3/4/11

Hidromiel

La sabiduría de las abejas pasa desapercibida.
¿No es cierto?.

Viven bien poco y son pequeñas, y revolotean en tareas sencillas casi invisibles para los ojos distraídos, y por eso les restamos importancia..
Pero si, moviéndose de acá para allá tocan tanta amplitud como es la del mundo y sin cesar acumulan tanta mirada concreta de él, ¿Que impedimentos que no sean los prejuicios tendríamos para no reconocer su saber?.

Comprender no es exclusivo de sentidos y conciencias humanas.
Tampoco de las abejas solamente.
Pero me he apercibido de algunos detalles ultimamente, reflexiones sobre las que habías puesto hincapié, que me las han hecho especiales. Mas especiales.

Hasta lo que sé y siento, para mi, mis hermanas meliferas, hasta pueden ver el futuro.
Esta dispuesto en su liviana forma de existir y en sus sutiles actos.
Vuelo, recolección, libación, procreación y cuidado de la Colmenas... Vidas sociales o solitarias.
Se reconoce una dedicación a la creación y a la enseñanza. Dicha es la traza en la que subsisten.
Un baile de vida narrado desde su innato talento para respirar en la naturaleza del amor.
Su muestra de saber ha sido siempre una despejada verdad con bella simpleza.

Para hacer las cosas bien y el bien de las cosas debes sostenerlas y nutrirlas en el fluir de su Historia.

Así me la mostraron sencillamente recién llegue a sus dominios de la granja. Y la aprendí. Y la sigo aprendiendo.

Así es la historia de la Hidromiel. Entre la gran variedad de ellas, también la de la mía.

Ella continua la voz que va del Sol a la Flor. Del Polen a la Miel. De la sencilla mezcla con el agua a Licor divino.
Con versos de amor continuo que lavan las fuerzas del corazón, las alimentan y las prosperan.
Da igual que seas árbol o hierba, colmena o granjera. Si no liberas una parte de ti y la regalas no hay transformación.
Lo que sale de tus manos es estéril.
Carece de su parte de esencia.

La Lección de confidencia sobre este misterio expuesto la grabo directamente el Señor de los Robles en Sihisoara en mi ser.
Mis amigas del Claro Umbrío me la recuerdan de forma sutil cada día que me empapo del idioma de sus zumbidos y contoneos dejo el filtro abierto y entro como invitada con mas que los dedos en su hogar.

Ahí esta. Miel en mi cocina que espera a fermentar en las pequeñas barricas de roble talladas con cariño a mano. Sus Historias, como un fuerte hilo vital no se detienen y como debe ser continúan y ascienden tan simple como que el amor no tiene limites.

Historias como la de Mujer conoce a Hombre o de Hombre conoce a mujer. Que pasan por los momentos intensamente grandes sin darte inicialmente cuenta pero dotados por completo de esta misma marca.

Él me mirara, en ese primer instante entre los cortinajes de lo nuevo y lo sorprendente y yo veré en sus ojos mi propia turbación mantenida por el confuso misterio.
No brillara inmediatamente la certeza de ponerse a descorrer las dudas y sin embargo, plegado tras la ausencia de palabras que no se saben pronunciar, cuajaran las extrañas delicias del corazón y de la atracción.

Hay hechos que se les da bien fraguar con el tiempo. Las criaturas que me enseñaron ya llevan en su ser esa lección. Hay un camino para mi en alcanzar el mismo sentimiento.

Hago Hidromiel en mi cobertizo y sacio mi tenacidad y por que no mi picardía.
Disfruto tanto participando en un acto de Transmutación tan bello y tan bueno en momento del resultado. Detalles que ella ha estado tomado conscientemente después del primer día en que me dispuse a crear. Tomando intencionadamente la sensación de apasionamiento, para verterla en un gota tras otra, una y otra vez y para siempre.

Espera.
El principio de los precipicios conduce los senderos de la atracción y es, a veces, la precipitación la que destruye la seducción.
Me gustaría preguntar cuando sera que vera en mi.
Pero también me pregunto si es necesaria la respuesta.
¿Conoces el miedo en la soledad las largas noches?.
¿Conoces el hueco de los pecados de la lujuria y el deseo por el deseo?.
¿Conozco el terror al dolor de la ruptura?.
¿Y que? ¿Vale la pena? No. Eso es cierto.
¿Has probado a fluir con ello?
No. Eso también lo es.

Mis pequeñas hermanas conquistan los sabores dulces plegados tras las nieblas de lo que damos por sentado.
Contemplan la tormenta y saben que después de la descarga nace la flor.
No liban el polen de una sola vez y si se le ofrecen paso a paso, tiempo en tiempo, por que han visto y ven mas allá de su transcurso en el que me han enseñado a sublimar el agua y la miel.
Mas que ingredientes en una mezcla.
Mas que la sencillez de la bebida.
Mas.

La Respiración del roce de dos seres humanos que en el hilo de los encuentros permanecen.
La destilación desde sus primeras palabras compartidas y presente en los primeros instantes en los que juntos están callados.
La venia de la persistencia y el descubrimiento en el lapso de las ausencias hasta el brillar, con el exterminio de cualquier negación, de un cegador y liquido elemento incorpóreo.
Ser la Fluidez que nadie puede poseer si no escoger y solo tener Esencia en la oleada de nuestra Historia.
La misma que va de la Hidromiel a la Ternura. Sin conocer el sabor que va a tener.

Agua y miel fermentaron en un trago divino. Yo la amo un poco y Él la paladeara.

Alma y Alma se juntaran en el recipiente del instante y en el lugar de los secretos.

No tendré miedo, me afirmo un buen amigo en un momento brumoso y son tres palabras con la verdad en el valor de cada onza su peso.

Palabras que habrán de hablar mas con la mirada que con silabas que apenas recuerde.
Palabras que habré de guardar y no revelar mas que al oyente perfecto.
Palabras de sosiego.
El mudo habla de un beso.
Bajo la noche y bajo el amparo del Joven Roble.
Un beso cubierto de motas de soles, entre las hojas, de un cielo estrellado y del cantar del viento.
Lento. Cálido. De lenguas. De brazos. De cuerpos. Fuerte y ávido y repleto de eternidad.
Suyo y Mio.

Un beso con el gusto de la Unión.
Con gusto a Hidromiel.

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