25/3/08

La Oscuridad (viii). Los Muchos Colores.

No podía retener mas la necesidad de hacerlo, ni podía detenerme a pensar.
Solo necesitaba volver a Respirar y no conozco mas que una forma de hacerlo.
Por eso he recogido a Annette de casa de Alma y apoyada contra mi pecho no la he soltado hasta arrodillarme junto a su cuna en casa.
No he dejado a mi cabeza pensar, si no que me he sumergido en el latir de su corazón sobre el mio, aun a través del abrigo, y en el sentimiento constante y repetitivo de la afirmación de que ella estaba bien y de ahí podía asir el resto de los bienes indefinidos.
Me he olvidado de la calidez de un noviembre distinto y del peso de un equipaje apenas tocado, rendida en la sensación del calor de mi niña y de los pasos seguros hacia nuestro hogar.
La única otra cosa en mi mente ha sido la pequeña ampolla con mi sangre en el bolsillo del abrigo.
Ha sido lo único que he sostenido durante largo rato en la oscuridad de mi cuarto cuando Annette ya dormía y mis sentidos deseaban emularla.
Por que volver de la Asfixia es harto difícil. Estas hecha a aguantar la respiración, por instinto, por cultura y por educación. No respires para que no te escuchen los demonios, para que te protejas de la Oscuridad ten miedo.
Pero una vez empezaste a respirar, no hacerlo es como no Ser.
La Oscuridad es terrible, si tu sabes lo que es estar dentro, pero no es esta misma oscuridad.
No cuando Respiras al mundo en cada una de sus notas y sabes cual es el reflejo de su Magia.

Mis ojos han mirado largo rato a través de un vidrio que no podían ver y, sentada en el suelo de mi casa, me introducido por él, en un territorio mas allá del umbral de la Maravilla, tomando como timonel al recuerdo sonámbulo de lo que yo solo soy capaz de imaginar.
Hay un solo Nombre debajo de los nombres de cada Ciudad. Un Nombre en luz, música o como esta vez en muchos colores.
Me he perdido en ese sueño, que la ciudad de donde venia no quiere olvidar, y me he presentado sin tapujos ante lo que era anterior al espanto del conteo de víctimas, y mis dedos se han ofrecido a soportar los colores de cada uno de sus verdaderos nombres, conocidos o no, pero así ya nunca perdidos.
Cuando mis ojos se han abierto no he estado ni despierta ni dormida, ni siquiera en mi. Mi ser tomaba impulso en la exhalación, avanzando desde mas allá de las Fronteras con la Voz de la Vida.
Cuando Respiré, en mi hálito, de cada perla de mi sangre aun viva, se coaguló una semilla pequeña y de un purpura casi negro. No había solo un centenar si no mas, y conmovida después del hechizo me he puesto a llorar con todas mis fuerzas, hasta que me ha llegado el colapso.
He dormido doce benditas horas sin dolor, ni recuerdos, ni visiones. Hasta el amanecer.
A la mañana siguiente con el sol ya en lo alto y Annette en mi regazo ya saciada, prepare muchos lechos de buena tierra. Plante cada semilla como si fuera la primera y la única.
En los largos días me he sentido respirar al sentirlas crecer y florecer.
Son flores de invierno, altas y talludas, con pétalos abundantes y carnosos de muchos colores distintos pero ninguno disonante. Son las flores de Moscú.
Y me he hablado, y me he dicho, tu eres esto, la Respiración de lo que respira y me he insultado en silencio y maldecido por que lo que deseo es poder hacer lo que pude hacer con las flores por la gente de la que en sus colores llevan cada uno de sus nombres puesto.
Y me he tirado en el lecho, con la niña jugueteando con mi pelo, tratando de sentir como hacerlo.
Y lo sigo intentando.

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