14/9/14

Océano (XVII): Destilado de Ambrosia

El cielo se rompe por el suelo.
Es mas consistente que un Trueno.
El Retumbe trae voces.

-¿Betriz? Por las Parcas ¡Betriz!.

La linea del discernimiento es flácida, plano ronquido, chasquidos en el hielo.

- Hola Metis... Metis... Metis...
- ¡Oh Betriz! ¿Es ella? ¿Como...como ha sobrevivido?
- Tenia que hacerlo...Ninguno...ninguno...ninguno...
- Ninguno dejamos atrás...- frio - Rece para que no tuvieras que recordarlo...

Sinceridad en un palo de hierro. Hierro vivo. Golpe de seda. Golpe de lino. Golpe liquido.

- Ni siquiera...Oh grandes señores... ¿Que he hecho?
- He sido yo Metis... Testamento de Amor de Ella...He sido Yo.
- Deberíamos...Devolverla...Quemarla...Lo que esta Muerto tiene su Lugar.

Llanto ardiente. Silencio antiguo. Silencio metronomico. Silencio alquímico.

- Deberíamos recordar Metis. Recordar y no olvidar nuestro Lugar.
- ¿Es ella?
-¿ Lo es? Si, lo es. ¿Que es...? También yo tengo que verlo en su Momento. Es mi Fe en ella.
Me revelara cuando Despierte.
- ¿Pequeña Mochuelo que hemos dejado que te ocurra?
- Lo que estaba cortado y tejido Madrina...Mio es el deber... de hacerlo... Bueno.

 Peso criminal. Gravedades escindidas. Abajos y Arribas. Delante y Detrás. Roce y Ausencia de movimiento.
El suelo es frio pero no lo toco apenas por que floto. Se nombra a si mismo en lo que me resuena a memoria como cristal. Cascaron grueso como un abrigo. Boqueo en su interior como los pececillos en el vacio.
Sal y esencia. Entran y salen impacientes. Abalanza una interrupción de la captación. Sobrepaso irracional completo. Cargado y Espeso. Dolor... Dolor... ¿Dolor?
Dolor. Reside eternamente. Los parlamentos inconscientes se elaboran. Sentidos bajo las capas apiladas de purgatorio corpóreo.
Esto es gusto. Esto es olfato. Esto es tacto. Esto es oído. Esto intenta ser vista.
Se entremezclan y se muestran confusos. Confunden a lo que les da significado.
Arman la evocación y algunas remembranzas se perpetúan evitando disolverse en el caldo de sensaciones que no tendrían que estar.
Percepción humana. Percepción personal. Percepción femenina.
Como un golpe aparece al contemplación ajena sobre mi cara.
Cabellos clarisimos de oro de trigo y cebada. Mirada de Ojos Brillantes. Vida aun corta. Vida intensa. Vida regada de improntas.
Cubre todo encapotando mi firmamento con la promesa de liberarme en la luminosidad de los faros de su mirada. Lo desborda por su carne de piel ovalada en blancura rosada en la media luna que no decide a decirme que curvatura tomar. Respira fuerte como un torrente que baje por su distinguido apéndice nasal.
Sonrió, cansada pero alegre y siento el cielo y el infierno al mismo tiempo.
Otras formas se acercan pero sus manchones son muy poco interesantes.
De repente este poco se desvanece como si lo arrancaran y prevalece lo que no me abandona.
Padecimiento. A partes glorioso y penoso.
Mi primer deseo seria que se lo llevasen pero comporte forma con el que agradece su respuesta a la pregunta de mi realidad.
Vuelve el contacto. La frontera entre fluidos oscila. Aire que me anega y otro liquido que me abraza.
He roto la barrera de su protección y Duele. Como nada puede doler mas primario e intenso que una primera vez de respiración.
Lo simple es llorar como un bebe pero arranco el movimiento a la boca con mas concreción y tino. Un gesto natural que no necesita pensamiento por que es pensamiento mismo. Hablo.
Flemas y humores se desprenden de mis labios hasta que mi voz surge de un túnel escarpado y arenoso.

- No......lo......Entiendo...

Hay formas con movimientos acusados a mi alrededor librados a la sorpresa de mis actos aunque no para todos.
Una voz me define con facilidad y de manera precisa. Una voz que asocio con el odio y el amor sin posibilidad de distinguirlos.

- Después de todo...

El fracaso en intentar verla se convierte en el triunfo de la inconsciencia negra.

Mis ojos y el resto de mis sentidos vuelven a alumbrarse sin una razón concreta. Un instante nada esta ahí mas que tus ensueños y al siguiente veo siento la tormenta de dolor y percepción. Ahora es mas completa pero también mas frugal. Como menos acuciante ahora que es mas conocida.
Estoy sentada en una especie de piscina enorme de colores inadecuados mirando a Metis y a Kebren y una mano dulce me arregla con primor el cabello.
Metis me observa repantigada en una silla con una pierna cruzada sobre la otra mientras fuma en una larga pipa de barro. Kebren se estaba inclinado hacia ella con un libro venerable en el regazo y el eco de su voz varonil se apaga por que al gesto de su compañera ha detenido su declamación.
Su amante viste completamente pertrechada para la guerra moderna y sus botas sucias parecen haberse usado hace poco.
El marinero parece mas informal pero aun así destaca la presencia de sus armas.
El fin de lo que estuviera leyendo en voz alta también ha detenido a mi enfermera mas cercana.
Sin mirar se que es Betriz. Todo huele a ella en esta habitación por encima del resto de aromas. Su sudor, su esencia corporal, sus simples perfumes.
¿Que es lo que ha pasado?

Estoy Muerta.

Ese es una certeza que todo mi ser me comunica.
Pero Respiro, Percibo, Siento y Pienso.
No es el Infierno. No es el Cielo.
Estoy en el Medio.
En los Palacios de Océano.
Noto que mi frente frunce el ceño y se desprende una costra purpura y negra.
La mano cuidadosa de Betriz me la retira con el tacto de alguien que es experto en la acción y la arroja al liquido que me rodea para que se disuelva y quede absorbida.
Se mueve y se coloca a mi lado y ahora puedo ver a los tres a la vez contentos y preocupados.
Falta un miembro del grupo y sin siquiera pensar por que pregunto.

- ¿P..o..n..t..o..s.?

Los tres se miran aunque solo Betriz se atreve a cogerme la mano. es muy valiente por que yo no me la cogería. Es una garra crujiente envuelta en una tracería de materias orgánicas en diversos estados. Intento tener yo el mismo coraje y aguantar y no repudiar su amable contacto. El Rostro de la muchacha esta serio pero calmo. Se asemeja mucho a su padre adoptivo pero a los pocos latidos veo mucho mas. Un recuerdo de una mirada en piedra a la que otorgar respeto reverencial.
- Pontos esta en la ciudad. En los tribunales eclesiásticos - explica sencillamente Metis.
- Los Popes están un poco nerviosos.
- Bueno, es realista amor - Metis se levanta dejando su pipa y acercándose hasta los pies de la balsa - Les es difícil de entender si hemos traído una persona real con alma o una abominación destilada en Ambrosía.
- Padre les hará ver la verdad.
- Yo estoy contigo, cariño...

Nuestros ojos quedan atrapados la una en la otra y se que lo que le preocupa es que no puede ver mi futuro.
Cojo fuerzas para hacer la siguiente pregunta. Va lastrada de mi propia consternación y confusión pero intento ser lo mas directa y lejana de mi misma. Me brota de forma rasposa.

- ¿H...i...j...o...s?

Metis frunce el ceño y sé que ahi hay un obstáculo sin embargo no me oculta nada.

- No me he puesto en contacto con ellos. Aun no puedo. Pero no puedo garantizar que Él no venga.
- ¿M...u...e...r...t...a.....................Verdad?
- Es...sencillamente complicado. - se aclara la voz y rehuye las demás miradas - Deberías. Tu ser debe haberse disgregado al entrar. No se te inscribió con la plegaria apropiada...
- Eso no lo he entendido - masculla Kebren.
- Ella no estaba en la declinación. Lo comprobé y lo consulte con Tetis. No era ni es uno de los Titanides...Ni por sueño, ni por alegoría ni por visión...eso...eso creo... creía.
- Así que entro libre a la muerte - la mirada de Metis es la mezcla de la culpa y la pasión de un animal acorralado. Asiente débilmente.
- Por que la llevaste allí - la seriedad de Kebren cuando viene es tan firme como sus sonrisas.
- Me lo pidió. Y también hice una promesa - dice Metis y por los ojos de su amante sobrevuela una sombra melancólica y resignada - Le prometí a Myla... - Metis casi pierde la voz mientras mira a Betriz - Le prometí a tu madre que te salvaría.
- Y no solo tu prometiste - Kebren me mira fascinado, nos mira a las dos.
- S....si.....

Así fue y lo sabia sin saber al saber que tenia que venir.
Toso y me incomoda el propio sonido pero necesito preguntarlo.

- ¿ Q....ue.........S.....oy?
- Se vera - interrumpe Pontos desde el Umbral - En el Funeral.

Parpadeo y el dolor de la caída de trozos de mi misma al desprenderse me sacuden

- Bueno, ahí lo tienes Tiznada, tu respuesta: Lo que has sido siempre - nos dice Metis con cuidado en las palabras - un regalo envenenado.

13/9/14

Oceano (XVI): Gonia (Madres y Padres)

Betriz resplandece.
Es con su propio brillo inmanente de la narración en letras de luz de la Xenia recorriendo cada centímetro de su desnuda piel. El Aire respeta la ley de quien heredó su doma no tocando a su inconveniente huésped y espera ser recompensado con una cortesía igual.

La Joven Doncella contiene su primera inspiración.

Ciega en donde no hay que ver percibe el rumor continuado del Genealogalos que le había estado oculto.

Los dos roces diferenciados en el lugar donde solo le debía aguardar una solo abrazo.

El intervalo de duda demacra su espíritu no hecho para no respirar y la debilita.

Si se niega al Aliento Final su anfitrión se desplegara contrariado y no ejercerá miramiento alguno en actuar según su naturaleza, rota la ley y las reglas.

Entonces la ultima esperanza de Rea morirá para la existencia por quien sabe si todas las restantes eras.

La capucha de luz que la abarca desde este instante la comprende de forma lenta y sesgada pero lo suficiente para que gire la vista hacia ella.
Ahora puede ver, oír y entender.
Nos, repetimos la promesa empeñada y ella natural la agradece con modestia.

De Nuestra mano acepta la Luz que mantiene la guía y despeja del sueño erróneo y ella la aferra con el porte sencillo de una muchacha casta y pura.
Sus cabellos se oscurecen cubiertos de finas retamas y sus ojos se aureolan del misterio del parto.

Rigen nuestras manos a uncirla con el filo del reforjado Harpê al costado con la cuerda trenzada de las crines del Sacrificio y la coronamos con el Yelmo de nuestro ascendiente batido en el relámpago y el meteoro de la orden del Padre de Todos.

Con el ultimo presente nos esmeramos. Tomamos su mano conectada al corazón y sobre su muñeca aseguramos el cierre de la Llave Maestra aun palpitante en su rojo dorado.
Imposible es de ocultar a nuestra favorecida el linaje de estos atavíos por que lo ha conocido y los reconoce.

La Sangre Pura de sus venas invisibles erige el reverencial agradecimiento que la conmueve.

Quizás esto la afecte. Nos, no lo estima por que Nos, valoramos la herencia de la Antigua Madre y la sabiduría de la elección.

Sin embargo la muchacha es joven y los jóvenes son impetuosos e imprevisibles.

Las huellas del destino nos dan lo que nos pueden dar.
Nos, acariciamos la Luz con deseo parejo al comprometido con la Portadora de la Muerte en Otro Lugar Oscuro..
Nos han dado todo lo que han prometido y Nos, lo hemos puesto en su mano.

La Fortuna es cosa de Mortales.

Betriz, la doncella, nos ilumina con una sonrisa nutricia y sincera.

Alza su Luz por encima de lo Alto y confronta a sus hados.

El Taimado sopla su aliento de tres capas de podredumbre con jirones de inocencia corrupta y vomito arcaico y Vieja Madre se arruga contrita por el dolor salvaje sufrido, vano tras el salvajismo infanticida de su consorte sobre sus retoños.

La Columna de Océano se sacude en su herida, perturbada por la confusión que lo Imposible le provoca.
Lo que Él lo sostiene en su lugar hoy esta también puesto en su interior filtrado por arteros caminos y engaños y ahora socava lo que Era por que estaba Dicho.

El Mundo se dispondrá a cambiar permitiendo el regreso de los Apartados.

La Doncella esta tan perturbada como el Genealogalos. Sus creencias, su naturaleza primera no le permiten respirar este Aire impregnado del Enemigo Previo y Ultimo.

Pero Caos espera su bienvenida y poco a poco se va tornando de humor aumentando el peso de su presión.
Imposible de aguantar mas Betriz acoge la bocanada acordada del limo fértil e infinito y se inunda lentamente por entre las hendiduras minúsculas de su Casco.

La materia componente del Kranos seduce a cada gota del Engañador en una facetada multiplicación del lascivo cortejo que la misma Hambre del Segador sufre ávido y las lanza lejos de a quien protegen.
Nuestras fuerzas sostienen el filtro empapado de este elixir caprichoso mientras la sangre de la mortal madura en la de la Titanide con el sustento correcto.

