntarles también lo que sienten ellos.

Yo siento que el cuerpo de Hubert S.Bradfield es el de un santo.
Un santo pequeño.
Santo de un solo, único, y jodidamente difícil, pequeño de concepto y amplio alcance, milagro.
Deudor de una de las santidades que en verdad importan.
La de la intima religión de la familia y el hogar.
La de la Llama de Calor del Amor.
La santidad primera y la ultima en nacer.
Vencedora al Final.

Niebla.

Rabiosamente la niebla se come el sol.
Deben tenerle un pánico terrible por que siempre hacen eso mismo.
En la noche refuerzan la oscuridad.
En el día la recrean.

Que se genere pánico bajo el manto de este engendro esta ligado a su naturaleza.
He visto a la gente sucumbir a la muerte y mas allá al verse envueltos por su capa y eso te crea miedo.
No solo por que están cerca.
Si no por que son jodidamente eficaces en su atrocidad cuando la extienden.
Supongo que esa es una de las fuentes de su fuerza.
Alzados desde detrás de Todo ya no hay tregua.

Puede que el habernos enfrentado casi media docena de veces a ellos y seguir pudiendo contarlo merme el franco impacto del verdadero esfuerzo que lleva, mandarlos del escondite donde están, al infierno.

Si algún día, en vez de venir en solitario vienen de tres en tres me temo que no habrá relato.
Y luego esta también, el que no los puedes matar y ya esta.

Al menos parece que les cuesta decidirse a trabajar en equipo y la suerte es que hemos estado atentos y preparados y eso nos ha dado unos pasos de ventaja.
Ya afinamos las artes que los dañan.
Y mientras concentremos energías y voluntad y fe en nuestros interiores aun levantaremos las batallas acariciando lo milagroso.

Esta no es ni la mas fácil ni la mas difícil. Es lo que es. Otra gota de la lucha eterna.
Nada incruenta y no... no sin victimas.

Aunque mi Señora pueda tocar al tiempo los tres Mundos yo no soy capaz de resolverlo igual o lo suficientemente rápido. Sigo en medio. Con excepcionales destellos.
Fallo tratando de decidir y no llego a proteger a unos y a otros.

Al caer sobre nosotros la súbita tiniebla, esta chorrea y Charo conmigo en su ayuda la frena a fuerza del brillo del Sol traído hasta este otro lado. Pero entre los jirones de la niebla pululan monstruos.

Cuando la lucha comienza a rugir, y la luz hiere tanto como la garra y el diente agitado desde las sombras ya sabemos conscientemente que hay varios muertos.
Gente lanzada por las ventanas. Gritos de mujeres de terror ante la pesadilla.

Son la palabras, ahora, esenciales.
Poderosamente fuerte tiene que ser el convencimiento que brota de la boca de Marion para que Anibal no deje que el punto ciego de la furia de la batalla lo ofusque.
Las armas de esta cruenta guerra no son solo el filo y el derramamiento de sangre.
También juegan la contienda la tentación, el miedo y el caos.

Aun con las derrengadas criaturas del arsenal de los malditos alrededor; depredadores retorcidos de pesadilla y niños reptantes y que se mas, surgiendo de las esquinas oscuras; conseguimos mantenernos todos juntos y mas o menos ilesos y cobijarnos bajo el techo del hall de la mansión.
La casa familiar de los Starley, que poco antes era un pulcro remanso de calma, gruñe ante la ebullición del combate y el eco de las voces, los gritos y los gañidos. De los nombres sagrados y el roce de la danza del sol.

Nadie ceja y todos pelean. Niños, adultos o ancianos.
Nadie desfallece y todos mantenemos el circulo.
Entonces la voces internas se hacen serpientes que se enroscan con precisa ponzoña.

Es cierto que hay lenguas que no se pueden pronunciar.

Dude, Marion, en golpearte entre los ojos pero agradezcamos a la Protectora que no me dejara dañar tu mirada con el fuego. Te derribe, perdóname, pero era lo que había que hacer.
Hay una frontera hasta donde puedo dudar y donde no.

Siempre rozo el filo del abismo pero esa es la naturaleza de mi ser.

Es una angustia y un jolgorio que se vierten juntos hacia mi estomago continuamente desde la garganta, conformando una disputa que da el combustible que arde por siempre.
Recordándome que puedo desplazar siempre un poquito mas el empeño.
Es un continuo estado de excitación.
Un casi perpetuo roce de la verdadera Manía.
Esta en la fe de como acabaran las cosas.

Siempre hay un aliento para decir la siguiente palabra.

Las antorchas no se apagan al rodar en un ovillo de piernas y brazos y cuerpos por el suelo.
Los hechizos se mantienen con firmeza.
Los luchadores aguantan y cuando la niebla aprieta para estrangular la esperanza en nuestros corazones aun restan fuerzas para ser feroz.

El aire en los pulmones se transmuta en el canto entonado de la Protección, de la Gloria, y lo Divino en todas las cosas.
Se puede caminar en las notas pues conforman un empedrado que conduce a la luz hacia la oscuridad.
El camino por el que Cenwen y Anibal cabalgan y cargan en pos del choque primordial y repetido.
Un enfrentamiento que vuelve a tener el salvaje regusto de la victoria.
Un maldito menos espera su advenimiento.

Los detalles del como y el porque no los sé pero los puedo imaginar.

Pero no importan ya.
Importa la paz en el final.
La casa es una debacle, todo estos pequeños fuegos y el precioso mobiliario descuartizado, toda la confrontación y el destrozo que solo ha necesitado unos minutos.

