4/10/09

Las Metamorfosis (x): Los Misterios / Las Transformaciones

Abro los ojos.
La oscuridad crece sobre un poso de luz mortecina. Rayos de una tarde de verano.
Uhm...No esperaba esta bienvenida.

Manchas. Coloridas. Conocidas. Familiares a través de la fina rendija de mis parpados.
Coinciden con el desborde de preguntas que se abren en mi con mi lento parpadeo.
Son un ejercito numeroso. Ques enunciados desordenadamente en un variopinto conjunto alzándose.

Un, '¿Que lugar es este?' enlaza con el '¿Que ha ocurrido?' y se desliza cuesta abajo junto a '¿Que les ha pasado a los demas y donde estan?' en búsqueda de la mayor probabilidad de respuesta de un simple y descarnado '¿Que?'

La colcha que palpo es mi mullida y preferida. Los contornos y olores se desbrozan en mis sentidos son los del interior de mi cuarto y el exterior de nuestra casa. Es como si hubiera retrocedido dos mañanas. Nada mas.

Por un largo suspiro pierdo toda la coherencia y el aplomo de mi razón. Hasta que me doy cuenta que aunque no pueda entender nada si puedo pensar. Y también alborozarme de escuchar mi patente respiración.
Se aleja el panico lo que se hace raro al considerar que estoy viva o al menos me lo parece. Un montón de ideas de lo que es este instante, están presentes por ahí detrás pero gracias a Hecate difusamente. Buena soy dada a imaginar pero solo falta que de rienda suelta a mis delirios y descentrarme.

Mejor un caos coherente.
Los recuerdos aletean confusos. Bueno. No todos. Es por el instinto.
Con leve indecisión me atrevo a tocar mi cuello.
Sigue estando ahí. Se prolonga hasta mas arriba. Se confirma que continua con un rostro que sigue en una cabeza vehemente unida al cuerpo.
Esta tibio. Suave. Carnoso.
Lo que no es un alivio pero tampoco una desgracia.

Es ahora cuando me incorporo sobre los codos con el corazón palpitando.
Por supuesto que me recorre la alegría pero lo que me embarga es mas bien impresión abstraída de intriga.

La cabeza, parece mas consciente de su afortunado estado, prefiere aprovechare y no me para de darme vueltas rebosante de un interminable alboroto de inquisiciones e visiones.

Es delirante, por que me cuesta lo que tardo en ponerme en pie, dejar de sentirme como mi propia espectadora y que mi boca se abra y grite nombres comprendiendo que aquí, en este cuarto, no están sus representantes.

Medio aturdida me reuno en mi y los busco mas allá de la puerta olvidando las otras posibilidades que en algún fugaz instante haya podido imaginar.

¿¡Marion!? ¿¡Pola!? ¿¡Anibal!? ¿¡Xavier!? ¿¡Charo!?

Mi voz se encuentra con las suyas respondiéndonos mutuamente y aparecen de sus habitaciones. Están Bien, pero me cuesta decidir si ilesos.

Quizás por ello solo la duda expira.
Los misterios se quedan como residentes.

El cuello.
Me he vuelto a tocar el cuello en una pausa del reencuentro.
Lo he visto en un espejo y esta intacto y solo enrojecido por tanto frenetico manoseo.
Pero no es un sueño. Conservo el instante del golpe.
Tanta experiencia con las diferencias entre una realidad y otra me lo niega sin apenas esforzarme.
Ha sido real como el respirar de este momento. Sencillamente. Ha sido.

Algunos de los pocos sutiles cambios lo reafirman al contemplarlos.

La mano de Anibal, la buena, que no tuvo que cercenar Pola y que intento interponer en el camino del Hacha ya no es como era. El Onomasticon al completo la cubre desde la linea del corte hasta la punta de los dedos.
Tambien esta Marion, de lo que no me puedo ni siquiera a mi transmitir lo inmenso del jubilo que produce.
Aqui estamos. Pola, Anibal, Charo, y hasta Herr anda por ahi e incluso Pascal y Yue y la gente del túmulo cogen el teléfono.

Sinceramente, hay una extraña presencia en la ausencia de Xavier y esta marca un empecinado contrapunto. Pero también de corazón, no suena como un desacorde si no una armonia distinta.
Un conjunto de voces que que coge forma a medida que nos contamos lo vivido, a encontronazos como pisotones, en una urdimbre no del todo visible pero patentes mas alla de los ojos.

Marion no es la misma. No sabría decir por que lo digo. Tampoco Pola. Incluso Anibal. Charo parece muy lejos de cambiar pero ha habido cambios.

No establezco si las transformaciones están en ellos o en mi. Y los recuerdos no ayudan.
Los sentimientos no son a veces como los tienes si no como te los cuentan. Tus testigos.
Les cuesta decírmelo, preocupados con cariño de los efectos, pero con una voz y con otra nos narran lo que mi vida no contemplara.

Me impresiona el descubrir el destino de Pola unos segundos después de que a mi me alcanzara. No estaría bien dicho que lo compartimos. Compartimos el gesto. No la ventura. ¿O es la aventura?. Lo que necesito invitación y un día de ardua reflexión en mi en él se decanto en el momento preciso en el que su pensamiento lucido que se declaro en franqueza con el mismo.
Pola no es afortunado por tener la sonrisa del azar de cara.

