9/8/09

Las Metamorfosis (iv): El Umbral / Los Rostros

Una buena idea nos aborda sentados alrededor de la mesa de nuestro comedor después de giros y regiros de extenuante acción y un merecido el respiro en el que meditamos en voz alta.
Onire se muestra desde el corazón de Charo colando en su garganta esperanzadas palabras de probabilidad del regreso.

Si Pola sabe que Eugen se ha ido y nuestra pequeña Onire hace tiempo cambio nuestra compañía por la de Él, ¿No es de creer que si pudiéramos alcanzar ese rincón que mas de una vez Eugen nos ha enseñado, y poder volver a verla de nuevo, saber como esta, quien sabe, quizás averiguar mas cosas de la que esta aconteciendo

Onire se marcho envuelta en el conocimiento críptico de que era el lugar, ahí junto a Eugen, en la Casa del Diablo, remedo desagradable de Mont Matre, donde tenia que estar. Ya han pasado los meses, el marchitar de la Torre y todos los encauzados pasos que han alcanzado el cambiante presente. Hasta este instante en que tenemos la esperanza de que es posible, aunque no sea evidente, que este libre, si no es que siempre lo ha estado.

Pero alcanzarla hoy no es tan sencillo como planearlo. Cualquiera de los presentes: Charo, Pola, Aníbal o yo misma ha bajado hasta el nivel de su reino por invitación, de su mano, y irónicamente bajo su protección
Habrá escasas posibilidades de que lo alcancemos por nuestros propios medios.
Si algo estamos aprendiendo es la linea de nuestra propia limitación. Da vértigo pero es reconfortante, sobre todo, por que poda las ínfulas de la arrogancia.

Pedir ayuda, esa es la conclusión. Por eso llamamos a Pascal.

El comisario Rellan es mas que una amigo. Es un caballero en el que el savoire faire y la sensatez, resultan mas interesantes de conocer que la verdad de su naturaleza córvida y de su posición de mando en la ciudad. Es un juicioso camarada de fatigas de ojos y oídos bien abiertos, buen paladar y sobretodo mucho criterio.
Ha sido el que nos ha puesto al tanto a lo largo de los días de los hechos hasta donde las reglas y los tabúes le han permitido y yo confío en él igual que lo hago con Fungus. Aunque sepa que estoy siendo una ingenua al hacerlo y que a veces me mantengan a ciegas o incluso me engañen. Pero si lo hacen es por que el sesgo tiene importancia y por que son consecuentes con lo que son las reglas los compromisos y lo que hay que tener en cuenta. Y por que saben mejor que yo nunca lo sabré hasta donde cada uno llega.

Pascal, en esta ocasión ha dicho que pudiera exista la posibilidad de ofrecernos su ayuda. Nos ha dado un lugar y una hora, pero remarcando con sinceridad que no había garantías de nada.

La incursión ha sido al amanecer pues los ciclos del día se asientan cada vez con mas importancia. el día es Día y la noche Noche. Me figuro que es mejor no encontrarse la Diosa sabe que criaturas en los túneles cuando todo arriba y abajo esta oscuro.
Por que debemos profundizar en el vientre de París caminando por los entramados de túneles que solo me recuerdan vagamente a como eran antes. Pola y yo ya hemos venido por aquí en otras ocasiones, incluso con finales muy felices, pero la verdad es que se te aparece como un lugar muy distinto.

La guía de Pascal, que viene acompañado por Charlotte, su hija, nos conduce hasta una sala donde reposa un lago en el que constantemente golpea una gota. Es la laguna del aliento condensado de cada visitante conmovido por esta ciudad. De cada residente. Emociones transformadas en fluido real precipitado gota a gota, una por cada sentimiento recogido al traspasar el invisible umbral de la ciudad.
Una vez me sumergí en esas aguas y tiemblo al recordarlo y me perturbo mas al verla tan enorme ahora.