Nos, guarda su propia consternación al vislumbrar la certeza de ser esta la oportunidad ultima.

El Castrador reacciona al conocerse burlado y reclama, escupiendo un furor que hace retemblar al Aire, su legado. Su infeliz esposa lo conmina entre suplicas y requerimientos, motas de vida que se derraman por sus ojos y el mural sin ambages de su hermosura expuesto al escrutinio y antojo de su esposo mientras le pide que recuerde el amor que Ella siempre a diseminado por voluntad propia en Él y Por Favor le ruega que cese en su cruzada de dolor ciego por la Sangre que causa.

El Titan no cede. Su Locura esta profusamente horadada en la Oscuridad y la siempre Noche y el Hambre eterna por su propia Carne y Sangre.

Su cordura se ha abandonado en el seno del Tártaro lanzada hacia delante sin bridas ni freno en la espuma de la venganza.

Derrumbara esta Casa y engullirá a todos sus hijos aunque sea lo ultimo que haga antes de que los Otros cambien de punta a punta este Mundo.

La Madre Antigua lo acusa en su ser marchitado, a bocados, en los golpes y la Doncella lo acusa y no puede completar su ciclo.

Las huellas del Odio se le agolpan alrededor como zumbantes moscardones de voluntad divina que la azotan sobre el cuerpo. Betriz trata de seguir por que una vez comenzada la comunión ya no hay muchos mas pensamientos que consumarla pero el refinamiento del Enemigo es capaz de vencerla y tose y expulsa las ultimas bocanadas del mutable Aire.

La Irritación de Caos es patente en su negativa completa a retornarle el Soplo. La tortura enojado poniéndole la miel de su Icor al alcance y conviertiendola en hiel alejándola en el ultimo instante.
La transición no se completa y el Padre ríe ufano.

No habra Perfeccion Hermosa para la Doncella ni Futuro.

Primero se pudrirá ahogada en su propia sangre abominable y el Primer Árbol con ella y mientras el vientre seco de Betriz contemplara el final de la estirpe de los Diez mil y un inviernos de los Titanides.

Nuestros esfuerzos no pueden mas que aguantar la prebendas otorgadas y observar lo que venga.
Tique parece estar decidida a atraer hacia abajo su esfera.

Sin embargo Betriz de Primavera es valiente, es tenaz, y es una Titanide de nacimiento que ha amado su destino desde que ha tenido conciencia del mismo. Su fe quema con el pabilo de hueso de su antorcha la tormenta de sucias sabandijas que la atacan y las expulsa de su alrededor. Alza su mano iluminada a lo alto y cruza sobre el corazón con la Llave que todo lo Abre y todo lo Cierra.

El Amor mas intimo y único acude a ella. El amor de su madre hilvanado en el Amor Magnifico de la que Da a Luz con Abundancia. La esencia de mi Hermana se consume en este lugar hasta el fin, menos una gota volcada en la carne de la Llave.
La matriz de Betriz se abre y se inunda del poder de la Creación mas Misteriosa que esta bajo nuestro gobierno hasta que rebosa pero no derrama. Entonces clausura todas las posiciones de la cerradura que existen excepto por una.

La natural  y la mas difícil nos parece aunque Nos, que entendemos de ese camino.

Los Titanides perduraran solo si se cultivan los frutos del Amor Verdadero.

La locura de la rabia primordial nos sacude.
La Nada que lo es Todo se agita con tanta distorsión como ya habíamos olvidado y que preocupa a los Dioses.

Las fuerzas empleadas se consumen.
La llave esta fría y la corona se helara con el tiempo, las dos esencias ya muertas.

Solo la Luz y el Harpê restan y en el pandemonio que sera lo que sigue puede ser terrible lo que se pueda hacer con ellas.

Sin embargo la Hija de Rea continua sorprendiéndonos.

Sostiene el Faro que Arde y se quita el Yelmo dejándolo a la flotante deriva mientras desenfunda.
El Filo Adamantino restalla en el multicolor brillo de sus incontables trazas serpentinas. Es el arma de un Dios que puede herir pero también matar.

La joven Titanide parece preguntárselo a la Luz de la Iluminación.

Como respondiendole en los limites entre el Caos y de la ilusión de Orden las fauces imposibles del Primero entre los Derrotados se estira en su estertor, frustrado por no masticar el triunfo en la dentellada a la carne de sus Hijos. Es el Hambre lo que se huele, una avidez inexorable que avanza.

Nuestro compromiso aquí no sera perturbado por el latido mas lento que recuerda el Cosmos.

Pasan las posibilidades concernientes desde la muerte de Ella y hasta la muerte de Él y cualquiera de los dos extremos es fútil. Quizás sea nuestro tiempo de innacción o acto.

Pero el verdadero enigma esta ligado a los mortales y a sus elecciones en su existencia.
La antes Doncella, proclama un grito de desafío y promesa comparable a los de los anales.
Amaga un golpe de su filo para hacer retroceder a su contrincante y coge la corona bajo el brazo para empezar a alejarse en el asombro hacia la hendidura de nuestra voluntad en lo mas Abajo.

Alcanza el umbral y se detiene.

Su rostro es decidido y solicito en su pequeñez ante la magnitud de la puerta pero aun en la premura tiene tiempo para la humildad de la reverencia y el talento para pedir permiso.

Nos devuelve la Luz lo que es motivo de jubileo en nuestras estancias.

Solo percibimos el vestir de nuestro adversario por su estruendo. Un alud que se acerca.

Betriz de Rea moldea la corona con sus manos desnudas hasta formar una O perfecta que encaja en el quicio de la apertura.

El rugido se atenúa cuando nuestra majestad  regresa.

Sin embargo aun enfrentado a la marca de otro igual el Titan nos afrenta, recorre nuestro símbolo con su Verbo, trata de derrumbarlo, corroerlo, tantear si este es un camino expedito mas directo que el gotear del Primer Árbol. No lo sera pero sin la Llave esta sera una penosa confrontación que nos consuma.

Gloria sea si esta es la encrucijada que nos toca.

Nuestra Protegida sostiene en guardia nuestro filo consciente de lo que puede hacer con el.
Lo observa, lo valora, y se valora a si misma. Parece escuchar a alguien y nos reconocemos la voz en la memoria.

Rea hija de Rea alza la cabeza mirando al hueco que la observa desde el reino del Aire. Asiente.
Toma el arma y empieza a desmontar el fulcro, la empuñadura y la guarda hasta quedarse con la hoja desnuda en sus manos.
La ofrece a la Nada y proclama:

- Gracias Madre. Gracia Padre. Gracias Hermanos. Gracias a todos por enseñarme la diferencia.

Con cuidado clava la materia adamantina en el vano de la grieta que se hace pequeña hasta que el marco encaja con el filo y todo forma una extraña puerta fina como un hilo.

- Sin Sangre.

Con estas palabras el camino se sella.

Nuestra incomprensión de estas indómitas criaturas es un placer enigmático.

Aun percibimos el choque del Devorador contra el poder de nuestra Puerta y nuestra Presencia.
Araña, muerde, y golpea y se nos ofrece la sabiduría de que insistirá eternamente hasta que caiga impulsándose en la seguridad de la paciencia y la desbordada aberrante pasión.

La mortal tuvo la idea de Su extinción en la mano y sabiamente la Titanide la rehusó.

El Amontonador de Nubes debe estar atento, la Tercera Batalla se acerca y hemos perdido el numero de nuestra mejor fuerza. Y de las que disponemos son opacas a nuestras miradas.
El tiempo nos mermara. Él siempre esta de su lado.

Nos, tomamos una forma en tamaño y muestra mas cortes.

La senda es estrecha y larga la vuelta y mucho se ha consumido del Fuego de este camino.

Insistimos en que nos siga, nuestras bendiciones la colmen en los años que se apresten a venir.
Ella me muestra lo que estruja entre las manos, el cordel tranzado con el cabello del Sacrificio.

Nuestro rostro es severo pero no mella. La acompaña una determinación que la refuerza.
Nos, recordamos el despojo arrastrado por los invisibles hilos de la correspondencia cruzando el umbral de la puerta. Vemos el peligro.

Su lugar es Aquí en las oscuridades de este camino. Sin embargo...

Mostramos sin hablar que no recuperara nada de lo que dio en nuestro Altar.
Mostramos sin aspavientos que no se le perdonara nada y que posee nuestra condena.
Mostramos completamente que es infame a los ojos de la inocencia y que es vil al juicio de nuestra eternidad.

Mil mas una acciones correctas solo la ataran a nuestra servitud.

Sin embargo...

Ella insiste y nuestra voluntad es concederle la Gracia. Nos, también tenemos Palabra y esa Palabra otorgada la cumplimos.
Nos pide el Favor y por deber accedemos ante Rea de Rea.
Esperaremos la Sorpresa y el Asombro en sus manos.

Oceano (XV): Avíos

Describir recuerdos de la propia muerte es incoherente.
Descendiendo de cabeza al plano de la infinita posibilidad y como Myla o Tucides...muero.
Lisa y llanamente.
No hay reverso.

Sin embargo si una historia.

Un juego de acciones y sucesos que me acompañan y que enunciados semejan el fruto de una transformación ilusoria de la realidad para que sea comprendida.
La mente y la imaginación tienen sus limites y añade luego los del lenguaje.
Al final componen una negación a la premisa de la primera afirmación tergiversándola.

Es un cuento. Quizás me lo invento todo.

Caigo. Me destrozo. Muero. Punto.
Es firmemente opuesto a una alucinación.
Recuerdos. Ciertos. No míos.
Mas bien besos. Cicatrices.
Del Fuego que ahora Camino.
Fuego Antiguo.
Su extensión pone memoria en mis palabras.
Las podéis oír de mis labios.

Son un eco rebotado en mi.

Al regresar al Caos Gabrielle la humana ya no respira.
No encuentro dolor por que se quedo atrás. Arriba.
No deshace el daño. Ese permanece. Impertérrito.
Es coagulo de mi ser. No se borra muriendo.
Ni cuerpo. Ni mente. Ni espíritu.
Ninguno se trasladan al Olvido.
Esperan deshilachados entre ellos en órbita a la disgregación.
Es la consciencia de los Poderes cercanos lo que lo ralentiza.
Mota de Albedrío que los nacidos a la Luz incapaces son de ejercer en este mundo carene de Sentido.
Al contrario de los legados de la anterior Era.

Ella aun posee voluntad en este Mundo Primero.

Aun en falta de consistencia y entereza de su Esencia.
La Esencia que coge y que clava en el Aire es la mía.
Sobre un fondo del que se percibe la compañía.

Por una lado resolla el Tiempo como un imparable amante lascivo y por el otro borbotea la Vida incipiente e incesante.

Fuerzas unidas inseparablemente por matrimonio inalterable desde que el Cielo y la Tierra se fijaron.
Otros poderes sestean pero se eclipsan en la majestuosidad gigante de los Dos Hermanos que danzan.
Es inquietante por que el polo que siempre ve la verdad desde el alma sabe que es un mal augurio.
Es el Hambre renovada, el Deseo de masticar de la Boca de Él abierta.
Devorador de su propia Semilla.
Demasiado latente aun las capas de su astucia.

La misma ansia por la que mate en una montaña en su Nombre.

Sabiduría que discurre por la puerta por tercera vez abierta.
Un recuerdo en el Caos de otro mundo.
Pequeño, presente y ardiente.
Entornada con mi muerte.
Ella espera en el Umbral.

Un túnel blanco de luz proverbial espera a otros.

Una boca de gusanos y serpientes.
Una boca de mandíbulas de perro y colmillos de serpiente.
Una fosa de pelo de león y ojos de caballo.
Ramas de azote de sauce y álamos negros.
Esto me contempla tenebroso y palpitante.
El único resplandor que emana es la palidez de la linterna de un rostro resaltado en la oquedad con los nítidos rasgos mas desconocidos de mi vida: Los de mi madre que no es la que fue.
Hay detalles trazados en lineas de plata invisible que la rodean.
Las testas negras del caballo y la perra.
Las alas de cien brazos que se despliegan.
Los símbolos de su poder.
Otros ojales la coronan por encima y también por debajo como sosteniéndolos unidos y comunicados.
Caminos a los reinos que no son suyos, el mas Alto y el mas Bajo de que Ella esta extendida y sujeta con cada una de sus incontables manos.
Su mirar es afilado y se guarnece de irritación ante la duda a las traiciones.
Remarcan su enojo por la existencia de esa posibilidad aun ahora.
Sin embargo he acogido mi destino sincera.
Lo sabe con toda seguridad.

Extiende una mano y mi cuerpo ausente cabe en ella.

- Guardiana de la Entrada, mantengo mi palabra de ser su Escudo. ¿Y tu?

Hay un reflejo en sus ojos magnificado de una niña de apenas dos palmos y medio que me mira con esos ojos inquietos de los bebes de inusitada profundidad.
No es Annette pero la recuerda y hasta en mis sueños despiertos tiene nombre: Aletheia.
El peso me cae al alma y me ata, asociado a la respuesta afirmativa ya pronunciada. Dicha ante el umbral arriba.
Ya soy fiel al compromiso desde el momento aceptado.
La mano divina penetra en mi abdomen minúsculo y arranca una masa brillante y rojiza que la toma también a ella, a la niña en sueños, borrandola de mi.

