20/8/12

Cada Rizo Arrebatado

Suena el frio chasquido del también frio metal cortando el vacío antes de empezar.
Cálida se extiende la sonrisa como cálidas son las lagrimas que Annette no es capaz de detener.
Aun sabiendo que aplacar la solemnidad de este momento es lo mejor, queda al final un trecho que no conozco como salvar, y ahi mi hija lo llena con sincera desazón confundida.
Es cuando se atropellan las palabras, se tiñen de ternura y dicen mas con el tono y los gestos que con su contenido.

El ritual es sencillo y poco estrafalario, como para no perturbar mas allá de la concreción de los hechos a mi hija. Pero es difícil de asimilar a cambio, que una cierta pena, contrición y rabia se presenten.
Por eso lo celebramos todos juntos en familia de la forma mas sencilla y acogedora posible.
Lo que hay que hacer por los que amas se hace y esta no sera la cosa mas contumaz y terrible de lo que decidir tener que hacer por mi hija y mi hijo.

Hemos sido advertidos de ello y somos mezquinos si al final nos empeñamos en desoirlo.

Los Gauntleth protegen a sus niños de la horrible posibilidad heredada de los ancestros.
Nosotros, debemos emularlos, por la cierta fatalidad de que mi legado este unido tambien a las sendas de los Usurpadores.

Liberar a nuestra pequeña de ese destino bien merece unos golpes de tijera.

Pero aunque las razones ella las entienda con su directa perspectiva de siete años y comprenda la inevitabilidad de las decisiones tomadas por sus padres, esto no difumina el visceral resquemor y la rebeldía a perder ese atributo suyo que daba por sentado.
Es una niña que toma la vida con franqueza y con esa sinceridad seria lo mas justo actuar pero es la parte de los padres y de las madres el saber como cuidar a los hijos. Y ganarse sus cabreos.

Están pasandole muchas cosas.

Su iniciación espiritual.
El regalo del Lobo de su Padre.
El despertar de la consciencia de la falibilidad de sus progenitores.

El juego y la seriedad se barajan en la misma pila con la disciplina y aunque hoy la convenza de que las dos nos cortamos el cabello para vencer el calor de nuestra nueva casa aquí en Tana, quizás cada corte sea una duda puesta por cada rizo arrebatado por la tijera. La duda de no poder escapar a la severidad paternal.

El bronce con el sello de la divina justicia grabado en alborano corta delicadamente los mechones hasta no mas de un dedo de largo.
Como nos enseñaron.

Mientras Asier enjuga las lagrimas de su hermanita con chanzas de fraternales, mi voz ora sin sonido por la protección de los poderes a través de palabras una y otra vez memorizadas.

Le acaricio la cabeza encrespada al terminar y la dejo ayudar a su hermano a cortar mi cabello con las tijeras de barbero prestadas por Brann.
Su angustia se pierde en su infantil curiosidad y en su incansable llama creativa.
Sonrió y río con ellos a ratos escandalizada con los comentarios nada halagüeños del resultado.
Los dos disfrutan mucho teniendo a su merced por una vez a su madre.

Después es Asier es el que se deja hacer.

Y la tarde se transforma con la ganancia de distensión y tranquilidad en una tarde mas en Familia.

Ojala también estuviera Anibal pero su decisión le ha llevado lejos de nosotros en presencia.
Deseo que nunca en espíritu.

Luego quemare los rizos cosechados de Annette, purificando su sacrificio al fuego y preparándome para cada luna de su auspicio volverlo a hacer.
Poco a poco y no lejos iremos enseñándole el por que de esta tarea y de la existencia de los usurpadores.

Mis ruegos son para que no sea muy largo el tiempo en el que recupere la potestad sobre su cabello y eso signifique que este a salvo y que la inocencia arrebatada retorne como lo hizo en Asier aunque por un camino menos traumatico.

Los míos, casi todos, los enterrare en la sima de un lugar secreto. Camino de la oscuridad inframundana por el que la muerte lleva y trae a los espíritus. Para ofrendarlos.

Uno no. Ese, el mas precioso, lo he guardado como marcador entre las paginas del libro de los salmos con la esperanza...solo eso con la esperanza de que un día sea reclamado.

La esperanza.

Constituye el calor que emana este ritual tan antiguo enfrentado a los malditos.
Que no se la llevaran.
Que hora tras hora se aleja el hecho de que usurpe su cuerpo con un vil maleficio.

