2/9/08

Vivir (y Morir) en la Creencia (ix). El Pozo.

"Todo a mi alrededor cae.
Cayendo, cayendo.
Cayendo, cayendo [...]"

"Colgada de pálidos hilos de plata,
podría haberme quedado en esa forma por siempre.
Mala Sangre y Fantasmas Envueltos a mi alrededor.
Nada alguna vez podría tocarme
y perdería lo que mas amo."

"Golpe de Fortuna u obsequio de los Dioses,
la mano del Destino o las garras del Diablo.
Desde el abismo o en la santidad en lo alto."

"Dices que estas ahí para sostenerme,
o solo pruebas a si puedes atraparme."
Estas son las reglas que hice [...]
No puedes cambiarme."

"Aquí llega el frío otra vez.
Lo siento abatirse.
He caído derribada.
Todo a mi alrededor cae.
No me preguntes por que,
ni siquiera tu lo intentes.
Cayendo, cayendo.
Cayendo, cayendo.
Cayendo,
cayendo."(2)

Aun en ausencia de la luz, la oscuridad se puede ver.
Tienes otros sentidos que se abren para mostrártela.
El terror es uno de ellos. El dolor es el otro.
Pero ninguno de los dos es comparable a la propia oscuridad que albergas en tu interior.
Ambas se refuerzan en su mutua presencia y, la certeza de sus contornos se acrecienta y distingues su forma, mas claramente cuando mas parecida.
La Oscuridad en el pozo en el que desperté brillaba como una herida en la pared de piedra que lo delimitaba.
La del pozo en mi... solo culebreo.
Como las cerdas estrechas que brotaron, a través de la hendidura, en infinitud.
Erizadas, mortíferas, surcaron las cenagosas aguas en las que chapotee nerviosa al recular, sin escapatoria, hasta el muro contrario solido y frío.
Por la Diosa que el final había llegado.
¡Que diáfanamente claro y que sorprendentemente poco consolador!
Cada linea del aspecto de la Enfermedad, que pululaba sobre la superficie liquida, se enderezó para buscarse en un solo lugar. Enroscadas en una forma vagamente humana de piel herviente de agitados hilos como escolopendras, se alzó para contemplarme.
Dió el primer paso.
Esa pequeña serpiente negra en mi pozo reconoció su origen y, cada poro de mi ser también lo supo, por que lo recordaba. Por que había estado allí, en su antesala a donde a veces los sueños que no recuerdo regresan. La Espiral de los Kelifot.
Las palabras sin alma de sonido de La Plaga me llamaron, entre mis desesperados intentos infructuosos de buscar una huida.
Pero escapar por pie, mano o empeño resulta fútil si su pie, su mano, su empeño devienen en mas fuertes que los tuyos.
Alcanzada por el roce de sus dedos le sentí buscando en mi el arrope de mi sangre. Sentí un Poder del Mundo decidido a instalarse al abrigo de mi refugio. Para de ahí poder prosperar. Crecer. Multiplicarse.
La sensación del momento me sajó la cordura de arriba a abajo, y de vuelta.
Dibujó con franqueza, la sensación y la imagen del futuro de lo que me iba a acontecer.
Con facilidad mi deseo contrario a esa posición en vida, estalló.
No la deseé . La rechacé. Me rasgué.
Arrancar un pedazo de ti para inflamarlo es tremendo. Tan cerca del borde vertiginoso, esta lleno de revelaciones.
Con el primer golpe de la Luz alejé a la encarnación.
El segundo golpe la desmadejé.
Y mientras la Oscuridad en el Pozo en mi se amoldó, mientras la oquedad se abría por el otro extremo.
Es lo natural que cuando brota del Relámpago la presencia de las sombras se acentúe.
La oscuridad en mi se abrió. A Eugene.
La Grieta habló con voces aterciopeladas y pasos suaves cada vez mas cercanos.
Los Malditos cruzaban para reclamarme. Para llevarse a su Gran Ramera, sentada sobre las Grandes Aguas, jinete de la Bestia de Siete Cabezas.
Para que fornicara con los Reyes de la tierra y con todas sus habitantes. Y los envenenara con el néctar ácido de mi prostitución.
Para el nacimiento del Holocausto.
Y me pregunté.
¿Yo soy oscura?
En mi pozo lo soy.
Una astilla Maldita se arrellana a la espera de lo que quiera decidir.
¿Elegir que respuesta?
¿Que dirección hacia abajo?
¿Que mal mayor?
¿Quien?¿Que?
¿Que Oscuridad?
Con una única respuesta.
Golpear con toda la fuerza que tengas.
Golpear.
Golpear la Grieta.
¡Golpearla!

