18/8/12

El Rey (Perdido y Encontrado)

 Ya no se queda en la punta del conocimiento.

Sonríe travieso, junto a un té, cuando habla de su esposa justo ese instante después en el que cree que ya no miras.
Es elegante, de buenas maneras y porte y sabe comportarse en los momentos precisos y tensos.
Define una presencia verdadera que afianza el primer encuentro en los bosques de Oxford.
Brota en detalles como un paisaje entre la niebla, tantos detalles que no quiero perder.

Su nombre. Su nombre es importante, no debes olvidarlo.
Se llama William, William Gauntleth en primera instancia, de Clarence y Vorta cuando se destapa la realidad.
Un apellido de un peso en los corazones y en la historia, aun sin ser conocido por la inmensa humanidad pero que cuyo vacío se expande el tiempo que ha llegado a faltar.
Ausencia impelida por desesperados actos en un barco.

William,... William enfrenta su espada a la ira de la Oceanide sobre la falsa tranquilidad del lago Annecy. La Furia se descarga sobre sus tiernas espaldas humanas. Ganador del tormento de una maldicion inacabable que lo lleva oculto bajo las profundidades del Lethe.
William salva a la poblacion de Annecy y el precio es la perdida en el el olvido sin consuelo de su herencia de sangre real. De su persona. De su familia...

Dura y enervante es la venganza de los terrible poderes. Enervante por la sombra de hombre que deja en todo el mundo y que recortada en profundidad como una herida sin posibilidad de sanar, perdura en los que le llegaron a conocer, y en los que mas le aman sin recordarlo.

La tierra no aúlla y el frescor no se marchita patentemente. El cielo no se torna mas gris y los pajaros no cantan fúnebres.

Sin embargo. ¿Que es esa nota que no acude en el trino?
¿Que es el tono de color que deja un hueco?
En cada forma conscientemente una relación vacua nos llega.
Una falta. Una falla.

Hasta el Diablo ha venido a actuar, diez planes malvados arropando el camino a la verdad y al redescubrimiento del prodigo perdido tras el reverso de la memoria.
También a los Malditos el hueco ha atraído hasta nuestro caminar 

William...William...William...William...William.
Charo graba su nombre en el brazo con la punta del cuchillo.
Mi cabeza no para un segundo de repetirlo en silencio una y otra vez.
William...William...William...William...William.

Detalles. Vivencias. Historias.
El Norte lo vio nacer.
Su carne y sangre, Su estirpe mora ali entre el fin de un mundo y el principio de otro mundo.
En la frontera de los países ancestrales, distantes, contantes y nunca muertos.
Tierras que lloran por las personas a través de sus ojos.
A veces sin lagrimas visibles como Shelma, su mujer. Pero que no se vean no borran que no estén ahí.

Aguas puras contra aguas densas.
El mar de la vida enfrentándose en guerra contra el mar del olvido.
La Oceanide no tiene fin en su determinación de Venganza.
Muerde cada pedazo de la familia con ciega pasion.
Una marea que azota espirutal como fisicamente los cimientos de la Familia Gaunthlet, para algunos llegamos tarde para otros el tiempo nos lo dejara saber.

La corriente se aleja por ultima vez con la marea que ha dejado a William en el rescoldo de la playa.
El agua le empapa goteando de los cabellos greñudos y deja rastros finos de sal.
Son manchas blancuzcas que parecen estar desbordando hasta sus ojos sin mirada.
Como si la emborronaran una y otra vez en cada momento.

Respira ansiosamente luchando esforzadamente con los intentos de palabras que no le brotan mientras descansa en mi regazo.
Físicamente su estado no es malo, muy parecido al de un marinero venido de un viaje por alta mar.
Sin embargo la huella, en este hombre de bien y valiente, del tormento no se puede obviar.

Mira hacia Charo. Casi realmente mira a través de Charo como si fueran mas patentes las figuras evanescentes que se ven mas allá: Primos, Tíos, novios de sus hermanas ya apenas visibles pues se están marchando ya.

Los arrastrados por la marea de fuego hasta la muerte y el olvido hasta que se ha roto el hechizo.

El olvido se va borrando. La magia que usamos no puede despejar la muerte de sus seres.
El ánfora que sostiene Charo se ha bebido la esencia de la Oceanide y brilla con suave iriscencia azul.
El poder de su magia hace que te de vueltas todo el cuerpo solo de mirarlo y te marea como ligero vaiven de aguas con solo la cercania de su presencia.
Cientos de años de prefeccionamiento y destilacion para cumplir la funcion que la vio nacer se extienden en toda direccion.
Contener.

Sin embargo no transmite este final el alivio de la conclusión y menos el del triunfo.

William reposa sobre el suelo.
Su cabeza apoyada en varias prendas enrolladas a modo de almohada.
Un atisbo de semblanza con Pola me recuerda su estampa, pero desbordada de mayor locura o quizás de una diferentemente, aplicada con mas desenfocado horror pero mas profundo.
Una mirada común de la Pesadilla. Un punto que no se desvanece en la vigilia.

Shelma esta en mi corazón cuando las lagrimas me recorren las mejillas ásperas y sucias.
Es una tristeza triturada y mezclada con gotas de lo que no puede ser satisfacción.
Una parte positiva tan leve que temes que vaya a ser arrancada por el viento.
Casi como tener algo que no llegara a poder ser.

Olvido mi tristeza en un arrebato de recato y vergüenza que seca mis lagrimas a manotazos.
Acaricio la mejilla de este hombre perdido y encontrado y le beso la frente bajo una cortina de rizos sucios y desmadejados.
Entonces susurro las notas de la melodia que trajo Karel de vuelta al mundo y las cantan Charo y Joseph y Anibal se las enseña a hermana de William y su tio. Una esencia del balsamo de la esperanza y de la gracia se condensa en su cadencia, iluminada por la voz de Charo y por la calridad de Joseph y aupada por la fuerza de lo amigos, familiares y extraños.
Capaz de a un rostro al que abandonaron las lagrimas hacerle llorar rieles de sal.

Karel transmite la esencia de lo perdido y encontrado.

William estaba sediento. Como una vez lo estuvo en un lugar de pesadilla Pola.
Él, mi pequeño hermano llevo hasta allí una balsa de música que pudo ayudarlo.
Con nuestra voz  William comienza a beberla con un pequeño sorbo.
Una gota para la esperanza en un largo y duro Reinado.

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