2/9/08

Vivir (y Morir) en la Creencia (ix). El Pozo.

"Todo a mi alrededor cae.
Cayendo, cayendo.
Cayendo, cayendo [...]"

"Colgada de pálidos hilos de plata,
podría haberme quedado en esa forma por siempre.
Mala Sangre y Fantasmas Envueltos a mi alrededor.
Nada alguna vez podría tocarme
y perdería lo que mas amo."

"Golpe de Fortuna u obsequio de los Dioses,
la mano del Destino o las garras del Diablo.
Desde el abismo o en la santidad en lo alto."

"Dices que estas ahí para sostenerme,
o solo pruebas a si puedes atraparme."
Estas son las reglas que hice [...]
No puedes cambiarme."

"Aquí llega el frío otra vez.
Lo siento abatirse.
He caído derribada.
Todo a mi alrededor cae.
No me preguntes por que,
ni siquiera tu lo intentes.
Cayendo, cayendo.
Cayendo, cayendo.
Cayendo,
cayendo."(2)

Aun en ausencia de la luz, la oscuridad se puede ver.
Tienes otros sentidos que se abren para mostrártela.
El terror es uno de ellos. El dolor es el otro.
Pero ninguno de los dos es comparable a la propia oscuridad que albergas en tu interior.
Ambas se refuerzan en su mutua presencia y, la certeza de sus contornos se acrecienta y distingues su forma, mas claramente cuando mas parecida.
La Oscuridad en el pozo en el que desperté brillaba como una herida en la pared de piedra que lo delimitaba.
La del pozo en mi... solo culebreo.
Como las cerdas estrechas que brotaron, a través de la hendidura, en infinitud.
Erizadas, mortíferas, surcaron las cenagosas aguas en las que chapotee nerviosa al recular, sin escapatoria, hasta el muro contrario solido y frío.
Por la Diosa que el final había llegado.
¡Que diáfanamente claro y que sorprendentemente poco consolador!
Cada linea del aspecto de la Enfermedad, que pululaba sobre la superficie liquida, se enderezó para buscarse en un solo lugar. Enroscadas en una forma vagamente humana de piel herviente de agitados hilos como escolopendras, se alzó para contemplarme.
Dió el primer paso.
Esa pequeña serpiente negra en mi pozo reconoció su origen y, cada poro de mi ser también lo supo, por que lo recordaba. Por que había estado allí, en su antesala a donde a veces los sueños que no recuerdo regresan. La Espiral de los Kelifot.
Las palabras sin alma de sonido de La Plaga me llamaron, entre mis desesperados intentos infructuosos de buscar una huida.
Pero escapar por pie, mano o empeño resulta fútil si su pie, su mano, su empeño devienen en mas fuertes que los tuyos.
Alcanzada por el roce de sus dedos le sentí buscando en mi el arrope de mi sangre. Sentí un Poder del Mundo decidido a instalarse al abrigo de mi refugio. Para de ahí poder prosperar. Crecer. Multiplicarse.
La sensación del momento me sajó la cordura de arriba a abajo, y de vuelta.
Dibujó con franqueza, la sensación y la imagen del futuro de lo que me iba a acontecer.
Con facilidad mi deseo contrario a esa posición en vida, estalló.
No la deseé . La rechacé. Me rasgué.
Arrancar un pedazo de ti para inflamarlo es tremendo. Tan cerca del borde vertiginoso, esta lleno de revelaciones.
Con el primer golpe de la Luz alejé a la encarnación.
El segundo golpe la desmadejé.
Y mientras la Oscuridad en el Pozo en mi se amoldó, mientras la oquedad se abría por el otro extremo.
Es lo natural que cuando brota del Relámpago la presencia de las sombras se acentúe.
La oscuridad en mi se abrió. A Eugene.
La Grieta habló con voces aterciopeladas y pasos suaves cada vez mas cercanos.
Los Malditos cruzaban para reclamarme. Para llevarse a su Gran Ramera, sentada sobre las Grandes Aguas, jinete de la Bestia de Siete Cabezas.
Para que fornicara con los Reyes de la tierra y con todas sus habitantes. Y los envenenara con el néctar ácido de mi prostitución.
Para el nacimiento del Holocausto.
Y me pregunté.
¿Yo soy oscura?
En mi pozo lo soy.
Una astilla Maldita se arrellana a la espera de lo que quiera decidir.
¿Elegir que respuesta?
¿Que dirección hacia abajo?
¿Que mal mayor?
¿Quien?¿Que?
¿Que Oscuridad?
Con una única respuesta.
Golpear con toda la fuerza que tengas.
Golpear.
Golpear la Grieta.
¡Golpearla!

"¡ Y Que tu Reino se Derrumbe!"

La Luz que inflamó mis labios con decisión, y cuajó en la furia del penúltimo fragmento de mi.
Vino en la rabia de o ser un nueva Diosa Oscura junto a los Malditos o una víctima mas del Diablo y querer elegir a este ultimo.
En el coraje de tragar que si al fin y al cabo los Malditos quieren en su yugo a todo el Mundo y el Diablo solo te quiere a ti.
En el animo, al fin y al cabo, de la Fe a la que me comprometí al ir a Eren Vej.
Aun que no lo haya hecho nada bien.

Resguardé el ultimo pedazo para mi, mientras el crujir de la grieta se atemperaba.
Contemplé la Oscuridad para que no perdérmela cuando cambiara. Para actuar antes que ella.
Me despedí de los que hubiera querido despedir en la presencia con el Corazón y besos, me despedí al vacío por que no había nada mas.
Sostuve y sostengo el Filo del Destino sobre mi alma y esperé.
Esperé lo que hay tras la muerte.

Echada sobre mi costado, con la cabeza levantada apoyada sobre el muro para ver, lo que no necesité ojos nunca para poder ver, esperé.
A la muerte, aunque la traigas tu, se la espera.
Esa es la forma en la que las cosas deben ser.

Y la Oscuridad se cerró envuelta en la Voz de Pola.
La Oscuridad en la Pared.
En mi Pozo aun resonaba una punzante vibración.
Aun restalla.
Y caí. Caí en oscuridad.

La espada del destino tiene dos filos, uno eres tu, el otro... (1)

Lo siento abatirse.
He caído derribada.
Todo a mi alrededor cae.
No me preguntes por que,
ni siquiera tu lo intentes.
Cayendo, cayendo.
Cayendo,
cayendo.

Cayendo,
cayendo.

(1) La Espada del Destino. Andrej Sapkowski.
(2) Stroke of Luck. Garbage.

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