Nada esta garantizado pero lo que debe estar, esta. Lo que se debe hacer, se hace.
Hasta que se avenga el buen cambio.
Tiempo al tiempo. Esfuerzo a esfuerzo. Cariño sin pausa y sin condición.

Asier se queda conmigo un rato.  Los dos nos sentamos al fresco de pórtico de lona de la tienda que es a medida nuestro hogar.
Annette se ha marchado cuando los chavales de la orilla se acercaron a buscarla y después de que una barahúnda discutiera en cuatro idiomas que si necesitaba o no un nuevo apodo por su nueva condición. Cuando se alejan, la discusión pasa a otro lugar y a otras reglas que solo pertenecen a los niños.

La observamos corretear de aquí para allá en la invernal luz del crepúsculo.
Asier la mira orgulloso y alegre envuelto en un silencio meditativo y profundo.
Aunque sé que es un adolescente con reacciones de adolescente no puedo evitar cogerle la mano maternalmente. Así pasamos un poco de tiempo en calma. Sin pensar en nada.
Luego también se disculpa señalando que tiene que hacer algunas tareas antes de que cenemos.
Me besa. En la mejilla agradecidamente y esa gracia se la devuelvo.

Me deja debajo del umbral y vuelvo adentro para aprovechar y encender con parsimonia las lamparas.

Cada rizo reposa en un gran cuenco y hacerlo arder bajo las palabras precisas y justas es muy sencillo.
Oraciones iluminadas en el sello alborano.
Frio metal el bronce en mi mano.
Besando delicadamente la curva del cuello.
Otra posibilidad.
Una mucho peor.
Una que contemplo para saber que existe y para guardarla en la profundidad de mi ser en el rincón que sirve para olvidarla.
Solo por la brevedad del instante en soledad ha aparecido funesta con su futuro impregnado en sangre.

El camino por el que pelear retorna regado de la inocencia truncada de estos días, quizás vendrá en los ropajes del amor verdadero. Ese es el misterio que no conoce una madre, pues ese es el designio del futuro y es esquivo a las intuiciones  que vienen con la maternidad.
Si me es conocido, por otro lado, el gasto hasta el ultimo aliento de esencia del lazo de vida que Annette y Asier y yo compartimos.

Vida como vigor de llama continua del cariño como herencia, felicidad como tiempo perfecto juntos, gracia como el estado iluminado de estar donde tus actos te han de llevar.

El infierno es ahora, si no lo ha sido siempre, una mala opcion por la destrucción que sobre Asier y sobre Annette se conjuraría.
Consecuencias que hoy y ahora no están preparados para afrontar.

Estos rizos que se consumen son mas tiempo para ellos.
También lo es que seamos una familia reunida para variar.
Tiempo para que vivamos y adquiramos la sabiduría y el centro que tienen a la espera por descubrir.

Para encontrar su sino mundano o divino o el de esa mezcla que nos rodea y se recuerda en la intimidad.

Busco a mi pequeña Nette entre la chiquillada y la llevo a casa para que se lave, me ayude en las pequeñas tareas y disfrute preparando la cena.
Dejamos listas unas ensaladas y un poco de carne para cuando Asier llega y dispone la mesa mas sucio que Annette e igual de sonriente.

Después hablaremos, llamaremos por teléfono (gracias Mina), y nos cepillaremos el cabello y pelearemos para que se duerma en la cama, con algún cuento o algunas canciones.

Ya es medianoche cuando me levanto y me envuelvo en el clamide y salgo al frio negror nocturno con la intención de cumplir el ultimo cometido.
Asier se mueve ligeramente en su lecho.
Abre un ojo. Comprende.
Me agacho para besarle el cabello y se deja.
Lo mismo hago con Annette.

De día, casi todo el día somos nosotros juntos.
De noche, mas entrada la oscuridad, en la hora de las brujas solo estoy yo, pero no sola.
Mi hijos viene conmigo y yo con ellos.
Me arropan en las oraciones aun desde sus camas.

No podrán ayudarme a dormir.
Pero si a sentir el calor de la esperanza.
En la tiniebla de la cueva donde rezo.
O después en el borde de la entrada, bajo el cielo mas estrellado del globo, cuando abro el libro por la marca de cabello que indica los pasajes que quiero recordar y de memoria leo.

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