Pero no esta sola. Justo detrás como esperándonos pacientemente hay otro arco que no recuerdo antes haber tenido a la vista. Artesanía de oro, paño, y acero, entrelazados con la piedra trabajada en letras de un idioma irreconocible.
Es su puerta pues saboreas a Eugen con solo mirarla. Hemos descendido hasta su Umbral.

Otra de sus Obras. A cada paso encontramos muestras de su parece inacabable laboriosidad. Empiezo a sospechar que la ciudad esta repleta de ellas y que solo la sutil ignorancia nos las oculta. Cientos de pequeñas creaciones como estoicos plantones. Con la imaginación abierta a todos sus poros por el descenso y tantos extraños días y noches, empiezo a tener la idea loca de que esa es la mirada con la que nos ve. Obras y herramientas enfrascadas en la danza del alma que al final conduce a su poder. Proyectadas para poder tenerles cariño pero a un lejano paso de poder amarlas. Rompibles.

Es una sensación horrible el poder imaginar eso y mas aun la sensación de compasión que insiste en provocarte y con la que es difícil pelear hasta convencerse de que Eugen no es humano, que no puedes ni intentar con tus limites medirle y que sobretodo no es libre.

Que hará lo que debe hacer y siempre ha hecho.

Es una emoción como veneno que se esparce tus pensamientos y que te sume en la consternación.
Esta ahí, en esa puerta que Pascal dice puede abrir.

Los cuervos y los lobos conocen muchas variantes de esa capacidad. Abren y cierran los portales. Normalmente para evitar que lo que hay al otro lado cruce al nuestro y otras para ir a donde están ellos y quitarles la idea de cruzar, ya sabéis, con garra, pico, y diente.
Tengo la sensación casi cierta de que si Pola no le hubiera insistido en que Eugen le ha dicho que ya no esta en ningún lugar de la ciudad, Pascal nos hubiera dado largas o simplemente nos hubiera dicho que no, pero las cosas cambias cada instante y él , ahora también esta a la busca de alguien tras esa puerta.
Pero ha sido descubierto después, tras contemplar el monstruosos paisaje que se descorrió al retirar la cerradura.

Con la ayuda de Charlotte, alza el conjuro y entorna la hoja que bloquea el paso. Pero no la franquea. Vemos el hueco, pero nos ordena que nadie se mueva. Que nadie cruce.
Sensatamente sabe como dar los pasos y mas sabe cuando no moverse o cuando, si es necesario, recular.

La oscuridad trasciende retazos de si misma como rasgones de niebla traslucida, manchas de aspecto informe casi imperceptibles para la vista, mas un olor para los ojos o un crujido para el tacto que palpas muy adentro.

No se a quien veo primero envuelto en su halo, creo que es Franta. Los contemplo a los tres bajo el foco de la tiniebla.

Pola es el Maestro que Corta el Ser, capaz, con serenidad, precisión y nula vuelta atrás, de aplicar la espada que le fue otorgada en Sanghai y que ahora blande, y de eliminar la existencia de cualquier ser, borrarlo de la realidad y los tres mundos para siempre. Por siempre.
No hay apenas cambios en su físico, mas que sutiles transformaciones de los detalles de su rostro y de su ropa. Esa casi imperturbabilidad es lo que acelera mas mi miedo.

Es mas espectacular el pulso en Anibal, trastocado en su forma daimonica de ardientes huesos con la que retorno de Perú en la que unicamente chirría alarmante la magia que se trajo en su mano izquierda o Charo ceñida en el manto albo de Cenwen, brillando con la luz vigorizada del Sol, pero fría mas allá de la humanidad, severa, rígida tan cercano al rostro inflexible con la que una vez me hablo la Madre...
Son impresionantes pero ambos los he contemplado antes y alguna parte de mi retorcida mente los acepta. Pero no lo que le pasa a Pola. No.