"¡ Y Que tu Reino se Derrumbe!"

La Luz que inflamó mis labios con decisión, y cuajó en la furia del penúltimo fragmento de mi.
Vino en la rabia de o ser un nueva Diosa Oscura junto a los Malditos o una víctima mas del Diablo y querer elegir a este ultimo.
En el coraje de tragar que si al fin y al cabo los Malditos quieren en su yugo a todo el Mundo y el Diablo solo te quiere a ti.
En el animo, al fin y al cabo, de la Fe a la que me comprometí al ir a Eren Vej.
Aun que no lo haya hecho nada bien.

Resguardé el ultimo pedazo para mi, mientras el crujir de la grieta se atemperaba.
Contemplé la Oscuridad para que no perdérmela cuando cambiara. Para actuar antes que ella.
Me despedí de los que hubiera querido despedir en la presencia con el Corazón y besos, me despedí al vacío por que no había nada mas.
Sostuve y sostengo el Filo del Destino sobre mi alma y esperé.
Esperé lo que hay tras la muerte.

Echada sobre mi costado, con la cabeza levantada apoyada sobre el muro para ver, lo que no necesité ojos nunca para poder ver, esperé.
A la muerte, aunque la traigas tu, se la espera.
Esa es la forma en la que las cosas deben ser.

Y la Oscuridad se cerró envuelta en la Voz de Pola.
La Oscuridad en la Pared.
En mi Pozo aun resonaba una punzante vibración.
Aun restalla.
Y caí. Caí en oscuridad.

La espada del destino tiene dos filos, uno eres tu, el otro... (1)

Lo siento abatirse.
He caído derribada.
Todo a mi alrededor cae.
No me preguntes por que,
ni siquiera tu lo intentes.
Cayendo, cayendo.
Cayendo,
cayendo.

Cayendo,
cayendo.

(1) La Espada del Destino. Andrej Sapkowski.
(2) Stroke of Luck. Garbage.

Vivir (y Morir) en la Creencia (viii). La Lucha.

"Nuestras promesas y esperanzas
Agujeros negros y revelaciones"
'Starlight ' (Muse)

Es incomprensible que me pueda mantener en pie.
Parezco tan sumamente frágil desnuda frente al espejo.
Empieza en mi inquietante mirada y brota sobre mi piel y se nota en los temblores.
Y lo que no se vé a primera vista es mucho mas sobrecogedor. Lo intuyes cuando tus ojos se pierden en el vacío.
Una masa deformada y abotargada, repleta por una vastedad de cicatrices blancas como el hueso y valles cortados sin miramiento hacia el interior del espíritu, es lo que me hace cubrirme y dejar de mirar.
Todo lo que me he hecho yo misma.
Una miriada de agujeros, negros y profundos que no acaban y se extiende por doquier como un inmenso tatuaje como de volutas de gris humo, horrendo
Esto es lo que te puedes hacer. Esto es lo que me he hecho.
Esto es lo que me volveré a hacer si es necesario.
No es bandera, si no vergüenza, pero es y volverá a ser.
No tengo otro poder. Arrancado y proyectado. Una y otra vez.
No tengo otra forma de luchar.
El corazón de mi ser, pedazo a pedazo.
Pero tengo que luchar.

