5/7/08

Diario para una Luz (xxi). Luna Nueva

Día 19.

Creo que el pueblecito se llama Nearşova pero no me he fijado en el nombre hasta que hemos salido de él. Lo cierto es que hemos llegado allí al torcer al revés después de Izvoru Crişului, entre la lluvia. Tu tenias sed y yo también y me ha parecido perfecto para detenernos a descansar un poco y estirar las piernas y beber lo que aquí tuvieran.
Ahí se debía haber quedado la anécdota: en la confusión de mama entre los limpiaparabrisas y el agua y veinte minutos en la elección de refrescos autóctonos rumanos y un estimulante ejercicio de glosolalia. Pero lo que tu mente ve y entiende no es lo que es la consciencia.
Cuando he salido contigo en brazos, con la bolsa en la mano y acompañada de Rosvita, la tendera, no he mirado sino que he sido consciente. He sentido la diferencia entre el contorno que envuelve algo y su significado.
Forzada por la tradición de poner la puerta de las casas al borde del camino no he podido aparcar justo delante y he dejado el escarabajo un poco mas arriba, justo bajo de unos arboles. Unos pocos pasos en un pequeño repecho. Quizás al venir no me di cuenta por que buscaba cuesta abajo pero al llegar al coche lo ví.
Un camino, que se bifurcaba limpiamente en sus dos perfectos ramales.
La expresión de mi conmoción me ha salido de muy adentro. Tenia un taco o dos pero ya tendrás tiempo de aprenderlos. He mirado al cielo, a la punta de mis pies en el suelo y luego a la encrucijada.
He sentido que se me preguntaba. Entiéndelo, no es una vocecilla desconocida que se te aparece, si no tu propia voz que te interroga sobre si te lo vas a creer o no. Y que harás al respecto en el caso de cada una de las ramas de esa decisión.
La mirada de Rosvita se ha cruzado con la mía bastante preocupada; con esa expresión de desconcierto y miedo que te surge cuando los hechos desmontan abruptamente lo que crees seguro y fiable. Ese escalofrío irracional que te grita peligro. Y sin embargo ha seguido ahí de pie, y me ha tocado.
No ha hecho falta saber rumano para entender que quería saber si estaba bien.
Mis palabras espero que fueran tranquilizadoras pero lo cierto es que no las recuerdo muy bien. Recuerdo claramente el rugido de mi corazón en mi cabeza, en una mezcla del ruido de la sangre en mis oídos, de las imágenes que te asaltan, y de las sensaciones emocionales que tienen reflejo físico en tu estomago y tu garganta.
Se que le he dicho que tenia algo que hacer y que te he dicho que tenia que dejarte un momento sentada en tu silleta en el coche por que ahora que recapitulo, puedo ir cogiendo los hechos por que no se ha borrado, solo es que en el momento no tenían la fuerza de lo demás.
Recuerdo el hombre en su carromato con su nieto deteniendo su asno por que Rosvita se lo ha pedido. Y la alteración extendiéndose pues no en vano esta no es mas que una aldea pequeña.
Luna Nueva, me he dicho para mis adentros aunque creo que también ha salido a mis labios.
Da igual que no la haya en el cielo, ni que cuadre en el calendario, si para ti lo es no hay mas que hablar. Es eso lo que hago. Me conmuevo en lo que reafirmo.
En seguida he estado sacando todo lo que tenia metido en el maletero dispuesto para este imprevisible viaje.
La mesa plegable que he abierto para poder exponer el resto de cosas si que se estropearan, la sillas, la maletas, mantas y otros objetos. Incluso la rueda de repuesto y la comida. Lo he puesto todo bajo la protección de los arboles para que no se mojara.
La gente ya se congregaba, sobretodo mujeres, niños y ancianos. De momento solo han estado vagabundeando en las inmediaciones, buscando su sitio mas cómodo para el espectáculo aunque ya los mas atrevidos o cotillas se han acabado acercando a saber.
