Por segunda vez te hice la pregunta y por segunda vez titubeaste.
No se que os pasa a ciertos hombres que ante los monstruos no flaqueáis pero cuando es la idea de la responsabilidad de traer una pequeña criatura hasta vuestros brazos todo son dudas.
Yo dudo de todo, Anibal y también tengo miedo. ¿Como no iba a tenerlo?¿Crees que yo no soy consciente de los mismos peligros que tu?¿Aunque no tuviéramos la vida que tenemos?
Yo te he visto atravesado, !Dos veces¡, y he estrangulado mi grito en mi garganta por poco.
Tu me has visto no regresar del sitio mas inhóspito y luego fuiste a sacarme. En el cuerpo y en la mente tengo cicatrices que aun me duelen.
Yo misma estoy maldita, Cariño, acogida en la Gracia de la Diosa para no destruir a quien mas amo.
Pero en la Diosa confió, confió tanto que por eso no se si puedes imaginar la Alegría que tu respuesta al final me ha producido.
¿Ves? Era poco lo que necesito.
Lo que quiera la Diosa.
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