¿Y yo? Yo tengo una cierta idea de lo que los demás han podido ver en mi, la forma del atisbo de mi fatuidad. Ya la he contemplado.
Pero no lo pregunto, y no me importa por que lo que mas me aterra es el pequeño cambio que afecta a Pola, que pequeño empujoncito parece que basta, y me preocupa tanto que me duele cuando menos me lo espero.

Afortunadamente Charlotte y Pascal logran desembarazarnos del influjo que desborda de la casa de Eugen, cerrando la puerta.

Lo ultimo que nos contempla desde la linea al otro lado es la figura de una enorme ave grotesca, la tortura de un ser que debería de ser de maravilla, mitad hombre, mitad cuervo, y que fija en nosotros sus turbios ojos negros llenos por completo de maldad, mientras se consumen sin fin las plumas de sus alas, con un fuego que brota de innumerables protuberancias. Se convierte por méritos propios en otro recuerdo indeleble de esta mañana.

Cuando se cierra la puerta se hace el silencio. Un silencio sofocante y comprensible.
Es Pascal el que, con mas tino en el habla, nos explica lo que apenas intuimos.

Es de noche en su casa, dice con calma, y bajo la Sombra Nocturna se mueven todas las criaturas que el inquilino ausente, o atemperaba, o sencillamente ataba con su presencia.
La Oscuridad es una de ellas y si nos hubiéramos atrevido a entrar hubiéramos experimentado la mutilación de nuestras almas, privadas de todo el tacto divino de la Luz de Día que hubiéramos atesorado durante nuestra vida, y despojados de la Llama que da Calor seriamos los demonios de los cuales hemos contemplado los Rostros.
La prueba es que aquel ultimo ser que todos hemos visto, esa criatura de pesadilla, era hasta ayer uno de los suyos, un buen amigo.

Abandonamos el lugar muy deprisa, consternados y a la búsqueda de la luz de la mañana.
Salir a la superficie es un regalo gigante en su sencillez. Me trae recuerdos agridulces.

El comisario nos dice que estará atento. Que si en el algún momento cambiara el ciclo y volviera sobre el otro Mont Matre el amanecer nos lo comunicara
Se despide en la puerta de casa con una mirada serena. Estoy pensando que a él no le vi el Rostro.

Aun en el hogar no puedo estar tan entera. No puedo remediarlo y llamo a los niños, compruebo que están a salvo y ellos hacen lo mismo conmigo. Se que lo que me echan de menos por que siento lo mismo pero hice una elección. Ellos no podían estar aquí. Lo que no se es si yo hubiera tenido que hacer lo mismo.

Después acuciada por el pensamiento de lo que vi en Pola y quizás sin medir muy bien como hacerlo, se lo cuento todo. Pero estoy preocupada y eso me deja razonar.

Es la sensación de lo fino de la linea. Esa emoción de que la perdición es tan sencilla como la posición en la que afrontas el cambio entre la penumbra y la total oscuridad, la lucha por poner distancia. Y que que se acaba solo con la simple acción de sobrepasar el Umbral.
En estos días, pienso, todas esas lineas, nuestras lineas, se están moviendo lo sorprendentemente lejos o lo insoportablemente cerca.

No puedo dejar de estar preocupada.
Ya hemos visto los Rostros. Todos podemos ser literalmente Demonios. Lo hemos tenido delante. No es una historia contada.
Ese es el Umbral que siempre ha sido mas visible.

Pero la fortuna nos dice, y en mi caso es fe, que hay otro Umbral, tímido y arduo, a lo mejor contiguo a este, con otro tipo de puerta y distintos guardianes y estoy segura de la otra Luz que iluminara nuestras caras.
Creo que tampoco serán, esos rostros, muy diferentes a los que veo alrededor de una frugal comida ahora. Caras dotados de otro pequeño empujoncito, pero venido de un sitio distinto de la voluntad, la razón, o de lo que imaginas.

Quizás el final de este ciclo, etapa o estación en medio de estaciones nos conduce a ese otro punto.
Tengo fe en que Xavier ha hecho lo que tenia que hacer.

Confío en él. Y nada me ciega.

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