Algunos han preguntado que pasaba, y otros si vendía.
Cuando he dicho que no vendía, que daba, los rostros han mostrado la mas amplia variedad de la condición humana. Desde la codicia y la sorpresa hasta la condescendencia y la pena.
No me han dado igual, pero mi decisión estaba tomada y no tenia tiempo ni energías para dar la explicación.
He vuelto a repetir que daba, que ya no era mio, que era para el que lo necesitara, y he abierto una de las maletas para ofrecerle a Rosvita alguno de mis vestidos conjunto.
No me había imaginado el tumulto ni la confusión. La vida no es como en las películas, que cuando se organizan peleas estas se extienden y después se convierten en batallas campales. Cuando la violencia brota, se focaliza en muy poca gente y un gran resto que mira alrededor. Y casi siempre empieza y continua y acaba en los gritos. Casi siempre.
Interponerse entre dos personas que discuten es peligroso por que obcecados en los que estamos haciendo (vapulear al otro) el paisaje que se mueve no es importante. Pero Rosvita se ha portado muy bien y parecía de esas personas integras que merecen la pena conservar y al fin y al cabo he sido yo la que la he metido en el lío que se ha formando.
Las referencias culturales y los ritos están muy bien en los libros y en los cuentos, pero lo que no tienes en cuenta ( y yo no lo he tenido en cuenta de forma kilométrica), es que funcionan cuando el contexto místico, humano y cultural es el correcto. Y la transilvania rumana del siglo veintiuno no lo es.
Una mujer estaba agarrando vehemente una buena chaqueta de piel mientras discutía a voz en grito con Rosvita mientras esta le decía que no debía hacerlo. El anciano con su nieto trataba de poner orden en el otro lado. He entendido muy bien que Rosvita defendía que no se debía aprovechar de la locura de una persona para el propio beneficio y claro esta la otra parte defendía que si. La bofetada, los arañazos y un mordisco que me he llevado ahora me los veo merecidos, pero al menos no ha sido peor.
No se que habría pasado si cuando la situación se estaba caldeando no hubiera llegado la policía. Supongo que alguien les habrá avisado del altercado, pero creo mas que es que la noticia de lo que estaba pasando ha llegado muy rápido a Izvoru y las fuerzas del orden se han decidido a echar un vistazo por curiosidad.
No es que su presencia haya constituido un bálsamo. Los gritos han seguido pero esta vez dirigidos desde una distancia de seguridad prudente entre los bandos. Alguien ha relevado a Rosvita por que ella se ha agachado delante de mi para ver como estaba. De alguna manera he acabado sentada de culo en el suelo. Me incorporado avergonzada, mas por la que había montado que por los golpes que he sufrido. Las dos nos hemos dirigido hacia el coche. La mayoría de mis cosas estaban aun allí, pero algunas manos mas listas ya se habían dotado de lo que necesitaban.
Me he sorprendido oyéndote llamarme y me apresurado hasta ti. Rosvita decía algo relacionado con mis cosas y con que me fuera de allí. Tu sonreías sorprendida de estar entre tanta gente y había dos chiquillos, niño y niña, apoyados contra la ventanilla mirando con asombro hacia el interior.
Tu me has dicho mira y yo he visto como lo chavalillos hacían cucamonas en el cristal. Mi sonrisa ha sido nerviosa pero reconfortante. Los niños me han preguntado varias veces hasta que les he entendido que preguntaban tu nombre. Se lo he dicho, al tiempo que me he levantado mientras me dirigía a Rosvita, y le he intentado hacer comprender que las cosas se quedaban allí, pero que si podía hacer que llegaran a los que las necesitaban lo hiciera. Al tiempo que hablaba me he dicho que esa debía ser mi misión pero me he visto en los ojos de ella fracasando, y metiendo a mas gente en líos. ¿Como hacer comprender a gente sensata, mi locura?. ¿Como decirles que esta bien lo que parece una decisión trastornada?.