Sentía en el alma que vendrían a mi, y aun con la esperanza de que no, sabia que me acabarían alcanzando.
Por eso no les insistí.
No me empecine en ir con ellos o huir.
Me consentí a quedarme sola con mi niño mientras Anibal, Charo y Pola junto a la inesperada Isobel partían a la senda de la ventura tras el indicio del Betilo perdido.
Aun ocultándome todo lo que me podía ocultar, la misma sensación que me había impulsado antes a querer irme resbalaba por mi nuca erizandome el vello.
Cada segundo mio y de ellos era precioso y vital.

Después llegaron Miguel y sus compañeros de regreso desde Chachapoyas cumpliendo la promesa de retornar tras dejar a buen resguardo a sus compañeros.
Preguntando por Pola.
Preguntando por Asier.
Confusos algunos. Otros lucidos casi como ante una revelación.

Elias me miró como si el rostro de la muerte que yo fuera semejara hermoso, y contemplo al niño como si viera mas que yo. Me dijo que el espíritu de Ariel estaba en él y aun hoy me pregunto que significara en eso para el futuro. Por que le creo.
Les creo en su sinceridad a todos. Miguel, Paula, Max, los Guaraníes, Don Eteko y Elias.
Todos podían haberme traicionado.
Todos podían ver lo que era y haber actuado por bien de la forma mas rápida.
Estuve en sus manos y eligieron la lucha. Esa liza que alcanza tantos niveles como gentes de bien hay en el mundo y mas allá de él y que se afronta de otras tantas formas diferentes.
En esta Era de la Riña aun creyeron.

Cuando Miguel, Paula y los Guaraníes partieron en pos de Pola y los demás, Max, Don Eteko y Elías restaron conmigo.

Ojala hubiera pedido a Max que se fuera en aquel momento y regresara con los que se habían ya alejado. No fue mas que un rato mas tarde que él mismo lo vio claro y me dijo que se marchaba. Él vio lo que le sobrepasaba. Ojala le hubiera dado tiempo a escapar.
Después lo vieron, ya en espíritu como siempre solicito y locuaz, ayudando por ultima vez antes de encaminar hacia donde dijo, debía ir.

Con Don Eteko y Elías pienso que experimento las razones de permanecer.
Para ellos había un momento para reír, un momento para amar, un momento para engañar, un momento para luchar, y un momento para morir y volver después.
Siento que vieron en mi las señales de la lucha y de la muerte. Por que yo las vi después en Elías .
Les debo a los Shuar mas que que la vida. Por que si yo os estoy hablando, si Asier se retuerce con sus juguetes imaginarios en su cuna es por ellos.
Esperare que sus espíritus regresen algún día para darles las gracias, por que su arutam era poderoso. Esperare con su lucha entre mis dedos. Luchando por lo que No Concluye. Esperare verles en los ojos de sus nietos.

No hizo falta que viniera de nuevo la noche.
Ya la había llamado sin saberlo. El cielo se oscureció y los contornos alrededor de la prefabricada cabaña de Akhasa se iluminaron con el fuego abrasador de la electricidad y los espíritus. La señal que me había empeñado en acallar tambien clamaba en Asier.
La contienda encarnizada entre los polos restayó fuera mientras yo dentro pugné por avivar el empuje con el que ardía nuestra defensa, primero con mi sangre y después cuando empecé a sentir que aquello era peor, con los trozos bendecidos de mi propio ser, alma, espíritu, y psyche.

Que menos podía ofrecer cuando Elías entro resplandeciente en su armadura serpentina de luz y me dijo sinceramente emocionado que su padre había muerto.
Porfié y presione una vez y otra y otra hasta que la fuerza de Elias también palideció ante el ímpetu de la cortina que se nos echaba encima poco a poco.
Íbamos a caer. Los tres. Y eso no podía resistirlo.

