27/2/10

Antumbra (iii): Eclipse


Eclipse: (del griego, ekleipsis, que falta o desaparece) fenómeno que se produce cuando la Luna oculta al Sol, desde la perspectiva de la Tierra. Esto sólo puede pasar durante la Luna Nueva.

Mi hijo Asier me pregunto, cuando le pedí que me creara mi pequeño Amphismela, por que quería un arma y mi respuesta fue que si de arma fuera el uso que deseara para la daga, antes debería responsabilizarme de, para tal fin, aprender a utilizarla.

Un cuchillo sin punta y romo pero con filos de navaja no esta hecho para la reyerta excepto para la corta distancia casi intima, con todo lo que la intimidad implica.

Lo mismo, siento, se puede aplicar al alma y en este caso sobretodo a la mía.

El humo amortaja al día sin oscuridad. Su opacidad fluye y se funde con la de la lluvia, que cae fina y demasiado caliente. Ambas me envuelven y me empapan como un febril lienzo pero no las siento.

Hay una miríada de voces de fuegos inquietos alrededor, crepitantes partes del barco que aun arden, en la excitación del triunfo y del banquete servido a continuación y aunque su exultación debería partir de la mía, que la convoco, no hay retorno por que no hay fondeadero sin la dura escarpa del orificio.
Me iluminan, me queman, danzan gozosos de lona a pared y sin embargo no están para mi.
No los siento.

Mis rodillas están contra el suelo, las arañan pavimento, tierra y metal. Mi ropa esta ajada y rota, destrozada y repleta de la sangre de otros, como mis manos, y mi cabello. Y no la siento.

El tiempo no va y no vuelve. Es ahora pero es antes. Todo pasa por mi mirada. Pero no se desvanece ni perdura.

En instantes de dolor. Casi solo dolor.

Mis manos aun están ahí arriba, con el cuchillo aferrado. Mi cuerpo se lanza abajo para cortar.
He fallado.
He acertado.
Tiembla el filo. Sus corazones, desenterrados, se tronchan bajo el tajo.
Vibro dolorosamente ante los golpes errados. Dedos, brazos, hombros y pecho sacudidos. Estremecida también estoy cuando encuentro blando.
Tejido reconocible y aun palpitante fuera de su natural receptáculo.
Y lo alzo y lo bajo sin descanso hasta que Él se manifiesta. Aun después de derrotado.

Los seres humanos se amontonan bajo las sombras de las galerías.
Personas que se degradan en actos envilecidos, desprendidos a sus mas impíos deseos.
Oigo gritos. Mujeres, niños, Hombres. No son lamentos. Son alaridos de espanto desgarrado.

El aliento del Carnero, su respiración de neblina ponzoñosa se extiende sobre mi espalda. Se traga a gente, buena o mala no lo sé, pero si valiente hasta la horrible muerte que los vestigios retorcidos
que Ellos bendicen traen de fuera del alcance de la Luz.

Charo libera almas sobre el jardín del buque, inmerso en confuso maremágnum.
Les devuelve su propio destino.

Él se manifiesta. Colosal. Furioso o solo agresivo. Mole de ocho pisos con Ojos de Maligno y cráneo de Chivo inimaginable que se alza con Anibal agarrado a su rostro.

Hay un inmenso despojo de engendro destrozado bajo la lluvia, disolviéndose en fluidos gelatinosos, mientras Anibal le ha arrancado la negra alma, convirtiéndola en piedra, que Charo y Ariel arrojan a la Nada con el filo de la daga de Eriltes.

Los aspirantes a Dios dejan cadáveres. Pero ya no escapan.

Pero no siento nada. La desesperanza, convertida en fragor propaga vacío de mi hacia mi alrededor y solo sollozos se pueden escuchar de mi garganta.

La sombra de una unión sagrada no debería hacerme daño pero he ido tan lejos en mi impulso que la extensión de la faz nocturna de la Diosa hasta el limite es un hecho.

Avance en la oscuridad en la mala dirección y provoque el eclipse.
Ante lo simple, lo asombroso, lo cierto y lo reconfortante. Ante las miradas que son besos y las manos que son refugio no se desprende mas que el dolor.
El dolor que anula todos los demás sentimientos. El dolor que iba escondiendo.

Impuse las manos a Anibal, curándolo, me arrodille y no puedo levantarme.
Ni en el barco ni en la orilla de la hermosura del Lago Tana Etíope.

El Buque puede arder hasta sus entrañas y el mundo seguir retorciéndose a mi alrededor y sin la Luz del Padre en mi corazón no puedo mover ni un dedo.