- Tomo tu Poder de vida para reforzar mi Guarda.

En su mano brota un cetro de cerradura de carne cristalizada.

- Portadora de la Luz, mantengo mi promesa de ser su Guía. ¿Y tu?.

No es posible pero es verdad que sus demandas de algún modo me estrangulan negándome un aire que no respiro y sin embargo anhelo.
Otra de sus manos queda adelantada perdida en la consciencia si cuerpo pero luego busca mi espíritu sin contorno y con cicatrices.
Entonces no hay imagen con peso pero si un mapa de posición en el universo, definición geográfica del espíritu anterior y del futuro.
Conexiones con el cambio de manto conformador del mundo que abriga los aspectos que Ella es y simboliza y deja morir al resto.
Mi respuesta ya dicha: Aquel si ante la puerta le permite acrecentar el fuego que inflama y sostiene al arrancarme los huesos y con todos ellos construir su luciente antorcha de fuego primordial en la oscuridad que consume trucos de falsa magia a la luz de la verdadera.

- Acepto tu lumbre y la uso como faro en la Oscuridad y la Nada que es Todo.

Ardo en su mano.
Me siento mas liviana.
Menos concreta.
Mas lejana pero sin estar lejos.
Escindiendo el contenido en los dos sentidos.
Diluida en la dirección contraria a la que debería en el Caos.
En la dirección hacia la arcada sesgada en mi y también bajo la misma.
El rostro de Betriz se aparece contenido bajo el paraguas de la Luz.
El rostro de la Diosa se agranda, llevando los rasgos familiares a una complejidad no conocida.
Te hace sentir pequeña, aun mas al descubrir la verdadera perspectiva.
Hace sentir cualquier instante en el que comprometiste su nombre y esencia en vano por que aunque lo ignoraras cualquier promesa ante Hecate, ante cualquier v Verdadero y mas aun ante el Supremo por encima de todos no es negociable.
La dureza de su lengua corta palabras del tapiz donde prosperan y las excava en mármol y agua llevando el volumen de su Voz hasta el extremo de la Profundidad del Mundo. Mas allá de la frontera que nos envuelve y mas adentro del lugar que abandone.

- Poderosa sostenemos nuestro Juramento de brindarte nuestras Honras y Bienes, nuestras Dignidades y Atribuciones. Nuestra Posición entre los Primeros y los Supremos. ¿Y tu?

El trueno ya lleva mi respuesta legada libremente y en creencia en la antesala de la muerte pero al contrario de las dos primeras la tercera espera: el triunfo de la duda o de la fe.
De una u otro forma el toque divino te consume pero puede ser fuego negro del que huyes creyendo en el miedo poder escapar o de la Lampeade antorcha con el que caminas hasta el fin de tus pies, de tu amor, de tu verdadera visión y tu aliento.

Promete el Máximo dolor y sin embargo...

La respuesta...

Abrasada de un violento deseo de ver a la Divina me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos. Hasta la dilución del No y la permanencia única del Si.

- Si - resuena en el minúsculo universo de mi ser.
- Si - recoge el eco en Ella.

Todas sus manos libres, decenas, se lanzan sobre el poso de lo que quedo y arrancan mi cara, piel completa, gestos y ojos, llevándose mi Nombre Verdadero que solo puedes dar a tu Amante.
Con el forja Espada Adamantina de Corona de Negro, de Azul y de Blanco inscrita con las serpenteantes palabras gloriosas de la Diosa.
El resto, el despojo se promete en arder pero solo puede ser el Juramento por que aquí donde esta arrojado Hecate solo alcanza a tomar lo ofrecido y esta ha llegado hasta el final.
Sus Avíos están ultimados.
Es en su Esencia que he visto y veo.

Oceano (XIV): Es Tuya no Mía.


El roce de los Salones de Océano en el espíritu expedito atrae mi mente a mi cebándola mas arriba de donde la he arrojado.
Luz nula, sin vista. Sonido nulo, sin oído. Solo retengo retazos de gusto, tacto y olfato.
Pero aislados en si mismos los unos de los otros como sentidos primarios se convierten en un desfile de inconexos.

De momento es como la sensacion del desplome de un telón sobre los hombros: unicamente soy consciente de su peso y de que estoy atrapada debajo.

Entre el eclipse y la barrera ascendente del dolor me quedo con poco margen para la consciencia y en la rendija atisbo la Muerte en este Reino, alejados cualquiera de los cierres que permitían ignorar la proximidad de su frontera.

Mas allá. Un suspiro continuo. Mas hondo que el fondo pleno del Mas Bajo Reino. La huella del choque del verbo que dispone y del gesto infinito que le precede.
Es una endecha de amantes con frutos de amor y tragedia en los ánimos a cada lado.
Océano que ves declama a Océano que ya no puede ser visto.
Hay frutos ya vividos en mi pecho y podría haber otros en un descenso hondo, inacabable, vivificador, pretérito y ultimo.
Pero ese no es mi propósito. No soy consciente de esa esencia nunca antes o después de la oscuridad que me alcanza y casi toda me es propia.
Es una evocación de una antesala en el entendimiento y un camino fijo a la consciencia.
Estoy sola, no por primera vez, por que las otras, aun que me portaban con la mano del contacto mas humano resulté ausente.
Pola hizo por mi pero no me resulta evidente que hice yo o quizás es meridiano que es justamente lo contrario.
Hice Dolor en toda esa gente.
Hago Miedo en los que amo.
Soy Disturbio dentado.

Annette, Asier o Pola... me vienen fácilmente en este lugar por que me permite recordar las gotas que puse en ellos de lo que hay Mas Allá de Abajo.

De Lo Mas Abierto que aun en el obscurecimiento y la ruina física nada impide discernir que he alcanzado arrastrándome o a gatas.

El mismo punto que solo recuerda a Betriz por la permanencia etérea de la marga del ciclo femenino en el aire mezclados con su aroma de joven marinera cubierta de sal y esperanza.

Ya ha seguido su destino y Tiqué aguarda el movimiento de su leve orbe con contenido aliento.

Me arrastro con mucho esfuerzo, embrazada en cada herida cuya ordalía se muestra ahora.

No puedo enderezarme por que no me queda aliento por lo que descanso con el torso arrojado sobre mis rodillas con los brazos bajo su peso y las manos sujetándome la cabeza sobre el orificio que no tiene forma.

Es menos que un paso lo que me separa, incluso menor de los miles que ya he dado hasta allí y sin embargo me constriño en una mueca de cuerpo entero que me encoge evitando solo de cansancio caerme en Éllo.

Si muda esperaba evitar las conversaciones es que no soy muy lista.

Puedo hablarme yo y es eso lo que es inevitable.

En retrospectiva tendría que ser simple, si sigues el acto en el que crees y en el que piensas que estas consagrada. Sencillo como una única meta.

Pero tienes mas metas de las que reconoces.


Mi soberbia esta enquistada.
Viene de mis jóvenes tiempos en los que no se rebajaba a susurrarme si no que actuaba a plena vista y libre, pero ahora, el por que del no haberla arrancado en el pretendido acto de carenar el bote de tu alma ¿No es revelador?. La guardas.
Mira este lugar.
Nadie ni Nada como Tú jamas a Él ha accedido.
Eres grande y puedes obtener sus secretos sin pagar sangre a cambio.
Al menos la tuya.
No des mas pasos.
Agarra un Pedazo de lo que los Tontos nos ocultan y con él seras lo que estas destinada a ser.
Tu destino es tu deseo y tu voluntad es mas grande que las leyes de los demás.

Eres ambición pura, Gabi. Poder y Permanencia.

¿Te reconoces controlandolos? 

No des el paso.
Sabes que te matara.
El Caos mas allá de la Barrena es su propio regente pero aquí en la Semilla su Savia es toda tuya si la traes.
Te matara y no hay mas vida. Solo la mentira prometida tantas veces que parece verdad.
La muerte es definitiva.
Y lo es por que te consume.
Es con lo que se alimentan los que se califican a si mismo de Dioses.
Dioses que no existen.
Incluso lo proclamaste a los cuatro vientos en un lugar tan sagrado como Chartres.

¿En Verdad Crees Eso? 


No debo dar ese Paso. Si de verdad pienso esto mi Juramento es falso. No será mas que un paso impío y condenado.

No...¡No, no, no!. No es eso.

Ya se que estoy condenada. 

He roto votos y promesas. 

Anhelo el castigo pero es solo el rebose de mi excesivo ego que incluso en el martirio quiere estar al mando.

Diosa, tu ya te has declarado verdaderamente mi Enemiga, en mis propias palabras bañadas de tu Maldición para que no se escapen de mi mente, mi cuerpo o mi espíritu.
Aun en esa represalia tengo fe. 
No empeño en ella mi promesa o el honor. 

Es mi vida.

Quisiera conservarla, esa es mi debilidad. 
Quisiera ser en ella protagonista, esa es mi mancha.
Pero míos son mas los pecados: contra la inocencia, la rectitud, lo justo y lo sagrado.
Contra los que me aman y mas, he pecado en daño y tormento. 
Sé como les he aligerado el camino a su propias maculas.

Me pides que de el paso. 
Por que con quien tiene que estar Betriz no es conmigo sino con Su Madre y la promesa de protección en su camino es Tuya no mía.

Es eso. 
En ello pongo ahora mi Ser.
Mi Existencia es Tuya.
En el Océano Indeterminado que alienta el Creador nunca Creado.

La estrofa de la Canción que hoy tienes que entonar y para que la oigan y se pierda efímera en el Primer Aire. 

Abajo.

Para siempre Jamas.


- Así sera - me sobresalta la voz de Tetis - Esta vez cuando Mueras, morirás de Verdad.

Debo haber estado hablando en voz alta aun a pesar de las heridas.
Es cierto.
Han desaparecido los vendajes y los trapos de mi mandíbula sustituidos por el sabor del fluir de la sangre y el tacto del hueso abierto.

El dolor es horrible pero no me desmaya. Creo que ya nunca pueda hacerlo.

Mis ojos ya no ven mas que espectros de la memoria y espejismos del dolor.
Casi todos tienen el tono amarillento del Bronce y la fugacidad de la inconsciencia.

Huelo a Metis a mi lado.
Templada y Paciente.
Atenta.
Ella es la que retiene el hálito de la espera.
Por entre el dolor consigo pensar que articulo mis ultimas palabras.

- Diles a mis hijos que los amo, aunque nunca he sabido descubrir como hacerlo.

Con ese ultimo esfuerzo se rompe el poco hilo de razón que despierta y las lineas vuelven a saltar entre la percepción y el ensueño.
Cierro los ojos y los abro.
Miro el Infinito que me devuelve caras que apartándolas ignoro.
Atiendo solo a la emoción del Mundo susurrando y al Rumor flagelante del Árbol.
Siento el fluir del regreso fluyendo por mi sangre.
Ando el Corto paso cortando las resistencias y cayendo al Espacio que se Abre.
Y ya esta.


Océano (XIII): El Regreso.

El camino es extraño.
Escueto de detalles a la par de largo.
Metis nos conduce entre los brillos y las sombras por las raíces de los edificios hasta un nivel mas profundo y laberíntico cuajado de huecos irregulares con ecos.

El trayecto tiene cada vez mas de bregar por llegar y con el paso indefinido del tiempo cada avance se hace mas y mas pesado.
Ella deja un rastro nimio de su sangre allá por donde pasamos y no dejo de imaginar que es el hilo de vuelta que va desenvolviendo. No. Que va siguiendo.

Creo que tengo fiebre y los olores se me incrustan y mi cabeza va siendo cada vez menos mía con la constante sensacion de fracturarse a través del avance en esta senda.

Al final estoy increíblemente cansada, tanto como para que la esperanza de ir a mejor no cale.
Quizás es eso un avasallamiento del hastío tan grande que el anhelo de la continuación de la vida ya no lo mermara si no que lo hiciera peor y mucho peor.
Intuyo entre brumas que es el paisaje, la voluptuosidad enmarañada de ramas fantasmagóricas profundizando hacia abajo y abajo del mundo pero también se me pasa por el pensamiento que esa explicación es media mentira. Si brota una una disposición suicida y depresiva casi completamente nace de mi.

Como una reacción perfectamente lógica en ese lugar y humor la respuesta aparece para fustigarme.

La primera rama que me azota casi me parte el resto de la mandíbula tan fuerte que las ultimas fuerzas que tengo para contener tripas y vejiga se pierden.

Metis me agarra firme de pie y no caigo.

Había pensado que el roce de aquel árbol liquido me consumiría pero es como si me hubiera cortado un trozo de la cabeza y pudiera seguir pensando.

Metis me recompone y siento no actúa somo un sostén si no como el encargada de asegurar de que pueda afrontar el siguiente envite.
Y el que le siga.
Hay mas golpes a tramos mas o menos espaciados.
Me golpean la frente, en una y otro muñeca, en los tobillos, en el pecho y en el bajo vientre y en la entrepierna dejando mas que verdugones.

Hasta nueve veces creo llevar la cuenta, envuelta en el delirio del dolor, mezclado con la fiebre.
Nueve, si, acaricio el numero. Nueve esta bien. Es el diez el que es un mal numero. Ese Otro.

