23/8/08

Vivir (y Morir) en la Creencia (iii). Invierno.

Sigo sin encontrarme bien. Creí que con los días y el descanso, empezaría la mejoría como ocurrió en las anteriores ocasiones pero es todo lo contrario. Mi cuerpo sigue débil y flácido y duele cada vez mas. Mi animo incluso esta peor.
Quizás sea esa la diferencia. No encuentro las energías o las razones para querer curarme. No lo hago conscientemente. Lo sé, por que lo poco que poseo se empeña en el esfuerzo, hasta la postración, de seguir. Pero no soy tan fuerte. A veces, muchas mas de las que quisiera, la pesadumbre me nubla y son Mina y Santiago y sus niños y mi valiente Annette y mi querida Natasha, los que son un consuelo.
También viene mi amada Yue, que me mima y me sacude, como solo los que ven todos los ángulos y los comprenden, lo hacen. Yo me miro en sus ojos, que me piden que no me rinda, y la escucho y me rebelo contra mi misma.
Intento aprovechar las pequeñas parcelas del día en que no me siento quieta y fría y me abrazo a ellas.
Como cuando dejan a mi niño sobre mi pecho y come. O cuando Santiago pone música y me lee. O cuando Yue me acaricia.
Me es difícil. El invierno que me prometió Bropius que yo seria, no se ha marchado. El resto de la humanidad ya no lo tiene cerca, pero creo que en mi esta esperando quedar enraizado. Pienso demasiado, en que lo que dijo, el que no vería el nuevo mundo, es verdad. Demasiado a menudo la nieve forma mi maltrecho espíritu.
Me es difícil, aun no estando sola.
Pero la presencia de los que me quieren es cálida y es solida. Y a veces inesperada.
Creí que era Pola, por que no suele venir pronto para permitir que yo descanse, pero han sido otros rostros los que han ido apareciendo entre serios, tímidos, asombrados y azorados, para alinearse al pie de mi cama.
Pero solo han permanecido así por unos instantes.
Enseguida Doa y Aristides se han adelantado hasta mi lado, buscando mi mano y ofreciendo sonrisas intensas. Amelía se ha quedado a medio camino justo por detrás de los dos mas lanzados, supongo que imbuida de un contradictorio sentimiento entre la gratitud y el recelo. Roberto no ha rehuido mi mirada, es mas, ha sido el único que la ha enfrentado nada mas entrar, pero en vez de buscarme a mi se ha concentrado en la cuna con gesto adusto y miradas continuadas de interrogación.
Al pie ha quedado Daniel, con las gafas de sol ocultando su mirada y sus labios curvados con calidez, formal pero presente, si entendéis lo que quiero decir.
La mezcla de sus voces me ha traído la punzada de los recuerdos: las tristezas y las agonías.
He evocado a Doa y Daniel el día siguiente de nuestra llegada a Chachapoyas, cuando de forma enigmática recorrimos en la noche la distancia hasta su campamento. Allí donde Doa soñaba encontrar un remedio para el hambre en el mundo y Daniel la acompañaba, por lo que, primero creí ver era amor, y después comprendí que es algo mas admirable.
Después vinieron Roberto y Ariel, que la luz de la diosa acoja, y el resto de miembros de la ahora casi extinta Akhasa. A Aristides lo vi después, en las estribaciones de lo que no puedo describir mas que como el mas lucido de los sueños, y creo que fue el primer rostro junto con el de Pola , que contemple cuando ya no estaba en la Oscuridad.
Me he alegrado tanto de verlos de nuevo, aunque parezca extraño por que casi no los conozco, pero no os podéis imaginar lo cercana que me siento a cada uno de ellos y lo que agradezco tanto el poder hacerlo.
Doa ha cogido a mi pequeño en brazos, con cariño y cuidado. Como una parte hermosa en lo que es un mundo nuevo en la que alrededor se han apiñado el resto de sus compañeros. Hasta Daniel se ha librado de esa incomodidad floja de su flema británica que le estaba constriñendo para hacerlo. Doa ha vuelto a darme las gracias, por lo que hice por ella y también la han secundado Amelía, Roberto, los cinco como un coro enmarañado.
Ha sido un acto que no he tenido fuerzas para poder disfrutar por completo como que debía ser. Me he puesto a llorar por que no se como frenar el agujero, cuando viene, del desconsuelo que me produce la ausencia de los muertos y el frío de mi sentimiento de culpa.
Ha sido un estallido de sentimientos capaz de descolocar a casi todos.
