25/1/09

Los Sueños Amables (iii): Corazon

El sueño de la caída se solapa con el sueño de yacer desmadejada en el suelo rugoso. Me cierne la oscuridad mas tramposa por que, aunque yo no pueda ver a través de ella, tengo la certeza de que ella si me ve, y me observa. Entonces comprendo que lleva largo tiempo respirandome encima y que las presiones que sentía sobre el centro de mi espalda y mis piernas son debidas a ella.
Me planta sus cinco garras sobre la cabeza, echándomela hacia atrás sin escrúpulos ni contemplaciones. Mi cabello resbala dolorosamente entre sus dedos y mi cuerpo se comba antinaturalmente como lo haría el de un pelele.
Es mi dueña por derecho de conquista obtenido en pactos de sangre y fuego.
Una ley tan vieja, que ni mi edad ni mi poder, me da derecho a objetar.
No me puedo resistir, ni para evitar que me grite al oído.
- Te di una simple oportunidad, falsa bruja, y como me temí fallaste.
Me presiona en la nuca con las garras. Me clava sus uñas como cuchillas en la carne, en los parpados y los ojos. Ya no puedo mirar.
- Ahora cumpliré la promesa que te hice.
Siento la luz de la luna nueva ausente y el rumor de la corteza del roble que musita arañado por la leve brisa. Esto es Chartres, el prado junto a la granja. La noche en que todos los astros se alinean en mi funesto dibujo.
Eriltes me alza del suelo por la cabeza lo cual sueño vividamente doloroso.
Esta a mi espalda y por ahi me penetra su otra zarpa con poderío, destrozandome la columna y reventándome el pecho.
Jirones de mi salpican el árbol de la vitalidad mancillandolo con mi inmundicia.
Los dolores tienen diferente intensidades y diferentes fuentes y diferentes reacciones.
No hago mas que sentir la mano de ella rebuscando en mi con todo el suplicio que ello implica y se que no puedo hacer nada por que esa fue mi decisión ante la Madre.
Ese tormento se muestra en toda su plenitud y gracia junto con las huellas de la caída.
Pero ningún dolor se compara con el dolor de la perdida que se agiganta a medida que Eriltes busca y no encuentra.
Ella me arroja en medio de mi propio charco de sangre para tenerme de frente y bufa y maldice. Sus manos al principio expertas, se aceleran enajenadas y pierden el control. Se sacude inmersa en la frustacion de tal modo que arremete con furia con partes de mi sagradas del espíritu que no debería tocar, jugandose el reproche de las fuerzas eternas.
Y sin embargo no siento ni regocijo ni fiebre por justa venganza con ello, por que el mismo abandono desesperado que ella experimenta al no encontrar mi corazón se enseñorea de mi sueño y lo colma hasta saturarlo.
Por que aun ciega puedo distinguir que origen implica la falta de mi fracción mas preciada.
La Gran Bruja, no ceja de desgarrar y tirar tratando infructuosamente de comprobar si es una treta y lo que es suyo aparezca mientras yo rezo para que no sea verdad, para que lo encuentre, para que no sea cierto lo que vemos.
Pero ella sabe tanto como yo que no se pueden cambiar los hechos.
Cuando pasan las horas se agota y me mira y puedo percibir en mi piel su ira y su miedo.
La garra de su indice se posa sobre mi frente se clava pero duda. Solo deja una pequeña marca.
- No conozco como vivirás con esto, pero para tu desgracia, vivirás.
Se levanta y me deja allí tirada, solo para detenernese un instante en el que siento que le perturba la mirada al Árbol.
El sueño no se deshace, y sigo despanzurrada en la noche sin luna de oscuridad mas negra junto a las raíces del mundo que se alza hacia el mañana, con mi vida abierta y expuesta a mi alrededor, sintiendo la agonía rampante de únicamente no sabes que tragedia inminente te ha podido arrancar de cuajo el corazón.

Mientras sobre la azotea de la Torre Charo reemprende la contienda ancestral y epica que la enfrenta a su vieja enemiga Eriltes y como veces incontables antes, sucumbe a la derrota que no a la muerte.
Regresa transfigurada por la senda de los ángeles que guarda a Karel y al retoño que Pola trenzo y que ahora reside tras la puertas que protege Elize, su Fravarti.
Regresa para confirmar la proximidad de la ultima batalla.
Quizás ese fue el hecho que perturba a Eriltes.