Y estamos todos a salvo, en pie, respirando a través del rugido de la sangre en nuestros pechos y unicamente poseedores de algunos pequeños cortes y magulladuras, repartidos aquí y allá.
Por la gracia de la Poderosa y Salvadora encontramos a la cocinera, nerviosa e indemne, en la alacena donde se escondió.
El Sol vuelve a aparecer, sonriendo como la verdad, y para ser el centro de Inglaterra y finales de septiembre, sabe a verdadero portento.

Bajo el palio de su luz Charo y Anibal regresan de donde la Que Dirige les haya llevado.

Los niños, su madre, el abuelo Starley,... su hija Laura, nos miran con la bendición de la comprensión y el agradecimiento y el desvelo sutil que otorga la herencia de calladas historias familiares, sueños inquietos y un siglo de intuiciones que no se desvanecen bajo la huella del bisabuelo Hubert Bradfield.

También Joseph nos contempla, desde la profusión de la fascinación y la admiración y solo la Dadora de Luz sabe con certeza que otras maravilladas sensaciones mas recorren el brillo de sus ojos. Sonríe, tenuemente, como debe ser una sonrisa en este momento.

Dentro de mi también hay regocijo, él que se alegra de que todos los que pudimos proteger están vivos y que hayamos podido expoliar la niebla de nuevo y, aunque lo quiero expresar lo reservo, hasta que pueda mostrarlo con la sonrisa serena que aparcera cuando concluya el penúltimo paso.

No evitara que me este traicionando el brillo de mis ojos pero aun queda ese penúltimo paso.

Un ultimo Maldito resta en estos terrenos; el mismo que fue el primero en hollarlos.
Que si todos las pistas e instintos no se equivocan esta hacia poniente, oculto en la misma hacienda.
Ese maldito el cual hace surgir ese pero que acompaña a todas las respuestas que le apuntan.

Quien recopilo a Tamiris.
Quien se hizo un Usurpador.
Quien no borro su descubrimiento.
Quien desapareció hace mas de ochenta años.
Quien sus iguales buscan con pasión y vigilan.
Quien no ha muerto aun.
Muchas preguntas.
Básicamente una.
¿Quien?

Muchas posibles respuestas me bullen sobre lo que esta pasando.
Pero, sinceramente, ninguna tan buena como la Verdad Real.

Sangres.

El lazo mas poderoso es el de la sangre.
La familia es la piedra angular que lo sostiene.
Bien lo saben los malditos.

No pueden crear vida mas allá de la muerte.
Por eso la tienen que robar.
La toman con un sesgo de la Fuerza mas poderosa de la creación.
Del mayor Amor.

Es retorcido. Imaginar amar para penetrar el amor hasta tal exceso de negar al amado.
Es demente. Imaginar amar para enloquecer de amor tanto hasta apropiarse del amado.
Es vil. Imaginar amar de forma que deformas el amor en tal suma que al final no mueres por que vives literalmente en el amado.
Y es eterno.

Crean una espiral de inmolados.
Todos inimaginablemente amados .
Realmente no es Amor por que ellos ejecutan el otro extremo.
Para escapar de la muerte.
Ellos hacen el impío sacrificio del escamoteo de la sangres.
Sirviendo en el holocausto la del Otro cuando es la que debería caer la Tuya.

Es esta una blasfemia contra lo sagrado. Una paradoja.
Para ambiciosamente sacralizarse a Ellos mismos.

Es, creo, lo que sospechamos que Hubert Bradfield ha hecho.

Convertirse en uno de ellos.
Atar a los miembros de su sangre en el hechizo.

Pero...
Una pieza no encaja. O mejor dicho encajan todas pero entre la niebla no podemos ver y explicar que hecho es el que se precipita.
Joseph nos ha ayudado a conocer a la familia Starley. Los hijos, nietos y bisnietos de Bradfield.
El anciano Graham, los mellizos Gwen y Oliver, su madre Meredith o la enfermiza tía Laura.
Todo parece incólume.
No inalterado.
Con sombras.
Y sin embargo inejecutado.

Recuerda a la larga calma antes de las tormentas. Pero con dos polos casi demasiado unidos pero...pero...
Uno claramente Tenebroso. El otro... no tan claro.
Nuestro es el exiguo lugar a medio camino.

Preparo las antorchas, la yesca y el cuchillo.
Rezo por que imagino pronto Su Iluminación aquí presente.
Y bueno. No siempre es espera.
Quiero decir... Actúas, planeas, y tomas la iniciativa.
Pero siempre en algún grado estas esperando.

Cuando hueles o oyes o tocas la agitación íntimamente Crees y Confías. Y esperas.
¿Que exactamente?
Pues... La sorpresa.

Piedra.

Evensham...

La Piedra deletrea, tal y como una marca, cada silaba, reforzando las palabras que pronuncia en mis huesos, traductores en semejanza de su idioma al mio.
Y su respuesta la desmenuza Voz en Grito.

"¿Que soy?"
"Soy la Raíz del Mundo sobre la que Él se asienta"

Mi mano y mi brazo se arquean para terminar con el contacto directo, pero las voces de su Voz son una resonancia indefinida en mi cráneo, mi columna, las extremidades y el resto de cada uno de mis huesos.
Fugazmente, recuerdo que yunque, estribo y martillo son parte de ellos por que me hablan.

Me postro por respeto, por empatia, y por necesidad.

No es dolor y si lo es. Va abrigado de tantas muchas cosas que no conseguiría derrotarme en él.
Mi mano se abre y se cierra y se vuelve a abrir a escasos centímetros de su ordinaria superficie.
La Piedra es rugosa, oscura, mellada de vejez, y armonicamente distinta a las del resto del muro.
Peculiar, contundente, recia, humilde, simple.

