19/4/09

Los Sueños Amables (xii): Al Despertar

La segura incerteza de no distinguir haber transitado de un estado a otro te acoge como durmiente al despertar pues, a igual manera que en el cuento, tienen mas maravilla las impresiones que se te presentan al abrir los ojos que, las que entre sueños has experimentado.
Los ensueños asemejan haber sido vividos en la rutina constante de la vigilia y el amanecer de los sentidos manifiestos evocan las peculiaridades de un sueño.

Se ha destruido la linea de las separaciones y la Muga de la imaginación en la frontera fluye libre para ofrecer cualquier sentido.

El beso se mantiene cálido, tal si se agarrara con delicado empeño, aun cuando Asier ya solo se mantenga sobre mi rostro con agitado ademán expectante y las fibras de su contacto pendan en estelas de sus labios intuibles aun a dos palmos.

Un acto, significado de amor como el suyo, no se disuelve en la malva de la oscuridad y el aire y los latidos pasados, pues no es mero aroma y humedad de una boca sobre la piel.
En la sustancia de las personas que somos, se entronca e imagina hasta la realidad, uno de esos momentos que perdura por ser un lugar eterno que no tiene tiempo que le apremie.

Mas tierno que lo que una primera mirada permite me contempla igual que yo le contemplo sin que sea necesario que me pregunte si es mi niño.

Sobran la lengua y, claro esta, hasta los ojos cuando se entona la elocuencia del fulgor abierto de las presencias y cuando cuerpos, espíritus, y animas, todos al uno enamorados y milagrosamente escindidos y liberados siguen siendo uno.

Lo tengo a mi lado, crecido, diferente, y en los detalles desconocido pero intensamente intacto en su singular verdad fiel al mismo niño que amo, de los pelos de su cabeza a la tibia y azorada sonrisa en su faz.

El reencuentro es tan sencillo como mis manos aun no acostumbradas al despertar sobre sus imberbes rasgos de núbil y mis besos desatados por todo su rostro.
Sin palabras o solo las justas y confusas que poco pudieran añadir que no fuera superfluo con el saber de los abrazos y el apretón de los cuerpos y, sin embargo, aun abierto al lenguaje inesperado del asombro que surte de sorpresas los instantes maravillosos, tales como el circulo acogedor de los brazos de Anibal sobre nosotros, apretujandonos sin miedo al contacto, en muestra sincera, y me alegro por él, de liberación del dolor con el que una noche no tan lejana mi hijo y yo le estrangulamos.

No hemos parado de abrazarnos los unos a los otros, Charo, Xavier, Marion, recuperando el brillo luminoso y divino de los trances felices.

He sentido cierto lo que dice la fabula. Con mucho amor se llega mas lejos.

Allá queda, al aguardo de los días, la verdad del sufrimiento y de su cese, nunca olvidado en nuestros internos fueros, por lo menos por que a mi se me recuerda en algunas miradas de un niño, criado brutalmente aislado del mundo al cuidado de manos ajenas para él, unas tristes y otras, gracias a la Diosa, honrosas, que debe descubrir en verdad la Belleza del Mundo y reintegrarse a su pura inocencia Primordial unida a la nuestra.

Nunca imagine que seria el Ogro el que haría de hada madrina y me otorgaría en esta experiencia la facultad, creo que efímera, de los sueños amables, pero siento que debo aceptar que me ha dado tiempo para saber que siento y es que por fin despierta, me digo, eres mas real de lo que nunca lo has sido.

No, no es un sueño aunque me advierto que no es lo mismo que estar completamente despierta.
El velo de los párpado es lento en levantarse.

Reconozco que necesita al menos un beso y quizás muchos otros.
Caminos cortos y sin engaños hacia el Amor Verdadero del que me embarga una extraña añoranza.

Con la trémula calidez de Asier entre mis brazos y mis lágrimas derramandose sobre su cabello, al despertar se ha restaurado una condición que en algún momento en el tiempo desprecie.
Me alumbra en él que soy mas yo que en mi misma y que somos en armonía.
Que Annette y Asier y Gabrielle somos uno solo.
Sufrimos en la separación pero en la visión de la reunión encumbramos una esperanza inconmensurable.
Una esperanza abierta y clara en la que al Amor no le pueden causar mella.

No se cuanto tiempo he estado besando a Asier, abranzando a Asier, llevándolo de la mano.

¿Que importa mi propio jubilo sin la chispa del suyo en sus ojos, y que grandeza es mejor que el ver crecer la alegría en los seres amados?.

Asier ha vuelto y su regreso flota en la incierta linea del sueño y la vigilia con la preciosa gloria que al despertar tan dulcemente te une a la divinidad.

No es una ensoñación. No es un Sueño Amable.
Es el mejor de los Sueños.

Los Sueños Reales.
Los Sueños que Existen.

Agradecimientos a:
Monseuir Charles Perrault por su transcripción de la fabula de la Bella Durmiente (que por cierto recomiendo que leean completa en esta versión).
También a Monseuir Sahaquiel por las transcripciones de la leyenda de Parzival (aqui y aqui) que me han ayudado mucho a inspirame y también recomiendo encarecidamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó tu último escrito. Al leerlo recordaba una frase de Ives Bonnefoy que habla de ese límite al cual sólo se llega:

'Habiendo vivido el instante en que la carne más cercana se transmuta en conocimiento'

Cordialmente
Max

ketil brambgard dijo...

Gracias Max por tus palabras. Me gusta tenerte por aquí y que me sigas el juego y te encantes con lo que escribo.
A veces hasta es un poquito magia.
Yo también seguiré leyéndote por que me pareces uno de los ensayistas mas claros e interesantes de los que conozco.

Un fuerte saludo.

Ketil.