Los Sueños Amables (ii): Locura

Las cortinas de vapor del ensueño son descorridas con delicadeza por unos dedos que no son los míos y contemplo mis manos frenéticas que se afanan buscando.
He abierto cajones y los he desparramado, desvencijado armarios, desvalijado rincones, y desmontado habitaciones.
En esta casa hay muchas habitaciones. Mas de las que encontrarías contando.
Sé esto por que conozco mi casa. Yo la elegí así. Se la pedí con el empeño de todas mis artes.
Ahora en la casa de mis sueños, que mi amante me regalo, no puedo encontrar lo que he perdido y me saca de quicio y maldigo. Me perturba lo importante que es y saberlo y no poder siquiera recordar lo que es.
Me tropiezo con mi rostro en el espejo y es una estampa que no me sorprende. Mis cabellos apuntan desgreñados y sucios en todas las direcciones y mis ojos, quizás mas claros que de costumbre, me reflejan las pocas trazas de cordura disponibles detrás.
La luz agridulce de Londres se filtra entre los lienzos de los señoriales ventanales, y reluce mortecina sobre unas ropas que deben ser nuevas, supongo por que no las reconozco. Da lo mismo. Quizás intento probar otra cosa. No paro de cambiar. ¿Por que tener que reconocer lo que ves?. Vale, hoy matrona pastoral. ¿Mañana que quizás? ¿Coqueta colegiala?. Si, mas puta.
Me cabreo y no sé por que y es solo un segundo en el que fijo mi atención en el fondo de mis ojos, que el espejo se quiebra y estalla aburridamente en pedazos que no me importa si me alcanzan.
Golpeo las cosas desperdigadas por el suelo, por que dejar fluir la furia ha sido siempre excitante y catártico. No paro por mucho que me duelan los puñetazos y puntapiés. Los huesos se rompen, bien. Da igual. Puedo arreglarlos. Igual puedo arreglarlos. Si quiero.
Cuando intento derribar mi sillón es cuando se hace patente que esta.
Él lo coge en la caída y cuida que no se estrelle contra el suelo.
Nunca le ha gustado ver caer las cosas. Sobretodo las que le gustan.
- No deberías hacerlos así. A tonta y a locas. No hace mas que romper. Sin mirar. Luego siempre te arrepientes - señala con un tamborileo de sus dedos el mueble, tapizado en piel color vino añejo, grande y acogedor, capaz de resistir los embates de nuestros escarceos amorosos - Me dijiste que seria por siempre tu favorito.
Esta tan hermoso como la ultima vez que lo vi ¿Que fue? ¿Esta mañana, al amanecer?
No parece mas tiempo. Un tiempo en el que sus profundos ojos claros no han cambiado pero en que los míos ya no lo ven igual.
Su mirada tiene una intensidad que me derretía y me permitía amasar el deseo de su cabello lacio entre mis dedos, sus labios abiertos en mi boca y en mi entrepierna y la particularidad del olor diferenciado de cada contorno de su rostro y, lo que para mi no es promesa, de bajo la camiseta y los pantalones. Ese rostro que no se puede encontrar mas que en pocos mortales y no pocos dioses en privado codician.
Pero algo no esta en orden y mucho tiene que ver con lo que no encuentro. Rompe todo el hechizo.
- Evel - le digo con mi tono de voz preocupado tan poco frecuente - no puedo encontrarlo.
Mi cabeza no puede dejar de agitarse ansiosa hacia todas partes incontrolada si que pueda pensar el motivo.
- Mi querida Gabi - susurra con verdadera ternura mientras deja con delicadeza nuestro sillón en su lugar.
- No puedo, Evel. No puedo puedo encontrarlo - me sorprendo sonando desesperada.
- Para, Gabi, no te esfuerces. No esta aquí. Él se lo ha llevado. Lo has perdido.
Lo miro sin comprender. No tiene sentido lo que dice. Pero lo dice muy serio y eso me vuelve loca.
Por un momento tengo ganas de arañar esa belleza pero me detiene que sé que eso no me ayudara a encontrar lo que busco entre su piel bajo mis uñas.
Me agacho y remuevo todo a mi alcance, lanzo mi mirada en todas las direcciones.
- No. No esta perdido. Este lugar tiene muchos rincones. Lo sé por que yo misma no los he visto. Muchos. Solo hay que seguir buscando. Si no sigo buscando me va ha volver loca.