Patente.

Agita la banalidad acumulada en sus proximidades para sacudirla como a las alfombras en primavera y alejar el rancio polvo y así, llanamente, confirmar estas paredes como un hogar y como... mas.

Tamiris recordó una muralla a la que esta la Piedra con la que he hablado, inscrita en el cobertizo de un hotelito en Evesham al que cual aves en migración llegamos, perteneció.
Es la Piedra que soporta al resto de rocas, a los fondos marinos, a los valles y a las montañas.

La narración de los hechos nos llevara hasta colinas cercanas. Hasta el trayecto de las arterias insoslayables de la sangre de los Dragones y la de la Tierra. Hasta la conexión entre el firmamento y a sus entrañas. Y hasta sentir, ver y experimentar su grandeza creciente, desligada de limites y en infinita magnitud.

Pero... si hubo un momento... si se transcendió el tiempo... si se desbordo el asombro en estas curtidas almas nuestras y nos inundo su rio imperecedero de henchido de inacabables destellos y si a unos les desencajo los ojos, a otros les cerro la boca, y a alguno les alzo en volandas, es ese instante.
En el pajar reformado de la casa de huéspedes de Amanda Brooks.
En el que a cada uno, a cada cual bajo su foco vital de percibir, la Piedra nos dio y da sustento y nos dio y nos da el punto de base en que apoyarse.

Diosa... Genio... Manos... Día...

El Ser del Principio constante donde asentar cada esencia importante que debe perdurar para que perdure.

Las que Anibal porta escritas y protege en su mano.
Las que nuestros amigos y familiares aman.
Las que ni siquiera son necesarias pensar en ellas.

Continuará hablando en el tintinear en mis huesos.
Ese que Duele pero no, que es tan extraño pero es mi urdimbre...
Tan estremecedor... Tan hermoso...
Tan, ya inolvidable.
Perenne.
Centro.

Diario

Este libro.
El misterio es este libro.
Los apuntes de Hubert S. Bradfield.
Mas que por sus oscuras palabras.
Mas que por su entramada simbología geomantica.
Mas que por la magnitud de sus significados.
Todos ellos son detalles alcanzables.
Siempre hay alguien que sepa leerlas.
Siempre hay alguien que conozca sus signos.
Siempre hay alguien que revele su alcance.
Pero es su presencia el enigma.
La mano hacia la luz que lo desenterró de su tumba de olvido.
Y no aludo a nuestras manos de mortales.
Eso es demasiado banalizar.
Seria como llamarlo un cúmulo de casualidades.
No creo en las casualidades si no en las elecciones.
Elegir es lo que mueve.
Después viene el azar.
Pero primero se tiende el puente.
Sobre piedra y no sobre el aire.
Y menos sobre la sombra.
Existe un tipo de luz en la tiniebla.
La que plantea el dilema.
'Elegiré bien o elegiré mal' no es la pregunta.
Si no Esta:
¿Me atreveré a elegir?
¿Con lo que sé?
¿Con lo que siento?
¿Con lo que ambiciono?
¿Con lo que temo?
¿Con lo que amo?
¿Con lo que soy?
Para que la elección mueva las trabazones.
Los velos que ocultan se desvanezcan.
Se reanuden las llamadas.
Para que los inexactamente llamados héroes vengan.
Y este libro vengan a nuestras manos.
Este es el misterio.
La elección.
Puede que haya repuesta.
En Evesham. En la hacienda Starley. O quizás en otro lugar.
O puede que no la alcancemos.
Ya sabéis. El azar.
Siempre después de tomar tus elecciones.
Pero únicamente como la sal de la vida.
Nunca un obstáculo.

Cafe.

Observo los rostros con discreción pero algo ansiosa.
Las personas que me rodean lidian a su feroz manera con el golpe.
Se contagia.

Arthur, el profesor Spangler, atesorara un tesón de acero en su espíritu, pero no quita que el sospechar que su mujer, Emily, ha muerto pueda con él.
Necesita un amigo, pues nosotros, aun con toda nuestra buena voluntad, no dejamos de ser una chocante banda de extraños.

Las chicas, se han resguardado en los cuartos de arriba e intuyo que buena parte es por la misma razón. Supervivientes, están necesitando ofrendas del apoyo, que de lo conocido.
La mancilla roza sus miradas , todas inteligentes, desquiciadas por el dolor de lo incomprendido.

La casa responde al mensaje de petición de refugio pero, este solo es un lugar transitorio mantenido por la fuerza del honor y la voluntad, sin las fortalezas del hogar.

Son de esas cosas que se saben. Y que mantienen el toque molesto de la intranquilidad.
Otra vez se plantea la espera. Al abrigo de una segunda taza de café caliente que tan bien preparan las preciadas manos de Anibal.

Bálsamo de los mortales, si; con ese poso de lo que perdura.

Acuno el mio entre las manos mientras miro.

Arthur y su amigo Joseph se ponen al día y supongo que se animan y consuelan en una habitación contigua.
Un punto a favor de Joseph Selkirk es que no se amilanado al presentarse en la puerta y haber sido recibido por Anibal como lobo. Creo que mitad se ha pensado dentro de una broma de su amigo y mitad es que los tiene bien puestos.

Los puntos a favor de Spangler no son solo de coraje.

Odio tener contenido el presentimiento de que su mujer esta muerta y tener la frialdad de circunvalar esa información con vaguedades mientras los cuervos de Morris lo comprueban.

Arthur parece un buen hombre. Joseph parece un buen hombre. Abel era un buen muchacho.
Todos: estudiantes y profesores, en esa clase, en ese circulo de amistades, han mostrado esa bondad. Esa buena pasta.