Cuando agotado Elías me señalo al niño y su intención, no lo dude. Tome la decisión mas desesperada que he tomado jamas. Le entregue a Asier y le deje marchar mientras derrumbaba cualquier frontera que restaba entre la marca del pacto, mi Corona de Invierno, y los que me buscaba. Juro que hubiera acabado allí si no fuera por que mi determinación no es tan rápida como los que son rápidos.
Y por que la testarudez no puede considerarse como el arma definitiva.
La noche al mediodía cayó sobre mi como un enjambre, al que solo pude golpear una vez antes que me sumergieran en el colapso.

Sin saber si Pola y los demás habían tenido tiempo de alcanzar lo que buscábamos.
Sin saber si Elías había podido escapar con Asier.
Sin saber que grado de la suerte estaba echada y que parte de la fortuna aun nos podía sonreír.
Sin saber me sumergí en la oscuridad.
Sin saber.

Un agujero negro sin fondo en la dirección de la lucha final.
El ultimo curso de las revelaciones.

Vivir (y Morir) en la Creencia (vii). El Principio.

Es tan pequeño y esta tan lleno de vida.
Se me agarra con vehemencia a los dedos y a mi pecho como un pequeño milagro feroz y a veces me hace daño. Pero no cambia ni un ápice la pasión de amarlo.
No puedo mas que amarlo. Tanto como amo a Annette.
Son mis hijos y el centro de mi pecho lo conoce con sus sentidos mejor que yo lo pudiera entender. O expresar.
Es algo en la raíz, orgánico pero que prodigiosamente filtra y se extiende mas allá de la sangre, la carne, y las vísceras. Te tambalea, ya por siempre, por que es una fuerza que crece sin detenerse y que ineludiblemente tira de ti hacia arriba.
Una intensidad que me tiene conmovida por que en ningún instante había considerado la posibilidad.

Bropius yació conmigo porque vio en mi a una madre. Una contrapartida de paternidad, en la que a él, no le consigo encajar.
¿Es una locura, que me alegre de que sucediera?
¿Y que no me arrepienta?

Como con Nette fue al alba.
Junto al fuego, ligera y blanda como la de Annette no lo fue, su vocecilla se me anuncio como un arroyo tímido. Yo no pude mas que frotar mi vientre, casi inconscientemente, buscando su contacto. Me quede muda en el estremecimiento. Mi destino se alineaba para apagar toda luz y de mi mano, mi misma mano, yo alumbraba una nueva vida.

Recordé cuando sobre el manto de la selva, con Bropius sobre mi, yo pregunte que ocurriría, y la Madre me respondió, que en alguna de las formas del futuro mis hijos serian la Nueva Humanidad. Me había acongojado, desnuda y sobrepasada, por una responsabilidad que no querría para nadie y menos para mi misma. Pero fue con la medida acrecentada de mi inesperada maternidad, que me entro el pánico. Un horror reconcentrado hacia dentro que me entumeció.
Lo que era turbación en mi pensamiento, con respecto a las consecuencias sobre Annette e incluso a Doa, mis hijas sobre mi mente y mi corazón, se convirtió en crudo miedo. El miedo a haber matado a mi hijo antes de haber nacido.
Un miedo libre y palpable en aquel lugar, rodeado por la labor de mis juicios, de odio, decepción, resolución, y empeño. Mayores que tus fuerzas.
Miedos que se cristalizaron cuando luego vino la fatalidad o la fortuna.
Tanta determinación y sacrificio y no conté con la fuerza poderosa de la Marea de la Realidad, esa voluntad mayor que lo es todo y que con la magia, a veces como en esta, te toca doblegarte. Y sufrir.

La promesa, que me hice cuando tuve a Annette, me sobrevivió un solo día.
Si a ella casi le arranco el alma, a mi pequeño aun no sé que le he llegado a hacer.

Una concepción a el amanecer.
Una gestación en el día.
Un parto al anochecer.

