31/12/11

Quizas Un Camino son Dos Sendas que se Cruzan.

El rumor del curso de agua por el que se desliza el bote resuena opaco, quizás tratando de enmarcar que estoy en un sueño. Sin embargo, la vitalidad bajo los tonos de la envoltura de sonidos, clama a mi percepción interior, desde lo oscuro del rio, que no. Que tiene peso esta madera muerta que piso y que la tiniebla liquida en la que flota esta un paso sobrado adentro de la vigilia.
Podría ser parte de la presión que ejerce el hechizo en marcha, pero aun bajo los designios de la imposición de la voluntad, late la impresión cambiante de un desdoblamiento simultaneo.
Se siente como un refuerzo mayor de lo previsto a la encrucijada que ha sido llamada.
En el entrelazado de la improvisación y la intuición, una maraña de caos me araña las entrañas, entre el ensueño y la vigilia, convirtiéndose en la sensacion de navegar en todos los dispares niveles que se atesoran en la ruta de las preguntas hacia las respuestas.
La primera es la propia carga que debes aceptar al formular los interrogantes que les corresponden.
Después viene que existe la necesidad de tomar una decisión en la elección en el cruce que has propuesto.
Y antes, el alumbrar la ventura de si seguir el camino recto o grabar un cruce cada vez que la existencia endereza su linea.
Parecerá absurdo pero, sabiendo hacia donde me tiende a marcar ese camino único, que la Diosa permita que se talle lo ineludible, es al tiempo tremendo y esperanzador.
Justamente eso es lo que acumulamos. Huella y creencia

Hemos pasado mucho en muy pocas horas.

Ordalías, Borrados de memoria y el vaivén continuo del empeño chocando contra la adversidad. A veces ataviada en el momento de ignorancia. A veces de incapacidad.

Hay brujas en el bosque, muchas, para las cuales, como para mi, la Luna no esta. No se por que.
Tres de ellas devoran bebes y otra doma un demonio, capaz de trastear con la memoria.
Y Joseph por maldición o bendición conserva recuerdos de todo ello.

En ese bosque del aquelarre, entre los pliegues profundos y resguardados, solo la Iluminadora sabe cuantos espíritus suyos vagan ademas del que con mi ayuda se hizo carne. Ese Bosque encierran misterios que alimentan los hechos que estos días atestan. Hay tramas sobre tramas, como el auspicio del Hombre Malencarado, que de tan tupidas apenas a través de su espesura podemos vislumbrar la luz de lo que significan.

En esa disyuntiva de patente ignorancia esta plantada la decisión de buscar un voz que me ilumine de verdad.

Pero no es solo esto. Les dije el pequeño cambio de intenciones en el coche a punto de bajar al lugar escogido como propicio, por que como cuando empiezas a hablar y sientes que hay algo incorrecto, hoy también supe que faltaba algo.

El punto de donde cada evento extraordinario dejo de ser solo aventura adquiriendo matices mayores: prueba, temple y aprendizaje pero sobretodo responsabilidad.
Esos pequeños tajos al camino recto del alma en su quizás predestinado no despertar.
Cada corte una encrucijada y por supuesto una elección.

En esta tercera noche en Oxford el sesgo es Elizabeth compelido desde Joseph y su sincera preocupación.

No me atrevo a descifrarle, a él, a Joseph.
No así, de forma precipitada, en el que cualquier certeza la distorsionas con la manera que miras en un instante. Me prometí la reflexión y la pausa.

Pero si una pincelada tiene, es que algo debe intuir en lo que ocurre, algo ve, aunque su paciencia es de proporciones bíblicas. A ratos lo siento pensando y reflexionando, seguramente con Elizabeth en mente o quizás con los recuerdos perturbadores que dejan marca. Una instintiva señal de atención.
Entonces atesora el animo y encaja las palabras y las acciones en la situación que viene siguiente, con la bravura que no pienso discutir. Se impulsa a saber que le ocurre a su compañera y a mi me da un añadido mas allá de la empatia.

No lo invite a bajar y no se muy bien por que. Quizás es por que tiene que ser así y la elección manda sobre la voluntad. Lo que eliges tiene que ser tuyo y no impostado y debe descansar en el fiel del riesgo de una verdadera encrucijada.
Quizas es que no las tenia todas conmigo de que no fuera peligroso y me lo calle.

Pero no me extraña que bajase en cuanto escucho algo anormal en mi trance de soñar.

Sir William Gauntleth, enviado por parte de Pascal Rellan como soporte ante las vicisitudes de su colega Morris, se parece demasiado al fabuloso jugador de Poker que es el comisario y se mantuvo entre la orilla y el agua.

Pero Joseph bajo.

Cuando he caído al negror acuoso del pozo él ha venido detrás, bajando por la boca de la tierra insondable, cueva y tronera abiertas al correr del agua, tan antiguas como para permitir sentir su natural consagracion.
Me ve alli empapada. Posesa. Señalada y Señalando la senda que añade.

Un único camino debe ser dos separando las barreras de un lugar y las del otro al lado.
Dejándolos fluir con espontaneidad.

En el sueño navego en la solidez de las referencias propicias del viaje paralelo que por la vigilia a la vez se traza con los atributos ganados en el ensueño.

Consigue que desenvuelto y unido en la encrucijada, la toma de los dos caminos al unisono sea una posibilidad.

El golpe de rumbo dado con la mano del corazón que tras mis dormidos ojos me lleva hacia una respuesta sobre la verdad.
El golpe de timón que la mano del juicio, libera transporta por las profundidades primigenias del mundo a Joseph hasta mas allá del umbral que oculta a Elizabeth.
Quizas me equivoque de significado en la pertenencia de las decisiones pero no en conocer que ha pasado.

Es una proeza de dos. Ahora lo veo claro y me hace pensar en la disposición de todos los hechos y sus grados de coincidencia y del azar y de la senda desmarcada por los destinos precipitados.

Esto es cierto. Si abres alas a un camino la peculiaridades de este no se desvanecen al final. En este caso ha sido lo mismo. Con mas fuerzas de las que agregan las partes.

Joseph alcanza a Elizabeth en un lugar retenido bajo un pliegue que normalmente no hubiéramos visto.
Yo gano la necesaria sacudida en el espíritu a la sombra de mi estrella. Para que se desprendan las excrecencias constriñentes que me equivocan insistentemente y expresar la única verdadera palabra sincera valida.
Ayuda.

Este sentimiento cuaja y llena el aire en la penumbra del alcanzado templo infinito de la Diosa con sentido sonido de suplica.

Una mano. En esta adversidad empieza y no resta y finaliza con la respuesta que doy a la pregunta contemplada en la inquisitiva mirada de la límpida, ascendente, y ancestral Eva que me recibe y me toma proverbialmente con poderío y severidad concediéndole  la facultad de ser cabalgada a horcajadas por la Poderosa en el aspecto que elija.

Otra Mano. Joseph se adentra en los recovecos del deseo alimentado de Elizabeth hecho carne de sueño.

Tras pedir ayuda estoy con él en la ardua tarea de seguir tallando en los caminos fijados sendas nuevas y sutiles que los hagan nuevos en Ella.

Por que cegada como un caballo amarrado a un carro no hay otra forma de romper el cautiverio, propio o ajeno, que abriendo un encrucijada.

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