La policía una vez enterada, y después de haber deliberado un momento, se ha dirigido hacia nosotras y yo me he adelantado para atraer hacia mi toda la culpa.
Entonces ha aparecido. Un coche, enorme y negro como la pez, ha ascendido lentamente por la carretera desde Izvoru. La gente se ha apartado instintivamente cuando se aproximaba y no a tenido ningún problema para aparcar justo en el camino.
El hombre que lo conducía se ha apeado con calma, y su presencia ha sido tan elocuente que hasta el maduro policía que se nos aproximaba se ha detenido en su camino y se ha envarado.
El hombre se ha dirigido a hacia una chiquilla, de no mas de once años, que sin pestañear le ha dicho dos palabras, señalándonos.
Su porte y su traje viejo pero bien arreglado me lo ha hecho imaginar como el cacique, pero ha sido su donaire y su dominio de como ponía el pie a cada paso lo mas sorprendente. Si era él, alcalde o el terrateniente, desde luego parecía un tipo muy singular.
Canoso pero no viejo. Rocoso pero no enorme. Poderoso pero no arrogante. Las arrugas de las comisuras de sus labios y de sus ojos se ha ido haciendo mas patentes a cada instante en el que se ha acercado hacia nosotros.
El policía se ha atrevido a mascullar algunas explicaciones, como si a ese se redujera su papel cuando aparecían fuerzas superiores. Me he dado cuenta entonces que ese era ya el único sonido junto al del bosque que se podía oír alrededor. La gente seguía allí, expectante, pero a distancia.
El recién llegado ha escuchado sin ni siquiera echarle un vistazo al agente. Su mirada intensa nos miraba a nosotras tres.
Cuando ha parecido satisfecho ha continuado su camino. Creo que ha dejado al policía con alguna palabra de mas en la boca.
Se ha puesto a unos tres metros de mi y hablando, lo que creo que era rumano pero con mucho acento húngaro,y me ha hecho la pregunta sencillamente con sus manos. Me ha apuntado con un dedo y después se lo ha llevado hacia su sien para moverlo ligeramente en circulo.
Ha sido una pregunta condenadamente buena.
Mi respuesta. He rebuscado dentro de mi. He visto lo que ha pasado y por que y lo que he sentido y porque. Y también lo he olvidado todo.
Mi respuesta ha sido una sonrisa queda y sin sorna cargada de lo que hay es lo que ves, pero intento cambiar y un encogimiento de hombros totalmente sincero. Ha sido un, ni yo misma lo se, completamente abierto.
El hombre me ha mirado con profusión, con una condescendencia severa pero cómplice. Esa mirada que me he cansado de esperar de Charo.
Ha caminado dos pasos y ha hablado con Rosvita con la naturalidad de un familiar, que sé que no es por la tensión de ella, y la ha despedido dejándola confusa en sus miradas hacia él pero también hacia mi.
Después me ha cogido a parte. Me ha agarrado del brazo como lo hacia mi abuelo, y mientras me llevaba bajo los arboles detrás del coche, se ha parado un instante para contemplarte y sonreír de verdad por primera vez. Ha sido el único momento en el que lo he visto sorprendido y libre del dominio de la situación. Pero ha sido un instante fugaz, casi un espejismo.
Se me ha puesto delante y me ha dicho interrogativamente:
"¿Calusar?"
He enarcado las cejas preguntándome como. Pero no me ha inspirado desconfianza. Le he contestado que si.
"Calusar (y algo que entendido como un 'y') Paparuda (y algo que ha sonado como fascinante o increíble o así)" ha dicho mientras se rascaba el mentón.
Después se ha señalado a si mismo y ha dicho solo -"Solomonar"- que aunque no creo que indique se verdadero nombre si no el de su oficio, ha sonado casi como lo primero.
Le he preguntado si era como un mago o un brujo.