Cuando la fuerza de la Marea de la Realidad salto el dique de los redaños y las plegarias que la retenía, él vino a mi antes de la vorágine.
Un pequeño rapaz de cabellos oscuros como el ala de los cuervos, ojos brillantes, vivos y grandes y una sonrisa diferente.
Me llamó hacia él. Me dijo su nombre. Yo le pregunté si había sido yo quien se lo había puesto. Me dijo que no, que las cosas eran así. Creo que lo abracé.
Iba a venir y yo me conmoví toda, ante lo desconocido: la emoción, y el miedo. Mucho miedo.
Repetí su nombre.
Asier.
En Gascón, "El Principio".
En mi, mi Principio.

Después, cuando entonces empecé a gritar, a retorcerme mas allá de lo meramente físico y a despertar, sola debajo del inmenso follaje Amazónico donde daba a luz, él empezó nacer rascándome cada grano de ser poco a poco, y acumulandolo para que el milagro o la pesadilla tomara forma por que, ¿de que otra forma podría ser lo que no es posible, posible?
Aullé en el sufrimiento y el dolor. Intenté Cantar pero me imbuyó la desesperación por que ni siquiera mi Voz no era oscura.
Bropius me escogió para un principio renovado sin humanidad y yo temí que el inicio de ese fin sin luz había llegado, que por fin estaba desbordada y que el final de la fortuna me había alcanzado, pero no ceje.
Me callé, para entonarme en el silencio, hacia la luz de ese recuerdo cercano del sol en un reflejo de agua y del latido de un llanto entrelazado sobre él por lo bajo.
La invocación de un momento exaltado de felicidad y de alborozo y de la confirmación de la consumación virtuosa. Del momento en el que nació Annette.
No calmé el dolor, ni los estertores del parto.
No detuve la cascada de fragmentos que me eran arrancados y que yo a su vez arrancaba a otros.
No cambié para mi, nada.
Solo me concentré en atenuarle a Asier el trauma, enfocando hacia el las emociones y los bondades de ese único instante bueno.

Sentir la huella de la realidad descontrolada volviendo a ti es una experiencia terrible, pero no es imaginable lo que es sentir que afecta a lo que mas amas. Intenté envolverle y absorber el máximo del impacto de la mutación y que si fuera, fuera mucho mas de portento que de mutilación.
Soy una ingenua, capaz de pelear con lo que no puedo derribar pero lo hago cuando creo hasta la raíz que tengo que hacerlo. Es un Principio. Mi Principio.
No es por el daño que yo pueda recibir si no el que yo pueda crear y transmitir.
Deberían escribir un libro sobre mi, esta nueva Quijote, y luego quemarlo. Y quizás yo debiera estar, estar en ese fuego.

Si pudiera saber que paso por la linda cabecita de Asier y que sintió su joven alma. Si pudiera remediarlo. Asier y Annette.

¡Oh, Diosa!
¿Que soy?¿Que clase de monstruo soy?.
Fracaso sobre fracaso. Fracasos que no quiero que se repitan pero se repiten.
Fracaso como Iluminada, por que no escucho la canción y lo que escucho no lo comprendo.
Fracaso como Hija de la Madre, por que no la quise como ella merece y entre la Fe y la Creencia escogí a esta última.
Fracaso como madre, por que no se alejarles del peligro, a ninguno de mis hijos.
¿Que clase de persona soy?¿Que hado decide que no merezca que se me borre de la existencia?

Cuando el pandemónium cesó, y con Asier en brazos, Cazadora de Monstruos nos atacó, la entendí. Las dos chocamos en la decisión de vivir y morir en nuestra propia creencia. Aun entiendo la entereza que le llevó a intentar asesinarnos. ¿Por que no?
Y me duele su muerte tanto como me alegra estar viva.
¿Que hado decide que no merezca que se me borre de la existencia?
¿Que me hace mejor?¿Por que ella esta muerta y yo no?

