22/2/09

Los Sueños Amables (viii): Melodia y Verso.

Se filtra la bondad de las mañanas entre las ramas que me cubren, lejanas como luz en un sueño, este otro sueño que tengo. Es un sueño del Árbol en el que, bajo su copa, a mi frente empieza el Bosque y aunque parezca descabellado el Árbol, en él se pierde a la vista.
No es prudente caminar por el Bosque, ni únicamente vestida con mi piel como voy, ni cubierta por la total confusión como la que siento. Apenas hay recuerdos de quien soy y los que reconozco son restos vetustos, desvaídos y arenosos que se filtran entre los dedos al intentar atraparlos.
¿A que debo prestar atención? Me pregunto. ¿Cual es mi propósito?
No soy mas que una llama que baila en la forma humana y que aspira el menester de encontrarse con su par.
El trayecto que me indico transcurre, sin remisión, entre los bosques.

La alternativa esta hacia abajo, entre la cavernosidad opaca de las raíces del Árbol en el que mi espalda apoya, pero que me hace sufrir un resquemor agudo cada vez que la considero.
Alguien, que debo ser yo misma si me reconociera con la mirada mas lucida, me dice que ya ha sido probado y que, tras estar ahí, la mano izquierda de la oscuridad ha cedido vez a la de la claridad.
Y que es la hora de retomar la senda.

La señal de mi interior, que repite a su gemelo lejano, apunta al Bosque y al Bosque encamino mis pasos aunque a la espesura no le agrade la elección.
Al Bosque le satisface el Fuego en el firmamento sobre su frondosa testa, donde le calienta e insufla vida, pero no correteando por sus lindes y menos profundizando en sus misterios recónditos.

Dar los pasos es harto difícil.
La Arboleda pletórica de Encina, Álamo y Chopo; de Olmo, Roble y Alcornoque; de Lentisco, Aladierno y Jara; punteado de Pino, Abeto y Eucalipto; de Tejo, Carrasca y Olivo, no quiere tocarme tanto como yo no quiero su roce.
El medra y muta en sincronía con cualquiera de mis avances, confundiendo la luz y la sombra, cegándome inesperadamente o dándome toda la visión. Me muestra con forma sutil, la fuerza de su inmensidad y de la grandilocuencia de mi locura que es enfrentar a su energía infinita, con solo decisión ciega.
Cuando mi mente se convierte en nausea, y la honradez de la intensidad del manto inabarcable que me rodea, en asfixia, no puedo continuar pues cada paso es un suplicio de extravío, y esa es, la sensación que derriba cual fuera la determinación que yo pueda levantar con hasta el ultimo gramo de esfuerzo.
Sofocada en las formas que se agitan, contemplo sin elección el declive de mi propio furor rindiéndose a la quietud y la paz de este lugar y, olvidado mi particular ruido deja a la Melodía que lo inunda todo, y que mi fragor eclipsaba en mis oídos desde el principio, llegar hasta Mi.

Es el sencillo trinar de una flauta, ejecutada con una mano experta y arrullada con el corazón en las yemas y el talento en el hálito. Es una música que te llama a llorar, a suspirar, a soltar la alegría, a brincar, a ser salvaje, a tomar la mano del mas puro y natural baile.
Que hermosa y que simple es la melodía del abrazo, de la mirada enternecida, de la amistad y de los besos excitados. Te pastorea en cada nota, con amor no apasionado si no con ese mas fuerte y largo del brazo que te aúpa o de los hombros que te cargan.
El Fronde reacciona ante su persistencia reverberada en mi garganta casi imperceptiblemente, como un diapasón de luces, regenerado cada acorde de la música algo distinto que no mejor.
El surco de la tonada me transfiere, entre la hojarasca de todos los colores, por un túnel que gira a mi alrededor dejándome viajar muy lejos casi sin dar pasos.
Es un sendero que me lleva hasta Él.

El Flautista.

Su figura me recibe de espaldas, serenamente sentada sobre unas piedras, florecidas de musgos y líquenes, en las que apoyan finos brotes de rollo de pergamino y papel, dispares bolsas de piel bien gordas, unas abiertas y otras firmemente no, y la extraña Siringa que se baña y resplandece bajo el sol.
Apenas se pueden reconocer las manos en movimiento sobre la vara de la que extrae los mas bellos sonidos, veladas por la cabeza y los hombros de su propietario.
La piel es blanquecina en su espalda, pero tostada con el tono de la salud del exterior, la luz, el agua y el viento.
El cabello es algo largo y moreno y agreste.
Los músculos finos pero prometedoramente fuertes.
No detiene su interpretación hasta que me separa de él la distancia que trazaria la voluntad de alzar mutuamente los brazos el uno hacia el otro. Pero no dudo que sabe que estoy aquí.

Es cuando deja de tocar que me siento incapaz de dar un paso.
Es entonces cuando se vuelve.

Esta igualmente desvestido como lo estoy yo, pero lo que es en mis piernas un bruma de vello casi imperceptible, es en las suyas un océano en marejada de tibio color marrón oscuro que clarea en la entrepierna, a causa del eclipse de su sorprendente dotación de atributos.
Su torso es de fibras esculpidas con la aureola de sus pezones marcada sobre el pecho de leche oscurecida por eternas mañanas al sol.
Su rostro es redondo y puntiagudo, de ojos gráciles y brillantes en las ascuas de su fondo, que iluminan su boca traviesa y astuta sobre una renegrida perilla de chivo y bajo un idílico bozo.
Sonríe agradable y perturbadoramente y me mira.

