1/3/08

La Oscuridad (v). La Mano en el Fuego.

La mañana, que ha despuntado mientras viajamos en coche, era preciosa. Un color azul pálido tiznaba el cielo, normalmente hosco, de Mayo por el que retozaban tímidas nubecillas.
Que me haya estado fijando en estos detalles supongo que refleja cual era mi estado de animo.
Pobre Pola, tenia tanto miedo. Él me lo advirtió y yo le escuche muy atentamente. No sé si aun piensa que ha sido un acto temerario y algo suicida, pero cuando él me habla sinceramente y con cariño yo le tengo respeto. Es la voz del sabio la que se me dirige y hay que guardarle reverencia.
Pero aunque durante toda la semana, después de que Anibal me rompiera el corazón por dos veces y antes de que bajara al sótano mas secreto de la casa de Príncipe de París, lo pensé muy profundamente, también me enfrente a que estaba realmente decidida.

La Oscuridad inmediata, amenazante y física y presente, se había retirado a lamer sus heridas. No habíamos vencido pero habíamos conseguido un aplazamiento. Dentro de mi siguen habiendo resquemores. Dudas sobre nuestros aliados. Dudas sobre, ahora mismo, nuestras posibilidades. Pero todas se oscurecían ante la única y persistente pregunta.
La Oscuridad invisible persistía aun junto a mi. Desde que subí de la casa de Eugene y la puso al descubierto.
Lo entendí, y me he dispuesto desde entonces a actuar y asumir a lo que me lleve ello.
Por que de Eugene voy a intentar sacar todo el bien que sea capaz de desenterrar de debajo de su perversidad.
Por que no estoy yo sola en el Mundo. Tengo a Annette, tenia a Anibal.
Soy responsable ante Judith, Pola, Santiago, Mayim, y sus familias. Ante la gente del Túmulo y de la Torre. Ante la gente de París y el Mundo entero y el Universo. Ante las criaturas vivas y los Dioses y Daimones. Ante mi.
Si les pongo en peligro no seré merecedora de justicia ni misericordia.
Por eso formule la pregunta y dispuse mi vida para obtener la respuesta.
Es la razón por la que baje a la estancia de la Sibila.

Solo dispuse una semana para compartir mi Amor con los que quiero.
No hice un drama ni cambie en demasía mi comportamiento, excepto quizás con Annette.
Después de ver lo que le podía deparar el futuro, y de lo que se rompió siete días antes temía por ella. Temí que no pudiera cuidarla. Que volviera a suceder lo que Eugene precipito. Temi que se quedara sin nadie. Tuve miedo de no volverla a ver.

Pero llego el día. Tenia que ir.
Quizás
no fuera necesario. Quizás yo misma hubiera descubierto el dictamen.
Pero no podía arriesgarme. Y por eso arriesgue todo lo demás.
No me ha movido ni el despecho, ni la tristeza, ni la inconsciencia. Al menos eso creo.
Me ha movido el amor que siento por todos los que quiero y el dolor que me sepulta cada vez que me imagino siendo la mano que los hace desaparecer.
Cada cual tiene sus razones para consultar a la Diosa. Yo esperado toda la semana tener las mías lo mas limpias posibles. He buscado y buscado la verdad de si eran mías.
Y hasta cuando Amadour me condujo y vi lo que un ser con cuatro mil años de poder puede respetar, no flaquee.
Esto es mas o menos lo que ocurrió:

En el centro de la estancia, tras las serpientes, ardía un fuego dentro de una pila austera.
Sus llamas se movían por el aire de la puerta que yo mantenía abierta. Allí estaba ella, la Deifoba, invitándome a acercarme.

Su piel brilla como la luna pálida y sus ojos son humanos y son animales. No parpadea y eso la hace mas profunda y mas etérea. Cuando cerré la puerta era como si hubiera entrado un sueño. Todo era real pero remoto. Estaba sobre el mundo pero ampliado. Ella es un Daimon pero, en tantas direcciones, es mucho mas palpable que mi propia existencia.

Ella Ve, lo sentí en el momento que me puso la mirada encima. En cada instante que tardé en enunciarle mi pregunta.


"¿Quien soy para la Ciudad Maldita?"


Su voz empezó suave como el susurro de las alas de las mariposas.


"Es a ti y sólo a ti a quien corresponde saber quien eres."


Y se me acerco y tomo con insospechada fuerza mi mano izquierda, donde aun tenia el sello de Salomón que en la Espiral quedo grabado a fuego. Y hablo. Y no fue suave ni delicada.


"Pero algo he de decir."


Su descomunal fuerza arrastro mi mano dentro del fuego. Mi mano ardió como no si fuera de carne si no de madera mientras ella entonaba con un poderío que aun resuena en los ecos de mi alma:


"¡Arde, Desecho de la Oscuridad!"


Su mano me soltó y caí Mientras su Voz, la Voz de Apolo, de mi Padre, de mi Hermano, de Mi Hijo, del Sol atronaron en el Dolor con cada una de las palabras de su Boca. No pude evitar soltar un alarido de terrible agonía nacido en el tormento de la quemadura y del Verbo hecho Auspicio.


"¿No debería apelar a las furias, más antiguas, poderosas y crueles que los Dioses para que te dieran justo castigo?
Usurpadora, viniste para dar muerte a todo lo que fueras capaz de amar.

Tu hija será la última víctima de la Espiral.
Cabalgarás sobre la bestia de siete cabezas.

Serás la Gran Ramera que se sienta sobre las Grandes Aguas.

Contigo fornicarán los Reyes de la tierra y los habitantes del mundo se embriagarán con el vino de tu prostitución.
Buscabas el Trono de la Madre.

¿Y qué has encontrado?"


Sé que puso los ojos en blanco, por que aun en la furia de la tortura del dolor no pude cerrar los míos, y sé que comenzó a canturrear con voz dulce a través de su terrible y siniestra apariencia, por que ningún grito mio podría acallar a la Voz. Su Voz.


"Ya no eres vasija rota,
Ya no eres siniestra sombra que contuvo
La misteriosa Luz de la Manifestación.
De la danza de las abejas
De la danza de las grullas
Creció una amapola en tu pecho
Y el viento de tu amor llevó su semilla
Hasta el umbral de la casa de la Madre
Y creció hasta ser un Retoño del Árbol de la Vida."


La bendita oscuridad se me llevo al los campos de los sueños sin recuerdo.

Alguien me llevo hasta casa. Alguien estuvo junto a mi y me curo la mano y me cuido.
La herida de la mano se fue curando poco a poco pero nunca volverá a tener el aspecto de la otra. Brilla roja y cicatrizada como si realmente la hubiera metido en el fuego del Sol.


Tuve mi respuesta y como no fue Pola quien me la explico.

Estoy libre de ellos. Tengo lo que tuve en un principio y nada mas que eso.

Nacida en los Hilos de una Danza a través de la Sustancia.

Bendita en mi único Beso de verdadero Amor.

Completada en la Luz y el Fuego.

Un Fuego directo desde mi mano hacia el Corazón.


(1) Agradecerle la palabras de la sibila a Kiko, por que él las puso en su boca y ella en mi.

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