Cuando cesa el ultimo fragor y su restallido se aleja de mis oídos como un rumor caigo sobre una blandura gruesa y acuosa muy oscura que no es agua de mar pero tampoco no es agua.
La estancia apenas se me remarca en los sentidos pero es irremediablemente patente en su reflejo sobre la tenue patina del liquido negro, candente y vivo.

Al fondo hay una cortina de ramas en cascada que semeja estar petrificada aun que se ciertamente que se filtra hacia abajo muy, muy eternamente.

Por entre el ramaje hay una abertura por la que se escapan los ecos lejanos de la voz de Betriz.

Enfrente de la extraña puerta esta el chambelán de Febe que nos mira como intrigados entre su espanto.
Tiene la cara del que chupara un limón y se lo ha tragado y no sabe como dar marcha atrás y vomitarlo.
Cuando ve a Metis tiembla mas de vergüenza que de miedo.

Metis me mira y veo que ha desenvainado una extraña espada.

- Por fin ves Eos, ¿No es Verdad? - le clava sus primeras palabras sin compasión.

El asiente cabizbajo mirandome de reojo con pavor.

- La...La Bruja... - me señala - Su Voz... Sus palabras.
- No es una bruja... - me roza el hombro con la punta de la espada - Ya no. Apenas es un despojo. Como tu. Heces condenadas.

Le escupe a la cara y le acierta desde la distancia lo que lo sorprende tanto que lo derriba entre sollozos.

- No necesitabas otra Voz para ver Eos - lentamente se acerca a él con el arma amenazante - esa Voz la has tenido siempre pero elegiste no escucharla hijo de Thea. Ahora vas a tener mucho tiempo para oírla - Lo encadena con los hilos de plata y los clavos y es brutal por que si Metis sufría pero no gritaba, Eos no puede acallarlo y sus alaridos retumban en la estancia.

Siento el rumor de replica. El ronquido airado apenas a un centímetro de mis dedos. Enfadado y ansioso.
Metis vuelve a mi y me levanta con firmeza. En el umbral arbóreo aparece la dama Tetis.

- Vamos - es lo único que dice. Me fijo en que ha envainado y eso es para ella extremadamente importante - Vamos - me repite - Nosotros no tenemos todo el Tiempo del mundo.

Avanzamos la media docena de metros y Tetis nos franquea la entrada.
Dentro esta Betriz envuelta en un fulgor y un calma azul oscuro que se desprende de todas las superficies del lugar excepto por una.
Un botón casi minúsculo en el centro, como una tronera redonda de dos palmos de diámetro, por el que si quisieras bajar tendrías que decidirte y encogerte.

El color del circulo no es oscuro.
Creo que me me engañan los ojos pero no es ningun color.

Metis me desplaza hacia un rincón me ayuda a ponerme de rodillas. Ella va casi encorvada.
El techo es muy bajo y parece que cada vez pudiera serlo mas. Es como si constantemente este presionando hacia bajo con titánico esfuerzo.
Reconozco el punto exacto donde estamos. El eje concreto del Árbol. La punta de su tronco pero por el otro extremo.
Aquí acaba su copa y mas abajo...

Un escalofrió me recorre la espalda.
Mas abajo...

Metis también se ha puesto de rodillas a mi lado pero se ha inclinado hacia delante como los devotos musulmanes al orar y no deja de sorprenderme por que es lo que esta haciendo.

Se ha recogido el cabello en tenso moño cruzado por alfileres de bronce y se ha limpiado la cara supongo con agua que llevara. Ha hecho lo que ha podido para presentar sus mejores galas para rezar.
Rezar por Kebren, por Pontos y por Myla. Por muchos otros que no conozco. Por Betriz. Por Betriz pone mas empeño, mas Fe.
No me hace falta entenderla para saber.

Betriz nos mira y hay una mezcla de sentidos encontrados en su rostro.
Esta asustada pero nuestra presencia la ha iluminado. Sin embargo entre ambas sensaciones se cruza una duda.
No sé que cara puedo estar mostrando, vendada,  golpeada y febril pero no creo que haya podido ocultar el conocimiento ni supiera como suavizarlo.
Estoy haciendo de maltrecha mensajera de una verdad dolorosa. Mis lagrimas están ahí antes de que me apercibe.
Veo el reconocimiento en sus ojos mas sinceros que las palabras. Se ve el golpe y la huella de como lo asume.
Noto su cercanía y su tacto.

Apenas sostenida en un hilo de fuerzas sin embargo me mantengo erguida sobre la espalda en un equilibrio imposible y mis brazos abarcan su cuerpo y ella el mio.

Ella tiembla y yo tiemblo, entrelazadas en el mutuo consuelo ante la mala noticia.

Myla esta en mi corazón y en mis pensamientos con Betriz. Sus ojos llenos de fe y su rostro bienaventurado antes de su ultimo suspiro. Esa paz de la que no me he dado cuenta en su momento. La seguridad del vaticinio y la seguridad de ir al lugar correcto.

Ella se desliza hasta sentarse delante de mi y me contempla recorriendo esas imágenes.

La duda puede surcar su rostro. Es la carga del incierto error, del peligro, y de la responsabilidad. Pero sobretodo aflora el agradecimiento.

- Gracias - me dice limpiándose la humedad de los ojos con la manga del su túnica de doncella. No añade mas por que le es imposible expresarse mejor con palabras.

Con cuidado de no chocar con el techo se pone en cuclillas Esta triste pero sigue decidida.
Mira el punto en el centro, que parece oscilar, siendo unas veces mas grande y otras mas pequeño y luego regresa a mi mirada relajada.
Sus manos cuelgan a los lados inquietas esta dispuesta a levantarse e ir.
- Voy a cumplir el trato - me confirma - Lo jure por la Estigia y... Díselo a Pontos. Que estoy orgullosa de ser su hija.
Son palabras que brotan a borbotones pero son claras.

Leí una vez que los Dioses hacen lo que quieren con su palabra y que nosotros, los mortales, al contrario si debemos cumplir con las promesas que les ofrecemos.
Realmente ellos hacen lo que le es propio alimentados por el destino que traza la fe en nuestros corazones sobre la esencia inmortal y mas antigua, mas único.
Ellos pueden parecer volubles pero no lo son. Es su sino. Es su ser.
Nosotros... Podemos deselegir una vez elegido pero esa es una acción primordial que nos aleja de lo que somos y nos encamina hacia la destrucción.

Seguramente puedes contar con poder robar la baraja y cambiar el juego como pretenden los Malditos mientras le das la espalda a la única divinidad real, verdadera, No Creada.
Lo cierto es que solo parece un buen plan si se tiene suficiente miedo.

Betriz sabe lo que es ese miedo pero no lo hace suficiente para olvidar su promesa de hacer lo correcto. Una perfección inscrita en la verdad de lo que cree y cree verdaderamente.
Me pregunto por un instante por que quería que viniera por que en mi alma es como si mi misión elegida estuviera incompleta.

Debo traslucirlo de una manera horrible por que la muchacha pregunta a las otras dos mujeres.

- ¿Podéis ayudarla? No parece encontrase bien. Necesita cuidados.
- Nadie que no este Consagrado tiene que temer de este lugar - es la respuesta de Tetis y me duelen sus palabras como si resonaran dentro de mi cráneo y sin embargo son tiernas y amables con Betriz - De aquí solo se echa al Falsario, aquí se castiga al Asesino. Aquí se destruye a la Abominación.

Ella traga saliva sopesando lo que oye y lo que va a decir y en su inocencia insiste.

- No quiero dejarla sola en este estado. Yo la invite a estar aquí. Me siento responsable de lo que las penurias que esta pasando - abandona su actitud decidida y pierde todo su porte por el de una niña que se preocupa. - Ni siquiera se por que lo hice. Parecía lo correcto.

Me coge la mano cálida y de gesto sencillo y soy consciente de mi sucio poder.
Recojo todo lo que me queda para poder mantenerme calma y serena y la pregunta interrogante de ella le contesto con una sonrisa de agradecimiento y un suave movimiento de negación.
Ve lo que digo con los ojos y una suave oscilación de la cabeza. Ve.

Ambas parpadeamos y ella me suelta la mano despacio.

Betriz mira a Metis que se ha erguido desde su contemplación. Sé que ha sido bastante antes y que ha estado muy atenta a toda la transición.
- Ve, Betriz. Su bienestar no es tu labor, sino la mía y bueno...de ella misma - no me mira pero es como si me estuviera taladrando con la mirada - Lo siento, cariño, pero se ha acabado el tiempo que teníamos.
Debes partir.

Se levanta hasta su altura y le da un beso en la mejilla. Triste.

Betriz asiente como si también sintiera que es el momento y que no hay otro.
De la guarda de Tetis se aproxima a la sima.
Inconscientemente se atusa el flequillo.
- No cambia nada - la oigo declamar y lo siento como si fuera su mantra.

Entonces soy consciente del que rumor regresa en mi interior escoltado por su gemelo sobre el Árbol, su disgusto.

Es un esqueje escondido cubierto por una sordina profusamente antigua pero que hoy, en este lugar, se le ha desprendido una capa y al descubierto me inunda con un zumbante malestar.
Viene a mi muy despacio, deslizándose por caminos tallados a la espalda de mi percepción, mi entendimiento o mis sentimientos, con todas sus explicaciones o al menos primero con las mas obvias.
La primera es que ya ha tocado el Árbol y con el a todos lo que Él toca por acto o por juramento.

Es una impresión en sangre, vertida por los peones furiosos u obtusos.

La segunda soy yo, como una pieza maquinada sobre el tablero una noche de noviembre con el cuchillo en el cuello de mi mejor amiga para alimentarme con el don de hacer que sea nefasto cualquier movimiento, tanto la huida como el consentimiento.
Él es tan taimado como para esperar en los dos extremos. En la mancha derramada en este sagrario o en la ausencia de coronación de su fraternal Esposa.

- No cambia nada - repite Betriz.

Quiero gritar para que se detenga pero el parapeto del dolor se derrumba y creo que le ayudan y antes de que pueda siquiera gemir todo me da vueltas y se funde en negro.

Océano (XII): Vestido de Sangre nos Cubre

El templo frente al que se ha producido la confrontación resulta ser el de Rea.

Auristrata ha decidido con celeridad en los breves segundos que han precedido a la muerte de Myla y ha ladrado ordenes precisas a todos con una determinación que aleja decisiones insensatas.
Líceo, cojeando, aparta hacia el edificio a Pontos con ayuda de Kebren y a mi se me encomienda servir de apoyo a Metis que ha destrozado sus cadenas.

La mujer ciega se queda fuera contemplando los despojos de Túcides y el cadáver de Myla.

No podemos evitar mirar atrás mientras ascendemos por la escalinata de basalto.

En mi no puedo desentrañar el sentimiento. Es un maremágnum variado.
En Metis hay una inconfundible expresión de fracaso afilada con las sombras que se proyectan en cuanto entramos en el templo.

- Déjame aquí - me exige cuando atravesamos un rincón oscuro proyectado por inmenso catafalco de madera que preside la estela figurativa de la Diosa.

Ambas nos quedamos mirándola, poderosa sobre los sitiales de piedra cortada con esmero que soportan la pared vertical semejante a un ovalo que mantiene el prominente mosaico vertical de su Efigie.

Es hermoso aun que se lo vea triste en la mirada. Quizás es solo la distorsión en mis ojos. Lagrimas sin humedad.

No ayuda a la paz, el eco de las discusiones de Pontos y otras voces, desde las raíces de la construcción.
Es como si los gritos sean la respuesta que ahora busca y necesita este lugar.

Agitada, me dejo deslizar la espalda por una labrada columna no muy cerca de Metis pero no muy lejos pero al final gateo hasta ella y le desenredo el desastre de los clavos arrancados y los hilos de sus cadenas.
Un olor saturado de sangre se arrastra hasta nosotros lentamente mas allá del que brota de mis propias manos y de las llagas de Metis.

Entonces distingo, aquel temblor como un canto que ha acudido a mi fugazmente pero que ahora es alto y claro en su monotonía sin distracciones. Un gruñido primordial descrito a través de la tierra por el Árbol.
No es nuevo en sus ramas pero si esta cambiado el sesgo y ese cambio hiela la médula de mis huesos con nefasto sentir.

Metis me contempla concentrada por que me he detenido pero no dice ni palabra.

Líceo aparece con su alargado gesto de enfado y se pierde en las entrañas del templo con el visible deseo de que le den una razón para emplearse con sus armas.

Bajo el umbral de entrada, Auristrata se enmarca cambiando el patrón de la luz. En sus brazos sujeta un cuerpo amortajado que no podemos confundir.

Pontos llora y camina lentamente hasta la dos mujeres.

¿Como compartir la visión de un hombre roto?
Lo miro y desborda la copa de su dolor. Roza el paño sobre su cabeza y besa el hueco de sus labios y es cuando aparto la mirada avergonzada.
Cierro los ojos y me muerdo el labio y me esfuerzo en acudir a esta bagatela que es concentrarse en la maraña sobre Metis. Pero ella ya ha terminado y nuestras miradas se cruzan cuando retira el grillete del cuello.

La situación me supera. Flota en el aire que no se que decir. Pero mi pecho, mi  boca, mi cerebro se empeñan en ir al extremo opuesto y gracias a la Diosa eso duele y la agonía de la herida no me deja estropear su momento.

