12/1/08

En tus Manos (iv). Mi Corazón.

En el instante en que lo dijeron lo sentí.
Anibal era el Monstruo.
Encajo como un guante en Mi Corazón.
No fue como ningún tipo de visión premonitoria.
No fue como si mi cabeza ensamblara una revelación lógica.
Fue un palpito que no sé cuanto tiempo habitaba en mi pecho.
Una semilla que broto desde dentro de mi Corazón.

Mi Corazón empieza a tener sus propios sentidos y están hechos de la esencia de mis deseos.
Mi Corazón se come a mi cabeza con tanta facilidad que intuir, sentir, ver en la emoción es mucho mas sencillo que con los ojos de la razón.
Mi Corazón ha sabido antes que yo cual era el destino de Anibal.

Creo que mi corazón ve al Monstruo sin necesidad de ojos.
Lo ve caer y lo ve caído.
Se cabrea y se refrena.
Por que hay un lazo que une lo que siento con lo que pienso.
Me equilibro ante él con Amor.
A menudo me he preguntado si es mi cabeza quien lo ama y si empuña unas riendas puestas sobre mis sentimientos.
Por que a través de las ondas de mi pasión lo contemplo y sufro y lloro.
Pero también me obligo a la lucha. No me doblego ante mi instinto conmovido por la corazonada y el destino. Me conjuro y porfió para lograr un cambio, por la Diosa que me bastaría un solo cambio.

Y arranco fuerzas desde abajo y desde dentro. Mi Corazón es valiente, y decidido, y grande, y esta lleno de vida.
No tiene una respuesta clara a que hacer por que no es su naturaleza el ser listo.
Pero si sabe y yo lo sé que estoy determinada a que la urdimbre va a mudar y que mi parte de este cambio la voy a engendrar con el corazón.

Por que con el corazón se ama pero también se muerde.
No quiero morder, quiero ver y sentir vida crecer a mi alrededor.
Pero si me arrolla el destino tendré que luchar.
Y solo tengo un arma poderosa.
Oh Diosa, es mi Corazón.

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