Me tiro de los pelos otra vez. Esa es la razón de mi desgreñamiento.
El se agacha junto a mi. Su cara esta taciturna, como cuando tienes una información que sabes dolorosa, pero no hay mas remedio que decirla en voz alta, y decirla delante de a quien corresponde.
Esa es la cara que ya he visto una vez, cuando aquella noche de agosto, me contó lo que es.
- Gabrielle, no. Déjalo, despierta. Deja de andar sonámbula. Coge la locura, es tu naturaleza, y vuelvela a poner en tu interior. Sabes lo que hace y que no causa daño.
Su voz. Su voz es como amor colgado de una silaba tras otra y es amor abierto en canal y con todas sus entrañas expuestas al viento. Es real como las agujas y la saliva en un vaso, que bebes y te recorre la garganta. Ahora lo tengo en la garganta.
Siento la nausea de giro loco que no se detiene y te tira del tiovivo una y otra vez y no quieres dejar de probar y de las estampas inexistentes para los demás que te acompañan allá donde vas, por que son parte de ti y tu les das sentido, y de la dulce mano de la irrealidad, en el que las cosas no ocurren si no quieres que lo hagan y te arroba con extrañas nanas.
Siento la verdad de aquella madrugada en nuestra cama, a dos puertas de aquí, expandiéndose con tanta violencia de dentro hacia afuera que mi piel no la contiene y se agrieta.
Siento el instante en que sentí el saber que debía volver a estar cuerda. En que me di cuenta, por que él no nunca mas me lo oculto, lo que había dejado estar dentro de mi. Con todo mi amor posible. La medida del alcance de la locura.
- No, Evel. Vete. Márchate. Lo único que tu hiciste fue alimentarte de mi locura y de tu fascinación por lo que yo era, mientras mi desequilibrado espíritu sin duda ni traba, te amaba.
No puedo mirarlo. No puedo mirarlo. Mis brazos se cruzan sobre el pecho con los puños cerrados a la altura de mis hombros.
No pude entonces. No puedo ahora.
- Pero, Gabi. Mira a tu alrededor. Tu ves los terribles sinos a los que te has llevado. Todos esos destinos infaustos te acechan.
Me ha intentado tocar. Le he quitado la idea con mis dientes. Ha sido demasiado rápido. Pero lo entiende.
- Déjame, Evel. Déjame, debo seguir buscando.
- Gabi. - suplica, suplica - Sabes que conmigo es el único sitio donde sobrevivirá tu libre albedrío y tu voluntad sera solo tuya. Sabes que conmigo estarás protegida.
Ralentiza las palabras. Evoca.
- Sabes que conmigo seras tu misma. Seras tu de verdad. ¿No te sentías mejor? ¿No te sentías a salvo? ¿No es cierto que no sentías dolor?
- Vete. Por favor, vete.
- Solo tienes que reconocer la verdadera demencia. Ese empeño que no he conocido en nadie mas. Eres única. Una loca que se esfuerza hasta el limite en la locura de su convicción de que esta cuerda.
Crees poseer la llave de la cordura y convencer a los que te rodean. Pero solo rascas la superficie...
Su dedo cabalga por el dorso de mi mano a un solo milímetro. El máximo contacto que le puedo dar.
- Si la rasco, Evel, no habrá perdida, todo se podrá cambiar sin necesidad de cambios. Manejare mi realidad a mi antojo.
Le veo sin mirar. Le veo bajo el amanecer. Le veo terriblemente.
- Seré amante de demonios.
Me susurra con toda la pasión e intimidad.
- De un solo demonio.
No puedo mas. Le digo a la cara la verdad.
- Evel, dará igual. En la locura tampoco hay sosiego.
Eso lo noto también yo. Sueño toda la amargura que implica.
La rotura que supone.
- Yo, lo siento - esta sinceramente apesadumbrado - He llegado hasta donde podía. Pero no puedo acercarme mas a ti.
Un sentido suspiro inunda la sala.
- A Él no le gusta que intente recuperar lo nuestro. No le gusta perder.
- No hubo nunca un lo nuestro, Evel.
La pena se filtra como un artificio pero no puedo dejar de pensar que es real. Es como un acorde culmen en la representación de un drama.
- No te engañes, Amor. Yo pelearía por ti, aun con Él. Pero solo si hubiera una certeza, fiel y sincera, de volver a saborear tus labios de nuevo.
- Tu no puedes amar.
- No. Pero lo intento.
- Diosa. No, Evel. Vete.
- Entonces. Es un Adiós.

Las cortinas ya no están. Es otro sueño que cae como la sombra sobre mis hombros y me cubre por completo. Creo ver a Eugen por un segundo, pero quizás es solo un sueño dentro del sueño.
Después solo sueño con un suelo cuando al caer lo golpeo.

13/1/09

Los Sueños Amables (i): Impotencia.

Con un roce he caído. Con un toque leve he entrado en sopor. Con la mas sutil caricia me ha reducido a soñar.
Reconozco que de lo contrario, ahora seria pasto de la locura mas intensa o que peor, lo que mis amigos habrían estado velando seria mi tumba.
La ironía de los actos emboscados de Eugen es que de otra forma habría sido el mal mucho mayor.
No le imputo ningún tipo de bondad. Lo que ha hecho no esta bien. Ha roto mas de sus reglas conmigo. No me ha dejado elegir y es ese pequeño detalle el que incrementa la sensación de la impotencia.
No con respecto a Él. Enfrentarse ha Él es una lección suicida que no es difícil, después de un encuentro, de entender. Es respecto a la lucha mas intima de mi interior. Esa en la que enfrente siempre estoy yo.
Su decisión hace que la incertidumbre me reconcoma por dentro. Me nubla de dudas.
Me la había imaginado como una larva renegrida que se habría hueco en la boca del estomago, que es el lugar en el que con mas frecuencia se ha aparecido, pero lo cierto es que anidaba en mi cabeza y el resto han sido los fantasmas del ansia.
El ansia de impotencia que me carcome.
La emoción no es solo mía, si no que asoma en mas rostros de gente que estimo y viven en esta ciudad. Sin embargo como lo sientan no puedo asegurar que se lo mismo.
Xavier comprobó que la tenia nada mas posar los dos pies en el suelo de París y enfrentarse a que hay fuerzas inconmensurables que te visitan a cara descubierta. Marion cuando fue con todo a Él para ofrecérselo y volvió sin nada en ella y ni un cambio en Él. Juntos casi los aplasta cuando murió Sara. Anibal la traga cada vez que se le pone enfrente su rostro y se pregunta si seria capaz de reventarselo. Charo cada vez que los que quiere resbalamos y no nos puede sostener.
Y son mas. Yue, Santiago, Natasha, Emil, Annette...
Todos los seres humanos son conscientes que se encontraran con fuerzas opuestas que se descubre no pueden desbordar o ni siquiera igualar con las suyas propias o en unión con las de otros. La diferencia es que a nuestra magnitud, le corresponde también un poder gigante.
El misterio de nuestras vidas es como lidiamos, no con lo inabordable, si no con las emociones que la comprensión de su existencia hacen creer en cada uno de nosotros.
Lo triste es que conmigo no se equivoca. Una parte de la razón le asiste en su retorcida acción de negarme el derecho a elegir.
Eugen me transporto a las sendas del sueño donde la impotencia lo es menos, difundida en la amplitudes de los planos sin limite, que residen un paso mas allá de la vigilia.
Deambulando entre sueños amables, llenos de escenas conocidas, la cacofonía insistente de vivencias sin cota, reducen la fijación de tus propios limites hasta que se confunden en un ruido de fondo incomprensible.
No la siento. Eugen me transporta por que ahí no la siento.
Mientras Él toma a Asier de mi abrazo. Juega con los demás cada uno en su propio espacio de juegos.
A Yue le incrusta de un golpe en el techo.
A Xavier lo tortura con el hecho consumado de lo que esta haciendo.
A Marion no necesita mas que mirarla para remover la herida.
Los que vendrán después, irán recogiendo la mordaz pulla. No olvida a nadie.

Mientras Charo muere en la azotea a manos de Eriltes como lo ha hecho incontables veces antes.
Mientras Los Malditos regresan de su expedición nocturna a nuestra casa no del todo con las manos vacías.

Puedo asegurar que a una madre no se le puede ocultar la realidad de que se le roba, de su regazo, un hijo pero en ese ahora, la elección de Eugen hace que el rostro de la impotencia no sea el mio.
Y no siento ninguna alegría cada vez que me lo cuentan.

12/1/09

La Voz de mis Entrañas (ii): La Educacion de las Niñas.

Mi dulce Nette, mi amor.
Te oigo reir y me sorprendo, siendo tan pequeña, lo fuerte, despierta y valiente que eres.
Rezo para que estas tus cualidades, como la paz de espiritu y las sonrisas de tu hermano Asier, no se diluyan o se pierdan.
Pero aunque confio en los designios de la Diosa y este es un buen fundamento, si Ella me ha enseñado una cosa y si es lo unico que os puedo enseñar que se esto, sin la accion de tus manos no hay nada que hacer para mantenerlos.
La Fe sin actos, vale mucho menos. Y los actos sin decision meditada no traen lo que esperas.