'¿Que me pasa?¿Por que este afán tan grosero'

Unas manos me sostienen y el susurro apagado de Metis, hilado con el dulzor de una lejana melancolía me habla despacio.

- No te muevas, Tiznada. Te vas a hacer mas mal que bien.

No hay mucho amor en su tono pero sus manos la contradicen mientras me sujetan la cabeza y revisan los vendajes.
Me deja reposar sobre su hombro mientras la tierna sordina de su aura se filtra.

- Había visto el Catafalco y la mudez del olor de las flores, y el timbre de los cantos - de repente se lamenta - como siempre en la lengua de los Dioses ni entendí a quien estaba destinado. Cuatro milenios me han enseñado el futuro y sigo en la bruma y la consternación - se aprieta contra mi como si fuera una conocida de toda la vida, igual que hizo Auristrata y le devuelvo el abrazo.

Nuestra pena esta con Pontos. Nuestra mirada se pierde en Myla.

- No he entendido nunca por que siempre habéis querido poseer lo que yo tengo - su voz es candente - por que querrías ver las inacabables variantes de esto - abarca la escena con su brazo - De Esto.

Apenas vislumbro la certidumbre de que haya contemplado antes a Pontos besar a su esposa atreves de la mortaja y la colocara en su ultima morada bajo la diosa, o si rememora a Kebren haciendo lo propio por ella o si es a la inversa o si ve lo que hubiera sido el destino de otras personas todas diferentes, todas inamoviblemente tropezando en el camino con este mudo sepulcro que mientras estaba aguardando.
Me había preguntado por como veía Metis el futuro pero no lo ve lo sufre.

En este lugar su espera termina cuando Pontos y Kebren depositan cariñosamente a Myla dentro del palisandro y la cubren con temblores y silencio.

La mirada solemne de Metis brilla con el fulgor de la locura de saber y no poder y sus ojos se empañan de lagrimas tan rotas como las de Pontos, por que quiere a su compañero y no ha podido librarle de esto.
Mi mano rodea la suya y sin guía trato de darle alguna fuerza de consuelo.

Sus compañeros tardan un rato en recuperarse. Kebren sujeta a Pontos por el hombro mientras él libera su dolor con palabras inaudibles. Con gestos quedos, delicados e íntimos.

Me doy cuenta que el haber elegido ayudar a Metis es una bendición. Si no le estuviera cogiendo la mano me habria dispuesto a acercarme a mi Amigo y seria como una cuña en su lamento.
Sin voz rezo. Pido a mi Señora por los dos esposos con el ruego de que no se pierdan el uno al otro por mucho que pese el tiempo.

En la penumbra al final Kebren convence a su camarada de que le acompañe y lentamente regresan a las interioridades del edificio.

Vuelven a sonar las voces pero mas centradas incluso cuando discuten. Es un parlamento pausado, disciplinado y al final solemne en el que la palabras nos llegan en esa lengua de cientos de frentes que te hacen entender cuando quieren. No llego a comprender mas que el contexto y el fondo de lucha que se desencadena y de promesas bajo el peso de la Estigia que incluso en la distancia Metis admite al aire con convicción entre el cansancio.

Un pacto para proteger y servir y mantener la lealtad con esta realidad y sus dioses y enfrentarse a la tergiversación. Las raíces de otro pacto mas anciano, pronunciado muchos milenios ya contra los Malditos, se reconocen en el énfasis y la determinación.

Por un momento suena lejanamente a guerra civil pero luego, veo la cara de Pontos y aprendo que sabe que si permitiera liberar esa furia, el infierno se desencadenaría. Por encima del dolor ha interpuesto los limites del honor que le centran en rescatar a Betriz, recuperar a Helia, recomponer lo dañado antes que destruir.

Como mi mirada le prometo que estoy con él que es lo único que puedo hacer.

Kebren se acerca hasta nosotras para contárnoslo en detalle.

- Quedas al cargo de nuestra invitada, Amor - el semblante serio de él no puede evitar el furtivo gesto de buscarse las manos - Tenemos que encontrar a Betriz. Tememos que los Pecadores la Vistan de Sangre - traga saliva - Después de lo que le han hecho a Helia... De lo que han hecho aquí...
- La han derramado. Nuestra Sangre. Han. Pecado. Todos. - el gesto de Metis es interrogante y malsano - ¿Hoz o Fuego, mi Amor?

Kebren se cubre la cara agotado por unos pensamientos lóbregos que no logra contener. Metis le sostiene la otra mano con firmeza como transmitiéndole una fuerza que le protegiera. Dame lo malo a mi, cariño. Dámelo como siempre.

- Hoz - le contesta él mirándola a los ojos.
- Bien - asiente ella con una comprensión mas allá de lo que aparenta - Bien.

Se pone de pie y le besa y es un beso desesperado casi de despedida. No se apreciar muy bien de quien de los dos.

- Ve, Amor, Estaremos bien. Ahora han despertado la ira de nuestra señora Rea. No tendrán opcion. Yo velo por nuestra invitada.

Veo a Kebren vacilar con una sutil ojeada en mi direccion de dubitación secreta. Sin embargo el lapso de indecisión se diluye con el ímpetu de la constatacion de otros deberes mas duros. Roza con mimo la mejilla de Metis y arranca de alli una lagrima que no he percibido antes.

El besa el dedo húmedo.

- Desearía que fuera dulce y no amarga - le entiendo decir a ella y se miran y sin otro beso se separan.

Kebren se dirige a los otros, dejan algunas armas variadas en la entrada y se van del templo dejándonos sumidas en un ominoso silencio. Largo Silencio.

Me doy cuenta que cuando el mundo enmudece mi cabeza busca desasosegada el llenar el hueco. Por que si no lo tapa el temblor de desamparo de las fuerzas en movimiento me drena.
No puedo hacerlo. Pensar en forma intensa nunca ha bastado. Para protegerme hablo y las Parcas han cortado el hilo que me imposibilita.

La emoción viene hacia mi interior en aras de palidez en el reflejo sobre el rostro aurealado de Myla y en su tono maliciento y muerto.
El nudo en el pecho que se ata poco a poco que lucha con el cuchillo sin filo que quiere cortarlo.
El universo se tambalea bajo los ojos de ladrillo de la Diosa y la opresión cae sobre mi desde todas partes pero solo se crea desde dentro.

Es la muerte.
Mi odio y mi miedo.
Hacia Ella.

La nausea entra y choca en mi boca con dolor espasmódico y me contorsiono hacia el suelo.

Pero Metis no me deja caer y que me golpee y me sujeta con inusitada fuerza por la cintura y sin compasión libera la vía del vomito con su mano libre.

La percepción del mundo se tiñe de rojo que se torna en un eléctrico violeta muy oscuro recubierto de un olor metálico.
Arrojo sangre y bilis y trapos por que hace una eternidad que no he comido nada. Noto mi lengua acartonada y flácida.

Junto a mi oído delicada como una caricia muy cruda la oigo a ella.

- Te entregas ¿Verdad? y tu amor te engulle.

Habla en un idioma antiguo, algo áspero y obtuso que misteriosamente comprendo claramente pues son palabras que ya he escuchado pronunciadas por mi boca pero con el sentido retorcido hasta que han llegado al otro extremo. Metis las carga de un sabor limpio y en mi son sucias.

- Ay, Gabrielle, mi querida Oveja negra - sus labios se sienten calientes y peligrosos junto a mi oreja.
- Gabrielle ¿Querrías, Tu, comprender sus misterios? - dice señalando a Myla muerta - Ella los conocía y ahora los ha descubierto. Tu, la querrías vencer cuando amarla es lo que se te esta pidiendo. Mírate, ni siquiera puedes engañarte dominando tu cuerpo. Tuviste tu respuesta muy clara desde los inicios pero te negaste a pronunciarla a través de tantos años y años.

Habla como una amiga querida pero aun así dolida e incapaz de perdonarme una transgresión aun vigente.
A pesar de mi gemido de dolor y terror me sujeta la mirada fija a le difunta yaciente.

- Solo quien desafía sus negros instintos, Solo Ese, pasa las crestas y las olas que brotan del abismo.

De repente suelta su presa y me libera para que me recomponga. Para mi sorpresa me acaricia el cabello.

- Has tenido hijos - afirma con el deje insinuado de vileza de ello. Parpadeo sin saber a que viene eso.
- Pensé en que eran parte de tu plan retorcido de escape. Lo has ejecutado primorosamente ya en tantas ocasiones... - mastica esta afirmación con desprecio.

- Pero luego haces cosas como estas...
Me roza la trasquilada mata de pelo con genuina fascinación.
- ¡Les cortas el pelo!.

Ya no me enfrenta desde atrás, sino honestamente cara a cara y no puedo encontrar ni un rastro de la locura que pueda explicar un monologo tan extraño.
Tiene la cordura acerada de la revelación y el conocimiento de quien fui, soy y seré con tantas variables y precisos detalles que puede moldearme o aplastarme y que ha escogido la opcion y no ahora de liberarme.
Ella sabe lo que estoy pensando.

- El azar Gabrielle, no forja el destino, solo la elección - su sonrisa es pía pero sus manos cogen hasta que se quedan blancas de la presión la madera del sepulcro perdiendo su mirada un largo instante en el rostro de Myla.

- Me he acostumbrado a odiar mi don - me confía y se que es a la primera persona a quien se lo dice en voz alta. Traga una pausa llena de visiones sin freno.

- No podría sobrevivir al tuyo. Y tu lo haces.

No debo poder disimular la perplejidad ante una franqueza la suya, tan incisiva.
Mi mano roza su mano en el misterio de nuestra cercanía y la sensacion familiar perdura pero ella no la deja asentarse.

- Tenemos que irnos, Tiznada - susurra muy bajo y muy firme - Lo sabes. Los caminos de los dioses son tortuosos y debemos enhebrar el siguiente.

Se aparta con suavidad y añade - Este lo eliges tu.

Soy consciente de la liberación de no poder hablar y perderme en mis palabras.
El rostro de Myla me evoca a Annette y la consternación de verla acechada y vulnerable a la esencia de un aspirante a dios viejo y taimado ansioso por regresar. Como Betriz.
También conjura la cara de Helia negra y supurante con la sangre de los que ha asesinado en un odio visceral que ciega el pozo de su humanidad y que es tan fácil de entender. Un Alma atrapada en el maquinar, maquinar y maquinar pero un alma consciente tristemente.

La conmoción de sus penurias no me libra de la inteligencia de saber que la acción a continuación ya esta marcada y las lagrimas de mi corazón surcan también mi cara por Pontos.

Metis me espera con estoica tristeza y con gesto adusto arranca el aire sobre mi pecho con la garra de su mano izquierda, estruja lo invisible y se lo traga.

Me quedo helada al oir mis propios pensamientos en conjunto con otra voz.

'No todos pueden ser salvados y Debemos salvarlos a todo'

Los ojos de Metis se estrechan como dos ranuras para abrirse como con un estallido.

- El Árbol - sentencia estirándose como si pudiera desdoblar las palabras.

Asiento muy lentamente conociendo que he hecho mi elección antes de comprenderla y que tengo que vivir lo que me queda con ello.
Una decisión que esta esperando que acepte a que la lleve a hacer realidad.

La parte en mi que rehuye la muerte me susurra como sestear y hacer el truco que me deje respirar un día mas al final. Hay una pequeña parte asustada y cobarde que quiere rasgarse y tirarse al suelo inmóvil, escondida  por siempre entre los pliegues de la locura y la compasión de los otros. Si ya no regreso una voz en mi interior pregunta que va a pasar con Asier y Annette y me plantea que dude. La parte mártir y vanidosa  quiere que me lance sin pensarlo y por experiencia se que me puedo confundir con lo que me diga.
Sin embargo, ahí profundo la veo. Hace una eternidad que no recordaba su rostro embargado del trazo de los oleos o de la patina sepia de las fotografías que no le hacen justicia. Pero hoy  aquí no es difuso y de recuerdos. Es carne y brillo en los ojos.
Sonríe con ellos y es esa sonrisa que nunca he contemplado la que aparta la tormenta de voces y pensamientos hasta que es constante uno solo, el mismo que ella tuvo.
Metis lo pronuncia construyéndolo de mi mirada.
- Betriz tiene que Vivir.

2/9/14

Oceano (XI): El Caos mas Hermoso y Estremecedor.

El huelgo de tregua resulta demasiado estrecho, apenas unos segundos para recomponernos.
Líceo y Tucides se aprestan con sus armas para la confrontación y Auristrata se coloca en guardia desenvainando.

Veo a Kebren sujetando a Pontos tratando de hacerlo reaccionar junto con Myla.
Metis con evidente esfuerzo los cubre empuñando lanza y escudo. No se que podre hacer con mi cuchillo mas de medio mareada pero lo desenvaino.

Me parece como si nos precipitáramos a tumba abierta y este suspiro de paz es la pausa que precede a la tormenta.

Auristrata nos grita y ese es todo el aviso que nos dan los hados.

El grupo opuesto se he replegado y esta huyendo poniendo distancia pero aun restan algunos rezagados.
Una figura solitaria se concentra curiosa en nuestra direccion.