Se que recuerdo bien que en el sueño me detuve a preguntarme desde cuando Xavier tenia cuernos. Y por que era tan osado el encontrarlos excitantes.

Habla y sus palabras de bienvenida son acogedoras y crueles.

"La Tierra contiene en si misma su mal y su remedio"(1)

No sabría decir por que en ese instante me siento cohibida como una chiquilla, orgullosa como una prostituta, y ofendida como una divinidad, y por que me cubro mis vergüenzas femeninas a la par que alzo la barbilla y lo que es peor le replico con violencia:

-"¡Tu! ¡Tu no deberías...! ¡No deberías apoderarte de mis palabras! ¡Esos versos... esos versos son míos!.

-"¿Te pertenecen? ¡¿Te pertenecen?! ¿De cierto, que me retas a ello? ¿Me retas a las Verdades? ¿A mi, en mi terreno?

Me apunta con el astil de la flauta y con el filo de sus palabras me obliga a callar.

"Ten cuidado 'Enemiga de la Humanidad',
que por mis venas aun fluye el Icor de los dioses
y tu no eres mas que de la mugre, aborto de prole.
No soliviantes mis humores con tu necedad"

"Y no tienes mas que tallo frágil que te sostiene,
Y mis apetitos son ciegamente salvajes,
Y como copo de flor, al viento la Corona echare de tu frente."

La visión de su miembro repentinamente erecto, no es motivo de gozo si no de sobresalto ante la turbación que los hados que flotan sobre su punta revelan, de las contingencias que nacerán de su semilla.

"Mi linaje directamente procede,
de la magnificencia de Hermes"

Me he arrodillado y desviado la vista. El miedo, el reverencial respeto, pero sobretodo la vergüenza aposentan la voz de lo que soy en la buena tierra. En el horizonte al que pertenezco.

"No quiero soliviantaros, oh mi señor. Tan solo perdí mi Alma por una esquirla de hipocresía.
"Eso paso y es pasado. Ahora debiera buscar, y es lo que ahora asumo, y busco, la luz extraviada, en la inmensidad de la floresta, de un niño muy pequeño, mi amor, mi inocente hijo"
"Harto agradecida estaré, os lo juro, si de poderme decir, dijerais que lo habéis visto."

La calma regresa al Bosque y a la voz del Flautista. Su mano descansa condescendiente y fuerte sobre mi cabeza.

"Palabras sin lisonjas y mercadeo nimio.
Esa necesitas sea tu faz siempre y primo."

"Noticias no te puedo dar de ningún Infante;
mas que de nuevas, la falta a Mi me aflige,
pues de los corderos puros soy vigilante."

Suspira y se yergue sobre sus extremidades unguladas.

"Mas levanta, del Fuego Portadora, mi muchacha.
Por El Camino, conmigo Ven, Escucha, Anda."

Coge su zurrón y se lo encasqueta, coge su recuerdo de su amada Siringa y me anima.

"Escucha mi poesía y mantente atenta.
Por que a tu hijo no puedo llevarte.
Pero a tu propio Bosque, de la senda darte muestra."

Sus esbeltos dedos me ofrece y su mano sincera pone a mi alcance.

"Tu mano Dame,
Tus ojos Cierra.
Tu Ser Eleva."

Y tomo su mano para ayudarme a alzarme, y la fuerza que debo hacer para llevar esa proeza a cabo es tan intensa como la realidad de sus rasgos. Reconocer a Xavier en el fondo es lo irreal en este instante detrás de otro instante de mayor contumaz sustancia.

Juntos estamos en esto y ninguno de ellos podrá detenernos.
Lo superaremos de alguna manera.

Aun después de todo él sera el Rey y yo la Reina y nada mas significara nada.
Aunque nuestros mundos estén separados en dos.
Aun en el verdadero fin de Él.
Aun en el verdadero final de mi.
Lo lejos que caiga, estaremos cercanos.
Lo perdida que este, nos encontraremos.
Lo profundo de la herida, mas adentro estaremos.
Por hoy y por siempre somos parte los unos de los otros. (2)

Camino con Él.

Su lengua recorre la pradera de los versos con la voz de mi amigo mientras, nuestros pies trasiegan golpe a golpe la travesía, con siluetas de mujer y de hombre.
Los arboles ya no acechan si no danzan portados con cada una de sus silabas y adquieren las figuras que Él les dispensa con su boca que necesitamos y deben tomar, para poder continuar la marcha.
Es tal su elocuencia que mi mirada se afecta.

"¿Quien no te ha visto en medio de tus bienes?
¿Quienquiera que te busque? Ha de encontrarte,
sentada con descuido en un granero
aventando el cabello dulcemente
o en un surco no segado sumida en hondo sueño
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores
o te mantienes firme como una espigadora
cargada la cabeza al cruzar un arroyo
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la ultima sidra hora tras hora.
¿En donde con sus cantos esta la Primavera?
No pienses mas en ellos si no en tu propia música." (3)

Afecta a mi sonrisa. Afecta a mi estomago. Afecta a mis palabras.
Por que...

"Las Músicas oídas son dulces,
pero mas dulces son las no oídas" (3)

Él canta y cambia la estrofa. Él declama y reverdece el día.

"Tienen los locos sueños donde traman
elíseos de una secta. Y el Salvaje..." - se señala
vislumbra desde el Sueño mas profundo
Lo Celestial. Es lastima que no hayan
transcrito en una hoja o en vitela
las sombras de esa lengua melodiosa
y sin laurel transcurran, sueñen, mueran
Por que solo la poesía dice el Sueño." (3)

Yo le acompaño henchida de deleite.

"Jamas la poesía de la Tierra se extingue,
en la Tierra jamas la poesía cesa." (3)

El terreno se hace abrupto y complicado y el en sus brazos me aferra y me transporta. En el hueco de piel en el que vibra el nacimiento de su voz recuesto la cabeza.

"Creadores de nuestro profundo, eterno tema:
cuando cruzado hubiere el robredal antiguo,
no dejes que divague por un sueño inútil,
y consumida ya del Fuego, dale nuevas
alas de Fénix para su vuelo deseado" (3)

En su calor y energía me regocijo. Con mi luz que es llama le ilumino y le quemo. Pero no se queja no ceja. El canta. Yo canto.

"Alguna forma hermosa quita el velo
de nuestro temple oscuro: talla luna
el sol, los arboles de dan penumbra" (3)

Los arboles se desvanecen casi por ensalmo. El cielo clarea en azul y el sol brilla en su zenit de mediodía muy arriba pero tan cerca como la patina nívea del pecho de nuestro Bardo.

"Bella doncella, bajo los arboles, abandonar no puedes
tu canto y no podrían desnudarse esas ramas;
enamorada audaz, no podrás besar nunca,
aunque tan cerca estas; mas no te apenes
Ella no puede marchitarse; Tu ventura, no alcanzas
pero siempre amaras y sera siempre hermoso." (3)

Me deposita sobre el claro con la vista puesta en Él y puesta en su Bosque.

"Ve, muchacha, sigue el rastro del lucero que nos da calor,
y sigue brillando pero no confundas luz con Iluminación."

De su zurrón extrae un ropaje de blanco plata, con las trazas de una tela regia que corona el mas suave y cálido vellón. Es una vestidura que no debía olvidar pero sin embargo no vestía.

"Toma este atavío, doncella del Sol, madre del Fuego, Anciana en la Trascendencia.
Del Vellocino blanco de la Luna tejido, regalo de mi Padre;
por sus manos enhebrado, y por su corazón en su amor urdido en vestimenta."

"Es piel de Amigo y como amiga con ella seras recibida.
Pero recuerda que el ropaje reporta según es portado,
Se fiel o acabaras desnuda. Se fiel o la macula enquista."

Me viste amante y enardecidamente, con la fruición del contacto continuo y la severidad de lo prohibido. En cualquier otra ocasión me volvería loca de ardor. Pero solo estoy húmeda. Pero no es marea de deseo. Es Elevación y Encantamiento. Es la brisa del mediodía sacudiéndome sutilmente la Ramas.
Sus labios me susurran en el oído con exhortación inquieta.

"Y una ultima prerrogativa.
Una visión del mas allá,
debo darte para portar, misiva"

"Entrega y ofrenda lo que debas dar.
Celebra y festeja a los Dioses,
aun si de tus labios no brota la Verdad"

Levanta la falda y hunde su mano bajo ella para recorrer con su dedo la linea de mi sexo mojado.

"Por que Ellos te aman siempre,
y lo que les vuelves, nada temes"

Descanso a la luz del un mediodía que no cesa, bajo el claro al pie del Árbol.
La Música del Flautista se extingue por que se aleja pero no muere por que por lo bajo la tarareo.
Miro hacia arriba fijamente al Sol y le respondo con una sonrisa y una tonada inesperada a la suya propia de resplandor y viveza.
Me levanto y por la alta hierba me encamino en la dirección que en la que se mueve mi tan presente reflejo compañero.
No temo. De alguna forma se que me acucian peligros y malos tragos pero que de alguna forma lo superaremos. Ya nunca estaremos separados.
Nos sentiremos los dedos en las caricias.
Sea cual sea el destino.
Tiene melodía y verso.
Hacia Annette y Asier.
Hacia la Verdad.

En el tiempo que estuve dormida Xavier me acuno. Acudió a mi a solas y en compañía, para interpretar canciones con la flauta y para leerme a Keats, vaya la coincidencia, uno de mis favoritos.
No se lo que ha ocurrió. En sus palabras y en sus silencios, en las miradas con sus secretos intuyo que hay mas cosas pero, ¡Diosa! no me incumben si a él no me las quiere abrir.
Solo me preocupa si estas bien.
Ahora que te puedo ver con todos mis sentidos, me reconforto de tenerte junto a mi y los míos y me preocupo por como lo podrás resistir.
No entiendo que las alegorías oníricas, eróticas y místicas, que he soñado tengan reflejo real. Al menos completo. No creo que quiera sexo contigo, Xavier y no lo espero. No me siento atraída por ti y si tu lo estas por mi, no lo muestras y supongo que eso esta bien.
No voy a pensar que me engaño, y voy a creer que las cosas son lo que son, ni mas ni menos.
Si hay algo que veo en ti es lo buen padre que vas a ser. Un padre maravilloso. Cariñoso, atento y preocupado. Quizás eso es lo que soñé.
Pero lo que si es seguro que esta en el sueño, es lo extrañamente fuerte que se ha compuesto nuestra amistad en tan poco tiempo. Como pasan las cosas buenas sin saberlo y lo intensamente que lo ocultan las malas, hasta que no hay forma de que lo olvides, ¿verdad?
Yo te doy las gracias. ¿Que mas para empezar, que eso?
Tienes aquí a quien nunca dejara de pensar que tienes un la mejor de las almas.
De las mejores, lo juro por todos los Dioses.
Aunque perdieras el talento, que no va a pasar, y te quedaras mudo, esta que habla y sabe que la vas ha escuchar, te dice que no se olvida que tocaste una vez como los dioses.
Cuando estaba dormida.
Y que despierta le encantaría repetir.

(1) Cita de John Milton.
(2) Extractos de We are in this Together de 'Nine Inch Nails' mi favorita.
(3) Retazos de la Poesía (con mayúsculas) de John Keats.

8/2/09

Los Sueños Amables (vii): Lo Oscuro y lo Iluminado

Ni dolor ni placer.
Ni hambre ni hastío.
Ni alegría ni miedo.
Me soflama la naturaleza y el humor apropiados al dueño de esta esencia.
Apenas si es un sueño por que no ceja de acoger realidad a raudales.
Vivo el Fuego que respiro.
Me consume el Fuego que me alimenta.
Visto el Fuego que me quema.
Todo tejido, órgano, fluido o aliento esta inflamado.
De persona, mujer, y mago me olvido desde los vestigios hasta lo primario.
La raíz del inicio constituye Llama.
Y aquí donde no hay lugar, donde no transcurre latido, lo concebido es completo y lo único nacido.
Es Fuego.
En su contorno, alma y fondo.
En lo oscuro y en lo iluminado.
El fuego tiene luz y el fuego posee tiniebla.
Puentea la transición de la existencia desde la ceguera de la No visión hasta la ablepsia del Resplandor Absoluto.
El Ardiente refleja su posición en el universo; gigante en el firmamento de la mañana, extenso en el cielo de la noche.
Diluye la nada que eres en todos sus aspectos: purificación, castigo, unción, rectificación, abono, consumación, transmutación, frontera, renovación, destrucción, autoridad, pasión, y energía, y los acoge en el abrazo de su vigor masculino, amando sin la dilación de trabas o resquicios del ego en su esencia que solo es lo que Es.
Y sin cambio, de tiempo ni de movimiento de traslación, ahora es luz lo que hay a mi alrededor y no negrura.
No hay alteración en el sueño ni cambio en el fondo.
Lo único que han cambiado son mis ojos.
Desde el Alma, el Fuego los ha desvelado.
Hace imbuirme en su Pneuma reintegrando lo que se había desleído.
Todo lo que sueño, pasado, presente, futuro, ocurre a la luz del día.
El Mensajero me trae en su Voz la pregunta de los Dioses y me exige que les retorne sobre Él mi respuesta.
Salgo del Sol que me consume y me siento junto a las raíces del Árbol.
No he sido expulsada si no que vengo al Mundo.
No me he separado del Ardor. Aun resido dentro.
Pero de piel de nuevo me visto.
Ha crecido de los brotes de sus llamas.
Sobre la planta de mis pies me mezo. Hay raíz bajo mis plantas.
Los Ojos mantengo bien abiertos de Nuevo.
Para contemplar la claridad encima y las sombras debajo.
El Árbol iluminado en llamas y la Oscuridad recortada en su halo.
El Fuego tiene las dos caras. La que se baña en su luz y calor y esta fuera y la que desde dentro añora la completa y fría oscuridad.
También tiene un Principio.
Las llamas del Árbol se atenúan. Pero no mueren.
Se las puede matar. Pero esa es mi prerrogativa.
Como Sostenedora del Fuego.
Como Combustible del Fuego.
Como Respiradora del Fuego.
Es el Fuego ahora mi corazón.
Un centro del alma prestado.
Mi mayor pecado sera no mantenerlo.
El Fuego de Eriltes.
El Fuego de Asier.
El Fuego Nuevo.
En el que un corazón fue sacrificado.
Y que siga brillando.
Es lo que es imprescindible.
Para encontrar a mis hijos.
Para que iluminen.
Para Annette.
Para Asier.

Asier.

En casa, (entonces ya teníamos casa), en el día de la Natividad del Padre y del Sol, mis amigos, todos los reunidos que pudieron venir, celebraron el alumbramiento de un nuevo hogar.
Hubo banquete y risas. Hubo niños jugando despreocupados y alegres. Hubo bromas y chanzas. Incluso me han dicho que hubo amor y sexo. Todos los pasos para que el lugar siguiera siendo consagrado.
Pero antes algunos pocos, aquellos pocos que habían decidido vivir de continuo en este hogar, encendieron en la chimenea un fuego e hincando un regalo traído de lo mas lejos y mas abajo bendijeron este lugar.
Santificaron a nuestro Lar con una imagen protectora y sacrificios en la hoguera y hasta esta pequeña bruja durmiente noto su bienestar en su sueño.
Charo, Marion, Anibal, Xavier, y Herr. Y también yo.
Hemos fundado en este día señalado un nuevo hogar.
El Lar y la Casa no tiene nombre pero yo propondría para el lugar la Casa Iluminada y para nuestro guardián el cariñoso apelativo de Salvadora simplemente. Soteira si como a mi os gusta mas como suena en griego.
Apropiadamente nació en el día que es el Día.

7/2/09

Los Sueños Amables (vi): Carne

El hueco de la chimenea no tiene problemas en graduar los crujidos del fuego en su interior en el tono que tienen los ecos en los sueños. La fogata en la chimenea es la única lumbre que se puede encontrar y en medio de la oscuridad de la medianoche, no es difícil el sentarse pertinazmente junto a ella, atraída hacia sus figuras y su danza.
Imagino un fuego, de llamas como lenguas rojas y blancas y huecos negros, pertrechado del vibrante contoneo de las formas lentas, sin ansia ni espera.
Quizás esa es la particularidad que lo hace tan fascinante. Su incongruencia es lo suficiente liviana que únicamente una se llega a percatar si, tiene buenos ojos, mucha paciencia o como en este momento, por que casi no dejo espacio entre la pira y mi rostro.
Tan cerca estoy, que puedo contemplar mi reflejo en la magra llamarada o lo cierto es que adivino que estoy dentro de ella y se me permite contemplarme desde unos centímetros fuera.
No es reconfortante el verte arder despacio, pero aquí esta muy oscuro y aun a un palmo del calor, el frío es tremendo.
No recuerdo que aquí pudiera sentirse tanto el frío.

La huella de aplastado arco trazado por las piedras que contienen a este único fuego no exhausto, tenían en mi mente un recuerdo inequívocamente calido.
Era una añoranza servida de melancolía y atriccion, pero nunca de desesperanza y desafecto. Los rasgos de mi casa natal que me rodean, están muertos y yertos, como si nunca los hubiera rozado el calor de lo humano.
El polvo sobre la repisa no tiene vida y los objetos: figurillas de porcelana, el pequeño reloj familiar, las lamparas de aceite de hojalata... se preguntan confusos cual es su función en esta pantomima, como lo harían las burdas imitaciones.
Se me ocurre pivotar la mirada sobre mi misma y bordear lo que me flanquea y observar lo que tengo detrás.
La casa brilla oscura, con su alma marchita de lugar que nunca ha recibido el saludo del sol. Apenas se pueden definir los contornos por que mi masa los bloquea e inutiliza todo el esfuerzo de los rayos de luz por mostrarlos.
La mesa familiar del salón, las ocho sillas de la abuela, la estantería rebosante de libros de mi padre Anton, el caballete de pintor, con un lienzo apuntado hacia el fuego, expectante. La mansión de los Berrie como una vez se me mostró pero en fragmentos una estremecedora burla misera.
El fondo justo detrás es el centro del agujero ciego del que emana, en el hielo negro y la luz negra, la oscuridad.
Es un hueco con una voz que se enciende cuando definitivamente le doy la espalda al fuego.
-¿Tu podrías dejarlo ir?
Es un canto en prosa lúgubre con una inflexión de metal y materia orgánica mascada.
Es la voz que nunca he oído en verdad, excepto en la realidad los sueños.
Pero nunca sonó así como suena ahora.
El furioso deseo de correr hacia el mil veces soñado origen de esas palabras resbala petrificado.
- ¿Madre? ¿Madre? ¿Eres tu?.
- ¿Podrás dejarlo ir, hija?
La forma en que por fin me reconoce me duele mas que todas heridas y suplicios que me he infligido o sufrido.
- Yo no pude hacerlo y los poderes se manifiestan continuamente contra mi, por ello.
- ¡Pero Madre, pero me hiciste venir! ¡Me trajiste al Mundo!.
- Y no hay aliento ni latido que no me pregunte si no fue un error irreparable, el consumar aquel sacrifico.
- ¡¿Que?!
- Solo has traído asesinato, desgracia y condena. Te dejaste arrastrar por el miedo, luego escogiste la locura, aferraste con angustia la depresión suicida y después cuando el camino estaba expedito, consideraste mejor la ceguera del orgullo.
"Ni siquiera supiste amar a tu hombre ni custodiar a tus hijos como algo mas que tesoros.
- ¡Eso no es cierto! ¡¡ Eso no es cierto, Madre!.
- ¿Y ahora? ¿Que estas abrazando ahora? ¡La Inconsistencia!¡La Derrota!
"¿Y Por que me pregunto? ¿Mereció la pena la Inmolacion que hice por tu existencia?
"Llevaste a la Reina de los Malditos de vuelta a su Casa y has llevado al Diablo a la tuya.
- ¡No! ¡No, por favor, no lo digas!
- Di a luz a un añico de carne, que no a una Persona.
"Carne, solo Carne Maldita .

No lo aguanto mas. Aunque es un sueño, los sueños te pueden herir. Si son auténticos. Si te has conmovido para que sean irrefutables. Si te acercan tanto al cielo como al infierno.
Si se atraviesa la frontera del sueño irreal y alcanzas el Mundo Cierto.
Quiero dar un paso hacia la oscuridad, que mi cuerpo deje de alimentarla con su opacidad, que mis manos cojan las de mi Madre y de rodillas convencerla con la verdad abierta de mi corazón que su afirmación no es incuestionable. Pero...
Pero no tengo corazón que mostrar y lo que veo en mis manos no es mas que la carne eviscerada en donde pulula la ponzoña de una falsa bruja que se esconde de su propio embuste.
Es cuando la bruja se quita la piel cuando la maga: sacerdotisa, encantadora y sabia, es integra en cuerpo y alma, y cuando vuela dejando atrás lo que queda de su sombra.
Es cuando la bruja se despoja de su piel que el Daimon que cultiva queda revelado.
Es cuando Maria me ha arrancado la mía que se que no tengo nada mas que ofrecer que carne.

No grito, ni aulló, ni lamento, ni lloro, ni me decepciono.

Estoy soñando lo que soy.
¿Que hay mas?

- ¿Podrás dejarlos ir?

Mis ojos han girado otra vez sobre las llamas.
Es el fuego de Eriltes. Es el Fuego de Asier.
Y estoy dentro. Solo tengo que tomar su mano, la de mi Reflejo y entrar.
Podría cruzar al otro lado pero ¿Que sentido tendría eso?
Estaría igual de conscientemente desnuda pero a la luz.
Hay otro sitio.
Tengo que dejarme ir.
Arder en el Fuego.
Levanto los dedos y aferro a los que están dentro.
Estaba ya allí, solo que me hacia falta reconocerlo.
Entro tan fácilmente.
Asumo conmovida que esta es mi Canción.
Estar Ardiendo. O pudrirme.