La parte endurecida sobre mi corazón y que roza el hálito de la Diosa y que acuna a los difuntos racionaliza los hechos con las estaciones cíclicas de la vida. Naces para morir. Esta ahí claro y cristalino.

Un ojo negro como el circulo perfecto de la taza de café en mi regazo emborronaría y en parte lo hace esta la verdad pero no ya con dudas. Con una sensación amarga y reconfortante. Oscura pero amable.
Quedarse con los dos extremos es de necios. Si, Naces. Si, Morirás.
Pero en el largo ínterin que parece que no notamos entre uno y otro instante vives.
Y es como lo haces lo que importa.
Como lo hizo y hace esta buena gente.

Escancio ese poso oculto para reconciliarme y seguir en la lucha por la vida y por la muerte como las experiencias enriquecedoras que son y no como la truncada tergiversación que siembran estos adversarios nuestros que la abominan.

Una vez calmados los nervios y purificados los pensamientos nos sentamos o dormimos o montamos guardia en la vigilia o simplemente caminamos en el crepúsculo de otoño para llorar en la noche.

Cada uno elige la égida que le mantiene de una pieza.

Yo no puedo dormir. Ahora no.

Joseph y yo trabajamos hasta la madrugada en las notas y datos de una miríada de información que siento que no va a tener mas utilidad que expulsar lejos a los fantasmas con una tormenta de energía especulativa.
Su disposición es conmmovedora y su confianza enardecedora. Logra que me mantenga espabilada, alerta y mucho mas deseosa de que no vuelvan a tocar a estas personas o a otras ni un pelo de la cabeza.

Es como furia sin ceguera, electricidad sin tempestad, la que sorpresivamente estuviera reforzando con sosegado impulso.

A ratos la geografía, la lingüística, la arqueología y los sesudos garabatos se me difuminan y me distraigo imaginando que estará pensando en el fondo él.
Sobre lo pasado. Sobre el estado de Arthur. Sobre el oculto mundo ahora al descubierto. Sobre nosotros. Sobre...mi.

Al amanecer cuando la noticia de que los allegados pueden ir a despedirse de sus seres queridos dentro de la tristeza que significa ese hecho una pequeña sensación de aligeramiento recorre mi coraza. Poder despedirse es lo que esta bien.

Veo marcharse a Arthur Spangler en la leal compañía de Joseph y también a las chicas, Sybille, Rebecca en común sostén, escoltados por el diligente Morris, otro tipo, en este caso cuervo, admirable.

Las ideas de la noche aun bullen en mi cabeza y se mezclan perfectamente con las emociones en mi pecho o en mis manos.

Calan en la amalgama de las decisiones a tomar para las próximas horas y los siguientes pasos.
Aquí esta, entre mis dedos, el diario donde reapareció el poema.
Ahí están, me digo, la Oscuridad, el Hades, el Muro, la Philake, el Puente y la Antumbra.

Respuestas sin encontrar y sueños sin encajar.

Voy a la cocina sin soltar las ultimas notas conocidas de Hubert S. Bradfield, posiblemente la ultima persona hasta Abel, que Leyó el mensaje, y rebusco en la cafetera.
Aun queda un poquito de liquido.

Me pongo una taza sin añadirle nada con una sonrisa.
¿Que mas pedir, que que se conserven estas constantes tan simples?
Si pienso y pienso con una sonrisa.
Seguirá siendo café.
Aunque este frío.
Ya nos calentaremos.
Mutuamente.

Cabaña.

Dos docenas de pasos antes de que la pueda contemplar ya se que esta aquí.
Se me muestra con su perfume acre y enigmático.
Vendrá después a mis otros sentidos pero antes que nada, siempre primero, es el olor.

Su Esencia. La Muerte.
Me saluda.

Es el instinto.
El de andar una pizca mas despacio.
El de apreciar embriagada la conmoción y el estremecimiento de esa inflexión familiar, como de amiga.

Encontrar, al llegar, el frontal de la cabaña despanzurrado por Anibal a un lado no sobrecoge tanto como la certeza de tenerme que agarrar a algo solido y frío que me mantenga firme en este momento.

El lugar, aparece entre los arboles de improviso, conectado a la metrópoli foránea por un camino serpenteante que se pierde fuera de vista entre la fronda.

La casa es típica.
No muy grande.
No muy rustica.
Con las justas vestiduras de madera para luchar contra la humedad y el frío y con una solida chimenea para vencerlo.

Sin embargo, desprovista de su acceso principal, se remarca lo lúgubre de la escena en su intimidad.

Charo se afana en librar las ligaduras del profesor Spangler mientras Anibal sofoca con su mole a alguien que aun tiene los redaños de patalear.

Los cuerpos de Clarice y de Abel reposan en el suelo alfombrado inertes.
Sobre las paredes Harsicha y Rebecca aun cuelgan amarradas.

Son sus cuerpos muertos, lo sé aunque insista en comprobarlo.

La marea de emociones a tumba abierta se rasga contra los acantilados de hielo y pedernal que he educado.
Las olas rompen.
Vociferan.
Que no callen esta bien.
También que no me inunden.

Hay noticias que preferirías retardar o que su hecho se pudiera evitar.
Sin embargo...
El corazón de ella no late y la respiración de él ha viajado lejos.

Lloro por dentro en oleaje rompiente. No lloro por fuera.
El acantilado es un equilibrio en el que estoy en medio. Eso he aprendido Madre.
Como buena hija de la Encrucijada.

Mi sabor en la boca es bueno y es malo.

