3/8/10

Hierro - BRONCE - Plata -Oro

El sonido de las armas entre los herbazales detiene el impulso arraigado de moverme.
Un filo de espada rasga el aire al cortarlo.
Los arcos crujen bajo la tensión.
Las hojas rozan al abandonar sus vainas.
Y respiraciones que también suenan tensadas.

Larga jornada agotadora finaliza en un culmen invisible de amenaza.

La verdad es, que sutilmente me alivia el pensar que si fueran enemigos posiblemente las flechas y los aceros no estarían dándonos la bienvenida a escrupulosa distancia.
Cuatro rostros o cinco por fin visibles me hacen sin embargo titubear.

Demasiado adustos, con demasiada incertidumbre cotidiana, básicamente con demasiados demasiados.

Pienso que las gentes, las razas, y las estirpes aun nacidas bajo luces bendecidas se degradan y no son eternas. Es un desgraciado pensamiento que se deja llevar por las imaginaciones.
Cincuenta años son dos generaciones y estos cincuenta años de asedio en Albora han mancillado silenciosamente la gracia que nos debería dar bienvenida.

Sin embargo no todo esta perdido.
Las ropas y armaduras aun perviven civilizadas.
Protegidas con los pequeños detalles materiales que brotan del espíritu aun no derrotado.
Son las doradas y plateadas lineas del arte. Evocaciones de motivos griegos o escitas.
Colores. Adornos. Una flor aquí. Un medallón allá. Una cinta en los cabellos.
Lo del todo nuevo y lo del todo viejo acogedoramente al mismo tiempo.

Ellos. Ellos permanecen.
Sus palabras son a su vez tranquilizadoras e intuitivamente entusiastas.
Sobre todo al oír los nombres conocidos de Charo y de Ariel.
Zenwen y Kandar repiten como una locución largamente inesperada.
Zenwen que aquí es Similce y Kandar.
Similce y Kandar.

La ominosidad de otras formas patentes a nuestra diestra, visibles por lo que me describen al que no sentir en mi corazón la seguridad para mirarlas por mi misma a nuestra diestra, visibles como digo aun a gran distancia me impide el dejar de empuñar el Filo de mi nuevo amphismela de broncineos reflejos.
Es patente que la opresión de la agresión y el miedo no se esfuman y se contagian. Lo que no logro discernir es si viene de ellos o de nosotros o es una sensación enrarecida que se extiende por todas partes.

Un vistazo a atrás, al bosque, recupera una miríada de seres y de entes que nos contemplan, incluyendo a los ojos invisibles de los gigantescos arboles que hemos surcado.
Reposa en ellos la suerte y la audacia de atravesar su barrera, no sin ayuda sospecho.

Al poner los pies sobre la blanca arena no imagine lo largamente arduo que seria el camino que nos lleva hasta las puertas que se avecinan ni que el ejercito que mil años en el pasado se conjuro a tomarlas aun no ha cejado.
Ni descansa, ni ha sido aniquilado o mermado.
Solo interrumpido.

Casi en los primeros pasos nos sumergimos en las huellas de la devastación permanente que su presencia produce.
Negros campos de hierba, arboles torturados, densas brumas y ese brutal silencio que no deja de comérselo todo.
Afortunadamente no es la hendidura del pasado y afortunadamente creo que la buena estrella de Ariel, aquí mas brillante como Kandar que nunca nos ha ayudado.

Las vías del destino que se escogen en el presente, a veces, es cierto, las condujeron hasta ti y si eres de verdad su dueño tienes el talento de abordarlas.
Ariel es muy joven, con la infinidad de las posibilidades de la edad por delante, y aun con las zancadillas no escogidas de las Moiras que ya lleva sobre su pecho, lo mejor de su herencia, la sangre de Albora y el espíritu de los Knox, lo que él es, persiste como una aurora de fuego intenso.

La Lumbre que aguanta cuando las circunstancias ponen tus elecciones a prueba.
En momentos como cuando los Dioses cruzan el camino que trazas con el de tu raptor, el que te separo de tu primer origen.
Sientes las miradas de los invisibles y de los que son visibles, agregadas a la traza del camino que recorres en forma corpórea y en la que no lo es y su escrutinio es silencioso pero no etéreo.

Los Ojos de Daimon formidable la Dama.
Los Ojos de los Antepasados.
Los Ojos de los Dioses.
Y de los Demonios.

¿Habrá sentido el escrutinio de todos ellos?

No puedo dudar del poder de su entendimiento ni de la infalibilidad de su percepción.

A veces se presentan en toda su magnificencia verdadera de cuerpo y anima delante de ti, pero la mayor parte de las veces miran por tus propios ojos.

Ella, La Dama, Daimon formidable de esta tierra, el ascua del espíritu que nace del Árbol, del Cable, del Hilo que enhebra el mundo en las torres, similar a a Onire y como ella libre aquí en Albora.
El bosque de severos titanes arbóreos es el legado de su presencia, plantado por sus maestros pero fructificado en la libertad necesaria para oponerse a las hordas de malditos.

Al cruzar las trochas, la hemos visto en su caza. Inmensa amazona a caballo y arquera. Erguida en su caballo ciclopeo, dos veces mas grande que Anibal e indisimuladamente mas mortífera
Su presa se desplazaba a través de nuestra senda pero aun con nuestro sigilo mas absoluto esta claro que es fútil todo intento de a Ella ocultarnos.

Quizás hayan sido nuestras armas desenfundadas con los brillos sagrados del bronce y las palabras justas escritas en ese metal que hiere a nuestros enemigos con su esencia. Pero no siento que los emblemas de nuestro común objetivo sean suficientes para explicarlo.
Menguaría el poder de su visión.

Esta infinitamente mas cerca de la reverencia y reconocimiento, no a las personas, sino al aura.
La misma luz que brilla patente allí donde los luchadores comprometidos cayeron en círculos de la Luz imperturbable que sus espadas consagradas conquistaron, incadas sobre el suelo, para que ni uno solo de ellos tuviera que temer a la condenación maldita tanto en vida como en muerte.
El Bosque y Ella cobijan estos túmulos descarnados y aislados a la espera que un día no lejano esos huesos reciban los merecidos honores.
La misma honra que visten los que me acompañan.

Creo en el advenimiento del sueño de Sergueton, el asesino de dragones y perpetrador de los azares de Ariel, y que un Ejercito comulgara la victoria sobre los malditos.
Es una loca locura que esta llena de desesperada esperanza.

Los Ojos que miran también lo sienten.

Pero para obtener la materia por la que y con la que se lucha primero hay que fortalecer el Fuego y destilar los metales y recordar de que forja fuimos hechos.
La chispa esta aquí, viene con nosotros pero aun no se ha acercado a la lampara.
Pero no falta mucho. Todo va ir bien. No se que me lo dice.

Son esos pasitos a la luz de la mañana.

Aun con el cuchillo de bronce en mi mano.
Por que una cosa y otra aun tienen relevancia.
Basta que el triunfo sea como el sol y la sonrisa del corazón en las gentes de Albora.
Mas allá de la violencia en mi mano o en la de cualquiera.
Mas allá de los muros que hoy protegen.
Mas allá de lo que también encierran.

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