7/10/07

Diario para una Luz (VI). Paternidad

No puedo hacerlo yo.
Sera tu padre.
En primera persona o quizás dejándote leer su propio diario, si lo tiene.
Debe ser él quien te cuente las emociones, que la raíz de tu existencia, le esta haciendo tener.
Yo no puedo, quiero y debo leerle la mente. Mi limite autoimpuesto esta en su corazón. En sus pequeños detalles. En la percepción de lo menos expresable.
Me confunden mis propios sentimientos. Lo sé. Lo que puedo ver en él, puede ser solo mio. Pero si no puedo decirte que puedes esperar de tu padre, a ciencia cierta si puedo intentar expresar lo que yo espero que te dé.
No creo que sea una casualidad, pero en el ultimo mes, diferentes caras de la paternidad nos han rondado y aunque cada una ha sido tan distinta como sorprendente en el fondo todas descansan ,para mi, en el mismo suelo.
Tanto Emil Istrati, que se ha embarcado en un intrépido e inesperado viaje de búsqueda de su hijo desconocido,con la única promesa de que todo va a ir bien si lo hace, nacida en la palabra del peor de los demonios.
Como Pola valiente y tierno y entero, en su decidida elección de hacerse padre de la noche al día, dándole a Jeanne todo lo que necesitaba en ese momento, su incondicional amor.
O como la imponente figura de Perro de Odin, capaz de morder su ira, hasta hacerla sangrar con compostura, para rescatar de la muerte mas que segura, que la ceguera de la venganza anunciaba, a la única superviviente de sus hijas.
O incluso Anibal tan opaco a veces como transparente otras, siendo cargantemente sobreprotector y pesado en unas, cargado de razón en otras.
Todos saben lo que asumen al hacerse padres. No te podría explicar la razón pequeña Annette pero si la sensación.

Pero ningún padre que se precie de llamarse así, abandonara a sus hijos en cualquiera de las circunstancias.

Confía en tu padre por que bajara al infierno a por ti si es necesario. Confía mas que en mi, incluso.

No te estoy prometiendo su amor, eso entra en las cosas que deben venirte de él, pero si su abrazo. Su pecho enorme para acunarte. La mano extendida para cuando te caigas.
Incluso, la Diosa no lo quiera, si el hielo del odio, se interpone entre vosotros.
Hasta tu abuelo me protegió. A su manera retorcida y oscura.
La paternidad para mi es fina y simple.
Y yo no te la puedo explicar mas, con palabras.
La maternidad, ya ves, es mas complicada.
Te vas a cansar de oírme hablar de ello.
Pero solo la entenderás si la eliges.

No hay comentarios: