31/10/11

Dentro de la Luna

El momento vence siempre a la preparación.
Mas aun, sobretodo, sabiendo que nadie puede saltar fuera de su sombra.

La consciencia de un instante como este ha dormido en mi desde largo tiempo despertandose a veces.
Estaba ahi, fermentado entre bastidores a base de la conjuncion, entre muchas cosas, de la imaginación y de las confusas lecturas del tema.
Esta claro que crear conjeturas y sospechas no es consistente, y es como estar intentando que la falsedad te de las certezas.
Por lo que el interrogante ha estado ahí todo el tiempo.
¿Como sera el primer encuentro?
¿Como sera el enfrentarme a la mirada de, por mismo nombre y calificativo, mis hermanas?
Sé que la intención de autodenominarse Bruja no me hace una. No es una cuestión de repetirlo y repetirlo.
Esa es una entidad que se adquiere por los actos.

Tras esta noche de Plenilunio, y los hechos y mis actos en el primer aquelarre, puede que esta bruja que escribe no os guste.

Yo misma tanteo el vaivén entre los extremos y el zarandeo no es agradable.

Siento el peso de la responsabilidad de mis acciones y el aligeramiento de su importancia, a ratos al mismo tiempo.
Como si pudiera oír a Charo o a Eriltes poniéndole voz clara a cada una de esas partes.
Pero la verdadera voz, la mía no deja de decirme que no debiera conformarme, ni compadecer ni desdeñar.
Que mis actos me pertenecen y que lo que importa es lo que hago con ellos.


A tiempo pasado, las acciones ya se asientan sobre la historia y se aparecen tanto mejorables como imprescindibles.
Pero sin embargo sopesándolas, la afirmación mas hiriente, es que no había catorce brujas bajo y dentro de la luna y que me tenia que haber dado cuenta y concentrado en esa contradicción.

El numero. Mal numero era el que me tocaba y las mas viejas y capaces lo olieron al instante.

Antes, tuve miedo dos segundos después de que Veltena me conjurara y su nudo me atara,  por que sabia que nunca en la vida me había preparado para la verdad de un Circulo de Brujas.
No hay excusa. Es lo que ha sido. Miedo y confusión e ignorancia.
Recordaba lo que eran capaces de hacer teniendo en mente al bueno de Morris atrapado como un cuervo sin su voluntad. Las alejaba de Cecile y de Joseph.
Pero también me excitaba la posibilidad y la aventura. Un fuego lento en mis entrañas.
Sin muchas dudas fui. Ciertamente es que sin casi ninguna.

La Hoguera empezó a crepitar y a inundar el claro con los vapores alucinógenos y la escalada de la actividad creciente en él me atenazaba los pies y congelaba mis pensamientos.
La ordalía crecía tan rápido y se precipitaban los movimientos de las otras participantes en tantas direcciones que me atropelle varias veces en estado de turbación.

No veía a Elizabeth por ninguna parte, que era lo que en inicio había sido mi sospecha y mi temor, pero ni que decir que empezaban a cubrir su hueco otros resquemores.

Sacudirme en el rito y lanzarme sin conocer la disposición a en el momento ponerle freno.
El raciocinio y el control en pugna con el poder de los instintos.
Tratar de posicionarme entre la lucha de ambas aguas bravas paso como una idea factible y fugaz, pero sospechaba que difícil era que tuviera éxito.

Los golpes y los empeñones y la promesa física de descalabro contenida en el torbellino de manos, y risas y gritos y en el querer estar en medio y no estar, quemaron todos los ilusos sueños, descarnandome a responder a lo que es el rito y a la suspicacia y amenaza de las miradas danzantes.

Ya habían traído al chico, arrojado desde las garras de buitre de una de las comadres.
Guapo, inconsciente e indefenso. Impregnado de un salvaje atractivo sobrenatural.
Mi corazón se desboco al limite, estrujado de ansiedad mezclada con el miedo primario, la desesperación y un palpable furor del apetito abrasador.
Ninguna solución o pensamiento coherente. Huir. Lanzarme hacia él. Luchar.

No pude con la razón.
Entonces es cuando lance la baraja al aire y no mire si eran triunfos lo que caían boca arriba. Instinto.
Del corazón al espinazo y surcando a inundar el cerebro con terror primario y patológico y desatar la ferocidad en la sinrazón.

Fue la amenaza.
Fue la presencia de la violación.
Fue el vacío de la esperanza.
Fue la inconsistencia de un verdadero otro civilizado yo que me perteneciera.
Fue simple.
Era yo. No sensata pero no inconsciente.

Había una cara.
Una vieja como un buitre prometiéndome con los ojos tormento y muerte.
Desee borrar esa faz. En ese instante, por ella destruí todo control.
Pero no era mas que la gota que colmaba y con la que yo descerraje mi elección.
No fue mas que el medio.

Mentiré si digo que era un plan. Mentiré si digo que así lo había pensado.
Lo había imaginado, a veces, en momentos huidizos a los que rápidamente quitas el tiempo para poderse formar a dichos pensamientos con la afirmación de la cabeza de que esta mal, pero ahí estaba la pregunta que sondeaba la imaginación de experimentar la visión de Eriltes.

Es simplemente un si a dejar la brecha abierta y permitir explotar la magia salvaje en libertad.
No te borras. No dejas tu yo en una atalaya a salvo mientras te cambias la carne.
Eres tus ojos, tus dientes, tus garras y cola alzados desde el interior hacia afuera y hacia delante.
Eres tu saboreando una saliva singular en la boca y el deseo en el paladar impregnando el aire.
Experimentando cada pulgada de piel desgarrada y caliente por la sangre.
Sintiendo la emoción de la supremacía, al mismo instante que tienes conciencia de que fracasas en intentar meter entre el rojo resplandor cegador un mínimo gramo de entendimiento.

Lo violo, al chico, como un reclamo de triunfo en carne contra carne después de despejar el camino de rivales. Lo violo, a Alan, por que sé su nombre pues para hacerlo mas siniestro lo conozco y le debo agradecimiento por pasadas ayudas.
Se niega el poder de doblegar a aquella fuerza que debiera se la mas fácil en el momento de la verdad.
Me temo que es también que no lo deseo y por eso no ocurre. Escurrido el domino del intelecto entre los dedos. Ocupado por otras pasiones.
Lo he hecho mio, como una de las demás, cabalgándolo sin rastro de humanidad hasta mancillar su cuerpo y mis principios, un celibato sagrado y el anhelo de la ternura, el cariño y el amor.
Me he unido con ellas, siendo esa bruja que toma su lugar dentro de la Luna hasta que se hace con ella una.
Cuando lo he dejado no ha sido por escrúpulos, reconocimiento o breve destello de juicio.

Me empele el resorte de la alerta instintiva, la raya difusa entre la presa y el predador que empuja la primacía de un instinto hacia el otro.
Recuerdo tres pasos reculando a través de mi gruñido sostenido.
Re-escucho el gemido de placer y la acelerada respiración de la chica que me sustituye.
Vuelvo a sentir el chasquido de su piel rasgándose y el sonido del deshilachado de la carne y las vísceras al ceder ante el tamaño y la embestida de una masa gigante desbordandola desde entre las piernas.

La Mole, la Bestia, el Macho entre las hembras que cierra el circulo esta erguido sobre los despojos mirándome, con ojos primigenios en su rostro de inconcebible roedor como las astillas de un marfil lunar.
De la hoguera de los mas puros deseos libres, las mujeres de la luna hemos convocado su figura terrenal, encarnacion de vitalidad y decaimiento, fertilidad y sequía, poder y flaqueza.

Pero mal.
Con un error.
Una macula que lacera el ritual que las sabias no vieron al principio tanto como yo no comprendí.

Una voz mas que anciana, atemporal me pregunta si soy la bruja que hace catorce y henchida de reacción directa y sin barreras pronuncio esa mi única palabra en todo el aquelarre que encaja como si la hubieran estado esperando.

- Si.

No se ajustan muy bien en mi visión de de todos los momentos de esa noche que se deja darme hasta mi ni por que. Solo hay sensaciones y hechos. Estos son fáciles de enumerar.

Llovía súbitamente por que así a la lluvia se lo habían ordenado y alguien que me agarro se fulmino en el parpadeo, no paro de pensar que a resultas de haberlo deseado.
Lo que era una congregación aplicadamente entregada un suspiro antes, se desmadeja en el de después.

Mas lenta o distraída no empeño mi fuerzas en focalizarlas en la supervivencia en la amenaza mas peligrosa y el Lepus Lunar me arrolla desmadejadamente proyectándome al aire hasta las ramas de los arboles. Echando el manto de la oscuridad de la inconsciencia al resto de la noche.

La mañana y el dolor me traen de vuelta a la vida y a la humillación entre jirones ensangrentados de mi ropa y de mi piel.
Entre los quejidos del esfuerzo y las heridas consigo descender al crudo claro del bosque.
Sin rastro del muchacho. Con la presencia de las moscas y los escarabajos sobre los despojos humanos de mirada muerta que apuñalan la débil esperanza de que hubiera sido un sueño.

Pero la emoción de la satisfacción exaltada y que enraíza en la naturaleza plana del frenesí esta tan presente y tan potente como la angustiosa sensacion de derrota y condenación que se mezcla por todo mi cuerpo.
Si Eriltes puede vivir audaz dentro de la primera y Charo coge la victoria y conduce a la gloria de todo lo opuesto a ambas sensaciones ¿Que parcela es la mía?
¿Artificialmente a la luz?
¿Oscura a plena luz del día?
¿Pálida y fría y doliente como el rayo de luna en la opacidad?

Querría llorar, pero me pregunto por que y para que.
¿Por lamentar la perdida de unas desconocidas?
¿Por Alan?
¿Por mi mala cabeza o suerte?
¿Por que veo romperse todas mis ilusiones?
¿Por que si?

Al final no lloro ni rio, arrasados en el interior del cráneo por el zumbido que durante un eterno segundo es la locura que el cuerpo me pide desatar.

No hago nada, ahogada en un vacío de intenciones, en el que solo despunta con el filo de un cuchillo el querer acabar con lo que esta mal y no se muy bien para que, cavar y cavar y cavar.

Cavo en la negra tierra del claro, oscura por el humus, la sangre y la humedad, por que hacer un agujero donde sepultar algo: los cadáveres, las penas, la furia, que se yo... es lo que mis manos tienen el impulso de no parar.

Es por Lowri que recupero la cordura.
Recibo la ayuda de otra de la Brujas.
Trae el recuerdo del toque de la vida humana y no el de lo Salvaje.
Me trae a Elizabeth y a Joseph.
Me pone en movimiento.

Mientras miro la forma que he dado a mi sombra.

1 comentario:

DOONIE dijo...

me parecio muy bien tu entrada, gran calida dy sobre todo ,, sentimiento jeje