Es un individuo algo mayor, de mediana edad al menos, pues viste canas en el cabello y barba, un tipo afilado de rasgos arrugados, e irrespetuoso en la mirada cínica y perversa que nos ofrece.
Sus labios se aprietan en una lineas fina de diversión sarcástica, como alimentada por un negro chiste.
Un chico ansioso le comenta algo aceleradamente al oído con visibles ganas de marcharse con el resto del grupo.
Como si respondiera a su palabras el hombre medio sonríe y sin ningún otro ademan claro articula un visible 'ven' en griego sin sonido que retumba en nuestros cuerpos.

Lo que conjura viene o quizas es.

Parte del sorprendido cuerpo de uno de los viandantes que se derrumba en papel y heces y de repente ocupa un buen extremo de la calle.

Lo que es, es dificil de describir.

Como seres de imaginación articulamos criaturas coloridas en nuestras narraciones, criaturas reales aun pertenecientes a los sueños, criaturas comúnmente complejas de cuerpo hecho con piedras de la vigilia y sostenida por le argamasa de lo imaginal. A veces se apegan mas al mundo que transitamos despiertos. A veces son casi todo quimera.

Sin embargo también hubo una Era apropiadamente sellada con el olvido donde ni vigilia ni imaginal fueron lo que son ahora. Una época de desorden y vorágine que albergaba seres como el que nos estremece en este mismo instante con Caos.

No tiene forma, si buscamos contornos de materia o pensamiento, solo la certeza en los pelos de la nuca y el rabillo de los ojos, de que ocupa un lugar cuando se desplaza alrededor, en nuestra direccion. Esta a nuestra izquierda y nuestras piernas instintivamente nos pretenden alejar lo mas posible de su presencia.

Reconoces una pulsación del aire, repentinamente aterrorizado, y golpea con un espasmo de huracán y aparición, que proyecta a Líceo a la distancia y cae sobre Túcides, con una dentellada sin remedio.

Una rafaga de fuego de ametralladora enmudecida lo irradia dejando a la vista en la carne sus colmillos. Un jirón de pasado, otro de futuro, así mas, decenas de inversiones de las posibilidades contenidas en el tiempo de una respiración.

El movimiento contorsionado de la criatura se alarga dejando un cadáver indescriptible de lo que fue, seria o pudo ser Túcides en lo que resta de disparatada unión a su carne muerta.

Su estela de aristas derrumba el tiempo restallando como una cuerda que busca su nueva posición de forma espasmódica y cae como un látigo hacia nosotros.
El empeñon que recibo de Auristrata es tan intenso como el que le da Myla a Pontos y Kebren.
A Myla la alcanza de lleno en la espalda mientras Auristrata y Metis tienen tiempo de golpearlo con sus armas.

El estertor de la criatura es brusco y apenas por un dedo no me acaricia el rostro.
Percibo el hedor asfixiante del tiempo putrefacto y descontrolado antes de que existiera una orden que lo acotase de su capricho ciego.
Ahogo un grito que se extiende por todo mi cuerpo hasta que la criatura se desvanece como si no pudiera hubiera existido.

Despierta en un parpadeo, contemplo la mano envejecida de Auristrata y escucho la orden apremiante que me espeta para que me dirija hacia delante, hacia Myla.

Voy hasta ella casi deslizándome a gatas tan rápido que la alcanzo antes de que Pontos y Kebren se levanten y me imiten.
Contemplo el fluir de su sangre y la palidez de su rostro y no soy consciente de la herida traspasada hacia mis manos cuando la toco para curarla.

Myla y yo quedamos separadas en un aparte atemporal. No realmente fuera del tiempo sino tan dentro de todo él que no hay una linea única que transcurre sino todas las incontables facetas de aquello que no fue posible pero que se abalanza sobre el espíritu envenenado de ella por que ahí y ahora pueden ser.
La mancha de la mordedura se empieza a perfilar y gana peso que nos aplasta por que es ávida y así puede sobrevivir.

Trato de curar una herida que no esta por que mi saber se basa en una fuente superficial que es el cuerpo, y el poder de mantener el alma, la esencia de la vida unida a la carne, lo desconozco.

Sin embargo el hechizo, a pesar de la dificultad, esta activado, sin otro soporte que el puro aliento de mi convicción enfrentada a la herida que hace que el sesgo implantado en Myla también sea mio.

Es una guerra de voluntades e instintos no planificada que empieza a cuenta gotas pero que imperceptiblemente se incrementa y se inflama en una corriente de fuerza mental y física que derrama desde mis sellados labios una espontanea e ingenua plegaria de las palabras mas simples.

- Por favor Señora, Por favor Señora, Por favor Señora.

Me alcanza el instante en el que lo consciente y su entramado colapsan incapaces de sostenerse llevándose abajo mi vista y el resto de los sentidos.

Soy Myla con sus latidos cosidos a los míos y me crujen los dientes de apretarlos con el esfuerzo de mantenerlos vivos, sonando, mientras se desgrana una mancha de vejez o la salida de un diente o la hemorragia de un parto tardío en una madre demasiado joven.

El enemigo ha excretado una singularidad de repleta variedad de vida, pero desarticulada en un desorden vampirico que se alimenta de todo lo que le da energía.

Es un veneno tan completo y simple que es una trampa a la que reacciono inconscientemente de la única forma que se me ocurre intercambiando esos momentos de su cuerpo al mio, para apagar sus hechos con los míos, viendo si conformando una carnaza mas suculenta para el caos, el tiempo pasa lo justo para que el toque se disipe.

Sin embargo no cuento que donde nosotras tenemos unos limites que nos conforman esa cosa parte de un lugar sin esas trabas.

Me veo en los ojos de Myla desvaneciendome por el sumidero del amor propio y el agotamiento a una velocidad abrumante.

Me doy cuenta cuando llevo un rato sin parar de gritar.

Me dicen que donde yo conmociono con mi aullido Myla se transmite por su silencio vacío de respuesta.

Eso permite a Kebren salvar a Pontos noquenadolo antes de que se hunda con nosotras tratando lo que no es posible.

Creo que es Auristrata la que se acerca lo suficiente para ver como Joseph con perfecta Claridad.
Es ella la que nos toca de la única forma en que es posible hacerlo en ese momento: con palabras.
Casi estoy segura que es Myla, mas lucida, la que responde a ello y me habla y me asalta la duda de que no es la única que me susurra al oído.
- No puedes hacerlo - oigo que me intentan hacer entrar en razón con ternura.
- Las cosas nos desbordan...
- Dejalo - resuena tajante.
- Prometiste... - me recuerdan implorantes.
- Océano no se contiene en un cuenco roto
- Querrías tu comprender el misterio - sopla un voz severa.
- Lánzate... Desatate...Vuelve a tu Raíz...Coge. Lo...Que... Deseas.
- Solo si desafías tus oscuros instintos pasas las crestas y las olas.

Veo el limite por que Myla febrilmente me lo señala y me doy cuenta por fin del peso del dolor en mi cabeza y mis huesos y que como al pozo negro de Albora donde seduje al Blanco Dios Gusano, el palpitante y retorcido hecho de mi ser queda al descubierto mas allá de la barrera de ese mundo que alumbra criaturas como la que nos han conjurado.

Estoy ahí libre de entrar a través del alma de Myla a la voluntad de mi deseo y lo siento descarnado, brillante con su firme luz y viejo como cada una de las cicatrices con las que ha intentado acallar mi espíritu.
Mi Animal sonriente en sus formas extrañas de Diosa Omnipotente.

Hay quien reconoce los momentos en los que ir o en los que estar.

Yo me miro a los ojos, acechantes, mas alla de Myla y mas allá de la humanidad.

Veo a Myla que se muere y veo su esperanza en los ojos y no se donde la ve por que lo que yo veo en el reflejo es el Monstruo del Caos mas Hermoso y Estremecedor y Que veneraran todos.
Pero ella me reconoce en otra forma en este ultimo aliento.

Y es ella la que es poderosa y la que es hermosa y es digna y me quiere sin conocerme siquiera por que esta convencida de mi y me tiene fe.

Estoy casi tocando la faz del Caos sin Medida pero lo niego y alargo mi mano hacia ella.

- ¡¡Ven!!. ¡¡Liberate!!. ¡¡Regresa.!! ¡¡Se tu verdadera Dueña!! - un terremoto de sonido me interpela - ¡¡Reclamate y la podras Curar!!
- Unicamente el Abismo llama al Abismo - oigo a Myla.

No me enzarzo con el monstruo ni le doy la espalda por que se que seguirá ahí. Unicamente no lo miro y miro los espejos del alma de Myla con el brillo menguante en sus iris de limpio mar de verano.

Mi mano acaricia su cara. Mi brazo la envuelve. La acuno en mi regazo y es tan ligera como una mariposa.
Ya no me esfuerzo en reparar su herida, que ninguno de los presentes puede remediar, sino engañándose.
Myla, flácida en su espíritu como en su carne, también alarga su mano buscandome. Se la tomo cuando con dificultad roza mi cara.

Por segunda vez en menos de un día siento el peso de otra voluntad a través de mi esencia y no lo bloqueo aunque el dolor sea atroz y se disperse por mi redoblando cada gramo de su fuerza.

Me sostengo en su mano y esta vez el paso lo siento mas amable y mas tierno y amoroso, muy suave.
Myla toma la mano que me atraviesa convencida, con la verdad en su rostro, deja de mirarme a mi para mirar mas allá pero su labios me hablan a mi.

- Me prometiste... Me prometiste proteger a mi niña y Sé que lo cumplirás. Y Pontos...le...le...A...m...o.

Entonces su aliento no regresa y sus ojos grandes, claros y serios descansan en un rostro sereno.

Se cortan los hilos de mi visión y mi hechizo y su mente y su espíritu vuelan libres mas allá de mi a un lugar que no alcanzo a conocer.

Al recordar como ver, oír, y sentir me encuentro llorando silenciosamente sobre su pecho con las manos ensangrentadas hasta los codos y los brazos de Auristrata arrastrándome unos centímetros del cuerpo inmóvil donde mil astillas de tiempo confundido se precipitan a su extinción engulléndose las unas a las otras.

La mujer me abraza y me acuna contra su pecho y oigo sus palabras junto a mi oído.

- Cabezota, vaya si que eres realmente cabezota... pero... por la Madre de Todos - me abraza como si fuera una hermana impresionada pero jubilosa de poder dar el abrazo, su boca se aleja de mis oídos pero aun a la espalda la escucho murmurar - Me alegro, me alegro tanto de haber confiado en el juicio de Metis.
Me envuelve. Con un silencio reparador que le agradezco. Elocuente Silencio.

Oceano (X): Todas Matan.

Recupero el sentido mientras estoy andando.
Ignoro de donde ha salido la fuerza que me mantiene en pie pero formo parte de la nutrida caravana que recorre las trincheras, pasajes y callejuelas de lo que debe ser la ciudad.

No ando sola. La lógica es que alguien me hace de guía y sostén y me sorprende que sea la desconocida que me tomara de la muerte en aquel ultimo segundo.

Mi brazo se apoya en sus hombros ligeramente mas altos y mas musculosos mientras ella me agarra dirigiéndome para que no vaya dando tumbos, el resultado seguro de la confusión y los mareos de los que empiezo a ser consciente.

Noto el vendaje prieto sobre mi mandíbula otra vez  y la aspereza de las telas en el interior de la boca que añaden al dolor agudo la molestia de su roce y de cíclicas arcadas.

No me siento mejor. Quizás todo lo contrario, aunque descubro que tímidamente vuelvo a ver con los dos ojos. Una visión neblinosa y ondulante por los cambios de profundidad aleatorios.

Hecho en falta la claridad de antes, la cual no me engaño pensando que he soñado. Detrás de la cuenca de los ojos flota el recuerdo del Toque.

Me pregunto si es que nadie mas lo ha visto, pero parecen demasiado abatidos por el asesinato contemplado y las revelaciones vividas y escuchadas.

Trago saliva imaginándome el caos provocado de los actos sobrevenidos. Se puede sentir el calor de los golpes como hogueras frías. Pensaba en la sociedad de los Titanides en los términos de la nobleza de Pontos, la sobriedad de Kebren o el animo candoroso de Helia y todo aquello parece emborronarse en una bruma incomprensible en la que no soy la única que esta inmersa.

Myla y Pontos caminan delante de nosotros abrazados buscando un confort mutuo en el que se susurran al oído. Kebren nos flanquea sujetando entre sus brazos a una Metis desmadejada que parece mas pequeña e indefensa y que masculla incoherencias en una lengua áspera y fea.

No encuentro a Betriz y eso me inquieta lo que agita mi cuerpo lo suficiente para que lo note mi acompañante.

- No la busques - me aclara con calma - Esta con la Dama Tetis y el sorprendente muchacho Oceano. Al final Enipeo ha demostrado una inesperada osadía, y ningún cerebro en el momento de demostrarla  - suspira - Eso es mas seguro que lo que estaremos nosotros.

Sus palabras no me tranquilizan, al reñir con la indefinible emoción de alerta de mi interior y ella lo nota. Instintivamente quiero replicar pero el movimiento acuchilla de dolor mi cabeza y no puedo mas que gemir y tambalearme.
Ella me sostiene con el amarre amable de su brazo y el ancla de una larga vara mientras se rie por lo bajo y me enfoca ese ojo impresionante.