Él ha movido la mano como indicando que algo así y ha añadido -"Cautari Taltos"
"¿Taltos? ¿Tu eres un Taltos?" le he preguntado recordando las lecciones de etnología de tres días y otro país antes. ¿Podía haber encontrado un chaman húngaro en rumania?
Pero el lo ha negado. Ha puesto el rostro serio y distante y mientras se agachaba a mis pies ha dicho claro y inequívocamente.
"No Taltos"
Y ha dibujado una luna vacía y me ha señalado y ha señalado a Rosvita que repartía civilizadamente mis cosas ante la atenta mirada de la policía, como si estas cosas fueran comunes.
Luna Nueva. Si, le he dicho. Si.
Ha suspirado, y me ha mirado muy profundamente como si entendiera lo que es tener una misión no importara que comprendieras lo que implicaba para el otro.
Ha dicho algo que me ha sonado como una bendición pero también era triste. Me ha contado algo de canciones y doinas, señalándose y señalándome. Me ha golpeado el hombro como para darme ánimos.
Y ha sacado una hermosa petaca de su bolsillo, plata y jade, y me ha puesto un dedal de licor y me lo ha dado. Ha entrelazado su brazo izquierdo con el mio y ha dicho:
"¡Egészségedre!"
"Osasuna"
Un trago de fuego me ha sacudido desde la boca a las entrañas. Pero ha sido como una explosión retardada que poco a poco ha ido creciendo.
He sentido la fuerza de su brazo, su apoyo y su petición de soporte. Ha sido como un cruce de camaradería en la transición de los instantes.
Una especie de lazo empático entre personas que se entienden y eso les da esperanzas.
El hombre ha recuperado su dedal, ha dado un segundo trago al contenido de su petaca y la ha cerrado haciéndola desaparecer en su impoluto traje.
Las nubes no han podido ocultar al medio día.
El mundo se ha puesto a brillar entre sol y sombra.
Él me ha insistido con brusquedad que me fuera de allí.
Me he sacudido la falda. He ido hacia Rosveta y me he despedido de ella en silencio con una sincera cara de disculpa.
He dejado todo el dinero que tenia en efectivo sobre la mesa y me ido hacia el coche.
Tu hablabas con alguien. Y tenias una charla intensa lo que me asusto por que no había nadie junto a ti. Los chiquillos que te entretenían, corrían colina abajo y nadie se había atrevido a acercarse a menos de diez metros de nosotras, desde que el Solomonar llego, y menos desde que me toco.
He abierto la portezuela del escarabajo y tu me has saludado levantando las orejas de un cachorro de perro de origen indefinido.
Mientras se me abría la boca de sorpresa tu has dicho:
"Mira mama, pugas"

Día 20.

Hemos parado en Cluj Napoca a descansar y me he levantado temprano a ordenar mis pensamientos.
Tu y Pulgas dormís cada uno en su sitio como si no importara mas que eso. Me costo horrores y algo de sangre (literalmente) convencer a todas y cada una de sus inquilinas a que buscaran otros lares y lo cierto es que lavado y alimentado tiene gracia el chucho, con sus colores blanquitos y negritos.
El pobre parece que estaba muy mal, por que no ha emitido ni medio ladrido desde que lo he visto.
Supongo que ya esta y ya lo hemos adoptado.
Yo os miro y vuelvo al pequeño libro sobre folklore que me recomendó el recepcionista.
Ya se lo que significa mas o menos con una pirotécnica y florida carga cultural lo que es un solomonar. Una especie de benandanti, o malandanti según la voluntad y la época.
Pero lo que me esta haciendo meditar en la madrugada, es la combinación de la cara adusta y de comprensión del mundo de aquel hombre y sus palabras sobre canciones y doinas.
Si que son canciones. Baladas épicas que pasan de generación en generación.
La representación de los hechos de los héroes.
Pero sobretodo...Es triste.
En el fondo una doina es un blues.

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