Mientras yo yacía en la cama del apartamento de Anibal soñando, el destino de la Torre Perret y sus habitantes se reescribía con cambios. Gentes que conozco y a los que quería y con los que he hablado han muerto en su interior. En estos días se ha hablado mas de fallecimientos y entierros que de alegrías. Caterina, Liz, Paul han tenido una muerte horrible y lo que una vez fue nuestro hogar a día de hoy es mas un campo donde se atisba la batalla que una base para el hogar.
Anibal, Marion, Xavier, Eila, Charo, o Herr no creo que me lo quieran contar.
Ellos han sobrevivido pero lo que han vivido también.
Ahora la Torre es solo un sueño casi indeleble pero desvanecido para el resto de los mortales a resguardo de los intrusos y de nuestros propios desatinos.
Tenemos una nueva casa, pero esa historia tiene que ver con la luz.
Este aun no es el lugar apropiado.

1/2/09

Los Sueños Amables (v): Piel

Se que por un intervalo de tiempo me negué a soñar.
Pero mi resolución no fue lo suficientemente fuerte.
Es peor, cuando la necesité la había gastado fútilmente.
Y la necesité con desesperación.

Vuelvo a soñar.

Me he quedado desnuda.
Esa es la alarma que me recorre, aunque difiera de todas las señales que la percepción que me envía desde todas las direcciones.
Hay pocos centímetros de mi piel que estén expuestos.
Piel y carne sobre mi cuerpo.
Piel y carne en mis labios, y en mi boca y mi garganta.
Piel y carne en mis otros orificios, oídos, nariz, culo y coño.
Piel y carne que no cuerpos. Que no rostros.
Que no personas. Piel y carne.
Piel y carne en pasajes de un libro de orgía de dedos, labios, pollas, cabellos, uñas, lenguas, otras orejas, puños, vulvas, dientes, manos, narices, anos... retando al placer y al dolor en solitario o en grupo, vistiendolos de gemidos y jadeos de mi voz o de la de desconocidos enfrascados en un labor de sumisión o dominio, indiferenciable entre el deseo y el tormento en el que el acto refiere solo al sexo mas desabrido pero que refuerza el contacto y sobre los roces se baraja la medida de la fuerza y del desamparo y la victoria marca la imposición y el poder. El poder sobre el miedo a la soledad.
Cuerpos abatidos, sudor, semen, sangre y flujos... Un ritual que pretendes que se repita perpetuemente, hasta que no haya piel que se me separe, que no me abrigue.
Estoy desnuda, me he quedado desnuda con mis deseos y miedos entrelazados expuestos al mundo.
Me he quedado desnuda, y sueño que ella lo sabe.
Su boca me mordisquea el lóbulo con sus dientecitos blancos y sisea y como si de la sombra se escindiera puedo contemplar su rostro rotando para enfrentar al mio, iluminado por la turbia iriscencia del calor que desprenden los cuerpos en continuo movimiento.
Su boca enfrenta a la mía y no desperdicia la oportunidad de juguetear con mi lengua, apretar quedamente mi labio, sonreír entre feliz, loca y tétrica.
Los ojos de María siempre me han parecido preciosos, y ahora fluyen hacia mi con la excitación de la demencia.
Me besa con una pasión insincera, pero que me gusta. Conoce mis clavijas. Me he quedado desnuda.
- No me había imaginado que tu Forma naciera así. Que tu Iniciación fuera así. - goza con cada palabra.
- María... - goteo las vocales con esmerada penuria y regocijo.
María Gichet, desnuda como nunca la he visto, me cierra las palabras metiéndome los dedos entre los labios.
- Goza. Busca tu nombre, Diosa de La Carne del Mundo. - cada suspiro es aleccionador - Yo soy tu ángel de la guarda. Te protejo de que flaquees de la senda de lo que has elegido.
Toma mis pechos. Estruja mis pezones. El néctar de mi maternidad brota y ella lo bebe. Los otros lo beben. Me muerden. Me gusta aunque me duele.
- Cada Dios escoje su forma.
Pellizca mi piel. Primero suavemente. La pellizca como si tanteara.
- Me cautiva tu vicio. La reposición de tu moralidad. La asunción de tus legados. - sube a mi cara otra vez. Chorrea leche entre sus labios. Brilla en un triste azul. El azul de los Divinos. De los Sobrehumanos. - se que codiciabas a Karel. Podemos compartirlo.
- No... - mascullo entre sus labios - Karel ama a María. No me ama a mi.
- Eso cambia - ronronea - Eso tu lo cambias. Le harás amarte. Te amaran, te tocaran, los poseeras. A todos. Por que podrás todo.
- No... - El deseo es ese, lo sé. Lo conozco. Pero no soy solo deseo. ¿Verdad?¿Verdad? - ¿No?
Ella sonríe traviesa. Me mira la muñeca izquierda. La pellizca. La piel se rasga. Ella la estira delicadamente despacio. Conscientemente derramando suplicio. Deliberadamente mostrándome la marca. El símbolo obsceno de la Kelifot de Gamjikot o ¿Es la Sefira y es Jesed?.
María me despelleja con la paciencia y maestría de la entomóloga que es. Los cuerpos que me envuelven, pedazos de piel y carne no me dejan librarme.
Ella ríe con excitacion. Como un niño que se alegra sin medida.
- Si. Si. Si. Nace, nace, nace, Diosa.
El pellejo se extiende entre sus manos de una pieza. Ha acabado con el brazo busca seguir con el resto. En la muñeca reverbera una incandescencia entre vapores.
La oscuridad se tiñe de rojo. Rojo fuego.
María prosigue por mi cuello.
Lo va a descubrir todo. Va a desnudar la carne.
La iriscencia es ardiente.
A María no la detiene, por que esta loca y tiene lo que quiere. A mi precipitándome entre sus dedos.
Pero a los demás los comienza a carbonizar. Los hace arder.
El fuego es un voraz devorador, que no acalla ni los gritos ni los estertores.
El fuego se extiende por todo.
Ya no hay piel que lo contenga.
Solo carne.
Carne de fuego.
Pero este fuego puede ser de dos clases.
Cuando el universo arde en llamas me quedo contemplándolo.
Discierno la naturaleza de mi Llama.
Es lo único que me queda que no es el vacío. Que no es mio.