No tengo para eso respuesta y no la quiero buscar.
Me da miedo buscar. Me da miedo encontrar.
Por que ¿Por que no puedo vivir? Yo quiero tanto vivir.
Pero ¿Por que no merezco la muerte? Yo ya he hecho tanto daño como para merecerla.

Después llegan los momentos. Llega Annette con Natasha, con Yue, con Santiago y Mina y mira a su hermano y lo intenta tocar a través de los barrotes y jugar con sus dedos y que le conteste a sus preguntas y me alcanza el destello.
Siempre ha sido mi Luz.
Ahora hay dos luces. Una Luz mucho mayor que nace cuando están juntos.
Me alcanza su destello.

Alcanzada en un Principio en el que cada Hoy empieza todo.

Por eso como. Por eso duermo. Por eso me peleo conmigo misma recuperando cada trozo que rasgué aquellos días. No hay forma de recuperar lo que fué. Solo hay esfuerzo por volver a hacer crecer las oquedades y esperar que de algún modo cicatricen y dejen de sangrar y lo que resulte sea una semblanza cabal de lo que Es.
No sé como lo hace Pola pero yo no puedo mas que hacerlo en el fulgor que me impide marchitarme y que oscurece la visión de la otra pregunta.
Ahora en la nevisca, que tengo en el interior, ellos me han dado un claro para que busque mi respuesta

¿Por que no puedo vivir?

Hoy empieza todo. Cada día es Hoy.
La vida ya no la merezco.
Me la gano.
Un precio por día.
Conozco a quien se la debo.
Cada uno de sus nombres.
Y no quiero dejar de pagar.
Quiero vivir.
Hasta llegar al Principio.
Después yo me quedare allí.
Así trazo mi destino.
Con ellos.

Vivir (y Morir) en la Creencia (vi). Llave y Cerradura.

Siempre dejo abierto.
Mis armarios. Mi habitación. Mi casa.
Excepto el puñado de años dispersos que en mi juventud me poseyó el miedo, el camino hacia mi siempre ha estado expedito.
No imagino que vaya a cambiar.
Soy muy vieja y además no lo anhelo.
Pero es una extraña revelación que, entre la madeja de introspecciones oscuras y confusas, veo que me otorga definición.
Es un buen reflejo de como soy. De cual es mi patrón y, si sigo las pautas de mis últimos pensamientos, habla al mundo de como es mi destino.
Mucho he meditado. Tanto como para trepanar mi conciencia en las noches de vigilia.
Me he ensimismado con la ventura, los hados y los hechos de la azarosa vida.
Aun sigo creyendo en su falta de inmovilidad, por que nunca lo he creído y por que creo en la libertad del albedrío, pero lo que antes se me había mostrado como, un intrincado tapiz de miríadas de hilos en los que hacíamos ciertos nudos, ahora se me presenta con otra inescrutable verdad.
Tanta angustia, desvelo y delirio me revelan otra faz.
Creo no estar del todo equivocada en que, es mi trastornada imaginación la que me permite esta manifestación, pero aunque desvarío y a cada paso que doy hacia el siguiente minuto hay un intenso sentir de dejar la vida, en mi penar experimento una autenticidad inexpugnable que no me dejo no aceptar.
La que este tiempo, circunstancia, y lugar encaja.
El destino, la libertad tiene esta forma.
Llave y Cerradura.
Tan simple como compleja.
No hay puertas ni ventanas que abrir o cerrar.
Hay contactos y recepciones que se desean y aceptan. O no.
La llave desea su seno y la cerradura busca quien la pueda completar.
Y siempre las escoges. Escoges tomarlas o crearlas. Escoges buscar su complemento u olvidarlo. Escoges si no hacer uso de ellas.
Siempre te queda la posibilidad de no girarla.

