1/2/09

Los Sueños Amables (iv): Angel

La miseria de un sueño constante es indecible. No os voy a hastiar. Imaginad solo que duró mucho y que aun lo recuerdo.
Puede que no soñara y que el campo todo negro que traigo en mi memoria sea la huella vacía del espacio entre sueños, pero si es así me inquieta la sensación de persistencia y de que cuando en mis ensoñaciones por decirlo del modo mas literal volvió a aparecer la luz pareciera cuantioso el tiempo de la añoranza.
Sueño con el sol. No es un sol triunfal y vigorizador, sino mas bien estrafalario y patético, pero aun así capaz de impresionar mis heridas córneas y retinas. Una bola celeste torpe y sucia de la que se desprenden sin pausa informes goterones de fuego líquido, que al golpear el suelo a su alrededor producen irritantes chasquidos de vapor. Una esfera imperfecta que si al principio puede engañar con el regio estoicismo del caminar que le sería propio, se va desenmascarando a ser tan errático como una cometa al irse aproximando, y dejando ver las huellas y marcas que mellan su superficie.
La mancha, que por delante se inscribe, va pasando por todos los estadios desde la indefinición a la certeza, a medida que la fuente de la luz se troca de astro a mero vomitorio de fuego.
Es un contorno no muy alto con apéndices mal colocados y que en la primera impresión confunde con la incongruencia de unos pasos inestables, para los que pareciera no estar acondicionado.
Sin embargo, la senda destartalada de sus movimientos de acercamiento provocan que lo que parece una esquina abierta es una cabeza llena de pelo, y que los voladizos romos de los costados oscuras alas quebradas en ángulos dispares, y que el conjunto que bajo la aureola de la lejanía dibuja un monstruo a poca distancia es un ángel que se bambolea destrozado por la determinación que le impele el llegar a donde yazgo.
Su cara roja y su dilatada nariz sufren por el esfuerzo pero no cejan en traer la luz hasta aquí.
Yue no esta bien, nada bien.
La rojez de su rostro es sangre derramada y aun goteante y las huellas en su siempre brillante cabello, mejilla y mandíbula son de hueso deformado. Todo el costado derecho se retuerce en multitud de fracturas y desgarros, de la que cuelgan la carne y los órganos. Pero no impresionan tanto como sus alas, rotas, inmensas, repletas de una negrura nocturna pero cálidas, capaces de aun cuando cae de rodillas a mi lado, aun como yo igualmente desecha , no nos invada el vértigo de la desesperación, por la razón de que bajo su mantos emplumados estamos a resguardo.
Con dificultad captura una de las llamas con la palma de su mano útil para que allí inmediatamente arda, esta vez pura, blanca y roja, real, a mitad de camino entre ella y yo.
El reflejo de sus ojos es el reflejo de su mirar en los mios.
Con dedos doblados y húmedos acaricia mis párpados, la piel de mi rostro y mi boca y no es una sensación completa de bienestar pero si un inicio.
- Yue - le puedo susurrar - ¿Que haces en mi sueño? ¿Que te ha pasado?
- Gabi, no te alteres, pero creo que estoy muerta.
- No - no puedo concretar si lo afirmo o solo lo deseo negar.
- Sshh. Estas cosas pasan - pronuncia dulce con su boca torcida y su acento liberado - Forman parte de mi que ocurran.
Sus dedos enjugan mis lágrimas y comienzan a recoger los rotos de mi piel y a ponerlos en su sitio. Los alisa.
- ¡Que desastre! Tienes todo tu ser abierto y desperdigado. Hasta lo que nadie mas que tu tiene permiso de ver. Tranquila cerraré los ojos.
Sus párpados la apoyan y su sonrisa me distrae de lo que realmente me decían sus ojos.
- Yue. No lo entiendo. Si estas muerta. ¿Por que estas aquí?
- Para hacer lo que hago siempre contigo - su habla va y viene mientras costosamente se desplaza alrededor recogiendo restos, recolocandolos en su sitio, tensando la envoltura que los cierra, tratando de que vuelvan a estar unidos. Lo hace a ciegas y con sacra devoción.
- Estoy para tratar de que estés bien.
La veo muerta y la veo mutilada, pero la veo resuelta y la veo completa y sin embargo no puedo reprimir mi lamento.
- Lo siento. Yo lo siento. - mi recuperada mano busca su mejilla pero no me alcanza la fuerza.
