6/8/07

Miedo (I) El Miedo entre las Cejas

Tenia cuatro años la primera vez que sentí el escalofrió del horror. Estaba incrustado en lo que mi abuelo me contaba, por incontable ocasión para hacerme reaccionar.
Mas allá de la simplicidad de una historia hecha para asustar a las chicas malas, mi mente infantil aprehendió el estupor y la conmoción detrás del imaginario popular y la limitación de las palabras.
Se convirtió en el primer temblor que resquebrajo el hálito protector que desde el nacimiento me arropaba y que dejo filtrase la primera gota de terror en mi alma.
El miedo anida entre tus cejas y transforma la inocencia en algo mas opaco. Yo renuncie a mi imaginación para sentirme protegida.
No lo entendáis mal, las intenciones siempre son buenas cuando la gente ejerce de sentido común y conciencia pero, la realidad te dice que en cada oportunidad el resultado no es el mismo. No malo pero tampoco bueno.
Luego dejas de ser niña y distancias la atrocidad de lo que escuchaste con fe razonada, el autoconvencimiento resignado de que ese es el comportamiento humano. Con él te deshumanizas. Con él te sientes mas segura.
El cuento del Caballero Endemoniado Guilles de Rais y sus ignominiosas brujas y sus sangrientas andanzas raptando niños, contado a la luz del fuego por la voz cascada de un cariñoso viejo, se empequeñece ante la brutal realidad de los acontecimientos.
Te haces mayor, te dices que maduras y si la vida sigue como dicen los designios de dios o de Descartes, te haces creer hasta la tumba que no hay mas camino. El terror te rodea y tienes que alejarlo.
Podía haber sido así, pero he dado un pasito atrás y he buscado, no aquella inocencia que sé que no volverá, pero si las raíces de lo que abandone para entumecerme.
No os engañéis, tengo miedo. El Diablo de la Doncella es terrible. Y temo que ha vuelto. Hasta nuestra mismísima puerta. Tengo miedo por mi hija y por las hijas e hijos de los demás. No hay mas horrendo que la violencia salvaje sin las fronteras del instinto o la cordura.
Guilles de Rais atravesó cualquiera de ellas muy pronto en sus fechorías y tuvo tiempo de traspasar muchas otras fronteras que no me atrevo ni imaginar. Y esta ahí en nuestro patio trasero, escarbando en lo pozos oscuros del alma humana.
Tengo miedo y desespero pero esta vez no voy a endurecerme y alejarme de él.
Voy a luchar. Lo que pueda o como pueda.
Quizás me coarte al quedarme detrás de los muros de la torre pero ahora no me puedo permitir el ser insensata. Tengo que pensar por dos.
Sigo teniendo el miedo entre las cejas.
Pero esta vez también tengo el corazón latiendo.
Y no solo por mi.

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