28/5/11

Cabaña.

Dos docenas de pasos antes de que la pueda contemplar ya se que esta aquí.
Se me muestra con su perfume acre y enigmático.
Vendrá después a mis otros sentidos pero antes que nada, siempre primero, es el olor.

Su Esencia. La Muerte.
Me saluda.

Es el instinto.
El de andar una pizca mas despacio.
El de apreciar embriagada la conmoción y el estremecimiento de esa inflexión familiar, como de amiga.

Encontrar, al llegar, el frontal de la cabaña despanzurrado por Anibal a un lado no sobrecoge tanto como la certeza de tenerme que agarrar a algo solido y frío que me mantenga firme en este momento.

El lugar, aparece entre los arboles de improviso, conectado a la metrópoli foránea por un camino serpenteante que se pierde fuera de vista entre la fronda.

La casa es típica.
No muy grande.
No muy rustica.
Con las justas vestiduras de madera para luchar contra la humedad y el frío y con una solida chimenea para vencerlo.

Sin embargo, desprovista de su acceso principal, se remarca lo lúgubre de la escena en su intimidad.

Charo se afana en librar las ligaduras del profesor Spangler mientras Anibal sofoca con su mole a alguien que aun tiene los redaños de patalear.

Los cuerpos de Clarice y de Abel reposan en el suelo alfombrado inertes.
Sobre las paredes Harsicha y Rebecca aun cuelgan amarradas.

Son sus cuerpos muertos, lo sé aunque insista en comprobarlo.

La marea de emociones a tumba abierta se rasga contra los acantilados de hielo y pedernal que he educado.
Las olas rompen.
Vociferan.
Que no callen esta bien.
También que no me inunden.

Hay noticias que preferirías retardar o que su hecho se pudiera evitar.
Sin embargo...
El corazón de ella no late y la respiración de él ha viajado lejos.

Lloro por dentro en oleaje rompiente. No lloro por fuera.
El acantilado es un equilibrio en el que estoy en medio. Eso he aprendido Madre.
Como buena hija de la Encrucijada.

Mi sabor en la boca es bueno y es malo.

La crueldad seria insoportable si los hubieran mantenido con vida tras haberlos retorcido tanto.
Han partido.
Caminan en la dirección de su próximo gran enigma.
Libres.
Gracias, Madre.

Aunque Charo me asegura que todo esta correcto, les dejo un rato besar las monedas.
Están a medio camino y todo el mundo ahí estima el apoyo. Aunque no sea su creencia.

Cuando me alzo en dirección a Harsicha, Rebecca y Arthur Spangler, aun truena el lloro en negro por dentro, pero enjuago esas lágrimas sobre el pilar de entereza de mis credos, y me centro en los vivos.

Es una media mirada, no armonizada, entre la mecánica del conocimiento medico puesto a servir a las heridas de las torturadas manos de Harsicha y los golpes crueles en Rebecca y la irrefrenables preguntas de la imaginación que te viene, sobre si estos muchachos, vivos y muertos, tienen padres, hermanos y amigos que se preguntaran estupefactos que es lo que ha pasado y tendrán muy difícil una respuesta que encontrar.
A ratos me viene a la cabeza Sybille que espera y me pregunto como ayudarla con la triste nueva.

La medicina es fácil.
Al final aprendes una física de movimientos y procesos simples que se aplican sobre el hueso y la carne.
Curar no es así. No es un espíritu roto una mano rota.

Y no se me da tan bien. También lo se.

Harsicha es la que esta peor.
Es la huella de la inhumanidad feroz y desalmada en ella.
El dolor empieza en el cuerpo pero lo que es atroz es que atraviese las defensas del espíritu rasgándolo por la pregunta de por que me pasa esto.

Estos hijos del reverso la han perforado con la tortura.

Sera arduo y delicado y no conozco el resultado final en el que algún momento el shock y la disgresión se superaran.

Rebecca y Arthur al menos, están mas indemnes, a expensas de las perlas de preocupación y estupor sensato, que si no existieran si seria inquietantes.

Apenas pasan unos diez minutos cuando nos ponemos en marcha hacia la furgoneta en la que vinimos, mientras Marion y Anibal interrogan al bulto insignificante bajo su forma del Lobo de los Espíritus.

Ya ha sido suficiente y no tiene que acumular lo que venga detrás.
No por ellos.
!Joder¡ Ni si quiera es uno de los Contestatarios Verdaderos, él y su difunto colega no son mas que acólitos, pero cuando en la calma del bosque me parece oír resonar la lengua maldita se me envara inevitablemente la espalda.
Me inunda la agitación que mezcla el deseo de huida con el de luchar.
Pero no eran ellos. Aquí no.

No les concedáis vuestro lamento. Son los monstruos que se escudan en la niebla para atacar, y lo son por elección.
Peligrosos de por si por su insensibilidad hacia el resto de la especie humana y mas por la sorpresa de que posean el mismo rostro que sus victimas.
Tampoco pararos a pensar si somos mejores o peores.
Sencillamente hay que enfrentarlos pues el mundo tiene otra evocación cuanta menos presencia hay de ellos.
Ella huele distinto. La Muerte no se atavía con esto.

Aunque sé que aquí no acabado y por que sé que lo hará con derramamiento de sangre, me uno a los supervivientes y pongo rumbo a la casa franca.

Kilómetros y pensamientos.
Necesitamos café.
No es sera el que hace Anibal pero estará caliente y amargo y descargara ese derrame de peso mundano en nuestros estómagos.
Sera como una lluvia densa que se llevara algunas dudas por algún momento.
Algo simple y férreo en que soportarse.
Diosa si que lo necesitamos.

Solo espero, mientras volvemos a Oxford, que alguien piense lo que yo y le pegue fuego a esa cabaña.
Que lo purgue todo con las llamas.

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