Pero Doa no se amilanado. Con la mano de Daniel sobre su hombro, cuando el sol se ha eclipsado en mi pecho, ella lo ha agarrado con un susurro y el calor de dejar a mi niño sobre mi cuello, para mantenerlo brillando.
He visto en sus ojos lo que ella vio en lo míos cuando en la oscuridad de la selva la rodee con el brazo, envuelta aun en la locura, tras la Noche de la manos de Bropius y su Madre mas Oscura para ambas.
Sus manos se han cruzado sobre su pecho. Sus ojos me han intentado mostrarme una salida. Darme su esperanza.
- "Creía que tu eras la fuerte. Creí que seria yo la que no lo podría soportar. Creí que seria yo la que tendría que denodarse por tener que demostrar que había valido la pena"
- "Yo... Yo ya no sé si soy fuerte. Soy cabezota e intensa pero no sé si fuerte. Soy la persona mas peligrosa del mundo, ¿como se es fuerte sabiendo eso?"
-"A mi me parece que hay que tener una gran fuerza para decidir lo que decidiste si lo que nos ha contado Doa es cierto".
-"Inconsciencia, Daniel. Lo que es grande es mi inconsciencia. He estado a punto de Exterminar a Todos."
-"¿Decidiste sin pensarlo, eso es lo que dices?" - Roberto ha sonado tan serio.
-"Lo pensé, os lo juro que lo pensé, pero me maldigo por que no lo hice lo suficiente. Por que no es la primera vez."
Sus miradas se han cruzado en la confusión.
-"¿Pensaste solo en mi, pensaste solo en Doa?"
-"Si. Pensé en ti. Desee sacarte de aquel infierno. Desee en salvar a todos. A todas esas caras con un nombre, aunque no las conociera. No quise mas muerte. Pero olvide a la Diosa. Olvide por que había ido hasta allí"
-"Y te convertiste en el rostro de la muerte."
-"Si, Roberto, acepte ser el Invierno"
El silencio ha sido sobrecogedor. Pero se ha roto desde el extremo que nunca esperas.
-"¡Guau! Ahora todo tiene sentido" - ha exclamado Aristides - "¡Que fuerte! Yo no hubiera podido."
-"Ni yo" - ha dicho Daniel.
-"Tampoco yo. ¿Y tu Amelía?"
-"¡Joder! Me conoces Roberto. Sé ponerme lejos de lo que me supera"
-"Ni yo tampoco. No creo que nadie de nosotros pudiera estar cerca de esa locura" - Ha afirmado Doa.
He contemplado sus miradas extrañas dotadas de sentimientos extraños y me he mordido el labio impelida por esa ansia agónica que te da el ver que eres un ser horrible en el reflejo de la mirada de los otros. Mis ojos se han vuelto a nublar con las lágrimas.
En mi garganta no han quedado palabras.
-"¿Por que llora?
-"Creo que no lo comprende, Daniel"
-"¿No lo comprende, Amelía?"
-"No entiende, Roberto, que aunque puede que ninguno la admiremos aun se lo agradezcamos. Por que escogió hacer algo por nosotros cuando todo era mas grande."
-"El camino del infierno esta lleno de buenas intenciones"
-"Creo que hubiera preferido el infierno para ella antes que la aniquilación de todo lo que le importa, Dániel."
La voz de Doa me ha seguido acariciando con su sinceridad en un susurro.
-"Te dije, allá en Chachapoyas, que no sé si había valido la pena que hubieras hecho lo hiciste por mi. Lo sigo creyendo" - se ha apartado el cabello rubio del rostro y me ha mirado directamente a los ojos apenas a unos centímetros. - "Pero te vuelvo a dar las gracias, siempre te las daré." - se ha parado un segundo para incorporarse pero luego ha vuelto a mi oído, para que nadie la oyera -"Piensa en que ello va a ser como tu maldición eterna. No podremos dejar de ver e ti el Invierno. Pero si algo yo sé es que hasta en el Frío también surgen las mas bellas flores."
Y ella me ha acercado hasta la cara a mi dormido querubín.
Yo lo he abrazado con cariño hasta que se ha despertado, pero lo que han observado mis ojos no ha sido el alborotado cabello oscuro de mi hijo.
No han parado de contemplar la figura de Doa y los demás, levantándose y marchándose entre susurros.
Aun en la nieve de mi corazón, el calor de sus rasgos ha prevalecido, como si Doa aun permaneciera allí.
Mis labios han recuperado las fuerzas.
-"Yo también lo sé. Es todo a lo que me aferro, hija de las Sirenas. Lo es"
Cuando Yue ha entrado a devolver al niño a la cuna, le he pedido que se quedara un rato mas y que me cogiera la mano.
Se habrá sorprendido mucho por que por un buen rato, he dormido. De verdad, he dormido.

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