1/7/07

El Roce de la Nada

No es como una caricia.
Y No es rápido.
Hay muchos escenarios de infierno que imaginar. Algunos físicos, algunos mentales.
Los peores son los que consiguen tocar a la vez ambas partes, llevándose jirones de la piel de tu espíritu al viento.
Este ha sido uno de los míos.
No lo vi venir, no lo vimos venir ninguno.
El primer golpe destruyo toda mi capacidad de reacción. El segundo casi me arranca la cabeza. Y todo el rato sonaba esa mentira terrible tan bien contada que me empujaba a la agonía. Y el trueno, y la ventisca y la piedra sobre la piel y la carne.
Incapaz de moverme. Incapaz de pensar. Sumergida en el desespero de la duda y el dolor. Viéndote atrapado en el pozo que yo viví. Sangrando por el cuello y perdiendo la vida.
Y sin la voluntad de luchar.
Reducida a la Nada.
Inútil.
Inútil como la criatura que nos atacaba.
Convirtiéndome en ella.
Rota y estúpida.
He estado a punto de morir unas cuantas veces.
Pero esta vez me ha dolido de verdad.
Por que he visto lo que no había mas que imaginado.
Ha sido el Roce de la Nada.
La abominación usada sobre lo vivo.
El poder de aniquilación de lo que hay mas allá del abismo.
El grito de las cosas que no podían correr y salvarse.
No me ha hecho falta mirar alrededor.
Yo era una de esas cosas.
Era yo la que gritaba.
Aunque no lo he podido digerir hasta después del amanecer.
Cuando por fin he sentido de verdad, el haber vencido.
De alguna manera, el seguir viva después de enfrentarme contra Eso, es la mayor de las victorias.
Porque, si yo puedo, ¿Por que no lo va a lograr el resto de la Creación?
Solo le hace falta que alguien siga en pie.
Y le quede voz.
Y la Voz susurre o grite que aun hay vida.

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