Él, aquel que hace tres siglos lo empezó, se ha ido pero yo lo he fijado.

La Diosa nos sonríe por que el monstruo esta mas que muerto.
Lo que conocía no lo llevara a los perniciosos oídos de sus compañeros los Malditos.
Lo que pretendiera fracaso.

El Oasis de los Océanos flota en calma que poco a poco se rodea de hielos.
Anibal me ha cogido en brazos.
Ariel, con la mirada del luchador que ha recibido su bautismo de fuego, se alza por la borda para ver a donde llegamos.
Los supervivientes también miran sobrecogidos y sus rostros son la mejor respuesta a cualquier pregunta sobre lo sucedido.

Conmoción y Revelación.
Terremoto y Erupción.
Sus pasos bajo la ocultación se han desvanecido y el constante eclipse que se mantenía desata su transición.
Su respuesta es Vida. Padre y Madre contemplándonos. Y ellos mirándolos a los Ojos por un instante. Para todos demasiado largo pero siempre es largo.
Pero hasta una décima de latido de la Verdad es Intensa.

Algunos lo comprenden.
Otros lo intuyen.
La mayoría no lo comentan ni consigo mismos.

El Símbolo dentro del Eclipse es el de la Falta y el de la Desaparición.

Cuando entramos en este barco no sabíamos que nos encontraríamos.
Ellos han encontrado la respuesta a lo que es este mundo.
Yo una pregunta a otra respuesta sobre lo que soy por dentro.
Ellos saben los que les faltaba. Yo se que algo me falta.
Y que ha desaparecido la ignorancia.

Ahora lo tengo todo detenido. Empieza en mis pies en la arena de alguna parte y acaba aquí en Etiopía.

El frió del ártico desplaza al trópico. Lo engulle y lo difumina. Pero no lo noto.
El tiempo no se desgrana. Si lo hace resbala muy lentamente.

Charo encuentra los brazos y besos de Calin en el rompehielos de rescate y Asier solo recibe mi falta.

Y sin embargo me abraza y me rodea y su influjo me vuelve desde mis entrañas, la Voz que he dejado en el Mundo al darle a Luz.
Él tiene el Fuego que no perdona pero que da sosiego.

Mi hijo da la primera puntada en la herida. Y me obliga a dar el resto todos los días mientras me ama a no ceder. A que no abandone las palabras de estos días. Que no desprecie lo que ha pasado.

La Diosa sigue interpuesta al Padre. Lo besa eternamente para mi mirada.
El Oscurecimiento es concéntrico. Perfecto en su Sizigia.
No me puedo alejar del Eje fijado.
Sol. Luna. Tierra. Lo que hay Bajo Ella.
Volverá la Luz. Pero en Asier y sus ojos amo el camino intermedio.
La senda que anuncia que no tengo desespero.
Solo Dolor. El dolor de la obra de mis manos.
Inmersas en las reparaciones.
Que no le puede ofrecer sonrisas.
Aun.

El Amphismela no es un arma. Es un agente de los ritos que se que puedo transmitir.
Pero como todo filo como una puede ser utilizada.
El Alma, mi Alma, no es un arma. Es sustancia del Cuerpo de mi Madre, de su savia, su tronco, y sus ramas y raíces.
Como todo Vigor como una puede ser utilizada.

Pero siendo consciente de la liberación de la aflicción que conlleva.

Debo responsabilizarme de este conocimiento.
Sin Ariel, sin el Monstruo, sin el Desespero que me brotaba, sin mi desdichada continuación del Sangrado de mi Espíritu, sin la contemplación del Rostro sombrío de la Diosa en toda su amplitud no lo hubiera descubierto.

El Dolor que soy por dentro. El estado de Desaparición detenido.

El Eclipse que vivo.

2 comentarios:

Mª Ángeles Díaz dijo...

Estremecedor… no sé qué decir, en todo caso, que sepas que paso por aquí de tanto en tanto.

Núria

P.S.
La imagen queda impresionante.

ketil brambgard dijo...

Hola Nuria,

Siempre eres bienvenida por este mi rinconcito como se que también lo eres en los de este grupo de amigos que compartimos vivencias, pensamientos y fantasías.

Si te parece estremecedor entonces lo he hecho bien por que es lo que mi compañero Kiko nos imbuyo en el juego del que parto que tiene tanto de simbólico como de lúdico o si no mas.

Espero con los dos post que quedan completar la escena y hacer que se entienda en su totalidad.

En cuanto a ti como siempre atento a las noticias de tus viajes, experiencias y comentarios.

Un abrazo.