La crueldad seria insoportable si los hubieran mantenido con vida tras haberlos retorcido tanto.
Han partido.
Caminan en la dirección de su próximo gran enigma.
Libres.
Gracias, Madre.

Aunque Charo me asegura que todo esta correcto, les dejo un rato besar las monedas.
Están a medio camino y todo el mundo ahí estima el apoyo. Aunque no sea su creencia.

Cuando me alzo en dirección a Harsicha, Rebecca y Arthur Spangler, aun truena el lloro en negro por dentro, pero enjuago esas lágrimas sobre el pilar de entereza de mis credos, y me centro en los vivos.

Es una media mirada, no armonizada, entre la mecánica del conocimiento medico puesto a servir a las heridas de las torturadas manos de Harsicha y los golpes crueles en Rebecca y la irrefrenables preguntas de la imaginación que te viene, sobre si estos muchachos, vivos y muertos, tienen padres, hermanos y amigos que se preguntaran estupefactos que es lo que ha pasado y tendrán muy difícil una respuesta que encontrar.
A ratos me viene a la cabeza Sybille que espera y me pregunto como ayudarla con la triste nueva.

La medicina es fácil.
Al final aprendes una física de movimientos y procesos simples que se aplican sobre el hueso y la carne.
Curar no es así. No es un espíritu roto una mano rota.

Y no se me da tan bien. También lo se.

Harsicha es la que esta peor.
Es la huella de la inhumanidad feroz y desalmada en ella.
El dolor empieza en el cuerpo pero lo que es atroz es que atraviese las defensas del espíritu rasgándolo por la pregunta de por que me pasa esto.

Estos hijos del reverso la han perforado con la tortura.

Sera arduo y delicado y no conozco el resultado final en el que algún momento el shock y la disgresión se superaran.

Rebecca y Arthur al menos, están mas indemnes, a expensas de las perlas de preocupación y estupor sensato, que si no existieran si seria inquietantes.

Apenas pasan unos diez minutos cuando nos ponemos en marcha hacia la furgoneta en la que vinimos, mientras Marion y Anibal interrogan al bulto insignificante bajo su forma del Lobo de los Espíritus.

Ya ha sido suficiente y no tiene que acumular lo que venga detrás.
No por ellos.
!Joder¡ Ni si quiera es uno de los Contestatarios Verdaderos, él y su difunto colega no son mas que acólitos, pero cuando en la calma del bosque me parece oír resonar la lengua maldita se me envara inevitablemente la espalda.
Me inunda la agitación que mezcla el deseo de huida con el de luchar.
Pero no eran ellos. Aquí no.

No les concedáis vuestro lamento. Son los monstruos que se escudan en la niebla para atacar, y lo son por elección.
Peligrosos de por si por su insensibilidad hacia el resto de la especie humana y mas por la sorpresa de que posean el mismo rostro que sus victimas.
Tampoco pararos a pensar si somos mejores o peores.
Sencillamente hay que enfrentarlos pues el mundo tiene otra evocación cuanta menos presencia hay de ellos.
Ella huele distinto. La Muerte no se atavía con esto.

Aunque sé que aquí no acabado y por que sé que lo hará con derramamiento de sangre, me uno a los supervivientes y pongo rumbo a la casa franca.

Kilómetros y pensamientos.
Necesitamos café.
No es sera el que hace Anibal pero estará caliente y amargo y descargara ese derrame de peso mundano en nuestros estómagos.
Sera como una lluvia densa que se llevara algunas dudas por algún momento.
Algo simple y férreo en que soportarse.
Diosa si que lo necesitamos.

Solo espero, mientras volvemos a Oxford, que alguien piense lo que yo y le pegue fuego a esa cabaña.
Que lo purgue todo con las llamas.

Poema

Los versos riman en Oxford.
Se disimulan entre los ancianos edificios.
Una parte es su resonancia. El eco una raíz de su progreso.
La voz de base es la campana.
Los detalles, el revestido de una voz.
Una sobre todas las demás.
La tonalidad de la Llamada.

La señal que nos convoca.

Que también nos guía.

Es un manantial entre los patios y construcciones de la Universidad.
Arropado entre los colleges y los desprevenidos alumnos y profesores.
El Fuego primario, en un hilo de pluma al que seguir, apunta a una ventana.
El amor y la preocupación de una muchacha del campus, a un nombre.

La cristalera pertenece al aula de Griego Avanzado.
El nombre es el de uno de sus estudiantes; Abel.

Esa tarde, en el anochecer penumbroso, en la clase se planteo un reto. Era una apuesta realmente, como cualquier otra pequeña broma entre dos viejos amigos. Seguro que en mil otras ocasiones mas, hubiera pasado inadvertida pero, como en este universo no existen las coincidencias, ese martes vespertino adoptó el matiz que no se le esperaba.

Había cuatro alumnos mas, probando a vencer la prueba en sus venerables pupitres. También estaba el profesor. Y excepcionalmente también estaba ella.
Fue el bueno de Abel el que encontró la excitación. Las palabras, sobre todo los versos no pronuncian y ya esta. Incluso un millón de traductores mas hubieran interpretado las voces, articulando sonidos con vago recuerdo a lo expresado. Pero contagiar su significado a las propias... Para eso debes estar tocado.

He estado sentada en su silla. He rozado sus emociones y sentimientos a la par que acariciaba esa madera tan historiada. Este es un lugar cargado de narración. De los cuentos de tantas vidas.
Esa efervescencia, que aupa al que ensalza la llamada del cuerno o al que sustancia el sermón pronunciado desde la montaña, prima por encima de las ya meras anécdotas.