- Me contaron que eras una cabeza dura pero... - su sonrisa se apaga triste - venturosamente ha servido para resistir el envite - me mira como si supiera exactamente de que habla y vuelve a su puesto de acompañante seria.
- No nos han presentado. Realmente se quien eres, Gabrielle Unzaga que en los tiempos de ligereza juvenil quisiste llamarte Gaelle y en París algunos aun te esperan como Galatea - comenta con tono enciclopédico - Así que lo cortés es que conozcas que soy Auristrata de los Kouretes - y añade mordaz - y por si alguna vez la razon se te nublara con la estúpida idea: No me llames nunca Aquella a la debes Algo.
Lo cierto es que lo hace sonar tal y como si yo fuera la que haya pagado una deuda con ella que no conociera.
Me afirma con fuerza y me guía en el paso golpeando con la vara que porta al frente.
- Soy muy habladora por obligacion para desespero de Líceo y Tucides mis hermanos - señala a un muchacho y una mujer que desconozco - pero aunque me gustaria abrumarte con mi conversacion prefiero pedirte, Lampeade, que por mi condición y la tuya, seas tu la guía a partir de ahora.

No lo entiendo en el primer instante en el que me parece que me guiña su extraño ojo cómplice pero cuando lo abre y me ofrece un iris azulado inyectado en plomiza sangre me sorprende la revelación de que es ciega y que solo limpia su mirada el advenimiento de cual sea su poder.

La noto relajarse bajo los ropajes y protecciones como si se hubiera puesto en manos de toda confianza y no en las de una desconocida y yo me afano en concentrarme en asistirla lo que sorprendentemente me alivia de otras consideraciones.

Es seguro que tengo una conmoción cerebral de algún grado pero de momento aguanto con pundonor y seguramente hechizos. Afortunadamente la estela de mis compañeros no es difícil de igualar por que también van despacio y el camino que trazan es menos complicado que el que inicialmente realizamos. Las calles y senderos ya no son recónditos si no principales arterias y avenidas en las que el transitar no parece tan largo.
Si noto, con cautivacion extraña, que el saber de la bondad o mezquindad de los lugares por los que pasamos se muestra en la huella de aquellos que en los cruces los han escogido.

Entiendo que mi desazón relacionada con Betriz reside en una intersección aun no hollada pero marcada con la desgracia. Esta está agitada en la congruencia de que el destino una vez cruzado no se podrá volver atrás.

Mi mirada y la de Myla se cruzan varias veces con fuerza. Son mudas conversaciones en las que intento responder a lo que ella ve en mi y de alguna forma se que no es solo ella si no también su marido.
Ellos ya han tomado su decisión en un tiempo anterior a la llegada a los Palacios de Océano y cualquier hecho que esta ocurriendo les afecta bajo ese prisma. Es en ellos que una parte, una grande, de mi esta con Betriz, en mis pensamientos y mis oraciones al lado de mis hijos.

Avanzamos por una urbe asentada en entre vibrante y abrumadora arquitectura armónica en la que los humanos hemos anidado con timidez y respeto disimulando las viviendas en las masas de vastas frondas que respiran agua salada y que se proyectan hacia el cielo del océano sobre nuestras cabezas.

Solo los edificios singulares  parecen brotar de manera distinta como frutos de mayor celo. La mayoría son estructuras funcionales como el mercado o el puerto pero también destacan lo que deben ser palacios y sobretodo los templos. Los primeros son escasos pero los segundo salpican la vista y se cruzan con nosotros a la menor oportunidad. Los hay humildes pero algunos pocos son magnánimamente majestuosos.
La superficie nacarada de uno de ellos nos cubre cuando nos tropezamos con otra comitiva que parece abandonarlo.

La mayor parte de las gentes que hemos contemplado han sido curiosas y amables. Los niños preguntando a sus mayores que fumaban en pipas de barro y las mujeres comentando las peculiaridades de este o aquel vestuario pero el grupo con el que tropezamos esta compuesto por mujeres y hombres extremadamente serios, con la gravedad del devoto que esta entregado a su obstinada reverencia, y es extraño por que se aprestan a rehuirnos al vernos aun considerando que nos separan una buena docena de metros, ellos en la escalinata y nosotros en la avenida.

Entonces la voz de Pontos nos sobrecoge cuando su voz pregunta desenterrando una razón al incoherente recogimiento sin explicación.
- ¿Helia? - interpela desconcertado hacia una parte del grupo - ¡Helia! Gracias a los dioses. No sabiamos...

Helia Thea se detiene como si la hubieran apuñalado y Pontos responde casi al unisono de forma similar.
Nuestro grupo se ha detenido y Pontos solo ha dado un paso hacia ella. El otro grupo se arremolina nervioso, duda si detenerse también o proseguir dejando a su miembro extraviado a su propia deriva.
La voz de Helia suena tan desoladoramente potente y blasfema que nos escalofría a todos.

- ¡¡¡No!!! ¡No me pongas en boca de los dioses! ¡¡No les debo nada!!.

La incertidumbre nos recorre como un gusano helado en un silencio sin respuesta.
Algunos de los integrantes del otro grupo, mas dispuestos se dirigen a Helia. Se mueven con la sorpresa que asalta la conciencia de aquel al que descubren haciendo maldad pero no es solo eso, se ve en sus caras rápidamente sobrepuestas a la emergencia. Son rostros taciturnos y adustos que han sobrepasado un limite que no creían poder llegar a traspasar. Una tonada que vibra en sus espíritus que despierta el resquemor en el fondo de mi mente y el dolor tras mis ojos.

Pontos marca otro paso en la direccion de Helia pero se detiene envarado con visible tensión en la espalda.
Myla lo esta acompañando ligeramente por detrás.

Líceo y Tucides se despliegan comprimidos como muelles a punto de saltar mientras Kebren recula hasta nuestra posición.

Yo no lo entiendo. No he visto sus manos.

Sus delicadas manos amantes de la orfebrería están cubiertas de sucia sangre y tejido hasta los codos.

Por lo bajo oigo a Auristrata preguntar al aire entre la perplejidad y la rabia mientras también se envara

- Por el Ultimo Nacido... ¿Por que lo han hecho? ¿Por que lo han hecho?

¿A que se refieren? pregunta una parte de mi ser. La otra le contesta Que es evidente, sacrilegamente evidente.

Un poco mas adelante Pontos inspira y vuelve a llamar a su ahijada con voz quebrada.

- Helia, por los dioses ¿Que significa...?

Ella se desentiende de sus compañeros avanzando hacia su mentor y maestro con los brazos de dedos nerviosos colgando a sus costados, dura como como no la he visto nunca, como no ha sido nunca.
Sus labios se retuercen con sus lagrimas. La hermosura que se intuye, la que poseía, esta rota.

- ¡¡No te atrevas!! ¡Ni los menciones!¡Les di todo y ellos no me dieron nada!¡¡Nada!!.

Oh Diosa, Salvadora. Esto es lo que han hecho. Esto es lo que han hecho.

El brillo de Helia. Aquella gracia celestial de su inocencia no esta. Ahora es un cascaron anegado de grietas donde las cicatrices se amontonan. Es una Abominación.

No se cuanto esta luchando en su interior por que su rostro es el del asesinato y debe estar perdiendo por que su palabras se transforman.

- Y tu. Tu Padre... - la muchacha escupe con las palabras y lo apunta con su mano izquierda aun goteante - Tu no estuviste. Tus Juramentos... Tus Juramentos están todos huecos.

Su lacio cabello azabache se agitan  rítmicamente al compás de la danza de sus dedos y sus gestos aprisionando con la fricción a lo invisible e incrementando su fulgor.

Da un paso y es un redoble del calor.

Empieza como el mas dubitativo sol del mas crudo invierno capaz de hacerte desear el momento de sus caricias pero sin remedio se precipita a la descarnada luz de mediodía del estío en un desierto muerto y se descarga crispada en sus manos de puños cerrados apuntadas al corazón de Pontos.

Conozco el efecto de esta tormenta danzante de calor y luz pero sin embargo no es esto. Esta destila rabia liquida, desamparo y lamento.

No basta taparse con las manos y cerrar los parpados. La piel no puede detenerlo.

Nos sacude con una fracción pura de la esencia primigenia del Sol derribandonos.

Pontos es el único que resta en pie, escorado para proteger con su cuerpo a Myla pero aun con fuerzas para hablarle a su ahijada como a una hija.

- Helia. Por todo lo Sagrado. Detente. Hablame. Cuéntamelo. Descargarte de la aflicción. Dime que te ha pasado y quien es el culpable y yo...

Durante un instante hay un palpable freno al flujo de la llamarada y me imagino que Helia esta dudando pero con los ojos otra vez abiertos para contemplar advierto que no es ella quien ha cejado si no que es un nimbo celador el que difumina el efecto destructivo.

Parece brotar de alrededor de Pontos y reconduce a la lengua del sol lanzada en su direccion.

Este revés que no entiende consigue deformar mas los rasgos de Helia con tanta sorpresa y frustración que parece estar a punto del colapso.

- ¿Y tu... que... Padre...? ¿Tu que harás?.
- Lo matare.

Ella se rie desquiciada y no afloja.

- Tu no harás nada. Son tus reglas. Si alguien me ha hecho esto eres tu.

Inútilmente intenta de nuevo cargar contra Pontos con todas su fuerzas para a travesar la protección que lo envuelve.
- Maldito seas. Baja la barrera. Déjame matarte... - solloza - tu eres el culpable... Me lo has prometido...

Su danza se resquebraja llevándose a bocados a la luz y al fuego.

Cuando el retumbe de su ataque se cierra aun recula unos metros de Pontos y de sus propios compañeros violentamente visiblemente disgustada y decepcionada con sus propias manos, como si nada ni nadie cumpliera con sus compromisos y eso profundiza aun mas con un dolor inmortal e infinito.

He visto a Helia varias veces y su pureza y su vitalidad eran una alegría que te fortalecía en tus convicciones y en la bondad y limpieza sencilla del mundo. Ella recordo a Charo como celebrar la venida del Sol.

Aquí en este instante no solo ha desaparecido si no que ha dejado una carcasa que respira sin saber que la han desecado.

- Vacías - gime mientras se contempla las manos sanguinolentas - ¿Lo ves? ¿Lo ves? Este es el fondo de la verdad de todas las promesas. Están vacías.

Crispa sus dedos como garras mientras Pontos intenta despacio alcanzarla. Ella no le va a dejar. Helia pone con sus pasos distancia.

- Vacío. Padre. ¿Lo ves? Si confías ... Si te crees sus promesas... si tienes fe... Todas matan, Pontos - le grita - ¡¡¡¡Todas Matan!!!! - su aullido es desesperado - cuando te destruyen... cuando te destruyen... - no puede dejar de llorar y cuando se intenta limpiar las lagrimas cruza su rostro con sangre cruda - cuando te destruyen te quedas sola bajo el consuelo de ninguna Justicia ni Respeto.... Nada les debo y Nada me retiene - le mira a los ojos hastiada mostrandole las manos y interrogándole. ¿Lo ves? ¿Ves lo que he hecho?

Pontos tiembla, acusando el golpe moral, invisible peor que el del fuego o el de una arma.
Trastabilla y eso da pie a los compañeros de Helia a tomarla y arrastrarla hacia la protección de la masa de su correligionarios que empieza a escaparse.
Apenas atisbo el desordenado rostro de Helia entre los otras caras.

El tumulto y los gritos ha atraído a algunos ciudadanos se acercan cautelosos.
Un par ayudan a Myla a levantar a Pontos.

Estamos dispuestos a seguir a los fugitivos cuando contemplamos el rostro que viste a Pontos. Esta apoyado en la frente de Myla cuya preocupación es patente.
Por que estamos viendo la cara de un hombre que ha empezado a estar muerto.



Oceano (IX): La Decimotercera

Me desmayo resultado del roce tímido de varias manos cautelosas a varios fundidos de la negrura .

El color del mundo ha rebasado el rojo oscuro de la sangre muerta y es un cerco renegrido que parpadea en mi único ojo que ve.
Me muestra un teatrillo de sombras teñidas por la inconsistencia. Por un rato no hay nada que quiera ver excepto el rostro lunar de Myla que me sonríe preocupada mientras trata con miedo reverencial mis heridas ayudada por su hija.

Me han limpiado la sangre de la piel y la boca, colocando paños rasgados de clamide entre los dientes para posicionar la mandíbula y vendado un nudo fuerte sobre mi cabeza y mi coronilla.

Betriz sigue rajando telas con valioso cuidado.

- Joder...Joder...Joder - la oigo repetir maldiciendo sobre el eco del fragor decadente que nos rodea y sin pensar quiero recordarle su insistencia mojigata contra los tacos y las groserías pero lo único que me sale es un gemido patético que me convulsiona y me anega de lagrimas.
Myla me pide con ternura acongojada que no hable y me abraza para que no me haga daño con los espasmos de dolor. Ella y Betriz me susurran palabras alentadoras en un francés arcaico que no llego a desentrañar pero que se derraman en mi interior como un bálsamo al que agradezco sinceramente con un apretón de nuestras manos.

Mientras, alrededor, el retumbe paralizador se convierte en la voz de la mujer menuda permitiendo que una autoridad suprema nos llegue aun tras un cristal muy grueso.