María Gichet fue empujada. Intento convencerme de ello. Pero cada vez me parece menos grande la diferencia. Bajar por el propio pie o ser empujado. Si al final estas Maldito, que esperanza queda.
Ella viene a mi, al menos ya han sido tres veces. Me intenta convencer. Me habla de la verdad que nos queremos ocultar y de que nos proponemos no ser dioses cuando lo somos.
Ya no se cual es la verdad. Esta la parte de mi que se dice cada mañana que no soy esa que ella dice. Que lo que hice una vez puede ser revertido. Mi caída. Mi rechazo a los Dioses. Que lo que fueron son inicios. Tabulas rasas. Oportunidades para llegar a la espiral con Pola y desandar lo andado en su reverso. De entrar en el santuario de Siwa y con humildad reconocer que me equivoque y mostrar mi respeto. De comprometerme con los Poderes a proteger.
Cosas de las que una tarde de primavera ella misma me consiguió convencer.
Pero a veces me muestro mi otra cara. Atravesando el Fuego y contemplando mi envoltura. Tomando una decisión difícil en medio de la espesura. Dándole a los Malditos su Reina.
Me siento una Hija del Sol en constante Eclipse y creo que María lo sabe. Me tira. Me acerca al precipicio. O la escalera.
María vino aquella noche a la torre a por Asier. Lo entiendo. Y no creo que me equivoco cuando pienso que esta bien que Eugen le ganara la mano. Si hubiera tomado a Asier habría tomado a dos por uno. Otras veces lo he hecho. Ir detrás.
Maldita sea el conocimiento de que se que de allí no hubiera podido volver.
Y que hubiera ido.