Yo tome la llave que lleva al Invierno.
Un invierno con rostro de enfermedad. Una plaga genocida que lanzaría a la humanidad en el holocausto. Para Bropius un principio. Para mi una locura en contra de todo lo que creo.
Pero la tome.
No desee ni por un instante que se cerrara el circulo de la fatalidad pero lo que entiendo ahora es que la cerradura también escoge.
Ella me busco a mi.

Los rostros de los que se presentan, con todo detalle, a través de los pliegues de mi lucidez, al pie de mi cama son fantasmas de mi mente que dejo que me asalten por que la culpa no me dejara nunca ahuyentarlos.
Ellos también escogieron. Algunos me encontraron.

Don Eteko y Elías no tenían que hacerlo por mi. Creo que no lo hicieron por mi. Los dos se quedaron a mi lado y el de mi hijo, cuando el cielo se hizo oscuro y las criaturas del fango estancado y la niebla fría se lanzaron a por mi, su señora, para llevarla hasta su legado.
Verdaderos dragones contra curtidos chamanes, que sabían lo que estaba en juego, pero hombres al fin y al cabo. No olvidare jamas la ultima mirada de Elias y el sentimiento de que de alguna manera él si lo hizo por mi.
Lo que ellos sostuvieron lo tengo yo en mis manos y lo aprieto contra el pecho pero aunque no quiero, dudo. Dudo en como escoger lo que ellos escogieron, por que siempre que escojo para bien peligra el mundo.

Llegué a Miguel a través de la cadena humana él mismo había dispuesto en Akhasa. Una constelación de relaciones construidas para protegerlos. No creo que él me llegara a entender del todo y yo aun creo que en su fundamento estaba equivocado. Pero siento su perdida y me lamento de no haberlos disuadido o haberlos preparado mas. Se que ellos comprendieron lo que Isobel, Pola, Charo y Anibal pretendían hacer con respecto al Corazón del Mundo, el Betilo perdido, que escogieron ayudarlos, pero me ahogo cuando recuerdo que me dijeron que ni Paula, ni los guaranís, ni Miguel iban a regresar nunca.
En su elección Miguel pretendía un bien, un despertar para la humanidad, de cuyo método yo no comparto. Pero de él tengo también una llave, cuatro muchachos y un alma especiales, los vestigios del sueño de Akhasha, la realidad de la Esencia, a los que cuidar.
Esa es una elección fácil para mi, pero tener la llave no lo es todo. No sé si ellos moldearan su contrapuesto. Quizás eso no ocurra nunca.

También con Max. Max tan loco como para leer en mi como en un libro abierto. Tan desafortunado como para hacerlo unos instantes demasiado tarde.
Creí que lo conseguiría. Creí que la estrella acompaña a la locura. Pero si hay una revelación en la perdida de juicio es la comprensión del Juicio de la realidad.
Una piedra es una piedra y un dragón es un dragón y un loco es solo un hombre.
Tengo de él la llave de mi locura. La que mas me tienta a que la use. Un giro que si lo escojo me llevara a donde estuve una vez. El lugar afilado e incomodo que eres tu misma.

Pero la que mas me ha dado junto a Elias ha sido Amanda. Se parece profundamente a la clavija del muchacho, la misma elección que escoger. Pero es mucho mas penetrante.
Ella es la que mas me mira desde el fondo de la habitación y es a ella a la que intento semejar aunque sea tan fantasmalmente como es ella ahora.
Ella tomo su herencia, la huella de lo que su padre intento hacer pero no pudo y que desde la tumba comunico a través del espacio y del tiempo.
Ella tomo las claves de lo que pedía, las contemplo, vio la muerte en ellas y aun así las introdujo en la cerradura del destino y la giro.
Vino a Chachapoyas, sin conocimiento, ni poderes, ni recursos. Solo por que su padre lo suplicó y sabiendo lo que implicaba esa suplica. Y se metió en la selva para no volver jamas.
No fue un suicidio tanto como yo no quise morir en ningún instante hasta después del Final.
Fue una extraña determinación.
La misma que brilla ahora imaginariamente en mis manos.
Tomar tu destino. Tus suertes, fatalidades y venturas.
Y elegir en cada ocasión.

