7/2/09

Los Sueños Amables (vi): Carne

El hueco de la chimenea no tiene problemas en graduar los crujidos del fuego en su interior en el tono que tienen los ecos en los sueños. La fogata en la chimenea es la única lumbre que se puede encontrar y en medio de la oscuridad de la medianoche, no es difícil el sentarse pertinazmente junto a ella, atraída hacia sus figuras y su danza.
Imagino un fuego, de llamas como lenguas rojas y blancas y huecos negros, pertrechado del vibrante contoneo de las formas lentas, sin ansia ni espera.
Quizás esa es la particularidad que lo hace tan fascinante. Su incongruencia es lo suficiente liviana que únicamente una se llega a percatar si, tiene buenos ojos, mucha paciencia o como en este momento, por que casi no dejo espacio entre la pira y mi rostro.
Tan cerca estoy, que puedo contemplar mi reflejo en la magra llamarada o lo cierto es que adivino que estoy dentro de ella y se me permite contemplarme desde unos centímetros fuera.
No es reconfortante el verte arder despacio, pero aquí esta muy oscuro y aun a un palmo del calor, el frío es tremendo.
No recuerdo que aquí pudiera sentirse tanto el frío.

La huella de aplastado arco trazado por las piedras que contienen a este único fuego no exhausto, tenían en mi mente un recuerdo inequívocamente calido.
Era una añoranza servida de melancolía y atriccion, pero nunca de desesperanza y desafecto. Los rasgos de mi casa natal que me rodean, están muertos y yertos, como si nunca los hubiera rozado el calor de lo humano.
El polvo sobre la repisa no tiene vida y los objetos: figurillas de porcelana, el pequeño reloj familiar, las lamparas de aceite de hojalata... se preguntan confusos cual es su función en esta pantomima, como lo harían las burdas imitaciones.
Se me ocurre pivotar la mirada sobre mi misma y bordear lo que me flanquea y observar lo que tengo detrás.
La casa brilla oscura, con su alma marchita de lugar que nunca ha recibido el saludo del sol. Apenas se pueden definir los contornos por que mi masa los bloquea e inutiliza todo el esfuerzo de los rayos de luz por mostrarlos.
La mesa familiar del salón, las ocho sillas de la abuela, la estantería rebosante de libros de mi padre Anton, el caballete de pintor, con un lienzo apuntado hacia el fuego, expectante. La mansión de los Berrie como una vez se me mostró pero en fragmentos una estremecedora burla misera.
El fondo justo detrás es el centro del agujero ciego del que emana, en el hielo negro y la luz negra, la oscuridad.
Es un hueco con una voz que se enciende cuando definitivamente le doy la espalda al fuego.
-¿Tu podrías dejarlo ir?
Es un canto en prosa lúgubre con una inflexión de metal y materia orgánica mascada.
Es la voz que nunca he oído en verdad, excepto en la realidad los sueños.
Pero nunca sonó así como suena ahora.
El furioso deseo de correr hacia el mil veces soñado origen de esas palabras resbala petrificado.
- ¿Madre? ¿Madre? ¿Eres tu?.
- ¿Podrás dejarlo ir, hija?
La forma en que por fin me reconoce me duele mas que todas heridas y suplicios que me he infligido o sufrido.
- Yo no pude hacerlo y los poderes se manifiestan continuamente contra mi, por ello.
- ¡Pero Madre, pero me hiciste venir! ¡Me trajiste al Mundo!.
- Y no hay aliento ni latido que no me pregunte si no fue un error irreparable, el consumar aquel sacrifico.
- ¡¿Que?!
- Solo has traído asesinato, desgracia y condena. Te dejaste arrastrar por el miedo, luego escogiste la locura, aferraste con angustia la depresión suicida y después cuando el camino estaba expedito, consideraste mejor la ceguera del orgullo.
"Ni siquiera supiste amar a tu hombre ni custodiar a tus hijos como algo mas que tesoros.
- ¡Eso no es cierto! ¡¡ Eso no es cierto, Madre!.
- ¿Y ahora? ¿Que estas abrazando ahora? ¡La Inconsistencia!¡La Derrota!
"¿Y Por que me pregunto? ¿Mereció la pena la Inmolacion que hice por tu existencia?
"Llevaste a la Reina de los Malditos de vuelta a su Casa y has llevado al Diablo a la tuya.
- ¡No! ¡No, por favor, no lo digas!
- Di a luz a un añico de carne, que no a una Persona.
"Carne, solo Carne Maldita .

No lo aguanto mas. Aunque es un sueño, los sueños te pueden herir. Si son auténticos. Si te has conmovido para que sean irrefutables. Si te acercan tanto al cielo como al infierno.
Si se atraviesa la frontera del sueño irreal y alcanzas el Mundo Cierto.
Quiero dar un paso hacia la oscuridad, que mi cuerpo deje de alimentarla con su opacidad, que mis manos cojan las de mi Madre y de rodillas convencerla con la verdad abierta de mi corazón que su afirmación no es incuestionable. Pero...
Pero no tengo corazón que mostrar y lo que veo en mis manos no es mas que la carne eviscerada en donde pulula la ponzoña de una falsa bruja que se esconde de su propio embuste.
Es cuando la bruja se quita la piel cuando la maga: sacerdotisa, encantadora y sabia, es integra en cuerpo y alma, y cuando vuela dejando atrás lo que queda de su sombra.
Es cuando la bruja se despoja de su piel que el Daimon que cultiva queda revelado.
Es cuando Maria me ha arrancado la mía que se que no tengo nada mas que ofrecer que carne.

No grito, ni aulló, ni lamento, ni lloro, ni me decepciono.

Estoy soñando lo que soy.
¿Que hay mas?

- ¿Podrás dejarlos ir?

Mis ojos han girado otra vez sobre las llamas.
Es el fuego de Eriltes. Es el Fuego de Asier.
Y estoy dentro. Solo tengo que tomar su mano, la de mi Reflejo y entrar.
Podría cruzar al otro lado pero ¿Que sentido tendría eso?
Estaría igual de conscientemente desnuda pero a la luz.
Hay otro sitio.
Tengo que dejarme ir.
Arder en el Fuego.
Levanto los dedos y aferro a los que están dentro.
Estaba ya allí, solo que me hacia falta reconocerlo.
Entro tan fácilmente.
Asumo conmovida que esta es mi Canción.
Estar Ardiendo. O pudrirme.

Mientras yo yacía en la cama del apartamento de Anibal soñando, el destino de la Torre Perret y sus habitantes se reescribía con cambios. Gentes que conozco y a los que quería y con los que he hablado han muerto en su interior. En estos días se ha hablado mas de fallecimientos y entierros que de alegrías. Caterina, Liz, Paul han tenido una muerte horrible y lo que una vez fue nuestro hogar a día de hoy es mas un campo donde se atisba la batalla que una base para el hogar.
Anibal, Marion, Xavier, Eila, Charo, o Herr no creo que me lo quieran contar.
Ellos han sobrevivido pero lo que han vivido también.
Ahora la Torre es solo un sueño casi indeleble pero desvanecido para el resto de los mortales a resguardo de los intrusos y de nuestros propios desatinos.
Tenemos una nueva casa, pero esa historia tiene que ver con la luz.
Este aun no es el lugar apropiado.

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