Tengo mi intuición pero voy a dejar a la verdad expresar su mirar. El porque ahora y el porque él, se entreveran la perfección en unos ojos de color algo dispar, la pasión por lenguas ancianas que no muertas, una sonrisa tímida pero muy cálida, el eflujo de la victoria y un bosque de bucles de cabello oscuro. Quizás sean las mismas palabras, ininteligibles para mi a través de su avalancha de emociones, que captan, muy presentes cuando al final se declaman, oportunidad, lugar y persona.

Como los roces de una certeza mayor con cabida entre lo que se puede contemplar. Te pone la carne de gallina y no sabes por que. Lo entiendes y no sabes por que.

El poema es en la boca, pero vive por el corazón y viene en la aparición preciosa del Aedo.
Bajo las hojas del destino Abel lo es. Aunque las rimas las escribiera Tamiris.
Cuando las pronuncia Abel, les da de su propia existencia. Creativa. Pasional. Enamorada.

Por ello se sostiene en el aire. Invisiblemente agarrada a los objetos y las personas.
La vibración nos atrajo hasta el lugar y la situación.
Sin cejar por que es como Charo con la campana.
La llamada en instante eterno.

Que ahora se que dice:

"Cae el velo de Hades sobre la Tierra"
"Tiende el Puente de la Phylake en las Tinieblas"
"De las Raíces de la Tierra a las montañas"
"Muralla de la Antumbra sella el Horizonte"

Ni el bueno de Arthur Spangler ni el bueno de su camarada Joseph podían saber. Ni el propio Abel ni Sybille ni nadie en esa clase. Ni yo, ni Charo, ni siquiera las Sibilas. Nadie. Nadie podía.

Ese era el ardid del misterio. Incluso para que los Malditos no lo supieran.

La clase se resguarda en el silencio de un jueves por la mañana.
Pero vibra el toque. Canta un poema, recita una canción. ¿Ves ese regusto que queda cuando has terminado con el sonido pero sabes que no con la melodía? ¿Ves que forma parte de ti?
Ahora se oye. En todas partes para los que tienen oído en el alma.

Para Ellos también.

Los buscan. Lo descubrimos en nuestras rápidas pesquisas.
Posiblemente ya los tienen.

Una clase entera. Seis jóvenes y un profesor. Y su mujer. Y su mejor amigo.

Andamos de acá para allá, revelando historias inquetantes y encontrando a aquellos que la Diosa ha otorgado otras encrucijadas con las que mecer su existencia diferentes a los de aquellos que no encontramos.
En la biblioteca se presenta Sybille, que busca a su querido Abel, con decidida preocupación.
En la casa de Spangler al joven amante de su mujer, Phillip que tambien sufre la misma desazón, pero nacida de un repentino rechazo.

Sus charlas nos aligeran las pistas. Nos dan el siguiente recodo del sendero.

Sin embargo estas no son las señas de la victoria si no las de la reconquista. Acción y lucha en el futuro próximo y gentes dedicadas en cuerpo y alma en la contienda.

El hilo nos conduce de nuevo. Pero ya no es de fuego si no de humo. La canción vibra pero no nos dice si llegamos a tiempo.
El único saber es que estamos bajo su influjo de redención, rescate, y cruzada.

No lo reconozco así en su momento, pero navegamos en la niebla.

A plena luz del dia se presenta el terror y el resquemor.
Apuntado en la dirección de un bosque cercano.
Pintado sobre la cabaña alli escondida.

Campana

Tañe el eco.
Tañe el bronce.
Tañe la campana.

Cenwen tañe la Campana.

El eco nace de su mano.
Desde proa, junto al mascaron.
Reclamando respuesta de sus hermanas.

Estas no la abandonan.
Desde los jirones de la tierra.
Desde semillas embarcadas en el mar.
Invisibles tras la Niebla.
No como el deseo del Adversario.
Alzan sus voces unas tras otra.
Pronto todas a la vez.

La Campana tañe y tañe.

A través de la ceguera sobre el Mar.
El Sol no es bienvenido mas allá de las Brumas.
Cercena un País a lo desconocido.
Fortifica la Oscuridad delante.
La protege con nefanda voracidad.

Cenwen tañe.

Contempla la popa de su nave.
Donde se muestra sin reticencias el Hombre.
El Comandante al mando del timo.

Su rostro es una Mascara.
Labrada en puro Oro y Filigrana.
Impresionante por su arte.
Imponente por su portador.
Ojos mortales en marco dorado.
Con una mirada como el Sol.
El equilibrado opuesto del arcano al Otro lado.
Ojos también desconocidos.

La Campana Tañe.

Junto a sus hermanas Llama.
Cortan la Niebla con ecos sobre ecos.
Llaman y siguen llamando y no cejan.

Las voces del metal convocan a las humanas.

Mujeres y Hombres dispuestos a librar su papel en esta reconquista.
Barcos que avanzan en la fosca abrazados a las estrofas entonadas de un Poema.
El verso que nos lego Tamiris, el bardo, antes de que le ahogaran el talento las musas.

Un Poema que cayó dormido.

Hasta que el Pájaro entro por la Ventana.
Hasta que el mensaje resurgió.
Hasta que otro bardo lo leyó.

Tañe la Llamada.

Pajaro.

¿Haces arte simplemente cuando respiras?
¿Creas una vez que tu expresión se indistingue de tu alma?
¿Lo encuentras o es de esa esencia la que esta hecha tu vida?
La respuesta es la Magia y su tono es sutil y sin estridencia.
Como que una pluma puede ser Oro, y al tiempo Fuego, y claro una Pluma.
Sin perplejidad es ese el hecho.
Ese el corazón del asombro.

Surcó esta noche los espacios nocturnos un Pájaro de Fuego, con la capacidad de ser invisible excepto para aquellos inflamados con la visión de la Llama, inflamado desde su origen en camino para dar un mensaje como así fue dispuesto por el librador.
El mismo emisor que lo recibe a través del tiempo.
Y como no el espacio.

Un Pájaro con un recuerdo. Como un recuerdo.
El de un tañido. Sonando y no Solo.
El mensaje es el recuerdo.
Cenwein... Charo recuerda la Campana.

9/4/11

La Vida de las Sonrisas

La curva de mis labios, aunque no la he buscado en el espejo, debe asentar franca. La siento.
¿Su única diferencia con respecto a las otras sonrisas?
Solo se deja explicar, si empeño todo el esfuerzo en llevaros al origen de mis sentimientos y al de las palabras brotadas de ellos. La empatia con la vida de esta sonrisa concreta.

Las cosas cambian diría. Quizás. Si hay un hecho que deja al resto por falaz es ese. La mentira esta en la sombra de las palabras pero no en la de las acciones. Y la verdad que firmemente descubro un poquito cada vez, que resido en una sensación parafraseada de la de Tristan, dicha una vez sobre el polvo de las estrellas:

"Todo lo que pensé alguna vez de mí misma - quien era, que era - era una mentira. O casi.No te imaginas lo sorprendentemente liberador que es eso".

Las cosas cambian diría. Pensé demasiado. Siento mas ahora.
La primera diferencia es esta.
Liberación.

Todas las sonrisas tienen en su corazón el impulso de librarnos camino hacia la risa o si no son tristes muecas. Esta es como ellas.

Retenía, no sé, un gramo, un kilo o un quintal de reconcentrada reticencia a la confianza total.

La misma soberbia de tener el talento, que no el derecho, de a obligar al destino a voluntad.

Si lo pensamos bien no es muy distinto al humano impulso de desear ser señor y dueño de lo que te pasa. Hay un complejo ahí dentro. No es una tara, si no realmente una constante respuesta.
Te disturbas por saber que las cosas pasan y enérgicamente crees que lo hacen por que tu quieres que así ocurran.

Lo que conozco con certeza es que creyéndome ya libre de una mayor parte de esa lucha, el grado de fin de la opresión y del estrechamiento me lo negó con meridiana voz.

A diferencia de otras ocasiones, esta disonancia, alejada del foco del peligro, no ha hecho daño.
Entereza y sabiduría. O solo la bendición del Amor y el Azar han conducido mis acciones hasta el momento de ser capaz de romper la burbuja.

De noche. Desvelada. A hurtadillas en el cuarto de un hijo ya demasiado adulto, y al que me cuesta seguir con la lógica del pensamiento y dejarme en manos del corazón por que hay tanto de él que desconozco en igual cantidad a lo que lo amo.

De noche, digo, cerca de esa reliquia de no muy bien conocida procedencia, si cielo o averno.
Esa que solo él puede tocar, asta, guarda y estandarte, venido a él por los gestos inescrutables y los deseos intransitables de los mayores poderes.
Para que la enarbole. La Diosa dispone donde y cuando.

Esa noche sonreí. Y no es obvio por que.
Si el sentimiento, lo describo con la razón, esta cerca de colocarme mas en la locura o en apuntar a la perdida de un rasgo del que se dice hace humano.
Propongo un intercambio de una posesión por otra. De la razón entralazada a la imaginación desanudada.

De noche, esa noche después de varias otras mas y de otros tantos días sin la sensación real de día. En la quietud de los que duermen. En la garantía de una reconciliación , no con nadie en particular, si no para empezar por alguien conmigo misma.
En esta noche cualquiera soy capaz de recuperar el gesto de gracia de mi cara y cargar mas de pequeños detalles mi espíritu y si de verdad el rostro es su espejo, también mi alma.

La vida de esta sonrisa descendió similares peldaños a los que mi cuerpo físico, envuelto en esta mi madura carne y piel, se dispuso.

La travesía de un Osario. De los Campos de Espectros de la mente, de los monstruos del Espíritu y de los de los recovecos de la Imaginación. Del encuentro de una Santa Compaña trasladada a las entrañas de la alienigena base científica soviética, en la que entramos, y que se mantenía atrapada en su propio maleficio.

Profundidad. Vacuidad. Agujero. Esas son las propiedades de la caja de Pandora. Y al fondo queda la Esperanza al descubierto.

La escalera hacia Asier en los infiernos, abierta a mis pies e iluminada por las antorchas con las que volver hasta la luz con Él. Ida y Venida. Desde arriba hasta abajo y de nuevo hacia arriba.
Como paso una vez y volverá a pasar

Una luz que no limpiaba las manchas de la frustración en mi animo ni conseguía que me relajara.
Por que no quería y en ese deseo me negaba a aceptar la verdad.
Por que una verdadera necesidad en una madre o en un padre es hacer lo soberanamente sobrehumano e imposible por alejar cualquier cáliz amargo de tus vástagos. Empeñas tu lugar por el suyo para que él no tenga que vivir, ver y oler la batalla.

Siempre pude intentarlo con Annette pero con Asier la espina estaba clavada.

Lo ves y es un chiquillo con apenas una pelusa de en la barbilla y la extraña mezcla de la mirada de los ojos de su padre con los míos. Ese chiquillo que sostenía entre mis dedos ni apenas un suspiro del tiempo. Pero también ese chiquillo que ya sostiene entre sus dedos su destino por que nadie mas puede sostenerlo.

Ese estandarte es su destino y se me estrangula un nudo de una invisible soga arrollada a mi ser.
El nudo que altera la sangre cuando te pones a pensar con lo que tus hijos se enfrentan si no arreglas este desastre.