- Sshh. No te malgastes. Lo que yo puedo hacer no es mas que un diezmo de lo que tu debes poner de tu parte.
- ¿Que parte? Ya no puedo. El corazón de lo que me alimento esta perdido. Para siempre.
- No digas cosas que no sientes - se enfada.
- Pero si siento el vacío que me colma.
La mirada de su rostro me otea. Con cariño pero decisión, despega sus párpados y me enseña sus ojos. Lo que me comunica es una multiplicidad de matices en los que nunca me había concentrado, mas que brevemente, pero que en este momento reclaman toda la atención.
Fe, compasión, decisión, valentía, promesas, deber, fidelidad, principios y amor se vuelcan sobre mi tan intensamente como si fueran míos, como si por alguna razón me pertenecieran aun mas siendo ajenos. Soy de ellos responsable y mi responsabilidad no deja de crecer con el tiempo.
- Lo único que hay que sentir es cuando lo lamentas.
- Yue - suspiro - estas muerta por conocerme. ¿Como puedes ser tan comprensiva?
- No lo tergiverses ni lo vuelvas del revés hacia tu centro. Lo que soy no lo decidiste tu, ni lo que hice y hago, nace de conocerte.
La luz palpita sobre la cobertura del plumaje. No nos habíamos dado cuenta pero fenece muy lentamente.
- Toma esto, Gabi. He agotado el tiempo. Utilizalo bien. Sabes lo que es.
En mi palma pone el pequeño fuego. La llama de su Alma es un reflejo de mis ojos en los suyos en los que con otra luz se ve su mirada de nuevo.
La Flama se desgrana en pétalos surgidos sin pausa.
- Alimentalo o no. No se cual de los dos caminos nos llevara a volver a vernos.
Que bella es la llama y que familiar es su consuelo.
- Asier. Se han llevado a uno de los niños y es Asier.
El suelo a mi alrededor tiembla o quizás es mi descosido cuerpo el que se agita. La Emoción se escapa como un torbellino desbocado. La Emoción.
-Asier.
La piel de Yue se marchita adoptando por fin los tonos de lo cadavérico y su cuerpo pierde consistencia y masa. Plumas negras cae tornandose grises en sus descenso y blancas al tocar la tierra.
La mirada de mi amiga es de consternación, consciente de que esta pasando algo y es antes de tiempo.
Habla queda y lejanamente, como si se encontrara al otro lado de un cauce de un inmenso río. Sus manos aun me rozan. Tocan la palma que sujeta la rama. La sostienen. Pero el resto de partes de sus cuerpo son como ecos que se alargan arrastrados hacia la distancia.
- No Gabi.
No lo hagas.
No te precipites.
No pierdas lo que es importante.
Su voz no se condensa mas que con esfuerzo.
- Ya lo he perdido.- grito
El ángel que es un cuerpo que es Yue se estira imposiblemente, no por que ese sea el efecto esperado si no por que ella justamente lo esta impidiendo.
- No te equivoques.
El sol se comba hacia dentro como si la bola hubiera decidido buscar su interior, pero lo que siento es que lo que es dentro es fuera.
- No te pierdas.
Por la sombra de una duda.
No cedas lo que importa.
Por promesas inciertas.
Sus ojos relucen con la fuerza que esta haciendo.
Con la proeza de darme el mensaje.
- Nada es verdad hasta que es descubierto.
Empuja con todo su ser mi mano hacia mi pecho.
- Hasta yo estaba segura de que había muerto.
La oscuridad se cierra sobre el agujero de la luz con un golpe seco y yo que de alguna manera instintiva me había alzado caigo bruscamente sobre el polvo por el impulso.
Yue no existe y las costuras de mi cuerpo se reabren lentamente.
La oscuridad me vuelve alcanzar, por que el fuego ha desaparecido.
La palma que lo sostenía descansa sobre mi pecho, entre mis senos.
No se puede ni imaginar ni un atisbo de luz.
La oscuridad aprovecha para enfriar su recuerdo.
Empieza a retejer otro sueño.

¿Y Yue? ¿Que le sucedió a Yue?
Yue atravesó el techo de mi cuarto y se quedo empotrada allí. Yue pendió inerme en la talla tras un único golpe de Eugen, y cada segundo se fue acercando a la muerte. Yue trato de arrebatarle de las manos al propio Diablo lo que acababa de robar. Lo intento.
Que sobreviviera fue una cuestión de la suerte y los milagros. No voy a dejar de agradecer estos portentos.
Darle las gracias a ella es por descontado, mas que un deber. Forma parte de lo que alimentar. Todo el resto del que empiezo a poner mi parte. Noventa y mas de ciento.

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