Escoge.

Lo que brilla en mi mano es una pregunta terriblemente sencilla.
La primera de mis respuestas a dar.
¿Quieres la vida o quieres la muerte?

Acuérdate, dice Amanda, me mira Amanda, de todo lo que viene detrás.

1/9/08

Vivir (y Morir) en la Creencia (v). La Suplica

No es justo pero no puedo evitarlo. Son mi familia, la verdadera. No la que por destino te toca, si la que te asume, la que te acoge como uno de los suyos.
Es mareante la lluvia de rostros conocidos que me han visitado, casi todos mas de una vez. Rostros sorprendidos, cariñosos, serios, alentadores, preocupados, socarrones, tristes, ... familiares.
No es justo que yo les reciba quejosa y hundida y avergonzada y no pueda guardar de mi mirada la suplica. Mi desesperada necesidad de perdón.
No juzgo si me lo dan como si no. Yo misma no lo espero.
Es difícil aguardar la gracia cuando ni siquiera tu te la das.
Pero sigo en mi suplica por que es la emoción que queda, después de que se atara a una fuente de tristeza y a un deseo de disolución.
Es el otro lazo, el menos sereno.
No sera una emanación pasajera ni acaba ahora. No creo que termine nunca.
Empezó con el primer paso en el campamento regresando con Doa y continuo con todas mis explicaciones y todas sus miradas y sus reproches y lo que es peor sus decepciones.

"Hey, salve al mundo hoy.
Las cosas malas se esfumaron,
y todo el mundo es feliz ahora.
Las cosas buenas están ahí para prevalecer.(1)


Mi canción es la que debería decirlo pero es todo lo contrario. Es Pola el que ha salvado al mundo y no hay felicidad ni prevalecimiento. Ni se ha acabado el mal.
El mundo es mucho mas gris con mi suplica y yo no puedo detenerla. No sé como.
La he mostrado silenciosa e inconscientemente a cada uno de los que he contemplado y la pronuncie en voz alta hacia la Diosa cuando lo sentí por completo, cuando comprendí que al tomar el peso del mundo sobre mis hombros, no daba la talla.
Se acrecentó con la noticia de mi embarazo y los primeros estertores de la transformación por venir.
Acalló las alegrías necesarias que la presencia de dos de los tres hombres de mi vida y el asombro de su viaje a través de la muerte debía haber hecho crecer.
Creció con la llegada de los Dragones de la Tierra y los Dragones de la Niebla y con cada promesa abierta o velada de mi aniquilación o mi condena.
Rugió con mis palabras en la choza del poblado guaraní cuando ya el vórtice se estaba formando y hasta la realidad de mi magia se hubo ajustado en caída hacia abajo.
Rugió con la Furia de la voz imponente de la Madre, con la que de verdad había hecho el compromiso, la misma voz de mi interior que sabe que lo que dice la letra de la Canción esta escrito en sangre.
Y chilló pidiendo perdón e implorando no mas muerte, ya fuera en la esperanza de seguir con vida o en el consentimiento de la resignación a la muerte, si ese hubiera de ser el mal mas pequeño.

"Por que el mal es el mal. Menor, mayor, mediano, es igual. Las proporciones son convenidas y las fronteras borrosas. Al tener que elegir entre un mal y otro, lo preferible es no elegir en absoluto. (2)

Suplique y suplico por entender como se hace esto y se hace bien y por seguir creyendo y suplico por el perdón de después de tanto tiempo, de estar tan cerca de la gracia, aun no haberlo conseguido.
Por que siempre suplico.
Cada suplica es como un agujero.
Un agujero donde no paran de caer los muertos.

(1) Saved day, Annie Lennox.
(2) El mal menor, Andrzej Sapkowski.