Ahí esta otra diferencia de la alegría en mis labios.
La mortalmente seria decisión que sonreír conlleva.
Sonrisas desde la verdad. Desde lo alegre. Sin un atisbo de tontería.
Sonrisa que reparte amor y diluye preocupación.
Sonrisas con vida.

No por que lo decidiste. Si no por que si.
No sabes por que ni merece la pena saberlo.
Se entiende cuando él se despierta al roce de tus dedos, medio confuso y somnoliento en la mañana, y te ve y en un instante te sonríe como no haría mejor espejo.

Después antes de despertar a Annette hablamos de cambios y de los que No Cambian.
Aquellos con los Que Sueñas. Con los que Vives. Los respiras en todo momento y en especial en los mas Grandes.
Y tu destino es solo con ellos.
Y si, me hacen Sonreír.

Un Lecho de Huesos

Si fuera un sueño, uno de esos sueños, amargos y sucios hasta la incomodidad, pero carentes del horror de las pesadillas, no seria mas extraño.

Si fuera una ilusión, un engaño que se alzara sobre la verdad con sumo talento, no tendría tanta afección.

La noticia parecía blanda, brutal e increíble.
La noticia de que el vuelo de Asier desde Sanghai había extraviado su rumbo y desaparecido en las estepas me azoto.

Mi hijo, ¿Estaba muerto? ¿Lo habría sabido? ¿Una madre lo siente? ¿Recibe una señal?.

Mi habitación ardía cuando me desperté. Mis paredes se desmoronaban o dejaban de ser pared para ser un ovalo enmarcado en fuego por el que ver a través mas llamas. Todos los gatos de la casa, que son una manada de mas de dos docenas, me rodeaban frente al portal amedrentándolo y bloqueándolo con su pequeña gran magia.

Allí estaba Asier, en esa otra orilla. Al Otro Lado que conoce. Corriendo hacia a mi. La silueta de un largo mástil enrollado aferrada entre las manos. Corriendo con premura de la convicción entre las Lenguas del Castigo, parte fuego, parte hielo, de los campos que son los campos de su infancia.

Si fuera un sueño, uno de esos sueños, limpios y ordenados, pero carentes de la turbación del saber sobre cada pieza y su sitio, no seria mas loco.

Si fuera una insania, un reflejo sobre mis delirios precipitados, no tendría tanto poder.

La imagen parecía sagrada, cierta e inamovible. El Furor Infernal le cortaba el paso irremediablemente. Su visión se desvanecía. Asier se me escapaba. Mi pared contra su pared se quebraba.

Mi hijo ¿Tenia que rescatarlo? ¿Estaba cautivo? ¿Atrapado? ¿Podría allí y entonces hacerlo? ¿Lo habría sabido? ¿Una madre lo siente? ¿Recibe una señal?

Si fuera un sueño, uno de esos sueños largos e imposibles, que son vividos pero carentes de la eternidad de la vigilia, no seria tan penetrante.

Si fuera una redundancia, una secuela que pudiera contar sobre la memoria, no tendría tanto valor.

Mi gesto parece firme, armónico y sin duda. El gesto que cierra las heridas en nuestro hogar. Contra los gritos de furia y desesperación de mi propia e inconfundible voz al otro lado. Mis ojos, mi rostro, mi perfecto espejo en el infierno, ya condenado por su propia y lejana elección. Mis palabras. Mis ruegos. Mis insultos. Míos. En ese su sitio. Pidiéndome mi perdón.

Mi hijo. ¿Estaría condenado? ¿Lo habría sentenciado? ¿Una madre lo siente? ¿recibe una señal?

Si es eso y así lo siente, si la recibe, no sabría como suena, excepto a prisa y naufragio.

La pared debe estar fría a miles de kilómetros, millas y leguas de estos mis pies cansados y mi ser en sacudida. Una agitación incontrolada impulsándome hacia él junto a un opuesto movimiento de auto control que se destilan en mi corazón y mi cabeza todo, todo el tiempo.
Aquí, en Rusia, en el Baikal, en Severobaykal`sk la necesidad grita dentro de mi como un aullido y un desgarro.
El muro esta allí en París cerrado por lo que el otro extremo es la única salida. Por donde Asier entro.

Si fuera un sueño, uno de esos acuciantes y repetitivos, pero apenas carente de las heridas de la frustración y de la acumulación de inmanejable dimensión, seria una pesadilla. Una que ya he vivido. En otra forma. Con el mismo orificio. Separación.

Si pudiera despertar... Si pudiera hacerlo seria fútil deseo... La esperada bendición no esta a un camino oculto que no veo desde aquí... El rescate vuelve a ser mutuo pero hoy y ahora soy yo yendo hacia el.

Asier ¿Estas esperando? ¿Podrás aguantarlo? ¿Podrás sentirme y yo a ti? ¿Recibirás esta señal?

Estas preguntas, buscan la razón por la que debo caminar sobre un lecho de huesos, hasta quedar preñada con el cúmulo de las respuestas, con las que El Tiempo deseaba iluminarme a través de la negación.

Nos guía un frágil psicopompo con silueta de jovencita conocedora del pozo.

Es la vigilia, una de las mas sinceras y patentes, repleta de los huesos de la vida y de los huesos de los sueños y de los misterios.

Donde estamos es en el "Avance hacia Abajo". De forma física y su complementaria yendo hacia lo Cubierto, profundamente Oscuro aun en la luz, por entre un averno de muertes, y el vivo abismo.

A un hay esperanza en mi. Y contiene el llanto.
No tengo otra señal.