- La he traído como reclamaste - le anuncia a Leto Febe con una ascendencia que hace dudar de quien obedece a quien - Abandonar toda esta insensatez que orquestasteis y que nuestros verdaderos procederes resuelvan esta pendencia - suspira completamente derrotada - ya hemos afrentado demasiado a los dioses - y no se por que me mira por la comisura del ojo un solo momento.
- Ah, ah, Dama Tetis - exclama el regente de Febe mucho mas relajado y confiado - lo que prometí, cierto, y he de reconocer que si hubiera previsto el gran efecto que lograría esa oferta la hubiera rubricado mucho antes.

Se rie complacientemente alejandose hacia su sitio de preferencia junto a su esposa.

- Excepcional. Rápido, muy rápido. ¿Ves mi amor? Nuestra querida Tetis hija de Tetis no traiciona los rumores.

- No me insultes hijo de Febe. Deja de sembrar niñerias y actúa como un hombre - le corta sin mover un musculo ella - al contrario de unos, se mirar, escucho y me escuchan y por supuesto, por encima de todo, se mi Lugar.
- Entiendo, entiendo - la risa de él es amable aunque no puede reconfortar por que bulle en ella sutil veneno, todas sus palabras tienen ese rasgo - Respondo de mis promesas, si es lo que te preocupa y las honrare. Has traído a la Matrona y en respuesta yo libero de todos los cargos a los ahijados. También a sus invitados y soy magnánimo. Tambien incluyo a aquellos que inconscientes empeñaron su deber o su locura con celo - dice señalando a Enipo Oceano rodeado de captores y luego a mi - la doncella de Rea queda a vuestro cuidado hasta la Ordalía - se detiene para enfatizar el ligamen en lo que viene - Igual que sus heraldos y familiares.
- ¿Esposo...? - se escucha el arranque de queja de la consorte.
- Espera querida - le frena con delicadeza y tono de asentimiento - aun no he terminado.
- Por supuesto - se escucha otra voz mas cálida y serena interpuesta a los murmullos de Pontos o Kebren. En cierta medida me recuerda a Betriz. Joven eternamente pero tamizada por el paso de las eras. - Tetis me explico lo que haréis conmigo.
- Si indigna Dekatria. Sin Padre ni Madre, ¿No?. Jure por la Estigia reencauzar los daños hechos y entre ellos se encuentra enderezar el pilar de la justicia que desviaste.
- Ese es tu parecer Febe - dice maternalmente su victima para agriarse en la continuación - Los demas lo verán como es en verdad al final. Eso te lo aseguro.
- Prometisteis encerrarla en la aguja del sagrado Genealogalos - recalca Tetis algo irritada sin poder evitar traslucir la duda profunda sobre el verdadero valor de las palabras del monarca titanide.
- Así lo haré - confirma el regente - en lo mas bajo y lo mas aislado del Árbol de Vida.
Las dos mujeres, Tetis y Dekatria agachan la mirada compartiendo certeza a sus sospechas. Dekatria le dedica un gesto renuente a Tetis. Ella tensa los labios y crispa los hombros. Pero cuando vuelve a mirar a su interlocutor su mirada esta fría.
- Pero no viva ¿Es eso? - contesta Tetis a Leto Febe.
- Eso lo determinaran los dioses - dice el hombre con una solemnidad no del todo convincente - quizás se apiaden de ella. Otra vez. Pero... - se yergue con una dignidad que hiere dirigiéndose a Dekatria - Pero tu ajusticiamiento es inalterable.
- Mi señor. No es... - se encara la dama Tetis y la mano de Dekatria la detiene.
- No es lo que creías, mi estimada Tetis. No tienes imaginación. No visión de futuro - la abruma interviniendo Peionie. Su risa es pérfida - Pero no temas. No se derramara sangre.
- Sabéis que no habrá una decimotercera ocasión - clama Dekatria como si estas fueran sus ultimas palabras y no las dedicara a la pareja regente ni al séquito y su escolta armada ni a los asustados sirvientes. Son una declaración para nosotros - No tengo Padre o Madre dices pero tuerces la verdad. Mi linaje es el Suyo y Él me reclamará ansioso despues de que durante tanto tiempo me haya rasgado el alma ofreciendosela a sus Hermanos e Hijos desbaratando su plan, eludiendo las garras en mi segunda sangre, muerte tras muerte.
Sacude la cabeza y nos advierte a todos.
- Pero ya no habrá mas milagro. Contáis con ello. Os lo han asegurado. Ambicionáis un lugar a su lado cuando haya vuelto. Lo creéis vuestro...

El tumulto airado se ha vuelto a desencadenar. Gritos y pelea y el aullido de los heridos.
Siento el Cuerpo de Myla comprimiéndose contra el mio protector y la voz de Betriz desencaja
- Oh, Madres. La van a asesinar.

Sus palabras caen sobre mi como un combustible violento derramado sobre el ascua salvaje e indignada que aun arde dentro de mi ser abierto a la corriente de su origen.
Sin ninguna lógica racional me agarro a Myla para insistir e insistir en que me alce la mirada y que pueda verlo.
Ella me contempla el rostro confusa pero su interrogación se convierte bruscamente en un respeto reverencial que yo Gabrielle no imbuyo. Con cuidado coloca mi cabeza sobre su regazo.
La tormenta de dolor despierta un flujo de imágenes destrabadas en mi cerebro y algo mas fuera de mi mente.
Por que aunque me falta profundidad lo que me habla de la inutilidad de mi ojo izquierdo una intuición me habla de que la visión no ha desaparecido de mi lado siniestro.
Una voz desplegada sobre la mía propia en mis pensamientos que me pregunta si quiero mirar. Me pide saber que voy hacer.

Sobre el soporte de las piernas de Myla contemplo el forcejeo inútil de Pontos bajo la garra de demasiados de sus correligionarios y el intento desesperado de consuelo de un Kebren amenazado por porras chisporreantes que sujeta a Metis torturada por sus cadenas contra las que forcejea.

Hay una agonía tal en ella que casi parece éxtasis y esto martiriza mas a su amante que cualquier arma de las presentes. Por que aun capada trata de conjurar el nimbo temporal que la cohabita. Quiere ver por que lo ultimo que vio no le da esperanzas. Mi voz me dice que lo que vera sera lo que sus ojos y no mas le ofrezcan.

Le mostraran que la fuerza mas grande, la voluntad mas férrea, el don mas poderoso, destila un mayor y mayor lazo del destino. Y mas libertad obtienes al reconocer esa sabiduría.
Se que eso es lo que se ve en Tetis sobre el contrapunto de ira, de dolor, desasosiego y hastío que reina sobre el caos en palacio.

Apenas puedo rememorar el aspecto de tono en su voz pero se que esta ahí sutil, conectado levemente con mi mirada fugaz una, dos, hasta tres veces como una llamada invisible a la puerta antes de abatir firme el dedo de Tique y el Filo de las Morias sobre los hilos malogrados presentes.

Es un instante de eternidad donde el silencio se abate antes de que Dekatria diga sus ultimas palabras.

- Sabes que te engañas pensando que aquí y así eludes al destino. Lo que rompes no te perdonara. Te destruirá cuando acabe de despojarte de todo.

No expresa amenaza si no tristeza lo que remarca aun mas el desdén de Leto Febe al confirmar su orden levemente y que un hombre a su lado con túnica oscura y capucha se desplace tras la mujer.

En realidad es muy rápido y antes de darnos cuenta la cuerda negra esta arrollada a su cuello y el verdugo le aprieta el lazo con poderosos giros de un madero.

Ella en principio lanza sus dedos contra las hebras de la soga, pero no es mas que un segundo de flaqueza, como si ese fuera el tiempo que le hubiera costado vencer al instinto y sé que esa victoria es por la que ha luchado toda su existencia. Sus brazos caen a los lados mientras agresor y agredida bailan una danza desparejada. El rostro de ella se desencaja como buscando y queda totalmente expresivo cuando nos mira y sus ojos conectan con los míos. Una furibunda explosión de imágenes, sonidos, y sabores y olores cambian el grueso de mi percepción y tras su mirada de iris azul celeste una boca cavernosa gigantesca como una herida segada en la faz de las Eras se conjura como un halo sobre la cabeza de la mujer, con la sangre del tiempo goteando en sus dientes.

Un flujo de fuerza comienza a succionar hacia la inabarcable profundidad. No es el viento, si no una voz con garfios de hueso y anzuelos de cuerno hechos con la heridas que permanece sin curarse y que pronuncian el idioma que hubo Antes.

Orificio y torbellino rodean a Dekatria como el abrazo poderoso de un cepo incorpóreo pero no irreal brillando en un fulgor violeta majestuoso.

Lo recuerdo de antes, rondando sobre mis recuerdos de Annette y Asier mientras deliraba hacia mi muerte.
Entonces había intentado ¿Que exactamente? ¿Apuñalarlo? ¿Con los dedos y sin palabras? Solo tenia rabia.
Ahora me tiene paralizada con la lengua de mi voz sinuosa rascándome el cerebro, los ojos llorando y sin poder parpadear y el dolor clavándose en mi cráneo como un filo en todo el centro.

Dekatria se relaja y restalla el sonido terrible del hueso roto, y sus ojos no se cierran fijos, atados a los míos.
Entonces su cuerpo se derrumba en los brazos de su verdugo pero no así su mirada.
Sigue mirándome sin ojos con tal intensidad que intuyo los retazos ocultos de ella misma que no han visto los ojos mortales.

Hay una parte de lo que la acecha en ella, tiznandola de una familiaridad pintada con capas y capas de su odio mas concentrado y al final mas refinado. Hay mas detalles que mantos disciplinados han podido ocultar en el transcurso de su vida, larga, larga vida. Y sus muertes. No definitivas pero no inocuas.
Pero eso es hasta ahora. Ya no hay treta ni escondite. Solo la posibilidad de avanzar. Es un camino que el huso de las Repartidoras sostiene bifurcado.

La mirada se multiplica. Unos dedos y una mano se extienden en mi direccion y la voz que la envuelve también me dice algo, seductoramente.

El susurro detrás de mis ojos me pregunta si o no y soy consciente de la fisura y por que paralela a mi voz me interroga.

La pregunta es sencilla y no así la sensacion.
Las Manos Salvajes están dispuestas sobre los bordes de la puerta conjurada por mi muerte que no cesa.

Tengo miedo, miedo de verdad, muy concentrado y sincero y me asusto por dentro de mi misma recuerdo el paso una vez antigua por todo esto, y regresa la duda y la negación.
Pero peor por que ya no solo esta en la picota la inocencia si no las consecuencias.

Tengo la seguridad no preguntara una segunda vez solo esperara a que elija.

Mi condenada voz superviviente me dice las palabras que tengo que pensar. No son difíciles, basta un préstamo de la memoria, y una secuencia de actos que ya he ejecutado.
Él esta aquí, el Devorador, y su victima de la siega esta dispuesta.
Solo debo repetir lo que hice la otra vez, lo que hago siempre, nada. No mancharme con la implicación de enfrentarme.

Y esta vez es peor por que la maldición y el castigo son también para mi. El vaticinio de mis labios y el de los de Dekatria. No habrá cambios si no escojo la huida. No habrá perdón por tan poca penitencia.
Después habrá mas y mas y el pozo a llenar es eterno.

La huida es fácil. El cobijo que da ya lo has sentido. Liberación de la carga de tu segura mortalidad.
El respaldo del poder del Padre de los Dioses y sus Hermanos.

Es tan fácil de acariciar.

Somos los que hacen lo Correcto - oigo la voz de Metis - Somos los que hacen lo Correcto.
Lo que eres depende si de corazón quieres responder...
No es la voz adulta de quien he conocido si no el hilo de voz asustado de la chica casi una niña que fue, en una mazmorra de sedas, a la que la he encadenado en el deseo de mi vileza.
-¿Que vas a hacer?.
- Di no - casi me oigo responder - Di...

Me precipito a mi demacrada encrucijada, mis propias manos se alzan sin control. Me las meto en la boca y me araño la lengua y me la muerdo hasta que no soy capaz de articular una palabra que no sea un acto y ese acto chorrea desde mis manos cubiertas de sangre y despellejadas a mordiscos.

Manos que lanzo a través del sufrimiento que me inflige y sus firmes promesas y en convicción se funden con Ella en las suyas desnudas, atadas con el peso de la muerte que tienen unida y con ella empujan los bordes de la grieta hasta sajarla de arriba a abajo para que se escape sin remisión por ella lo que retengo hasta que un día me deje vacía de mi y solo llena de la promesa de Ella.

Consciente del fondo y los recovecos de a Quien y a Que estoy entregandome expando la brecha hasta los limites.

Una mano rauda salta de mi cara, esquelética, carnosa, reptiliana, envuelta en una túnica de sombras.

Agarra la otra mano y tira de ella mientras la muerte alcanza a Dekatria por decimotercera y ultima vez, atrayendola, a través de mi, a la encrucijada, sacudiéndome en el proceso con el culmen del dolor provocado por el paso del parto inverso del alma de Dekatria por la diminuta hendidura en mi ser hacia su destino en los campos Asfodelos y lejos de su Ávido Padre.

Me deja la revelación del misterio descarnado que orquesta el conjunto de todos mis temores y el de los ajenos a mi e inscribiéndolo en profecías de un tiempo aquí y otro a muchos años en el futuro, muestra en que, mi destino, el de mis hijos, mis amigos, mis conocidos y el del mundo y de los dioses llegara a depender y lo envuelve en la seda negra del colapso antes de que pueda comprender.