Los Sueños Amables (iv): Angel

La miseria de un sueño constante es indecible. No os voy a hastiar. Imaginad solo que duró mucho y que aun lo recuerdo.
Puede que no soñara y que el campo todo negro que traigo en mi memoria sea la huella vacía del espacio entre sueños, pero si es así me inquieta la sensación de persistencia y de que cuando en mis ensoñaciones por decirlo del modo mas literal volvió a aparecer la luz pareciera cuantioso el tiempo de la añoranza.
Sueño con el sol. No es un sol triunfal y vigorizador, sino mas bien estrafalario y patético, pero aun así capaz de impresionar mis heridas córneas y retinas. Una bola celeste torpe y sucia de la que se desprenden sin pausa informes goterones de fuego líquido, que al golpear el suelo a su alrededor producen irritantes chasquidos de vapor. Una esfera imperfecta que si al principio puede engañar con el regio estoicismo del caminar que le sería propio, se va desenmascarando a ser tan errático como una cometa al irse aproximando, y dejando ver las huellas y marcas que mellan su superficie.
La mancha, que por delante se inscribe, va pasando por todos los estadios desde la indefinición a la certeza, a medida que la fuente de la luz se troca de astro a mero vomitorio de fuego.
Es un contorno no muy alto con apéndices mal colocados y que en la primera impresión confunde con la incongruencia de unos pasos inestables, para los que pareciera no estar acondicionado.
Sin embargo, la senda destartalada de sus movimientos de acercamiento provocan que lo que parece una esquina abierta es una cabeza llena de pelo, y que los voladizos romos de los costados oscuras alas quebradas en ángulos dispares, y que el conjunto que bajo la aureola de la lejanía dibuja un monstruo a poca distancia es un ángel que se bambolea destrozado por la determinación que le impele el llegar a donde yazgo.
Su cara roja y su dilatada nariz sufren por el esfuerzo pero no cejan en traer la luz hasta aquí.
Yue no esta bien, nada bien.
La rojez de su rostro es sangre derramada y aun goteante y las huellas en su siempre brillante cabello, mejilla y mandíbula son de hueso deformado. Todo el costado derecho se retuerce en multitud de fracturas y desgarros, de la que cuelgan la carne y los órganos. Pero no impresionan tanto como sus alas, rotas, inmensas, repletas de una negrura nocturna pero cálidas, capaces de aun cuando cae de rodillas a mi lado, aun como yo igualmente desecha , no nos invada el vértigo de la desesperación, por la razón de que bajo su mantos emplumados estamos a resguardo.
Con dificultad captura una de las llamas con la palma de su mano útil para que allí inmediatamente arda, esta vez pura, blanca y roja, real, a mitad de camino entre ella y yo.
El reflejo de sus ojos es el reflejo de su mirar en los mios.
Con dedos doblados y húmedos acaricia mis párpados, la piel de mi rostro y mi boca y no es una sensación completa de bienestar pero si un inicio.
- Yue - le puedo susurrar - ¿Que haces en mi sueño? ¿Que te ha pasado?
- Gabi, no te alteres, pero creo que estoy muerta.
- No - no puedo concretar si lo afirmo o solo lo deseo negar.
- Sshh. Estas cosas pasan - pronuncia dulce con su boca torcida y su acento liberado - Forman parte de mi que ocurran.
Sus dedos enjugan mis lágrimas y comienzan a recoger los rotos de mi piel y a ponerlos en su sitio. Los alisa.
- ¡Que desastre! Tienes todo tu ser abierto y desperdigado. Hasta lo que nadie mas que tu tiene permiso de ver. Tranquila cerraré los ojos.
Sus párpados la apoyan y su sonrisa me distrae de lo que realmente me decían sus ojos.
- Yue. No lo entiendo. Si estas muerta. ¿Por que estas aquí?
- Para hacer lo que hago siempre contigo - su habla va y viene mientras costosamente se desplaza alrededor recogiendo restos, recolocandolos en su sitio, tensando la envoltura que los cierra, tratando de que vuelvan a estar unidos. Lo hace a ciegas y con sacra devoción.
- Estoy para tratar de que estés bien.
La veo muerta y la veo mutilada, pero la veo resuelta y la veo completa y sin embargo no puedo reprimir mi lamento.
- Lo siento. Yo lo siento. - mi recuperada mano busca su mejilla pero no me alcanza la fuerza.
- Sshh. No te malgastes. Lo que yo puedo hacer no es mas que un diezmo de lo que tu debes poner de tu parte.
- ¿Que parte? Ya no puedo. El corazón de lo que me alimento esta perdido. Para siempre.
- No digas cosas que no sientes - se enfada.
- Pero si siento el vacío que me colma.
La mirada de su rostro me otea. Con cariño pero decisión, despega sus párpados y me enseña sus ojos. Lo que me comunica es una multiplicidad de matices en los que nunca me había concentrado, mas que brevemente, pero que en este momento reclaman toda la atención.
Fe, compasión, decisión, valentía, promesas, deber, fidelidad, principios y amor se vuelcan sobre mi tan intensamente como si fueran míos, como si por alguna razón me pertenecieran aun mas siendo ajenos. Soy de ellos responsable y mi responsabilidad no deja de crecer con el tiempo.
- Lo único que hay que sentir es cuando lo lamentas.
- Yue - suspiro - estas muerta por conocerme. ¿Como puedes ser tan comprensiva?
- No lo tergiverses ni lo vuelvas del revés hacia tu centro. Lo que soy no lo decidiste tu, ni lo que hice y hago, nace de conocerte.
La luz palpita sobre la cobertura del plumaje. No nos habíamos dado cuenta pero fenece muy lentamente.
- Toma esto, Gabi. He agotado el tiempo. Utilizalo bien. Sabes lo que es.
En mi palma pone el pequeño fuego. La llama de su Alma es un reflejo de mis ojos en los suyos en los que con otra luz se ve su mirada de nuevo.
La Flama se desgrana en pétalos surgidos sin pausa.
- Alimentalo o no. No se cual de los dos caminos nos llevara a volver a vernos.
Que bella es la llama y que familiar es su consuelo.
- Asier. Se han llevado a uno de los niños y es Asier.
El suelo a mi alrededor tiembla o quizás es mi descosido cuerpo el que se agita. La Emoción se escapa como un torbellino desbocado. La Emoción.
-Asier.
La piel de Yue se marchita adoptando por fin los tonos de lo cadavérico y su cuerpo pierde consistencia y masa. Plumas negras cae tornandose grises en sus descenso y blancas al tocar la tierra.
La mirada de mi amiga es de consternación, consciente de que esta pasando algo y es antes de tiempo.
Habla queda y lejanamente, como si se encontrara al otro lado de un cauce de un inmenso río. Sus manos aun me rozan. Tocan la palma que sujeta la rama. La sostienen. Pero el resto de partes de sus cuerpo son como ecos que se alargan arrastrados hacia la distancia.
- No Gabi.
No lo hagas.
No te precipites.
No pierdas lo que es importante.
Su voz no se condensa mas que con esfuerzo.
- Ya lo he perdido.- grito
El ángel que es un cuerpo que es Yue se estira imposiblemente, no por que ese sea el efecto esperado si no por que ella justamente lo esta impidiendo.
- No te equivoques.
El sol se comba hacia dentro como si la bola hubiera decidido buscar su interior, pero lo que siento es que lo que es dentro es fuera.
- No te pierdas.
Por la sombra de una duda.
No cedas lo que importa.
Por promesas inciertas.
Sus ojos relucen con la fuerza que esta haciendo.
Con la proeza de darme el mensaje.
- Nada es verdad hasta que es descubierto.
Empuja con todo su ser mi mano hacia mi pecho.
- Hasta yo estaba segura de que había muerto.
La oscuridad se cierra sobre el agujero de la luz con un golpe seco y yo que de alguna manera instintiva me había alzado caigo bruscamente sobre el polvo por el impulso.
Yue no existe y las costuras de mi cuerpo se reabren lentamente.
La oscuridad me vuelve alcanzar, por que el fuego ha desaparecido.
La palma que lo sostenía descansa sobre mi pecho, entre mis senos.
No se puede ni imaginar ni un atisbo de luz.
La oscuridad aprovecha para enfriar su recuerdo.
Empieza a retejer otro sueño.

¿Y Yue? ¿Que le sucedió a Yue?
Yue atravesó el techo de mi cuarto y se quedo empotrada allí. Yue pendió inerme en la talla tras un único golpe de Eugen, y cada segundo se fue acercando a la muerte. Yue trato de arrebatarle de las manos al propio Diablo lo que acababa de robar. Lo intento.
Que sobreviviera fue una cuestión de la suerte y los milagros. No voy a dejar de agradecer estos portentos.
Darle las gracias a ella es por descontado, mas que un deber. Forma parte de lo que alimentar. Todo el resto del que empiezo a poner mi parte. Noventa y mas de ciento.