28/5/11

Niebla.

Rabiosamente la niebla se come el sol.
Deben tenerle un pánico terrible por que siempre hacen eso mismo.
En la noche refuerzan la oscuridad.
En el día la recrean.

Que se genere pánico bajo el manto de este engendro esta ligado a su naturaleza.
He visto a la gente sucumbir a la muerte y mas allá al verse envueltos por su capa y eso te crea miedo.
No solo por que están cerca.
Si no por que son jodidamente eficaces en su atrocidad cuando la extienden.
Supongo que esa es una de las fuentes de su fuerza.
Alzados desde detrás de Todo ya no hay tregua.

Puede que el habernos enfrentado casi media docena de veces a ellos y seguir pudiendo contarlo merme el franco impacto del verdadero esfuerzo que lleva, mandarlos del escondite donde están, al infierno.

Si algún día, en vez de venir en solitario vienen de tres en tres me temo que no habrá relato.
Y luego esta también, el que no los puedes matar y ya esta.

Al menos parece que les cuesta decidirse a trabajar en equipo y la suerte es que hemos estado atentos y preparados y eso nos ha dado unos pasos de ventaja.
Ya afinamos las artes que los dañan.
Y mientras concentremos energías y voluntad y fe en nuestros interiores aun levantaremos las batallas acariciando lo milagroso.

Esta no es ni la mas fácil ni la mas difícil. Es lo que es. Otra gota de la lucha eterna.
Nada incruenta y no... no sin victimas.

Aunque mi Señora pueda tocar al tiempo los tres Mundos yo no soy capaz de resolverlo igual o lo suficientemente rápido. Sigo en medio. Con excepcionales destellos.
Fallo tratando de decidir y no llego a proteger a unos y a otros.

Al caer sobre nosotros la súbita tiniebla, esta chorrea y Charo conmigo en su ayuda la frena a fuerza del brillo del Sol traído hasta este otro lado. Pero entre los jirones de la niebla pululan monstruos.

Cuando la lucha comienza a rugir, y la luz hiere tanto como la garra y el diente agitado desde las sombras ya sabemos conscientemente que hay varios muertos.
Gente lanzada por las ventanas. Gritos de mujeres de terror ante la pesadilla.

Son la palabras, ahora, esenciales.
Poderosamente fuerte tiene que ser el convencimiento que brota de la boca de Marion para que Anibal no deje que el punto ciego de la furia de la batalla lo ofusque.
Las armas de esta cruenta guerra no son solo el filo y el derramamiento de sangre.
También juegan la contienda la tentación, el miedo y el caos.

Aun con las derrengadas criaturas del arsenal de los malditos alrededor; depredadores retorcidos de pesadilla y niños reptantes y que se mas, surgiendo de las esquinas oscuras; conseguimos mantenernos todos juntos y mas o menos ilesos y cobijarnos bajo el techo del hall de la mansión.
La casa familiar de los Starley, que poco antes era un pulcro remanso de calma, gruñe ante la ebullición del combate y el eco de las voces, los gritos y los gañidos. De los nombres sagrados y el roce de la danza del sol.

Nadie ceja y todos pelean. Niños, adultos o ancianos.
Nadie desfallece y todos mantenemos el circulo.
Entonces la voces internas se hacen serpientes que se enroscan con precisa ponzoña.

Es cierto que hay lenguas que no se pueden pronunciar.

Dude, Marion, en golpearte entre los ojos pero agradezcamos a la Protectora que no me dejara dañar tu mirada con el fuego. Te derribe, perdóname, pero era lo que había que hacer.
Hay una frontera hasta donde puedo dudar y donde no.

Siempre rozo el filo del abismo pero esa es la naturaleza de mi ser.

Es una angustia y un jolgorio que se vierten juntos hacia mi estomago continuamente desde la garganta, conformando una disputa que da el combustible que arde por siempre.
Recordándome que puedo desplazar siempre un poquito mas el empeño.
Es un continuo estado de excitación.
Un casi perpetuo roce de la verdadera Manía.
Esta en la fe de como acabaran las cosas.

Siempre hay un aliento para decir la siguiente palabra.

Las antorchas no se apagan al rodar en un ovillo de piernas y brazos y cuerpos por el suelo.
Los hechizos se mantienen con firmeza.
Los luchadores aguantan y cuando la niebla aprieta para estrangular la esperanza en nuestros corazones aun restan fuerzas para ser feroz.

El aire en los pulmones se transmuta en el canto entonado de la Protección, de la Gloria, y lo Divino en todas las cosas.
Se puede caminar en las notas pues conforman un empedrado que conduce a la luz hacia la oscuridad.
El camino por el que Cenwen y Anibal cabalgan y cargan en pos del choque primordial y repetido.
Un enfrentamiento que vuelve a tener el salvaje regusto de la victoria.
Un maldito menos espera su advenimiento.

Los detalles del como y el porque no los sé pero los puedo imaginar.

Pero no importan ya.
Importa la paz en el final.
La casa es una debacle, todo estos pequeños fuegos y el precioso mobiliario descuartizado, toda la confrontación y el destrozo que solo ha necesitado unos minutos.

Y estamos todos a salvo, en pie, respirando a través del rugido de la sangre en nuestros pechos y unicamente poseedores de algunos pequeños cortes y magulladuras, repartidos aquí y allá.
Por la gracia de la Poderosa y Salvadora encontramos a la cocinera, nerviosa e indemne, en la alacena donde se escondió.
El Sol vuelve a aparecer, sonriendo como la verdad, y para ser el centro de Inglaterra y finales de septiembre, sabe a verdadero portento.

Bajo el palio de su luz Charo y Anibal regresan de donde la Que Dirige les haya llevado.

Los niños, su madre, el abuelo Starley,... su hija Laura, nos miran con la bendición de la comprensión y el agradecimiento y el desvelo sutil que otorga la herencia de calladas historias familiares, sueños inquietos y un siglo de intuiciones que no se desvanecen bajo la huella del bisabuelo Hubert Bradfield.

También Joseph nos contempla, desde la profusión de la fascinación y la admiración y solo la Dadora de Luz sabe con certeza que otras maravilladas sensaciones mas recorren el brillo de sus ojos. Sonríe, tenuemente, como debe ser una sonrisa en este momento.

Dentro de mi también hay regocijo, él que se alegra de que todos los que pudimos proteger están vivos y que hayamos podido expoliar la niebla de nuevo y, aunque lo quiero expresar lo reservo, hasta que pueda mostrarlo con la sonrisa serena que aparcera cuando concluya el penúltimo paso.

No evitara que me este traicionando el brillo de mis ojos pero aun queda ese penúltimo paso.

Un ultimo Maldito resta en estos terrenos; el mismo que fue el primero en hollarlos.
Que si todos las pistas e instintos no se equivocan esta hacia poniente, oculto en la misma hacienda.
Ese maldito el cual hace surgir ese pero que acompaña a todas las respuestas que le apuntan.

Quien recopilo a Tamiris.
Quien se hizo un Usurpador.
Quien no borro su descubrimiento.
Quien desapareció hace mas de ochenta años.
Quien sus iguales buscan con pasión y vigilan.
Quien no ha muerto aun.
Muchas preguntas.
Básicamente una.
¿Quien?

Muchas posibles respuestas me bullen sobre lo que esta pasando.
Pero, sinceramente, ninguna tan buena como la Verdad Real.

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