Tienes ya tres años, mi cielo, y me estremece recordar que en tan corto espacio de tiempo ya has sufrido mas calamidades de las que deberias haber experimentado.
Desde antes de tu nacimiento y hasta el dia de hoy que cumples años. Siempre, al final pienso, por malas decisiones mias.

Mi sonrisa es de felicidad al verte emocionada, correteando por ahi con tus primos en algarabia y zascandileando con tus regalos: muñecos, temperas, y ese triciclo rojo y dorado que pronto se te quedara pequeño, por todo el salon. Pero es despues, cuando no te veo, o cuando miro algunos lugares, cuando se me nubla.
Son sombras que han estado ahi desde la ultima vez que vino Él, ese Ogro que mama llama Eugen, desde que tu padre y yo hablamos, desde que Bropius por tres veces me insistio que os sacara de este lugar.
La curva de mis labios tiembla, cuando me miro en el espejo, por el miedo que se filtra. Y sobretodo por las preocupaciones.

Hay un desasosiego que proviene del choque de los dos mayores compromisos que he adquirido. El que tome cuando os di a luz y el que empeñe al volver a la torre.
Me inquieta que la indecision entre uno y otro y sobretodo la venda que ponen mis desos sobre ello me haga olvidar la verdad.
Si tuviera que elegir, no habria duda, por que es mi lazo con vosotros el que prevalece, aunque implica tirar por la borda todo lo demas, y al final solo quede la Gabrielle madre.
Pero creo que aun tengo tiempo de meditar mis decisiones. Y debo dejar claros mis asuntos con los demas.
Pero que aun disfrute de la posibilidad, no hace mas pequeño el que no piense en la busqueda para vosotros de mejores amparos.
No te deseo que salgas por una puerta cantando y desaparezcas. O que vuelvas a tener que esconderte en tu cuarto o bajo la cama.
Tengo ese resquemor zumbando en mi corazon e intento conjurarlo pensando en alternativas.

Lo llevo meditando largo tiempo ya y consciente o inconscientemente creo que me ido decantando.

Creo que esa ha sido la razon por la que no he cejado de sacaros de esta casa. Por la que te lleve a disfrutar de la pascua y el verano con tus primos y Mina y Santiago en Chartres y en Granada. Por la que viajamos a casa de Olympia y Pola en Grecia. Por la que no me importa que te vayas con tu padre a Honduras cuando me lo pide.
Pero eso no son mas que parches, cariño, de la decision que no se si quiero tomar, pero que debo atreverme a hacerla. Esta llegando el momento y se me hace tan dificil.
Lo que no se dice de la educacion de las niñas es lo duro que es educar a sus madres.
Pero tengo que afrontarlo. Tienes que ir a la escuela. Tienes que conocer a otros niños. Pero aqui no. No en este sitio. Creo que el mejor lugar es Chartres y que duermas donde tus tios.
Es solo una hora en coche. Es solo un momentito.
Lo aguantaremos. Lo sé. Tu eres fuerte, despierta y valiente.
Mama va a seguir tu ejemplo.
Y si no lo aguantamos...¡Joder! Sniff... ¡Que dificil es esto!
Si... no...ýo...
Lo que te estoy diciendo,... mi amor,... es que para protegerte te voy a alejar de este lugar, te voy a alejar de mi. Hasta que decida, no muy lejos te lo prometo, si ha llegado el momento de renunciar a mi misma y a mi ilumiacion por vosotros o si hay un resquicio en el que todo encaje en cierto equilibrio y que los riesgos no emboten las gratificaciones.
¡Oh, mi corazon!¡Mis cielos!¡Mi niña y mi niño!¡Mis alegrias!
Solo quiero encontrar el aliento que os colme de la felicidad hasta que seais capaces de encontrarla por vosotros mismos. La decision que mantengan alejados de vosotros todos los negros presagios.
Es solo un tiempo, mi vida.
He puesto la meta en la nueva venida. Cuando celebre de nuevo nuestro compromiso con el sol. Tras las navidades.
Solo un tiempo.
Por este lugar.
Por estas circunstancias.
Por que os quiero.
Si el seis de enero no siento la llama, no se despejan las nubes, no lo dudare mas.
Volveremos a estar todos juntos.
Nos iremos a Chartres o buscaremos otro lugar. Quizas a la casa de las ranas.
Otro lugar.
Pero no sera la torre.