Miro su cuello tan incólume como el mio. Nos hacen imaginarlo, con palabras, cercenado.
Imaginarnos a los dos desmadejados sobre aquella arena. Muertos o en un aspecto diferente.
De los acontecimientos no me sorprende que Charo esquivara el Filo y fugazmente me preocupa el si sabe el porque.

Pero no son preguntas razonables, con garra para atrapar mi atención completa. Cohíbe tanto misterio el que se destaque una sola respuesta. Aunque sea pequeña.
Pero alumbran otras cosas que no son pensamientos en si.
No es que de ayer a hoy esta bruja haya encontrado la antorcha que arroje luz sobre la oscuridad. Agarro algo que parece una tea cuyo misterio esta en la trascendencia de si esta o no encendida tal y como siempre se imagina o si lo que arroja es una emisión distinta a la luz y opuesta a la oscuridad.

Eugen recogió a alguien de mi, para encerrarlo en una de esas joyas que recuerdo sentir como cárceles.
¿A quien?
La contestación ofrecida por todos mis sentidos me dice que a mi pero os juro que hay una punzada de serenidad muy bien fijada en mis adentros que dice que no.
Desprecia al resto de formas de saberlo y expresarlo pero se impone.
¿Por que es la verdad? No lo sé. ¿Por que me pertenece el saberlo? No lo sé.
¿Por que... quizás?¿Quizás por que traspasada la encrucijada no se te oculta el camino que elegiste? No lo sé. Con pensamientos no logro conformarlo.

Pelele danzarín por un instante, Eugen estuvo allí, por que... por que vino conmigo en el nexo que compartimos. Es mas que nuestra sombra.
Su contienda con nosotros es cruda, pero tiene algo de honesta, al no dejar que la olvides nunca.
A quien porta ahora junto al Betilo lo desconozco. Se desdibuja al volver a mirar el techo ya completamente nocturno de mi cuarto. No se ira pero pertenece al otro camino.

Preguntas y dudas. Pululan por las esquinas en la afueras del marco negro en el que me concentro y se nublan como en la duermevela. De haber solo hay una respuesta.

Tiñe mi respiración la sensación de vida.
Tacto de nuevo del cubrecama en la yema de los dedos igual al de ayer o al día de antes.
Aromas y sonidos estivales de mas allá de la ventana. Voces familiares. La noche de París
Las Transformaciones deberían dejar huella, me grita la lógica desesperada por convencerme, pero como explicarle a lo que no tiene el idioma la olvidada sensación de la infancia de que en la Viva Realidad las cosas van y suceden. Sin mas. Cambias.
Sin explicación. Ni pistas ni avisos. Ni cadáveres.

Trago saliva y me muerdo el labio inmersa en la mezcla del desconcierto y la alegría.
Antes de venir a tumbarme he escuchado la voz de mis hijos.
He deseado las buenas noches a Marion, Pola, Anibal y Charo.
He pensado feliz completamente en una boda.
He hecho las mismas cosas que normalmente hago.
Parezco la misma, por fuera y por dentro.

Y sin embargo, esta la sensación de poder, si quisiera, mirar atrás y ver una diferencia.
Me habla el misterio. Cambio. Como el que corretea por la ciudad. Del que te dejaba ver lo que hay detrás. Por delante de la lógica y la razón me besa y lo paladeo. Vuelvo.
Como cruzada la barrera del espejo.
Para ver lo que no se puede ver.(1)

Vuelvo, lo evoco y lo padezco con el turbio respeto de los limites en verdad franqueados
Pero no llena del todo. De casi todo.

Asi es como es.
Casi, casi, casi. Siempre es casi.
Simplemente por que para alcanzar otro misterio, hay que dejar un misterio siempre.

(1) Casi cruzo la barrera, Enrique Lihn y quien me lo descubrió Arkhane Starfall

2 comentarios:

Mª Ángeles Díaz dijo...

Querido Ketil, vengo a darte las gracias por haberte anotado como seguidor de mi espacio. A pesar de que no aparecen visibles las identidades. La verdad creo que tengo mucha suerte de que participes en él.

Te pediría también un favor, que transmitas un fuerte abrazo a Pola, así como a Gabrielle, con esta última a veces me siento muy identificada.
Un abrazo.
Núria.

ketil brambgard dijo...

Hola Nuria,

Gracias a ti por la visita. No dudes que soy seguidor de lo que publicas.
Es facil el interesarse por los amigos y conocidos por que es un placer conectar con lo que dejais expuesto.
Tu espacio como el de el resto de compañeros de esta pequeña pero intanssa comunidad es bienvenido siempre desde que lo aborde.
Es un honor declarame tu seguidor como tambien el de los otros.
La suerte es mia.
El abrazo a Pola esta hecho.
Y a Gabrielle puedes abrazarla cada vez que la recuerdes en alguno de los pasajes con los que describe su vida. Estará encantada pues le encanta abrazar a sus amigos.
Asi lo hago yo.
Y al escribirlos deseo con mas fuerzas que otras cosas que todo al final le salga bien.
Que te identifiques a veces, me conmueve. Por que es un sentimiento que también comparto.
Un abrazo a Ti también
Ketil.